SANTA MARIA OTOÑAL
Iván Vera-Pinto
Soto
Que la muerte
no te venza, que el olvido no te arrincone,
que la memoria quizá te recuerde,
que la indiferencia simplemente te roce, que la incomprensión sea una ingrata
amiga, que las nuevas generaciones te emulen, que la ignorancia sea un
accidente en el camino, que tu enseñanza florezca en nuevas primaveras, que el
dolor no te doblegue, que el tiempo te permita madurar, que la verdad te
levante, que el llanto sea un invierno temporal, que la mentira te permita
reafirmar tus convicciones, que tu minúscula alegría triunfe en toda
circunstancia y que no te abandone en
ningún tiempo la noble aspiración de reinventar la vida.
Estos y otros
pensamientos surgieron de manera libre en mi mente luego de presenciar la
proyección del DVD “Homenaje al Centenario de la Masacre de la Escuela María de Iquique”,
de Mario Santander Albornoz; un noble ex trabajador pampino que rinde, con primarios
recursos audiovisuales, un franco tributo a quienes representan
emblemáticamente las reivindicaciones y sentimientos de los obreros nortinos.
Quizás, como
consecuencia de la Cantata de Advis, por
las imágenes de Miguel Littin o por ambos elementos, debo reconocer que me quedé
con la garganta apretada y el corazón excitado. No pude evitar sentir una gran
pena que inevitablemente inundó mi razón. Pena que se asocia con la fraticida
violencia y con la auténtica pasión que surge al rememorar estas páginas
oscuras de nuestra historia.
Ahora bien, comprendiendo
que este es un documental estrictamente artesanal, voy a evitar referirme a las
posibles limitaciones técnicas que posee; sino más bien comentaré acerca de la
emoción que intenta transmitir su artífice. Al respecto considero que Santander
consigue, en un fondo de nostálgica sepia, encadenar discursivamente las
iconografías de Littin y el canto de Quilapayún. Asimismo descubrimos que su voz
octogenaria y sencilla, se apoya en los legendarios poemas de Pezoa y Advis, apelando
básicamente a nuestra memoria emotiva por sobre el distanciamiento reflexivo,
como exigiría Bertold Brecht. No cabe duda que para este creador su principal
preocupación es el discurso social, más allá de otras consideraciones estéticas;
es por ello que en el epílogo intenta homologar los fatídicos episodios
ocurridos a comienzo de siglo XX, con aquellos que retratan el quiebre de la
democracia en Chile (1973).
En esa línea,
Santander, nos señala que "La idea de este video multimedia con imágenes,
recreaciones y música del Grupo Quilapayun, es plasmar este acontecimiento, por
su impacto, consecuencias políticas y sociales, recreando los hechos de la masacre
y mostrando cómo fue la lucha por las aspiraciones de mejores condiciones de
vida y dignidad laboral de importantes sectores sociales, proceso que se
extendió a todo el país".
En
consecuencia, pienso que éste es un material didáctico rescatable que podría
difundirse en los diferentes espacios de nuestra comunidad, con el propósito que
los jóvenes tomen consciencia de las terribles desgracias sociales que han
marcado a nuestra identidad y que tristemente nos identifican en otras
latitudes.