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DRAMATURGIA Y NARRATIVA DE LA MEMORIA
BLOG DE IVAN VERA-PINTO SOTO
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22 de Noviembre, 2015    General

OBRA LA PEQUEÑA HISTORIA DE CHILE

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22 de Noviembre, 2015    General

OBRA LE MARATHON

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22 de Noviembre, 2015    General

Entrevista Iván Vera-Pinto Soto

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24 de Abril, 2011    General

ARTICULO : LA SAGA DE LOS PAMPINOS

LA SAGA DE LOS PAMPINOS... Continuar leyendo

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23 de Abril, 2011    General

OBRA DE TEATRO: LA PASION DEL SASTRE




PASIÓN DEL SASTRE
Iván Vera-Pinto Soto
Registro Propiedad Intelectual Inscripción 181434
Impreso en Oñate Impresores
Iquique, Chile
Proyecto ejecutado gracias al Fondo Regional de Cultura, financiado con
el 2% del FNDR 2009, del Gobierno Regional
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LA PASIÓN DEL SASTRE
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LA PASIÓN DEL SASTRE
A modo de prólogo
Por qué será que no resulta extraño ni casual que este cruzado de la
memoria, quien, además, utiliza como armas las tablas y los libros y
que obedece al nombre de Iván Vera-Pinto, entregue nuevamente un
material de rescate sobre la historia de este Norte, a través de la obra
“La Pasión del Sastre”.
En su persistente y arduo, como sistemático escribir, refleja desde la
historia del Yo familiar, esa misma historia que Pierre Villar (2008),
describe como egohistoria. Revela la memoria frente a un hecho
que cada vez más pasa al olvido, como fueron los sucesos de 1947,
conocidos como la “Ley Maldita”. Ley que es parte de un contexto
tan lejano para los estudiantes de hoy, como la Guerra Fría, siendo
que nosotros fuimos partícipes y actores; mas, en la actualidad, estos
hechos y pasajes son preguntas de pruebas de la asignatura de Historia
Universal para la juventud del siglo XXI.
La Era de los Extremos (1998), señaló Eric Hobsbawm al siglo XX,
esta historia, que se hace viva en actores de papel, que seguro tomarán
vida al leerse, se levanta y agiganta en la prosografía familiar que nos
lega el autor, a través de su padre; cercano a un personaje como Augusto
Pinochet Ugarte y parte de un primer escenario que centra en un espacio
triste y célebre desde sus comienzos, como Pisagua, lugar de batallas y
prisiones, lugar de muerte y encierro, como la historia del Norte.
En la lectura sus personajes son cercanos a la cotidianidad de este
paisaje: el nombre Esmeralda, hundida en un puerto, como la
corbeta de Prat, el Capitán, nombre de similitudes en el imaginario
nortino. Gabriel, como el Presidente González Videla…el regimiento
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LA PASIÓN DEL SASTRE
“Carampangue”, que aún pena, como ánima en los recuerdos de quienes
lo conocieron desde dentro o fuera en la calle Riquelme de Iquique,
la Unión Soviética, Moscú, rogelios y otros conceptos, propios de una
memoria del siglo XX, trágica de esperanzas y condenatoria hasta la
actualidad por la rigidez capitalista.
La obra en sí misma, invita a pensar en las formas históricas de
la época. No es menor su contexto atávico en lo ideológico y hasta
sísmico en los diálogos; la orden de persecución de González Videla,
entre el juego dominó, señalando el padrón de lo cotidiano de la vida
del hombre y la mujer común.
Los párrafos permiten notar la continuidad del tiempo, a pesar de
las rupturas de normalidad aún suena en los oídos la bienvenida del
Capitán a Pisagua “Métanse bien en la cabeza esta advertencia:
ustedes están aquí como detenidos políticos, y no como ciudadanos
libres ni turistas. Permanecerán en Pisagua hasta que el Gobierno
disponga otra cosa.” En consecuencia, son estas frases las que
sencillamente hace que se piense en el lugar y aún en su temporalidad
y protagonismo en una historia del relato, que fundada en la ficción,
no deja de ser relato de socialización o si se quiere de sociabilidad
de los sucesos, más cuando el título evoca la ideología con la palabra
Pasión.
En sus páginas se transita a esos finales de novelas históricas.
Además, los diálogos dinámicos y profundos de los personajes, hace
que emerja la historia de Iquique. De esta forma, el autor logra el
fin de filosofar del tiempo, como señalaba Marc Bloch(1944), llega
al camino conocido del pasado y se percibe el perfume del recuerdo.
Cada vez me convenzo que el autor del apellido compuesto, se erige como
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LA PASIÓN DEL SASTRE
un miembro de los que se hacen más conocidos que los historiadores,
provocando a veces los celos del ego de la Academia.
En esta obra, Iván Vera-Pinto, nos conduce hacia la memoria y salva
desde sus propios recuerdos los relatos del tiempo ocurrido. Por lo
demás, pone en valor la historia, que hace demasiada falta hoy, sobre
todo cuando vivimos tiempos rapidez de una modernidad que no es
tan moderna y que aún en pretéritas épocas se pregonaba. Así, el
dramaturgo, nos devela los hechos que sólo a dos años del horror de
los campos de concentración de Europa, recreó en Pisagua su estigma
de infamia
Aprendamos del Teatro, de los libretos del tiempo. Gracias por esta
obra Iván, a la sazón nombre de colosos del frío.
Patricio Rivera Olguín
Historiador
Académico de la Universidad Arturo Prat
Barrio El Colorado
Iquique
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LA PASIÓN DEL SASTRE
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LA PASIÓN DEL SASTRE
Un hombre que ame la vida y que luche por ideales
A través de la curiosidad y la búsqueda de su propio padre el autor, Iván
Vera-Pinto, nos transporta a las perdidas memorias de su niñez y del
pasado de nuestra nación, y es que (para quienes lo hemos experimentado
por cualquier motivo) la ausencia del padre, del progenitor, de un “guía”
o una figura paternal en nuestras vidas, ciertamente puede generar
las más diversas pasiones, curiosidades o bien fuerzas creativas. Por
supuesto, nuestro padre no está del todo ausente, siempre nos asecha
su figura fantasmal, generada por nuestra propia imaginación, la cual
tiene el poder potencial de deformar y alejarnos de él, o bien devolvernos,
a través de fragmentos, partes de nuestra propia vida (pasada y futura),
parte en fin de nuestra propia identidad.
Todo ello parece desprenderse en esta exploración que realiza el autor
para retratar y reconstruir, mediante la ficción, el arte, y sobre todo
a través de su pasión teatral, la historia y el alma de su propio padre.
Aquel progenitor ausente que evoca en las memorias de su infancia,
que se desprende suavemente de las lágrimas de su madre y que
innegablemente han marcado a un ser humano que parece buscar un
poco de verdad en la ficción, en su pasión tan personal por contar
historias y, de esta manera, alimentar su alma y la de los espectadores.
Además, se nos devuelve parte de nuestra memoria histórica, de una
forma poética y artística. Las pasiones y conflictos de nuestra nación
nos asaltan nuevamente, llanas, sencillas y explícitas. Pisagua,
mediados de los años 40. Iquique, los conflictos sociales, la continua
represión en el gobierno del presidente Videla; la altanería y ansias
de poder de los militares, simbolizada por la figura del “Capitán”,
el partido comunista y su continua lucha por concretar los deseos y
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LA PASIÓN DEL SASTRE
derechos de las clases más bajas, etc.
Aquellos hechos tan olvidados y que, sin embargo, para pesar de
muchos se encuentran en las venas de nuestra ciudad, casi escritos por
el tiempo en los ya roídos edificios del centro histórico de la ciudad; de
este Iquique nostálgico y suave como la camanchaca en las mañanas
de invierno. Los hechos acontecidos, las luchas sociales y las pérdidas
de vidas en pro de los derechos más innegables del ser humano están
hoy en día tan palpables como siempre, tan reales y frontales como la
obra en cuestión.
En “La Pasión del Sastre” presenciamos las vidas en contraposición
y las opiniones tan dispares de una misma realidad; tanto la realidad
de los trabajadores y la muy distante situación de las autoridades.
Punto aparte merece la magistral escena del Presidente, un magnífico
momento de sátira sobre la escapista fantasía con que muchas veces
las autoridades ejercen sus cargos. Aunque, por sobre todo, asistimos
a la historia de amor irrefrenable de Francisco y Esmeralda. Y es
que el amor y las pasiones humanas son la clave de esta obra. Un
amor ante todo, puro y trágico. Este amor que se abre paso a pesar
de los problemas y las convulsiones sociales. Un amor por el cual el
protagonista estará dispuesto a entregarlo todo.
La sinceridad con la cual Iván Vera-Pinto trata los temas de su propia
gestación otorga a la obra una fuerza innegable, profundamente
autobiográfica y cruda a ratos. Sin quedarse corta en unos “escapes”
del realismo escénico a mundos poéticos que contrastan con el día
a día de los trabajadores. Devolviéndole al teatro la capacidad de
asombrar y alimentar estéticamente los sentidos y emocionalmente
al alma.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
No debe olvidarse que los hechos presentados en la obra, a pesar de ser
lejanos, tienen una rima a lo largo de toda la historia de Chile, por
lo que tocan de una forma u otra al espectador. Y es que en todas las
obras del autor subyace una visión poética y realista al mismo tiempo;
siendo ésta no una relación conflictiva, como podría llegar a pensarse
en una primera instancia, sino más bien de complementación, como
si mediante la fantasía y la ficción el artista puede comprender mejor
su realidad y a fuerza de delirios poéticos tocar más firmemente el
suelo de la autenticidad cotidiana, para así obsequiarnos un poco
de esa conciencia y responsabilidad social venida de la pasión por
contarnos una historia.
De esta forma se perfila esta obra en la cual se utiliza a las artes
escénicas como una forma de reinventar poéticamente la realidad,
maravillándonos e impactándonos al mismo tiempo; hurgando sin
tapujos en su propia historia personal y en la del país, devolviéndonos
parte de nuestra propia identidad tanto de chilenos como de iquiqueños.
Iván Vera-Pinto, nos regala un relato genuino y cargado de emotividad
que sintetiza muchos de los tópicos ya tratados por el autor: el amor en
tiempos de agitación social, las luchas y tragedias ocurridas en Chile,
perpetradas por las manos que debían protegernos y permitirnos por
fin el derecho de vivir en paz.
Manuel Alejandro Sánchez S.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
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LA PASIÓN DEL SASTRE
La verdad develada
Tengo la certeza que el espíritu del teatro es capaz de trascender
el mar encrespado y las nubes fatídicas que cíclicamente acechan
nuestras existencias. El teatro tiene la fuerza para comunicar, más
allá de las fronteras geográficas y culturales, las imágenes mentales,
los conceptos y emociones que cobran vida a través del diálogo y la
acción teatral.
