SALA
VETERANOS DEL 79
Iván Vera-Pinto Soto
Cientista Social, Pedagogo y Escritor
Posterior a la Guerra del Salitre
quedaron como sobrevivientes un grupo de soldados chilenos, que pasado el
tiempo se agruparon como Sociedad Mutualista, reconocida oficialmente el 2 de
septiembre de 1900. Para el 21 de mayo de 1905 inauguraron su sede (Zegers150),
ubicada en la punta de diamante donde se bifurcan las calles Vicente Zegers y
Freddy Taberna, en el popular barrio El Morro.
El terreno fue cedido por
el Fisco a la Sociedad a través del Decreto N° 1.522 del 6 de mayo de 1904 y
fue levantado por el esfuerzo de los mismos socios, bajo la dirección del
arquitecto Luis Fernando Gassols, vicepresidente de la sociedad. En este realizaban sus reuniones regulares, veladas
artísticas, bailables, charlas y hacían recuerdos de su participación en la
reciente conflagración. Además, contaban una biblioteca, fotografías y algunos
objetos históricos que ellos mismos habían aportado para su valorada residencia
social.
Cabe mencionar que era
toda una tradición en la las festividades del 21 de Mayo y en diversas
actividades públicas la presencia de aquellos combatientes que lucían sus
honrosas medallas, aunque el Estado injustamente los había olvidado,
convirtiéndose no pocos de ellos en ciudadanos ilustres llenos de gloria, pero viviendo
en una situación de pobreza e, incluso, sin exagerar de miseria. De allí que
viene el famoso dicho: “el pago de Chile”.
Por otra parte, como era
característico en este tipo de organizaciones sociales, los fines de semana se llevaban
a cabo una velada donde intervenían algunos de sus miembros y artistas
invitados, quienes desarrollaban números artísticos (poesía, canto,
dramatizaciones y danza), acompañado de algunas bebidas y, en ciertas
ocasiones, de platos tradicionales. El cierre final del evento consistía en un
bailable donde cantores populares interpretaban vals, tangos, polcas y cuecas.
Algunos vecinos antiguos del sector y otras personas que concurrieron por los
años cuarenta del siglo pasado a esa institución, dan cuenta de la nutrida
cartelera que tenía la entidad, con la presentación de conjuntos teatrales
aficionados y artistas variados que acapararon la atención del público local.
Del mismo modo, se
aprovechaba la sede como lugar de velatorio para todos los integrantes de la
Sociedad. Precisamente, uno de los funerales que más despertó el interés de los
ciudadanos de este puerto fue el de doña Filomena Valenzuela Goyenechea, el 28
de octubre de 1924. Había nacido el año 1848 en Copiapó y se convirtió en
cantinera del ejército chileno con el propósito de acompañar a su marido, que
era director de la banda del Batallón Atacama. Esta mujer que por amor a su
esposo y a su Patria en el conflicto bélico con Perú y Bolivia se transformó en
heroína, participando en el asalto a Pisagua, en la batalla de Dolores, y en
Los Ángeles, donde tuvo un papel destacado. De manera excepcional, alcanzó el
grado de Subteniente. Valenzuela también se dedicó a curar heridos y a
animarlos con presentaciones teatrales, conquistando el corazón de los soldados
que la apodaban la "madrecita". Al finalizar la guerra se dedicó a
actuar en la compañía del Teatro Novedades de Iquique y tuvo su local de canto
denominado Glorias Chilenas, en la península de Cavancha.
Los relatos históricos
también registra como antecedente anecdótico el apoyo solidario que prestó esta
Sociedad a los obreros salitreros quienes en diciembre de 1907 bajaron a
Iquique de diferentes Oficinas Salitreras para exigir a las autoridades mediar
en el conflicto que sostenían con los empresarios salitreros, en torno a sus
justas demandas reivindicativas, la cual desembocó en la cruel masacre de la
Escuela Santa María. Fue en esa circunstancia que, los antiguos veteranos de
guerra realizaron ollas comunes y acomodaron la residencia como alberge para ir
en ayuda de sus antiguos camaradas, convertidos por aquel entonces en asalariados.
Después, al fallecer todos
los miembros de esta Sociedad, el salón albergó actividades artísticas
relevantes durante muchos años. Entre otras, cabe destacar el
Coro Polifónico Iquique, fundado el 7 de septiembre de 1956 por el maestro
Dusan Teodorovic, quien además fue el responsable en gran medida del desarrollo
coral del norte grande. A fines de los años 60, su hijo, Nesko, creó un grupo
de teatro no profesional y, luego, fundó el Teatro de la CUT, hasta que en el
año 1970 se fue a estudiar periodismo a la Universidad del Norte de Antofagasta
y, penosamente, para el Golpe de Estado en 1973 fue asesinado en Cerro Moreno,
junto a su esposa.
Para julio de 1979, el local ya
en manos de la Sede Iquique de la Universidad de Chile, fue refaccionado
gracias a los aportes de la Dirección General de Deportes y Recreación (DIGIDER).
El 9 de septiembre del mismo año la
institución universitaria fundó el Teatro Universitario Expresión, bajo la
dirección del suscrito. Dicha agrupación ha mantenido una cartelera sistemática
y permanente para la comunidad local con obras teatrales regionales, nacionales
y universales. Sumemos a ello, cursos, talleres y un conjunto de eventos
artísticos.
Destaquemos también las
actuaciones de insignes artistas nacionales: Osvaldo Torres, Carlocco, Los
Blops, Luz Eliana, Pedro Lemebel, Jaime Valenzuela, Juan Rodrigan, Mario
Bernal; prácticamente todos los teatros antiguos de Iquique; y tantos otros
poetas y músicos nacionales e internacionales que nos han brindando generosamente
sus creaciones. En este mismo lugar se desarrolló, por la década de los 80, el
Primer Encuentro de Teatro Aficionado de Iquique, organizado por el Centro de
Investigación de la Realidad del Norte (CREAR) y los directores Jaime Torres y
Cecilia Millar. Por lo demás, en el
trascurso de todos estos años han
presentado compañías nacionales y extranjeras que nos han visitado,
transformando este escenario en uno de los pocos medianamente apto que tiene la
ciudad para la actividad escénica.
Ahora bien, hay que reconocer
que de un tiempo a esta parte dicho Centro Cultural no ha contado con la debida
preocupación en su infraestructura, a pesar que se han realizado algunas inversiones
y mejoras por parte de la Universidad Arturo Prat. No obstante, a simple vista
urge una preocupación mayor por el patrimonio cultural de nuestra ciudad y por
entregar mejores condiciones técnicas a los actores y al público que gusta de
estas manifestaciones artísticas. Lamentablemente, algunos intentos de
proyectos para la restauración de la sala han quedado perdidos entre los
papeles de la burocracia.
Pese a esa realidad que podría
poner en peligro la continuidad artística del espacio, sus muros de piedra y
madera han resistido asombrosamente los sismos y las durezas de la naturaleza.
Su actividad cultural no ha decaído gracias a la acción preservadora universitaria
y al trabajo tesonero de los teatristas que ponen en valor el espíritu de una
tradición iquiqueña que esperamos que de ningún modo se extravíe en el tiempo,
tal como lo soñaron Luis Miranda Ávila y Gerardo Villalón, representantes de la
Comisión de Edificación de esta histórica dependencia.