LAS FILARMÓNICAS OBRERAS
Iván Vera-Pinto Soto
Cientista Social, Pedagogo,
Escritor
Con el desarrollo de la Industria salitrera en
Tarapacá a partir del siglo XIX, surgieron las organizaciones obreras, que
albergaron distintas instancias culturales, tales como las filarmónicas
obreras, cuyo objetivo
era la protección mutua de los trabajadores y el desarrollo físico e
intelectual de sus asociados. Ellas fomentaron
principalmente actividades artísticas, apuntando a la “educación holística” de
las personas. Al respecto, Catalina Moya, Antonio
Acevedo Hernández y la cueca (2014), detalla:” Se reunían anarquistas,
socialistas, humanistas ilustrados o simplemente personas que sin militar en
ningún partido o tendencia política en particular, habían desarrollado cierta
conciencia social y de clase. Necesitaban acceder a mejores condiciones de vida
y encontraban en lugares como estos, instancias de desarrollo artístico y
cultural afín” (30)
En estos puntos sociales prosperó el teatro
obrero y se extendió en la mayoría de las oficinas salitreras. Por los demás,
tanto en la ciudad como en los enclaves salitreros, el teatro no fue un bien
exclusivo de la clase dominante, sino también estuvo al alcance de los obreros,
quienes lo utilizaron como tribuna para desarrollar su estrategia emancipadora.
En las filarmónicas obreras, al igual que en
las mutuales, se pudieron programar todo tipo de actos: reuniones, bailes y
veladas culturales que caracterizaban el gusto e inquietudes de los sectores
medios y populares. En ellas se presentaron una gama disímil de artistas: desde
los vanguardistas y anarquistas que tenían un discurso político contestatario y
alejado de los cánones legitimados y tradicionalistas, hasta los menos
ideologizados que presentaban su repertorio de obras costumbristas, de
descendencias españolas, como así también muchos proyectos teatrales netamente
nacionales. Era un teatro impulsado por aficionados que se
alimentaba por una dramaturgia embrionaria, escrita por
asalariados o de repertorio social español, quienes en itinerancia
representaban sus obras en locales sociales o gremiales.
Las filarmónicas nacidas en la pampa
presentaron menor compromiso ideológico y político que las que estuvieron
ubicadas en Iquique, por ser éstas parte de las empresas; por lo mismo
dependían de una política administrativa que incorporó algunas distracciones,
habitualmente en oficinas más consolidadas, como parte de un plan educativo y
recreativo. De esa manera, se pretendía que el trabajador permaneciera en las
salitreras todo el tiempo requerido.
Estas organizaciones culturales se convirtieron
a comienzo del siglo XX en un elemento característico del paisaje cultural: la
gran mayoría de los pueblos y oficinas contaban con alguna de éstas entidades,
encontrándoselas en Alianza, Virginia, Ángela, Victoria, Dolores, Argentina,
Sebastopol y Zapiga, entre tantas otras. Las primeras actividades realizadas
por las filarmónicas fueron la constitución de un conjunto musical o
estudiantina y la realización de bailes. Testimonios de pampinos señalan que
habitualmente en las filarmónicas se contrataba a algún profesor o algún obrero
con conocimientos de danza para que enseñara a los trabajadores a bailar.
Por lo demás, contaban con bibliotecas,
escuelas, teatro, baile, pintura, y el biógrafo recientemente incorporado. En
el tiempo de su vida institucional recibieron la visita de intelectuales
obreros y profesores interesados por el desarrollo sociocultural de los
trabajadores, los que de una u otra forma contribuyeron en su organización y
dirección. Leonora Reyes, Educando en tiempo de crisis (2009) esclarece:
“En estos espacios se entrelazaba la
autoeducación con la diversión, la autoformación con la recreación. Y a partir
de estas prácticas, en las que la familia entera era convocada, logró forjarse
un sentimiento de pertenencia, ocupando un espacio cálido, protegido, pero por
sobre todo, propio. La pedagogía, en este sentido, se concibió como creación.
Pues no era la doctrina lo que debía aprenderse, sino cómo enfrentar las
dificultades cotidianas, que no implicaba sino aprender a constituirse
económica, política y culturalmente, era aprender a pararse frente al mundo”
(109-110)
Como vemos, se postulaba una concepción de la pedagogía como acción
cultural y la convocatoria era abierta para todos los trabajadores, por sobre
las diferencias políticas e ideológicas que tuvieran. De esta manera, entre uno
y otro baile; entre una y otra obra teatral, se dejaba discurrir una
conferencia sobre la actualidad política, económica del país o sobre el ideario
de algún filósofo o escritor importante de la época.
Elías Lafertte en Vida de un comunista
(2012), resume: “La Filarmónica era un centro
social para estimular entre los pampinos el deporte, el baile y las
representaciones teatrales. Tres noches a la semana, los martes, jueves y
sábados, había “academia para caballeros”, sesiones en que los obreros
aprendían a bailar a los compases de la
música que tocaba Ismenia Vargas. Se bailaba la cuadrilla, el vals, la mazurca,
la polka, el pas de quatre y el pas de patiné. El shotis apareció más tarde” (38)
Desde el seno de las filarmónicas fundadas en
Iquique afloraron grupos teatrales los cuales desarrollaron un programa
artístico destinado a los socios que pertenecían a ella. Este desarrollo
teatral fue distinto al vivido en la pampa ya que nació en un medio que ofrecía
variadas actividades recreativas, por lo tanto, la mayor competencia hizo que
en un principio las representaciones teatrales de aficionados se ofrecieran
como parte de celebraciones especiales, tales como aniversarios, premiaciones,
fin de año, fiestas patrias, etc. Al respecto, cito el festejo realizado en
1907 con motivo XV Aniversario de la Sociedad Gran Unión Marítima donde se
dieron diversos actos teatrales. Un año después la Filarmónica Unión
Fraternidad de Obreros realizó un acto teatral de aficionados para la
celebración de su noveno aniversario, al que asistieron más de doscientos
cincuenta personas, donde se presentó la comedia trágica, en un acto y tres
cuadros El hábito no hace al monje, de Eleodoro Estay, ya estrenada en
1897 en el Teatro Municipal.
No cabe duda que, las filarmónicas
humanizaron la vida de los obreros, la que sólo tenía alguna evasión en el
alcohol que los hacía olvidar momentáneamente una existencia rutinaria y brutal.
Desde la óptica ideológica y
política, los historiadores han demostrado que estos reductos (gremios,
mutuales, sindicatos) ubicados en la periferia cultural de la urbe y los
campamentos salitreros, conformaron los territorios donde se podía irradiar las
nuevas tesis políticas, discursos estéticos y otros referentes ideológicos,
todo lo cual suscitó un debate social y cultural intenso, el que,
paulatinamente, penetró en las capas sociales más amplias de la comunidad,
debilitando de esta forma la hegemonía que habían ejercido algunos grupos
socialmente privilegiados en el ámbito político y cultural, permitiendo, a su
vez, el acceso de las clases populares
al conocimiento y a las artes.