“La Pasión del Sastre”, nació de mi obsesión por indagar sobre la vida
de mi padre, Francisco Vera-Pinto, un prestigioso sastre que vivió
en Iquique hasta la década de los 60; dejando tempranamente este
mundo y legándome como herencia imágenes vagas, fragmentos de
historia y fantasmas que desde los cuatro años de edad he intentado
exorcizar.
Después de muchos años de su desaparición, llegó a mis manos un libro
escrito por el general Augusto Pinochet, quien cita a mi padre como
uno de los personajes con quien inicialmente mantuvo una relación
de amistad; y que posteriormente, custodió como preso político en el
campo de concentración de Pisagua, el año 1947.
A partir de este preliminar antecedente creció en mí la curiosidad
por saber más sobre este cercano y a su vez desconocido protagonista,
quien gozó de diversas vinculaciones sociales y que, paralelamente,
mantuvo una activa militancia política comunista. Luego, en
mi exploración familiar, surgieron sustanciosas anécdotas y
sufrientes entornos sentimentales que directamente han marcado
mi existencia.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
A esa altura recordé las palabras del maestro teatral Eugenio
Barba “El artista debe tener un ojo anfibio, uno para mirar en la
superficie, y otro para mirar debajo del agua”; entonces me propuse
auscultar el amor y la pasión que sintió este hombre por una mujer
que lo deslumbró hasta enloquecer. Comprendí que todo lo que hizo
Francisco en su vida fue movido por la pasión, ese maravilloso ímpetu
que nos impulsa a entregar lo mejor de nosotros por los demás, sin que
medie lógica alguna.
Como dramaturgo consideré que debía, con coraje, cuestionar a
este hombre y, en el dolor, redimirlo con sus valores, debilidades,
contradicciones y principios. Sentí que no debía idealizarlo ni
representar las cosas como fueron aparentemente, sino que tenía que
revelar su verdadero amor y su vida pasional, de una manera más plena
y fuerte. Tal vez, el ímpetu del texto no sea más que un fiel reflejo
de mi embriaguez con el padecimiento y la nostalgia paternal. Hoy,
sin pudor, intento reflotar a ese descarnado niño que, bajo ninguna
circunstancia, compartió caracolas, regalos, cumpleaños ni navidades
con su mentor. Ese niño que, de manera incesante, se preguntaba por
qué su madre lloraba sin ninguna razón y, cómo hubiera sido su vida
si su padre lo hubiese acompañado en su existencia. Interrogantes
todas que, por largos años, no pudo develar.
Después del anterior ejercicio auto expiatorio, descubrí que el hilo
conductor debía ser la historia sentimental y política de Francisco; un
hombre que se enamoró totalmente de una mujer- siendo él casado - y
quien, además, fue testigo presencial de una experiencia trágica que
enlutó a trabajadores, dirigentes sindicales, profesionales, dueñas de
casa, jóvenes y viejos, que convirtieron sus calvarios en una verdadera
epopeya épica en el norte de Chile.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
Posteriormente, vino la lectura de “Pisagua: La Semilla en la Arena”,
de Volodia Teitelboim, novela que me ilustró uno de los hitos de
vergüenza y dolor de la historia de Chile, cuando el gobierno de
Gabriel González Videla, promulgó la ley de defensa de la democracia,
rebautizada por el pueblo como “la ley maldita”, la que puso en la
ilegalidad al partido comunista, relegando a más de dos mil hombres
y mujeres al primer campo de concentración de nuestro país: Pisagua.
He complementado esta búsqueda con otros escritos que describen los
tortuosos y humillantes actos que se cometieron en Pisagua, el año
47. Todo aquello me ha permitido dar el realismo y emotividad a
este texto, sin minimizar el contorno de ficción que debe tener toda
creación artística.
La melancólica atmósfera de Iquique de esos años y las pesadas
sombras de las derruidas construcciones patrimoniales que caen
sobre Pisagua, constituyen el telón de fondo donde se desenvuelven un
conjunto de acontecimientos vivenciales que han dejado profundas
huellas en el imaginario de quienes hemos nacido en este confín de
la tierra.
Sin pretender ser una obra histórica, esta creación dramática
se propone – como lo expresó Mario Benedetti, en “Pedro y el
Capitán” – “recuperar la objetividad, como una de las formas para
recuperar la verdad”. Es por ello que el argumento está matizado con
acontecimientos históricos y políticos que a veces el autor trastoca,
intencionalmente, en tiempos y lugares para plasmar teatralmente
un pasado no muy lejano que aún golpea nuestras vidas. No obstante,
la obra no está destinada a provocar más lamentos ni añoranzas, sino
más bien a recuperar la memoria histórica sepultada por un sistema
político que ha intentado cubrir con un manto de olvido pasajes
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LA PASIÓN DEL SASTRE
fuliginosos de nuestra realidad nacional.
Por ende, “La Pasión del Sastre” es una obra abiertamente biográfica
que evoca una intensa y sacrificada historia de amor, ambientada en
uno de los períodos de tiempo de mayor convulsión y controversia en
la memoria de nuestro país.
Al terminar este texto me quedo con la sensación que es muy complejo
construir una historia de amor en momentos revueltos, cuando todos
conviven permanentemente con la muerte, cuando los protagonistas
son herederos de un período de enfrentamientos y odios fraticidas;
sin embargo, también siento el convencimiento que cuando el amor
es verdadero trasciende a la muerte, a las ilusiones y a los sueños;
conmueve a los más fríos, diluye todas las fronteras y vuelve a florecer
en un día de primavera.
El autor
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LA PASIÓN DEL SASTRE
No podemos vivir eternamente rodeados de muertos y de muerte.
Y si todavía quedan prejuicios hay que destruirlos.
“El deber”
digo bien
“EL DEBER”
del escritor, del poeta, no es ir a encerrarse cobardemente en un
texto, un libro, una revista de los que ya nunca más saldrá, sino
al contrario salir afuera
para sacudir
para atacar
al espíritu público
si no
¿para qué sirve?
¿Y para qué nació?
Antonin Artaud
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A la memoria de Victoria y Francisco,
por las alas que me dieron para volar
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Mis sinceros agradecimientos a:
Lautaro Cáceres
Juan Carlos Rocha
Jeannette Baeza
Patricio Rivera
Luis Espinoza
Francisco Sibulka
Manuel Alejandro Sánchez
Actores Teatro Expresión
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LA PASIÓN DEL SASTRE
LA PASIÓN DEL SASTRE
Iván Vera-Pinto Soto
Personajes
Francisco, 45 años
Capitán, 32 años
Cecilia, 42 años
Esmeralda, 30 años
Ángel, 45 años
Ernesto, 40 años
Alejandro, 40 años
Animador, 25 años
Gabriel, 48 años
Jorge, 50 años
Niño, 5 años
Segundo niño, 10 años
Otros hombres
Tal vez, esta historia ocurrió a mediados de los años 40 del siglo
pasado, en el norte de Chile.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESCENA I: PASIONAL
(Se proyecta en una panorámica la escena final de una película
antigua, en blanco y negro. En ella aparece un niño que mira
curiosamente desde un estrecho balcón hacia la calle. Abajo, frente
a la puerta de casa, se encuentra un carro mortuorio, tirado por
unos caballos que esperan impacientemente la orden de partida.
De pronto, aparece Esmeralda, vestida con un riguroso traje
negro. Se detiene, mira al niño y le abraza con mucha ternura.
Unas lágrimas extensas y silenciosas bañan el moreno rostro de
la mujer. Pausa. El niño suavemente se desprende de sus brazos
y se desplaza hacia un antiguo mueble donde yace una figura
de yeso con la imagen de la diosa Venus, descabezada. Se queda
un momento silente mirando la divinidad, luego toma su cabeza
entre sus manos y dirige su mirada hacia el infinito. Esmeralda,
contempla al niño y ahoga su llanto; luego, presurosa, se desplaza
hacia un piano. Se sienta y acaricia con sus manos la cubierta
del instrumento musical; después, ceremoniosamente, abre la tapa
y comienza a interpretar con decisión el tango “Pasional”, letra
de Mario Soto y música de Jorge Caldara. Desde la oscuridad,
emerge la sombra de Francisco que canta con voz añeja y cansada.
El pequeño se acerca hacia la mujer y le da un beso en su mejilla.
Finalmente, se dirige hacia Francisco y le entrega la cabeza de
Venus)
No sabrás... nunca sabrás
lo que es morir mil veces de ansiedad.
No podrás... nunca entender
lo que es amar y enloquecer.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
Tus labios que queman... tus besos que embriagan
y que torturan mi razón.
Sed... que me hace arder
y que me enciende el pecho de pasión.
Estás clavada en mí... te siento en el latir
abrasador de mis sienes.
Te adoro cuando estás... y te amo mucho más
cuando estás lejos de mí.
Así te quiero dulce vida de mi vida.
Así te siento... solo mía... siempre mía.
Tengo miedo de perderte...
de pensar que no he de verte.
¿Por qué esa duda brutal?
¿Por qué me habré de sangrar
si en cada beso te siento desmayar?
Sin embargo me atormento
porque en la sangre te llevo.
Y en cada instante... febril y amante
quiero tus labios besar.
¿Qué tendrás en tu mirar
que cuando a mí tus ojos levantás
siento arder en mi interior
una voraz llama de amor?
Tus manos desatan... caricias que me atan
a tus encantos de mujer.
Sé que nunca más
podré arrancar del pecho este querer.
27
LA PASIÓN DEL SASTRE
Te quiero siempre así... estás clavada en mí
como una daga en la carne.
Y ardiente y pasional... temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.
(La canción es interrumpida por el galope muy cercano de
unos caballos que emprenden su marcha, arrastrando el carro
mortuorio. Los dedos de la mujer quedan congelados sobre las
teclas del piano, el rostro se pone tenso y livianamente su cuerpo
se desploma. Francisco desaparece. Apagón)
ESCENA II: LONDON 1946
(Se ilumina la escena de una sastrería de los años 40. En algunas
mesas hay revistas, telas y diversas reglas de madera. En un
rincón hay un maniquí y a su lado una máquina de coser antigua.
Francisco, muy bien vestido; toma medidas con un centímetro
el cuerpo de un cliente. Con paciencia hace anotaciones en un
cuaderno. De rato en rato, come de un plato pequeños trozos de
queso y tocino. Además, tiene en un mesón una copa de vino que
bebe esporádicamente)
FRANCISCO: Disculpe, ¿me dijo que su apellido es Padilla?
CAPITÁN: Sí, José Ramón Padilla. Y su nombre es Francisco Téllez
¿no?
FRANCISCO: Pancho, para los amigos… ¿Es nuevo por estos pagos?
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LA PASIÓN DEL SASTRE
CAPITÁN: Sí. Llegué desde Santiago hace pocos meses, en diciembre.
Fui destinado al Regimiento Carampangue.
FRANCISCO: ¡Ah! ¿Entonces usted es uniformado?
CAPITÁN: Sí, soy capitán de ejército.
FRANCISCO: ¡Qué bien! (Medio serio y medio en broma) Capitán:
en nombre de todos los vecinos de este puerto le doy la más cordial
bienvenida. (Le da un apretón de mano) Mire usted, suele ocurrir
que cuando llegan los afuerinos a Iquique, habitualmente no se
acostumbran a vivir entre estos acantilados pelados y el desierto
más árido del mundo. Pero, con el tiempo, se adaptan a nuestra
tranquilidad, al eterno sol y a nuestras hermosas playas. Creo que a
usted le va a pasar lo mismo. Acuérdese de mí.
CAPITÁN: Espero que así sea, porque en abril pasé el primer susto.
FRANCISCO: ¿Susto?
CAPITÁN: Sí, pues, por la salida del mar que hubo en la ciudad.
FRANCISCO: Le aseguro que con el pasar del tiempo los temblores y
marejadas no lo van asustar. Este es pan de todos los días. Ahora, si
come guayabas de Pica se va a quedar aquí para toda la vida.
CAPITÁN: Es posible…No sé. A lo mejor cuando sea General me
compro una casa por aquí y me vengo a radicar con toda la familia.
Uno nunca sabe lo que le depara el destino. Por ahora me interesa
tener un buen terno para asistir a las infaltables fiestas que suelen
invitarme.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: Tenga confianza que el terno le va a quedar a la ”pinta”.
Usted sabe, los sastres debemos preocuparnos hasta de los mínimos
detalles. La técnica de mi oficio está en hacer el corte preciso de la
tela, para que los varones luzcan siempre elegantes, como verdaderos
gentlemen: así reza la publicidad de la sastrería London.
CAPITÁN: Me han contado que usted hace verdaderos milagros con
los ternos; incluso, hasta los cuerpos más extraños los hace parecer
normales y perfectos. Eso sí que es un arte.
FRANCISCO: Tiene razón, el oficio del sastre es un arte. En mi caso
heredado de mi familia peruana.
CAPITÁN: (Asombrado) ¡Ah! ¿Usted es peruano?
FRANCISCO: Mitad peruano y mitad chileno, como muchos de los
habitantes de este puerto. Mi madre era chilena y mi padre peruano.
Bueno, después del plebiscito del 25, uno se quedó por acá y el otro
se fue a su tierra natal. Usted seguramente se habrá enterado que
la Ligas Patrióticas persiguieron a muerte a todos los peruanos y
bolivianos que se quedaron en la ciudad.
CAPITÁN: Las Ligas Patrióticas ayudaron a chilenizar esta zona,
porque sino corríamos el riesgo de perder nuestros territorios ganados
con la sangre de nuestros valientes soldados en la Guerra del Pacífico.
FRANCISCO: Capitán, creo que en ese tema no nos vamos a entender.
Usted se dará cuenta que por mis venas corre sangre chilena y peruana.
CAPITÁN: Lo entiendo. Como dice el refrán:”para hablar de política
y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”. Pero cuénteme de su
30
LA PASIÓN DEL SASTRE
oficio. ¿Cuándo comenzó a trabajar en esta actividad?
FRANCISCO: Hace mucho tiempo. Tenía exactamente diez años, en
esa época vivía sólo con mi padre, en Arequipa; el tenía una sastrería.
Ahí empecé sacando hilvanes a los ternos. Al tiempo me enseñó a
coser, pero no a cortar tela, hasta que agarré la mano y aquí estoy.
CAPITÁN: Y ahora es un prestigioso maestro. Me imagino que entre
tantos clientes, no deben faltar los difíciles; a esos que nada le gusta
y que nada le queda bien.
FRANCISCO: Sí, de todo hay en la viña del Señor. Pero en esa
situación siempre hay que usar la astucia.
CAPITÁN: ¿Cómo así?
FRANCISCO: Usted escuchó alguna vez la vieja fábula del rey que
era muy difícil de satisfacer. Y cuando se mandó hacer un traje,
su sastre se le ocurrió aquella genial idea de decirle que le había
confeccionado una tenida tan maravillosa que era invisible para las
personas comunes. Solamente los inteligentes podrían ser capaces de
ver la belleza de esa prenda.
CAPITÁN: ¡Ah, sí! Recuerdo que el rey no deseaba parecer como un
tonto frente a sus siervos, por eso que afirmó que veía perfectamente
el supuesto vestuario. Al final, compró el engaño y salió a la calle “en
pelotas” (Ríe)
FRANCISCO: (Ríe) Así es capitán. Me parece que de ese cuento
podemos sacar, por lo menos, dos moralejas: La primera, que a veces
la vanidad nos traiciona. Y, la segunda, ¿acaso el oficio del sastre no
31
LA PASIÓN DEL SASTRE
consiste en disimular la realidad?
CAPITÁN: Y yo agregaría una tercera.
FRANCISCO: ¿Cuál?
CAPITÁN: Que los sastres son unos mitómanos (Ríe)
FRANCISCO: Quizá usted tenga razón (Ríe)
CAPITÁN: Pero no olvide lo que dicen en mi tierra: “Siempre cae más
pronto un mentiroso que un cojo” (Socarrón) Así que, don Francisco,
tenga mucho cuidado con mentir en su vida.
FRANCISCO: (Sonríe) Sí, por supuesto, lo tendré. Capitán, tengo el
presentimiento que vamos a tener muchos temas para conversar en el futuro.
CAPITÁN: Posiblemente. Además, déjeme decirle que siempre admiro
a los hombres que hacen bien su trabajo y cumplen a cabalidad lo que
se les ordena.
FRANCISCO: De mi trabajo no tendrá motivos para quejarse. Vuelva
el próximo viernes para hacerle la primera prueba de su terno; más o
menos, a las 20.00 horas.
CAPITÁN: Estaré aquí en punto. (Se estrechan las manos. Apagón)
32
LA PASIÓN DEL SASTRE
ESCENA III: LA AGONIA
(Se proyecta en la panorámica otra escena de la película. Ahora
se ve una cama donde yace Cecilia agonizante. De espalda a ella y
cerca de una ventana abierta se encuentra Francisco leyendo una
carta. Se escucha la voz de Esmeralda)
CECILIA: (Con voz desfalleciente) Francisco, escúchame en estos
mis últimos minutos de vida. Tú sabes que hace mucho tiempo que
dejé de sentir el calor de tu piel sobre mi piel y la humedad de tus
labios en los míos. Nuestros últimos años han estado impregnados de
muchos silencios, mentiras, hipocresías y ausencias…
VOZ DE ESMERALDA: Estoy segura que lo nuestro no es una
pasión suspendida en el aire; al contrario, es un proyecto que anida
fantasías y sueños compartidos. Quisiera volar contigo, no dejar
nunca tus labios y el calor de tus manos. Pero, sé que la vida no te
regala nada, por eso sufro en estos momentos de soledad. Por ahora
no tengo otra alternativa, debo conformarme con ser tu mejor alivio,
tu deseo y tu locura…
CECILIA: Sé que nada es eterno y que el amor que nos prometimos cuando
joven se fue marchitando, día a día. Si crees que no sé lo que ocurre, no me
conoces; recuerda que una vez me amaste igual que hoy a ella…
VOZ DE ESMERALDA: ¡Cómo es la vida! Aunque parezca extraño,
trato de comprenderte y consolarte por el momento que vives con tu
esposa. Estoy clara que la parte que me toca vivir en esta relación es
ingrata. A pesar de aquello, estoy contigo; te acompaño en tu mudez,
en tus preocupaciones, en las locuras, en las palabras que afloran de
33
LA PASIÓN DEL SASTRE
ti; en las pequeñas y grandes cosas que hemos vivido…
CECILIA: ¿Por qué no dices nada? ¿Acaso no tienes nada qué hablar?
Tienes el aspecto de un hombre vacío. Pareciera que el moribundo eres
tú y no yo. (Silencio) Está bien, no digas nada, no te culpo. Tal vez, si
tuviera la oportunidad de vivir una vez más nuestro matrimonio, haría
todo de una manera distinta a como la hice… (Su voz se desvanece)
VOZ DE ESMERALDA: Te amo con ganas de apartarte de este
mundo que asfixia. Te amo y me dan ganas de contarle a todo el
mundo que esto es así. Te amo con ganas de dormir a tu lado, abrigada
a tus brazos y besando suavemente tu boca.
Tu Esmeralda
(Francisco, huele la carta y la guarda en un bolsillo interior de su saco.
A lo lejos se escucha el sonido de un barco entrando al puerto. Apagón)
ESCENA IV: PENTOLACCIA 1940
(Se escucha una música de carnaval de los años 40. Un animador
habla por medio de un micrófono)
ANIMADOR: Buenas noches, damas y caballeros. Hoy, al igual que
todos los años, nos reunimos en este hermoso local del Círculo Italiano,
para celebrar esta fiesta carnavalesca de la Pentolaccia. Esta noche
tenemos numerosos premios para los mejores disfraces individuales y
comparsas. Pero, antes de pasar a ese momento culminante y muy esperado
por los asistentes, les quiero invitar a seguir divirtiéndose con la música del
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LA PASIÓN DEL SASTRE
maestro Choche Mérida ¡Vamos a bailar un valsecito peruano!
(Se escucha el vals “Alma, corazón y vida”, de Adrián Flores.
Francisco está sentado, con la pierna cruzada; en una mano
sostiene una copa y en la otra un cigarro con boquilla. Al frente
está Esmeralda, vaporosamente vestida, habla y ríe con otras
personas. Francisco, la mira fijamente y ella responde con sonrisas
coquetonas. El hombre se levanta y se aproxima hacia ella)
FRANCISCO: Señorita ¿me concede este baile?
ESMERALDA: Con todo gusto. (Bailan en la pista)
FRANCISCO: (Persuasivo) Disculpe, qué mal educado soy. Aún no
me he presentado. Mi nombre es Francisco Téllez Rivero. Panchito,
para las amigas y amigos.
ESMERALDA: Mucho gusto. Me llamo Esmeralda.
FRANCISCO: (Sugestivo) ¡Qué bonito nombre! Igual que nuestra
gloriosa fragata.
ESMERALDA: Sí, llevo el mismo nombre de la nave de Arturo Prat,
aunque debo decirle que también tengo sangre peruana, por parte de
mi abuela. Contradicciones de la vida ¿No le parece?
FRANCISCO: Sí, claro. A mí me pasa lo mismo: los parientes los
tengo repartidos en uno y otro lado de la Línea de la Concordia.
ESMERALDA: Todos estamos entremezclados en este puerto:
peruanos, bolivianos, italianos, chinos, ingleses, españoles…
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: (Le interrumpe) Esmeralda, su belleza es única,
incluso, me atrevería a decir exótica.
ESMERALDA: (Sonríe) ¿Exótica?... ¿No cree que exagera?
FRANCISCO: No estoy seguro si es esa la palabra adecuada; pero sí
puedo asegurar que usted posee una belleza jamás vista por mis ojos.
Me atrevería a compararla con la de la actriz María Félix; o mejor
dicho María Félix es el retrato vivo suyo.
ESMERALDA: ¿Es así con todas las mujeres que conoce en un baile?
FRANCISCO: Por supuesto que no, sólo me motivan las bellezas como
la suya.
ESMERALDA: (Deja de bailar) ¿No le parece que va muy rápido
con su plan de conquista, señor Casanova?
FRANCISCO: Por favor, no me interprete mal. No soy un Don Juan.
ESMERALDA: Mire, don Francisco…
FRANCISCO: Panchito para usted…
ESMERALDA: Don Francisco, usted es muy conocido por su
galantería con las mujeres.
FRANCISCO: Le ruego que no haga caso a la mala reputación que
me dan algunos envidiosos. Debe creerme, soy un hombre formal,
respetable y muy cortés con las damas.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESMERALDA: (Irónica) Sí, claro, le creo todo. Estoy segura que
con el desplante que tiene no es capaz de seducir a ninguna mujer.
Don Francisco, todos nos conocemos en nuestra ciudad y usted tiene
fama de conquistador.
FRANCISCO: Con una belleza como usted no se debe discutir nada,
únicamente acatar su decisión…Esmeralda ¿le parece que vayamos a
tomar una copa de champagne al balcón para refrescarnos?
ESMERALDA: ¿Una copa al balcón?
FRANCISCO: Sí, los dos solitos, contemplando la luna.
ESMERALDA: ¿Y después?
FRANCISCO: Bueno, después, lo que usted mande.
ESMERALDA: (Interesada) ¿Lo que yo mande?
FRANCISCO: Tal como escuchó: lo que usted mande.
ESMERALDA: Muy bien, entonces nos tomamos la copa de licor a la
luz de la luna y después se va derechito a su casa, para que se ocupe
de su esposa y sus cuatro hijos que lo deben estar esperando. Adiós,
señor Casanova (Decidida se aleja de la fiesta)
FRANCISCO: (Sin atinar a nada) ¡Esmeralda! ¡Espere, por favor!
¡Qué mujer! Tiene el mismo carácter de María Félix. No hay duda: Es
la doña (Sonríe. Apagón)
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESCENA V: LOS AMIGOS
(En un restaurante típico se encuentran sentado en una mesa
circular Francisco, junto a dos hombres. Beben vino y comen trozos
de queso. De fondo se escucha un vals de la época)
ERNESTO: (Lee el titular del Diario Tarapacá) “Otro día sin pan
estará la población de Iquique”
ALEJANDRO: Cuenta una nueva. Todo escasea: el aceite, la carne, la
leche y el azúcar. En las mañanas hay largas colas de personas frente
a los negocios.
ERNESTO: Lo que pasa es que hay comerciantes inescrupulosos que
están acaparando los alimentos para subir los precios.
FRANCISCO: A esos tipos deberían meterlos presos.
ALEJANDRO: No, todo lo que ocurre es por culpa de los comunistas.
FRANCISCO: No, lo que pasa es que el gobierno se abanderizó con los
conservadores y olvidó el compromiso con los más pobres; es por eso
que los trabajadores se están movilizando.
ERNESTO: (Lee el diario) Escuchen la cartelera de miedo que tiene
el cine Nacional: “Mañana se presentará la película más esperada:
Doña Bárbara, la mujer que devora a los hombres; interpretada por
María Félix” ¿Qué les parece muchachos?
ALEJANDRO: A mí me gustaría que me comiera la María Félix,
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LA PASIÓN DEL SASTRE
sería el hombre más feliz del mundo.
ERNESTO: ¡Pucha que es rica esa mujer!
FRANCISCO: Ya no se pasen películas cabritos y juguemos mejor al
dominó. El que pierde paga el pedido. (Abre una caja de dominó y
revuelve las piezas) ¡Ya cabritos, empezó el juego! ¡Aquí voy con el
chancho seis! (Coloca la pieza en la mesa)
ERNESTO: ¡Sigo yo! (Juega)
ALEJANDRO: ¡Me toca! (Juega)
FRANCISCO: A ver déjenme servirle un poco más de vinito. ¡La sangre
de Cristo! (Coloca vino en todas las copas) Ahora ¡Salud! (Todos
responden. Sigue el juego) ¿Y qué novedades políticas tenemos ?
ERNESTO: La verdad es que la situación está que arde. ¿Supieron la
última orden que dio el presidente González Videla?
FRANCISCO: No ¿Cuál?
ERNESTO: Mandó arrestar a Neruda por la carta que leyó en el
Congreso diciendo que el presidente es un dictador.
ALEJANDRO: (Admirado) ¡Nooo! Las huevadas que habla el poeta.
¡Está cagado! Puede ser un buen escritor, pero de política no sabe
nada…(Apagón)
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESCENA VI: JORGE Y GABRIEL
(Se siente el sonido ascendente de una locomotora que inunda el
espacio. Ambiente irreal. Surge una pareja de hombres bailando
románticamente el tema de Cole Porter, Begin the Beguine,
interpretado por Frank Sinatra)
JORGE: Gabriel, amor, para qué te calientas la sangre con el poeta.
GABRIEL: Jorge, escuchaste la carta que leyó en el Congreso...
JORGE: Sí, amor, no le hagas caso…
GABRIEL: Pero, cómo es posible que diga que soy un tirano. Stalin,
ese sí que lo es.
JORGE: (Le da un beso en la cara) Gabi, mi vida, no te amargues con
esa gente. Tú asumiste el mandato por la vía democrática, con el 40
por ciento de las preferencias, incluso, con el apoyo de los comunistas
y socialistas.
GABRIEL: Aún recuerdo mi primer discurso: Yo les aseguro a ustedes
que no habrá poder humano ni divino capaz de romper los lazos que
me unen al partido comunista y al pueblo (Ríe) ¡Qué estupidez decía!
JORGE: Cielito mío, los únicos culpables son ellos: los bolcheviques
criollos. ¡Es el colmo! Recientemente propiciaron una huelga de la
locomoción colectiva en Santiago; luego han anunciado otras huelgas en
los minerales de Lota, Coronel, Curanilahue y Lirquén. Y más adelante
será Chuquicamata. Me imagino las tremendas pérdidas para el país.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
GABRIEL: Es por eso que me vi forzado a expulsar a los comunistas
de todos los cargos públicos. No son de mi confianza.
JORGE: Lo sé Gabriel, están atornillando al revés. Ellos obedecen
exclusivamente a los jerarcas de Moscú.
GABRIEL: En todas partes los rojos no dejan gobernar a los
demócratas. Por eso también rompí relaciones diplomáticas con la
Unión Soviética.
JORGE: (Detienen el baile) Ese es mi Gabriel: enérgico y decidido.
Ven, abrázame fuerte, así… (Se abrazan y se besan suavemente)
Amor, deja fluir tus sentimientos y deseos. Hazte respetar y desátate
de las camisas de fuerza que te quieran poner…
GABRIEL: Tienes toda la razón. Seré duro contra todos los enemigos
de nuestra democracia…
(Retorna el sonido fuerte de la locomotora. Apagón)
ESCENA VII: POR LA RAZÓN O LA FUERZA
ERNESTO: (Se dirige a Alejandro) Compadre, no le permito que
hable mal del compañero Neruda. Te aseguro que si fueras otro ya te
hubiera dejado tendido en el piso de un sólo puñetazo.
ALEJANDRO: Compadrito, quédese calladito mejor, porque en
cualquier momento se lo pueden llevar los uniformados a guardar
quién sabe dónde.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: (En son de burla) ¡Mira como tirito!
ALEJANDRO: (Mira hacia fuera) Y hablando de militares, miren
quién viene allí (Entra al local el capitán. Hace una venia a los
hombres) ¡Capitán! Por favor, venga a sentarse con nosotros a esta
mesa (El oficial se acerca a los hombres que dejan de jugar)
CAPITÁN: Señores, buenas noches (Todos responden al saludo)
ALEJANDRO: Capitán, no es común verlo por estos lados.
CAPITÁN: Estoy de franco y salí a caminar un poco.
ALEJANDRO: ¡Qué bien! (Le sirve al capitán una copa de vino)
Sírvase un vinito con nosotros. ¡A su salud!
CAPITÁN: Gracias. ¡Salud! (Bebe) Parece que están muy entretenidos
jugando.
ERNESTO: Después de una ardua jornada de trabajo nos relajamos
y conversamos de todo un poco.
ALEJANDRO: Adivine de qué estábamos discutiendo.
CAPITÁN: No sé me ocurre.
ALEJANDRO: De política.
CAPITÁN: (Poco convencido) ¡Ah!
ALEJANDRO: (Señalando a sus amigos) Es que mis amigos son
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LA PASIÓN DEL SASTRE
“rogelios”, es decir comunistas.
CAPITÁN: (Admirado) ¡No le puedo creer!
ALEJANDRO: Sí, así como usted escucha. Y con carné en mano.
¿Qué le parece?
CAPITÁN: (Con el seño fruncido) ¡Mmm...! No me parece bien.
(Mirando a Francisco) Me extraña, don Francisco, que usted siendo un
hombre de negocios y respetado en la ciudad tenga esa afiliación política.
FRANCISCO: Capitán, estamos en un país libre y cada ciudadano
piensa de acuerdo a su conciencia.
CAPITÁN: Entiendo que vivimos en democracia, pero el marxismo
es una lacra que corrompe a todas las naciones. Hay que frenarlo
antes que nos destruya.
ERNESTO: Capitán, eso es lo que dicen los yanquis. Usted sabe
perfectamente que el mundo está dividido en dos. La amenaza de la
guerra fría pone saltones a los gringos por el avance de las fuerzas
progresistas.
CAPITÁN: Iquique está muy lejos de la capital y las informaciones
no siempre llegan aquí de manera completa; no obstante, yo que he
tenido que viajar por razones de servicio a Santiago me he dado cuenta
que vivimos a las puertas de una guerra civil.
ALEJANDRO: No va ser ninguna sorpresa que el gobierno dicte una
ley contra el comunismo. No le queda otra alternativa, ya que en estos
días sus antiguos socios son sus peores enemigos.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: El gobierno tiene miedo porque en las recientes elecciones
municipales de abril el partido comunista se transformó en la tercera
fuerza política con el 16% de los votos, seguido por los radicales y los
conservadores, cada cual con el 20%.
FRANCISCO: Además, los comunistas tienen un gran peso a nivel
sindical.
CAPITÁN: Tengo la impresión que el gobierno ya tiene un plan para
resolver los conflictos con todos los agitadores.
FRANCISCO: Sí, ya me imagino la forma cómo va a resolver los
problemas: con represión.
CAPITÁN: No se olvidé lo que dice el lema de nuestro escudo nacional:
“Por la razón o la fuerza”. Hay gente que no entiende razones, por lo
mismo la autoridad tiene el deber de obligarlos a respetar las leyes y
el Estado de Derecho.
FRANCISCO: (Va a responder, pero se queda absorto mirando a
alguien que pasa por la calle. Se levanta apresurado) Disculpen
señores, no crean que me rindo en esta discusión, pero mis ojos han
visto a Esmeralda, la mujer que amo en mi vida. Permiso, luego nos
vemos… (Sale muy rápidamente. Los otros quedan sorprendidos
mirándolo)
ERNESTO: (Ríe) Panchito, nunca va a cambiar. Si ve una escoba
con pollera es capaz de seguirla hasta el fin del mundo.
ALEJANDRO: (Ríe) Así es. Pero esta vez parece que su relación es en serio.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: ¡Ah!, sí, la conozco de vista. Me contaron que a esta mujer
la abandonó su esposo cuando tenía nueve meses de embarazo.
CAPITÁN: ¿Y quién fue ese desgraciado?
ERNESTO: El desgraciado era un militar, igual que usted. (El
capitán le da una mirada muy seria)
ALEJANDRO: Oye, Ernesto, cuidado. No ofendas al capitán.
ERNESTO: No, compadrito, yo no ofendo a nadie. Únicamente digo
que hay desgraciados que no saben respetar a las mujeres. Usando las
mismas palabras del capitán, a esos cobardes hay que enderezarlos
“por la razón o la fuerza”.
ALEJANDRO: Capitán, no le haga caso a mi compadre, a esta hora
se pone odioso.
CAPITÁN: No se preocupe, tengo el cuero duro. Estoy acostumbrado a
lidiar con odiosos y rabiosos (Da una mirada penetrante a Ernesto)
Buenas noches, señores (Sale)
ERNESTO: (Se mofa por atrás) ¡Hay mira como tirito! A éste no le
alcanzó el “mate” (Hace un gesto con la mano en la cabeza) y tuvo
que meterse de milico. ¡Tan arrogante el tipo!
ALEJANDRO: ¡Ya córtala, hombre! Uno de estos días te vas a meter
en problemas.
ERNESTO: (Con coraje) No le tengo miedo a nadie. Y si algún día me
quieren llevar detenido por mis ideas, aquí estoy ¡Que me lleven preso!
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ALEJANDRO: (Ríe) ¡Comunista de mierda!
ERNESTO: (Ríe) Y tú ¡Momio de mierda!
ALEJANDRO: Ernesto, creo que a pesar de nuestras diferencias
políticas, seguiremos siendo amigos hasta la muerte ¿Qué me dices?
ERNESTO: Por supuesto, Alejandro.
ALEJANDRO: Entonces venga esa copa ¡Salud! (Ríen y beben. Apagón)
ESCENA VIII: EL ENCUENTRO
(Esmeralda está parada en una estación mirando a un tren partir.
Se escuchan sonidos de locomotoras, gente y vendedores. Toda esta
escena debe tener un tono poético y mágico)
ESMERALDA: (Soliloquio) Nunca tuviste la valentía de decirme
que te ibas para siempre. Simplemente un día tomaste tu maleta y te
perdiste entre la bruma de un camino desconocido, sin considerar a
tu esposa ni a la niña que llevaba en sus entrañas. Me dejaste con el
cuerpo marchito y las manos vacías. Ahora, en la última hora del
crepúsculo, busco fría y solitaria el recuerdo amargo de ese atardecer…
(Sin que la mujer se de cuenta aparece Francisco y coloca
suavemente una mano en su hombro)
FRANCISCO: (En susurro) Esmeralda…
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESMERALDA: (Se mantiene quieta y levemente esboza una
sonrisa) ¿Quién eres?
FRANCISCO: (En susurro) Soy simplemente un hombre enamorado
que te invita a extraviarte en mares de amor intenso. Un desconocido
que con desesperación desea quedarse dentro de ti, en un cautiverio
eterno. Un amante que quiere naufragar en tu piel y volver a resurgir
con el roce suave de tus morenos pechos. Un apasionado que quiere
encender el fuego de tu intimidad silenciosa.
(Francisco besa a la mujer en el cabello y en su cuello. Luego
suavemente acaricia sus senos. La mujer expresa una sutil
fascinación en todo su cuerpo. En seguida, Francisco desabrocha
por la espalda el vestido de Esmeralda, éste cae livianamente al
suelo, quedando en ropa interior. El la vuelve a besar en la espalda.
Ella gira y se aferra a él, formando un solo cuerpo plástico, sensual
y poético. Hacen el amor en el suelo. En seguida, Esmeralda yergue
su cuerpo y mira amorosamente a Francisco)
ESMERALDA: Será que el amor que siento por ti transformó las
barras de hielo en primaveras de colores. Será que mi pecho se hincha,
cuando estás contra mis senos embriagados y apretados, dejando caer
saliva caliente y fría, Será que mis piernas son tu camino a mis íntimas
cavernas que te esperan mojadas. Será que mi sangre contiene más de
la tuya. Será que nuestra unión despierta las mínimas verdades. Será
que ya no puedo vivir sin ti... sin tu nombre...sin tus besos…
FRANCISCO: (Levanta a Esmeralda del piso. Ahora ambos están
de pie) Esmeralda, me desnudo ante tu luz, ante tu deseo, mi deseo
... consecuencia de este sentimiento que nació, entre el aire que mecía
las palabras, emoción de un reflejo interior, agobiante de soledad y
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LA PASIÓN DEL SASTRE
tumbas selladas; sin aromas, sin placer, sin vida, sin piel, sin agua
fresca de vertientes silenciosas.
(Vuelven a besarse. Se produce un cambio de luz. La atmósfera
ahora es realista. Se ilumina una habitación. La mujer continúa
en ropa interior y Francisco le prueba un traje)
FRANCISCO: Negrita, este traje te va a quedar hermoso en tu cuerpo.
Vas a lucir como princesa para las fiestas de fin de año.
ESMERALDA: Si lo dices tú, así será. Francisco ¿amas tu trabajo?
FRANCISCO: Sí, amor, como tú al piano.
ESMERALDA: Algún día deberías enseñarme tu arte.
FRANCISCO: Por supuesto, debes seguir la tradición. Y después tú me
enseñas el tuyo. No, la verdad que no sería buen alumno de piano. Mis
manos nacieron con una tijera para perpetuar este oficio familiar.
ESMERALDA: ¿Pancho, has pensado qué va a ser de nuestras vidas?
FRANCISCO: No sé, me dan vueltas muchas cosas en la cabeza. Por
el momento arrendaré una casa muy cerca de la tienda. Ahí vivirás
con tu hija.
ESMERALDA: Y con tu hijo que viene en camino.
FRANCISCO: Sí, con mi hijo soñado.
ESMERALDA: Pero tú seguirás viviendo con tu familia. ¿No te parece
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LA PASIÓN DEL SASTRE
extraño? ¿Cuánto tiempo más esperarás para vivir definitivamente
conmigo?
FRANCISCO: Negrita, comprende que me resulta difícil dejar la
familia, mucho más ahora que mi mujer se encuentra grave de salud.
El cáncer lo tiene avanzado y sufre mucho.
ESMERALDA: Te entiendo. (Pausa) Sabes, esta situación me hace
sentir muy mal. Seguramente tus hijos deben odiarme; pensarán que
soy la rompe hogares que se interpuso en tu camino.
FRANCISCO: (Conciliador) Esmeralda, ya hemos hablado mucho
sobre el tema. Yo quiero vivir contigo como una pareja normal, pero
no deseo en estas circunstancias causar dolor a mi familia.
ESMERALDA: ¿Y tú crees que manteniendo una vida paralela
solucionas todos los problemas? No te entiendo. ¿Por qué te mientes?
Todo el mundo sabe que vives conmigo, que soy tu amante, la otra…
FRANCISCO: (Cariñoso) Por favor, no sigas torturándote (Besa sus
labios)
ESMERALDA: (Dura) No trates de apaciguarme. Sabes que mi
familia también está en mi contra. Estoy sola frente al mundo y, a
pesar de todo, sigo creyendo en ti. Qué difícil es ser amante, querer y
no poder vivir al sol.
FRANCISCO: (La abraza) Crees en mí porque me amas y porque
sabes que te amo.
ESMERALDA: (Penosa) Cuando se está enamorada cualquiera le
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LA PASIÓN DEL SASTRE
puede mentir.
FRANCISCO: No digas eso. Confía en mí. Yo no te dejaré nunca. Me
preocuparé de ti y de nuestros hijos. (Pausa. Le da un beso) Negrita,
me gustaría que nos tomáramos unas vacaciones.
ESMERALDA: (Molesta) Pancho, vuelves a cambiar la
conversación… Ahora no me interesan las vacaciones…
FRANCISCO: (La abraza) Ven, no te pongas fiera como María Félix.
Te aseguro que todo va cambiar a favor nuestro. (Le besa el rostro)
¿Dime, a dónde te gustaría viajar? (Ella no responde. Pausa) Te voy
a contar un secreto que te había guardado hasta el momento oportuno.
ESMERALDA: (Curiosa) ¿Cuál? Dímelo, tú sabes que soy muy
curiosa.
FRANCISCO: Está bien. (Pausa) Estoy haciendo los trámites para
separarme de mi esposa. Sólo falta su firma y al parecer aceptará.
ESMERALDA: (Suplicante) ¿Es verdad? ¿No me mientes?
FRANCISCO: Es verdad. (Le besa) No te miento. Ahora, dime ¿a
dónde te gustaría pasar unas vacaciones? Me tendrás todo el tiempo
contigo.
ESMERALDA: (Satisfecha) ¿Me hablas en serio?
FRANCISCO: Sí, amor.
ESMERALDA: Si es verdad me haces la mujer más feliz del mundo.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: Es verdad…Vamos, dónde te gustaría ir.
ESMERALDA: (Alegre) Me gustaría que viajáramos a Santiago,
dicen que es muy linda la capital.
FRANCISCO: (Resuelto) No se piensa más y nos vamos entonces a
Santiago.
ESMERALDA: (Vacilante) Pero es muy largo el viaje.
FRANCISCO: (Animándola) Mejor, así disfrutaremos cada momento
del trayecto; contemplaremos todo el desierto y luego el verde valle
central. ¡Vamos, no lo dudes más!
ESMERALDA: (Presurosa) Espera, deja colocarme una ropa
apropiada para viajar…
FRANCISCO: Mi amor, no necesitas vestir de una manera especial. Ven
a mi lado y abrázame, como la primera vez. (La mujer se acerca y se
abrazan) Ahora cierra los ojos y déjate llevar por mi voz. (La mujer
cierra los ojos. La escena se vuelve irreal) Esmeralda, ¿sientes los ruidos
de la estación? Mira, está llena de gente; algunos trabajadores van para la
pampa y otros sin destino. (Se perciben los sonidos ambientales de una
estación de tren) Ahora estamos subiendo al coche del tren, llevamos
nuestro equipaje y una canasta de mimbre con alimentos para el camino.
En este momento comenzamos a alejarnos del mundo que nos agobia.
Nos sentimos libres para vivir nuestro apasionado amor. Me imagino
que tú vas colmada de felicidad y yo muero de gozo contemplándote.
(Esmeralda camina soñadora hacia el foro. Se pierde en
la oscuridad. Queda únicamente la luz de Francisco que la
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LA PASIÓN DEL SASTRE
sigue mirando. Paralelamente, se enciende la pantalla y
aparece Esmeralda interpretando un tema musical en piano.
Repentinamente, Francisco siente un fuerte dolor en su pecho,
inclina su torso y cae de rodillas. Esmeralda presiente la situación,
deja de tocar el piano y se levanta rápidamente. Camina de manera
acelerada y nerviosa)
ESMERALDA: (Angustiada) Tu corazón está muy delicado. Quédate
esta noche conmigo. Quédate este día conmigo. Quiero que seas mío,
sólo mío. Quiero que veas a tu hijo crecer. Tengo miedo quedarme
sola. Todos me apuntarán con el dedo. Los niños se burlarán de mi
hijo. Le dirán “huacho”.¿Por qué no siento tus brazos? ¿Por qué no
siento tu aliento? ¿Por qué no me haces el amor? (La mujer se sienta
frente al piano y golpea con furia todas las teclas. Apagón)
ESCENA IX: DÍAS DECISIVOS
CAPITÁN: (Amable) Don Pancho, quiero felicitarlo por el elegante
terno que me confeccionó. Usted es un gran artista y por eso confío
que me haga una vestimenta especial para celebrar mi próximo
aniversario de matrimonio. Claro sí, tengo urgencia. Debo estar en
Santiago en dos semanas más.
FRANCISCO: En ese caso tendremos que trabajar rápido. No es
mucho el tiempo que tenemos. ¿Tiene algún modelo definido?
CAPITÁN: La verdad que no. A lo mejor usted me puede orientar.
FRANCISCO: (Le pasa una revista) Vea estas revistas. Allí hay
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LA PASIÓN DEL SASTRE
algunos ternos de moda. Elija con tranquilidad.
CAPITÁN: No. Prefiero que usted me seleccione algún modelo clásico.
Confío en su buen criterio.
FRANCISCO: Está bien. (Hojea la revista) Me parece que éste le
puede quedar muy bien a su talla, por supuesto lo haremos de casimir
Tomé, cien por ciento lana pura.
CAPITÁN: (Mirando la revista) Sí, me parece. Lo quiero en un
color café oscuro.
FRANCISCO: Disculpe la franqueza, pero hay un dicho inglés que
dice: ‘’Un caballero jamás viste de café”.
CAPITÁN: Está bien, entonces hágalo color azulino.
FRANCISCO: Muy bien. Se lo haré con mis propias manos. Estoy
seguro que este traje lo mantendrá por muchos años. Es más, algún
día cuando llegue a ser un personaje muy importante, incluso, se va a
subastar para los coleccionistas.
CAPITÁN: Me hace mucha propaganda y eso que no soy de su bando.
FRANCISCO: El trabajo es el trabajo. En mi tienda no existen
diferencias políticas. A todos se les trata por igual.
CAPITÁN: Usted no se parece a sus camaradas. Por el contrario es
un caballero, amistoso y elegante. Un perfecto burgués. No sé por qué
tiene relación con esa “chusma”.
53
LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: (Seguro) Capitán, si desea discutir sobre política, no
tengo problemas. Pero veo que con usted no voy a llegar a ninguna
parte, porque tiene una manera de pensar muy rígida. Sepa usted que
el objetivo del comunismo es establecer una sociedad más justa…
CAPITÁN: (Cortante) Usted no me va a dar clase de comunismo. Lo
he estudiado y soy testigo de sus nefastas consecuencias. Lo único que
le pido a Dios que hasta el último segundo de mi vida me dé la fuerza
y la lucidez para combatirlo...
(Sorpresivamente se escucha el sonido de aviones de guerra.
Luego; a lo lejos, un bombardeo. Los personajes quedan atentos
observando el espacio. La luz cambia, ahora es irreal. El capitán,
con resolución, se dirige hacia un maniquí, de allí toma una
capa gris que coloca sobre su cuerpo. Enseguida, se mira en un
espejo grande y adopta la postura de un líder frente a una masa
imaginaria. Se escucha una marcha militar de fondo.)
CAPITÁN: (Discursivo) Compatriotas: Nuestro gobierno
nacionalista ejercerá con energía el principio de autoridad,
sancionando drásticamente todo brote de indisciplina o anarquía.
Despersonalizará el poder, evitando todo caudillismo ajeno a nuestra
idiosincrasia. Se colocará siempre por encima de todo grupo particular
de cualquier naturaleza, desterrando el juego de las influencias,
protegiendo al más débil de todo abuso por parte del más fuerte…
(La marcha es más intensa cubriendo las últimas expresiones del
capitán. Se apaga su cenital. Vuelve la luz al área de Francisco,
quien saca de una maleta un saco negro de terno que coloca en el
maniquí. Entra rápido a escena Ernesto)
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: (Nervioso) Pancho, me vine muy rápido para avisarte
que la situación está muy grave en el país.
FRANCISCO: Sí, ya me enteré por las noticias de la radio.
ERNESTO: El traidor de Gabriel González Videla, logró que
el Congreso despachara una ley que se declara zona en estado de
emergencia las regiones de Tarapacá y Antofagasta.
FRANCISCO: ¡Maldición! Hizo precisamente lo que sospechábamos.
ERNESTO: La ley maldita dispone la desaparición del partido
comunista, como asimismo y el borrado del registro electoral de sus
militantes. Esto significa que los regidores, alcaldes, diputados y
senadores electos serán inhabilitados y despojados de sus cargos.
FRANCISCO; Entonces, ahora nos van a perseguir a muerte.
ERNESTO: Eso ya está ocurriendo en Santiago. En la madrugada
el gobierno ordenó la detención del comité central del partido. Y en
nuestra ciudad, a las tres de la madrugada detuvieron al Alcalde, José
Barreda.
FRANCISCO: Me contaron que han paralizado varias oficinas salitreras,
entre ellas: Mapocho, Victoria, Humberstone, La Santiago y San José.
ERNESTO: Exacto. Sin embargo, han enviado a los militares para
reprimir y detener a los obreros.
(Se da la luz en el área del capitán. Tiene un papel en la mano.
Paralelamente, se ilumina la panorámica, donde se proyecta,
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LA PASIÓN DEL SASTRE
en forma de flash diversas imágenes de Pisagua, años 47 y 73.
Los cuadros se yuxtaponen rápidamente y no tienen un orden
cronológico. Se mantendrá esta proyección en los diálogos
siguientes, como ambiente difuminado)
CAPITAN: El 29 de Octubre de 1947, mi unidad de infantería
recibió la orden de dirigirse a la Oficina Humberstone y detener a los
comunistas.
(Vuelve la luz al área de Francisco y Ernesto)
FRANCISCO: ¿Qué vamos hacer?
ERNESTO: Está claro: desaparecer por un tiempo.
FRANCISCO: Va a ser difícil. Iquique es muy pequeño y en un abrir
y cerrar de ojos nos encontrarán.
ERNESTO: Tenemos que salir de aquí.
FRANCISCO: ¿Dónde?
ERNESTO: Yo me voy a fondear a la capital. Allá tengo amigos que
pueden ayudarme.
FRANCISCO: ¡Mmm...! Yo no sé… Quizás podría ir a la Argentina,
tengo un primo en Buenos Aires ¿Pero cómo salir del país?
ERNESTO: ¡Mierda! Nunca nos preparamos para esta cagada y ahora
estamos improvisando una fuga.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
(Vuelve la música y la luz al capitán)
CAPITÁN: El día 30 de octubre se inició el traslado de los detenidos
desde Humberstone al puerto de Pisagua. Aún recuerdo que esos
mismos agitadores prepotentes, violentos y groseros, que días antes
proferían insultos contra el ejercito, en esos instantes eran otros que
no decían palabras, o lloraban y gritaban pidiendo clemencia, para
que no los llevaran. Como todo se había desarrollado rápidamente,
Pisagua no estaba preparada para recibir inicialmente cerca de 500
personas. Así que a la gente se le mantuvo en el teatro, mercado y en
algunas casas.
(Se ilumina el área de los dos hombres)
ERNESTO: Pancho, ¿por qué no te vas conmigo a Santiago?
FRANCISCO: No puedo. Tú sabes toda mi historia. Mi esposa tiene
un cáncer terminal y Esmeralda va tener nuestro hijo.
ERNESTO: ¡La cagadita! Ese sí que es un problema grandote.
Panchito, tú tienes más historias que el mismísimo Pedro Urdemales.
¿Cómo lo vas hacer? Si te quedas, con seguridad te detienen.
FRANCISCO: (Nervioso) Ernesto, de verdad que no sé qué hacer.
ERNESTO: (Piensa) ¡Ah, ya sé! Se me ocurre que podrías ir a vivir
a la casa de mi compadre Alejandro. Nadie sospecharía, ya que es
acérrimo conservador y amigo de los militares.
FRANCISCO: ¿Y tú crees que él aceptaría correr tremendo riesgo?
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: No te preocupes yo lo voy a convencer. Además es nuestro
amigo. El es el único del otro bando que nos puede ayudar.
FRANCISCO: No sé. No me gustaría crear una situación de peligro
para él y su familia.
ERNESTO: No hay otra alternativa. Nadie va a sospechar.
(Vuelve la luz al capitán)
CAPITAN: En enero de 1948 asumí como Jefe de las Fuerzas
Militares en Pisagua. La situación había cambiado. Me encontré
con barracas, comedores, cocina y baños. Además, muchos relegados
habían reparado algunas casas y vivían con las esposas que habían
aceptado acompañarlos.
(Concluye la proyección de la película con imágenes de Pisagua
Vuelve la luz a los dos hombres. El diálogo es en paralelo.)
FRANCISCO: Lamentablemente, nuestros planes no prosperaron. A
Ernesto lo tomaron detenido, en el preciso momento que se preparaba
para salir de la ciudad.
ERNESTO: Francisco, en cambio, permaneció dos meses lejos de sus
captores, en casa de mi compadre Alejandro. Pero una noche, confiado
de su buena suerte, salió de su escondite.
FRANCISCO: Cuando cruzaba la Plaza de Armas un policía de civil
me descubrió, a pesar de mi disfraz de obrero. La verdad que nunca
fui un buen actor. Mi postura y los zapatos impecablemente lustrados
me delataron.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: No, no fue eso. Lo peor que hiciste fue entrar a la sastrería,
cuando sabías perfectamente que estaban tras tus pasos.
FRANCISCO: Debía ir a ver a Cecilia, estaba moribunda.
(Se vuelve a iluminar el área del capitán)
CAPITÁN: Métanse bien en la cabeza esta advertencia: ustedes están
aquí como detenidos políticos, y no como ciudadanos libres ni turistas.
Permanecerán en Pisagua hasta que el Gobierno disponga otra cosa.
No podrán caminar más allá del hospital por el sur, ni de esta estación
por el norte, ni se permitirá ir hacia arriba pasada la Casa del Agua.
Pero tendrán libertad para andar por el pueblo, a condición de que
cumplan con todas las normas establecidas. Que quede muy claro: yo
soy aquí el que manda y ustedes acatan como prisioneros, lo que no
significa que esto sea un campo de concentración, como cierta gente
alarmista vocifera por ahí. Este es un campo de vigilancia, algo propio
de nuestra nación libre y soberana.
(Se ilumina tenuemente otra área. Se escuchan las campanas del
reloj de una torre. Son las tres de la mañana. Francisco camina
con dificultad entre medio de sombras de hombres y mujeres que
yacen en el piso. Se escuchan quejidos y murmullos. El ambiente
es surrealista. Se percibe el sonido del mar)
FRANCISCO: Esa misma noche me trasladaron al campo de
concentración, promediando las tres de la madrugada. De inmediato
me llevaron, junto a otros compañeros, al teatro. Allí sentí un escalofrío
que recorrió todo mi cuerpo. Todo estaba tan oscuro en esa sala, que las
sombras de los relegados parecían verdaderos fantasmas. (Enciende
un fósforo para ver mejor. Se escuchan en off algunos insultos de
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LA PASIÓN DEL SASTRE
la gente: ¡Deja dormir huevón! ¡Apaga la luz jetón! , etc) El aliento
y el corazón se me paralizaron por unos instantes al chocar con gente
tendida en los pasillos, en el escenario y en los palcos. Al final, ciego,
palpando cabezas, piernas, espaldas y brazos subí unas gradas y fui a
parar a la caseta del operador de cine. (Se acurruca para dormir. El
sonido del mar se escucha en aumento. Breve apagón. Vuelve la luz
intensa. Un grupo de presos seriamente canta la última estrofa del
himno nacional. Un preso iza una bandera)
CAPITÁN: (Se acerca a los detenidos irónico) Espero que los señores
recién llegados hayan dormido cómodamente, acompañados por la
natural sinfonía del mar. (Adopta una actitud persuasiva) Ahora
quiero que esos rostros secos como el desierto se iluminen porque les
tengo una propuesta. Quiero ofrecerles a los que aún tenemos en el
teatro y también a los nuevos, que construyan con sus propias manos
sus casas. (Silencio) Ciertamente, le vamos a pagar por su trabajo.
(Silencio)
FRANCISCO: (Seguro) Capitán, no nos parece justa ni conveniente
su oferta. Es muy cruel que construyamos nuestras propias prisiones
(Se escuchan voces apoyando la moción)
ANGEL: Capitán, le habla Ángel Veas, Intendente de Tarapacá, el
compañero tiene toda la razón. Es despiadado lo que nos pide.
CAPITÁN: (Altanero) Usted no es nadie acá.
ANGEL: Esto es un atentado a los derechos humanos.
CAPITÁN: Los derechos humanos son una invención, muy sabia,
de los marxistas. Ya me aburrieron. Se terminó la fiesta. Tendrán
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LA PASIÓN DEL SASTRE
que acomodarse en las condiciones actuales; no podemos darles
mayores comodidades. ¡Y ahora retírense! No deseo más comentarios.
(Dirigiéndose a Francisco) Espere, usted, el que está en el fondo, el
atrevido que me habló. ¡Venga para acá!
FRANCISCO: (Se acerca) Aquí estoy capitán. ¿Qué desea?
CAPITÁN: (Le mira asombrado) ¡Ah! ¡Es usted! Ya me parecía
conocida esa voz. Pero si es el mismo Francisco Téllez, mi querido
sastre. (Ríe) ¡Hombre, por fin lo agarraron! Ya lo daba por perdido,
pero el destino lo regresó a mis manos. Tal como le dije en nuestro
primer encuentro: “Siempre cae más pronto un mentiroso que un cojo”.
FRANCISCO: Yo no soy un mentiroso, capitán.
CAPITÁN: (Enojado) Cómo que no. Conozco muy bien su vida. Acaso
no sé que usted salió del país a mediados del año 1945 y nadie supo de
su paradero durante un largo tiempo. Me informaron que durante ese
período anduvo recibiendo instrucción revolucionaria en algún lugar
de Argentina.
FRANCISCO: (Afirmativo) Eso es totalmente falso.
CAPITÁN: (Irónico) ¿Falso? (Ríe) No me haga reír…Bueno, no
se preocupe, no lo voy a interrogar. Ahora es mi huésped de honor.
Aunque no me crea, siento mucho que se encuentre aquí relegado.
Muchas veces le insistí que terminará sus vinculaciones con los
comunistas, pero usted es cabeza de piedra.
FRANCISCO: Capitán, soy un hombre de conciencia y mis convicciones
no las voy a cambiar …
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LA PASIÓN DEL SASTRE
CAPITÁN: (Cortante) ¡No se haga el valiente conmigo! (Pausa)
Siempre me pareció usted una persona agradable, aunque nunca
llegamos a ser amigos.
FRANCISCO: ¿Amigos? Eso era imposible.
CAPITÁN: Créame, nunca vi una niña vestir a su muñeca con más
cuidado y deleite que los que usted ponía para confeccionar mis ternos.
Por eso y sólo por eso, quiero que se traslade de inmediato a una casa
que está desocupada en la antigua estación de trenes.
FRANCISCO: Capitán, no quiero ninguna regalía. Usted no debe
hacer ninguna diferencia en este campo de concentración; por el
contrario, debe tratarme como un preso político más.
CAPITÁN: Francisco, hay que hacer las cosas y no pensar. Esta es
una orden y éstas se acatan. (Mira su reloj) Ya lleva cinco minutos
perdidos. Se me va volando a la casa asignada; de lo contrario, será
castigado con la suspensión de las visitas. ¡Ah! Y, también, le ordeno
que este domingo vaya almorzar conmigo al casino de oficiales. Van a
ir algunos amigos suyos: Ernesto Meza y Ángel Veas. Y ahora retírese
(Apagón)
ESCENA X: EL NIÑO
(En la panorámica, Esmeralda, aparece en el filme interpretando
en piano una pieza musical infantil. Cerca de ella se encuentra
el mismo niño sentado sobre un caballito de madera. Mira al
horizonte y con una voz dulce habla)
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LA PASIÓN DEL SASTRE
NIÑO: Papá, te quiero contar que mi mamá tiene mucha pena. Lo único
que hace todo el día es tocar el piano y llorar. No sé por qué llora tanto.
Papá, ¿me llevarás a ver un circo? ¿Me sentarás en tus rodillas? ¿Me
traerás un regalo en navidad? ¿Me traerás caracoles? Papá, me encantan
los caracoles. (Canturrea) ¡Caracol, caracol, saca tu cachito al sol!
¡Caracol, caracol, saca tu cachito al sol! (El niño se sigue meciendo en
su caballito de madera, mientras la imagen se extingue lentamente)
ESCENA XI: CAUTIVERIO
(Francisco, Ernesto y Ángel, en ropa interior extraen moluscos
de una playa. Están semidesnudos y tienen en sus cinturas
amarradas unas redes para echar los mariscos)
ANGEL: ¿Supieron la última?
ERNESTO: No ¿Qué pasó?
ANGEL: Se recuerdan que vino hace poco el senador Salvador
Allende.
FRANCISCO: Sí, claro, estuvimos con él.
ANGEL: Supe que no le fue fácil entrar a este campo de concentración.
Tuvo un altercado con el capitán Padilla.
ERNESTO: ¿Qué pasó?
ANGEL: El capitán le puso mil trabas para que entrara aquí.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: ¿Y entonces?
ANGEL: Entonces, Allende, le dijo: ¿Cómo un capitancillo trata de
impedir el paso a un senador de la República? Apártese - vociferó el
compañero - y Padilla hizo “pucheritos” y se apartó.
FRANCISCO: ¡Qué buena! ¡No te puedo creer! Ese senador sí tiene
cojones. (Ríen gozosos los tres hombres)
ERNESTO: Dime Pancho ¿Y alcanzaste a terminar los 800 ternos
para los trabajadores del Sindicato de la Oficina Iris?
FRANCISCO: Sí, fueron tres meses de trabajo con ayuda de las señoras
de los obreros.
ERNESTO: Me imagino que quedaron contentos. De seguro que
muchos te deben extrañar.
FRANCISCO: Es posible. Pero ahora lo que más me preocupa es
Esmeralda y mi hijo que viene en camino.
ERNESTO: (Chistoso) ¡Ah, verdad compadrito que usted tiene dos casas!
FRANCISCO: (Convincente) Dos casas, pero un sólo corazón. Y ese
pertenece a Esmeralda.
ERNESTO: Nosotros no te vamos a discutir. Es tu vida personal.
Pero, sinceramente, como amigo te digo: ese amor te está trayendo
más problemas, incluso con el partido. No se olvide compañero de la
moral revolucionaria.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: No me preocupa el partido. Lo único que me importa es
Esmeralda, lamentablemente con mi detención cambió todos nuestros
planes. (Angustiado) ¡Cresta, que problema!
ANGEL: (Le anima) ¡Vamos Panchito! ¡Arriba la frente!
FRANCISCO: Sí. Tienes razón, hay que tirar para adelante…
(Transición) ¿Y tú Ángel, cómo te sientes del corazón?
ANGEL: Más o menos. He tenido que ir aquí varias veces al hospital.
Tengo la sensación como si se me apretara el corazón. Yo creo que
debe ser la angustia de estar privado de libertad.
FRANCISCO: Yo estoy igual que tú. El médico no me dio un buen
pronóstico de mi corazón.
ANGEL: Lo seguro es que ambos nos vamos a ir de un solo “guaracazo”
de esta vida.
FRANCISCO: Así es negrito. Y ahora díganme de qué se trata el
almuerzo con el capitán.
ERNESTO: La verdad que fue a él que se le ocurrió estos almuerzos.
Debe sentirse aburrido el hombre, por eso nos invita todos los domingos.
Conversamos de todo un poco. (Se dirige a Francisco) ¡Ah! Una cosa
importante: No se puede hablar de política. Aunque te contaré que
siempre manejamos la conversación para llevarla a ese terreno. A esa
altura casi siempre él se espanta y acaba la velada. (Ríe)
FRANCISCO: (En secreto) ¿Y no han pensado la forma de escapar
de este encierro?
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ERNESTO: Ni se te ocurra. Recuerda que está decretada la ley
marcial en toda la zona. Eso significa que cualquier intento de fuga
es penada con la muerte.
ANGEL: Es lo mismo que en una guerra, en este caso de chilenos
contra chilenos.
FRANCISCO: Inventemos una forma de escapar.
ERNESTO: Pancho, escucha: En esta caleta no tienes salida por
ninguna parte. Estás rodeado de acantilados, mar y puestos militares
que te vigilan desde los cerros.
(Sorpresivamente aparece delante de ellos una mujer vestida
de manera andrajosa y muy cansada. Trae una maleta. Es una
figura casi fantasmal)
MUJER: Caballeros, acabo de llegar a Pisagua. De madrugada
escabullí a los guardias de los controles. Me llamo Carmen Vivanco.
También fui relegada en Chillán, pero no por mucho tiempo, porque
al mes y medio me fugué. Ahora estoy buscando a mi esposo, Oscar
Ramos. Me quiero quedar con él. Sé que no puedo hacerlo. Es muy
peligroso para ambos ¿Qué hago caballeros? ¿Ustedes conocen a Oscar
Ramos? (Comienza a marearse) ¡Ah, ya no soportó más este calor, me
arde todo el cuerpo! (Se desmaya. Los hombres corren a socorrerla)
ERNESTO: ¡Mierda! Se desmayó ¿Qué hacemos con ella?
ANGEL: Si se queda de manera clandestina, no tendrá derecho a
ración, se muere.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: Yo le daré mi ración.
ERNESTO: No podrá ir a ninguna parte.
ANGEL: ¡Cresta! Y arriesga su pellejo, todo por amor a su esposo.
FRANCISCO: (Presuroso) Saquémosla de inmediato de acá.
ERNESTO: Sí, sí. (Se viste rapidamente) Yo la llevo a mi cuarto;
queda más cerca. Después veremos cómo solucionamos el problema.
Si pregunta el capitán por mí, díganle que fui al toilette de mi chalet
Suizo (Ríe. Se escucha galopes de caballos)
ANGEL: (Observa) ¡Chucha! vienen los guardias por la playa.
(Francisco y Angel se visten rapidamente)
FRANCISCO: Ernesto, ándate rápido antes que te pillen los guardias.
(Ernesto sale rápido de escena, cargando a la mujer. Apagón)
ESCENA XII: AMENAZAS Y REVUELTA
CAPITÁN: Recibí un comunicado oficial muy delicado del Gobierno.
Se las voy a comentar, porque sé que ustedes tienen influencias entre
su gente. (Pausa) Fui informado que ustedes van a incendiar Pisagua.
Se sabe que habrá siniestros simultáneos en Santiago y acá. Todo esto
desató una guerra de nervios en el país. En todas partes se rumorea
una sublevación de tropas, levantamientos obreros y asesinatos. La
gente está asustada. Y se supone que la revuelta va a comenzar el
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LA PASIÓN DEL SASTRE
próximo primero de mayo.
ANGEL: Todo eso dice González Videla para justificar la represión
contra nosotros. ¿Usted cree todo ese alboroto que está haciendo el
gobierno?
CAPITÁN: Aquí no interesa lo que yo crea. En Santiago jóvenes
del barrio alto están formando guardias blancas, grupos civiles de
defensa.
FRANCISCO: ¡Ah! Esa es la Alianza Anticomunista Chilena. Ese
grupo paramilitar de derecha ha comenzado a perseguir y asesinar a
todos nuestros militantes.
CAPITÁN: (Enojado) ¡Mierda! Todo lo que pasa es por culpa de
ustedes. (Pausa. Saca de su chaqueta militar un sobre) Miren, recibí
una copia de una circular que señala que se preparan sabotajes en las
fábricas, ferrocarriles y medios de comunicación. Por lo mismo, tengo
instrucciones precisas: Si algún perro se atreve a cometer semejante
crimen pagará con su vida. El gobierno nos dio carta blanca a los
militares para que cortemos cabezas.
ANGEL: ¡Todo esto es una estupidez! ¿Qué potencia extranjera
amenaza invadir nuestro territorio? ¿Qué movimiento popular o
sindical existe que pueda poner en peligro la estabilidad del país?
FRANCISCO: El gobierno debería preocuparse mejor de los problemas
de fondo del país: la inflación y el bajo crecimiento. Sino extirpa de
raíz estos males los estallidos sociales se repetirán.
CAPITÁN: ¡Cállense! No sean groseros. No les voy a permitir
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LA PASIÓN DEL SASTRE
insubordinaciones. Yo sé que ustedes “no dan puntada sin hilo”
y es por eso que los tengo siempre bajo la mira. Les advierto que
mientras yo esté quedan prohibidas las lecturas de libros moscovitas
y las asambleas secretas. Me sacan todos los diarios murales de las
barracas. ¡Ah! Y otra cosa: El primero de mayo queda prohibido salir
a las calles, pararse en las esquinas y salir a pescar. Tendré armado a
cada soldado con cincuentas tiros por si alguien desobedece.
FRANCISCO: Capitán, algún día el pueblo lo juzgará por sus acciones.
CAPITÁN: (Irónico) ¿El pueblo me juzgará? No diga huevadas
sastre de pacotilla (Ríe sarcásticamente) Gracias a Dios, tengo los
pantalones amarrados con fierro para cumplir mi misión.
ANGEL: Le aseguro capitán que mañana o más tarde, se abrirá un
sumario a cada uno de los responsables en los crímenes y violaciones
cometidos contra los ciudadanos.
CAPITÁN: Qué me importa lo que digan ustedes y la gente de su
calaña. Mis hijos no me odian y duermo tranquilo (Pausa. Se acerca
a pocos centímetros de Francisco y Ángel) Miren, voy a ser muy
sinceros con ustedes. ¿Saben lo que verdaderamente pienso? No estoy
de acuerdo de tenerlos aquí. Creo que es más fácil eliminarlos para
limpiar el país (Transición. Relame su idea) Y ahora ¡Váyanse! No
estoy de humor para almorzar ni conversar con ustedes (Apagón)
ESCENA XIII: ALZAMIENTOS Y DESVARIOS
(En un área se encuentra el capitán vociferando. Tiene la postura
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LA PASIÓN DEL SASTRE
de un perro y sus palabras suenan como ladridos. Corre y brinca
como un animal. Intenta comerse a los hombres. Se escuchan voces
en off y sonidos de cacerolas)
CAPITÁN: (Ladra) ¿Qué quieren los huevones?
VOZ 1: ¡Queremos mejor rancho!
CAPITÁN: ¡Se acabaron las comilonas!
VOZ 2: ¡Queremos celebrar el primero de mayo!
CAPITÁN: ¡Se acabaron las concentraciones y los himnos!
VOZ 3: ¡Queremos darle digna sepultura a nuestros compañeros!
CAPITÁN: ¡Se acabaron los funerales con banda!
VOZ 1: ¡Qué se acaben las muertes!
CAPITÁN: ¡Se acabaron las insolencias!
VOZ 2: ¡Qué se acabe la represión!
CAPITÁN: ¡Haré cumplir la ley con la sangre de ustedes!
VOZ 3: Capitán: estoy listo. De la orden.
VOZ 1: ¡Yo también estoy listo!
VOZ 2: ¡Y yo!
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LA PASIÓN DEL SASTRE
CAPITÁN: (Su orden es ininteligible) ¡Disparen! ¡Fuego!
(Silencio. Sólo se ve en el espacio un fuerte resplandor de luz.
Surge del foro un hombre, trae en su mano un globo rojo. Se
detiene. Observa con mirada esperanzadora hacia lo alto y deja
que el globo vuele libremente por el espacio. Todos los personajes
quedan estáticos. Apagón.
ESCENA XIV: DESVARÍO
Se ilumina otra área a Francisco que duerme en un camastro. Una
vela diminuta puesta sobre una botella, da una luz etérea. Entran
Cecilia y Esmeralda, visten ambas trajes negros)
CECILIA: Francisco, no te inquietes; no vengo a reprocharte nada.
Lo nuestro ya es una historia muerta y amarga. Es mejor que te vayas
de mí, así como el humo de tu cigarro.
ESMERALDA: Amor, ven a casa para que veas a tu hijo. Es un
varón, tal como tú soñaste. Se llamará Francisco, como tú. Soñará y
se enamorará como tú. El descubrirá tu pasión.
FRANCISCO: (Se despierta asustado y se sienta en el camastro)
¡Noo! ¡No quiero que ese hijo reviva mi historia! ¡Mis secretos me
los llevaré a mi tumba! ¡Guardias detengan a ese hijo que pretende
descubrir mi pasado! ¡Qué los tiranos quemen todos sus escritos!
¡Qué mis descendientes le quiten mi apellido! ¡Qué no tenga derecho
a ninguna herencia! (Cae al suelo y llora en silencio. Transición.
Luego se vuelve a levantar desesperado) ¡No, no, eso no quiero!...
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LA PASIÓN DEL SASTRE
¡Guardias saquéenme de aquí! ¡Debo volver a Iquique! ¡Debo reconocer
a mi hijo! ¡Debo pedir perdón antes de morir! Perdón a los que engañé,
herí, traicioné y abandoné. (Transición. Mira extraviado al cielo)
¿Perdón?... ¡Jamás! ¿Por qué voy a pedir perdón? ¿A quién voy pedir
perdón? ¿A Dios? ¿A mi esposa? ¿A mi amante? ¿De qué me voy
arrepentir? ¿De amar? No quiero pedir perdón a nadie. Prefiero morir
de un infarto al corazón. Prefiero cortarme mis muñecas, tobillos,
rodillas, muslos, dedos y estómago, antes que pedir perdón por amar.
(Toma la botella que sostiene la vela y la quiebra sobre el camastro,
luego la lleva a sus brazos y se hace un profundo corte. Cae sobre el
camastro. Se escucha sus quejidos dolorosos)
ESMERALDA: Pobre Francisco, la prisión lo trastornó.
CECILIA: Siempre fue un cobarde...
ESMERALDA: Fue amigo de todos.
CECILIA: (Irónica) Y también de todas.
ESMERALDA: Fue un idealista.
CECILIA: Fue un burgués.
ESMERALDA: Fue un buen amante.
CECILIA: Fue un infiel.
ESMERALDA: Fue mi pasión (Canta la última estrofa del tango
“Pasional”)
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LA PASIÓN DEL SASTRE
Te quiero siempre así... estás clavada en mí
como una daga en la carne.
Y ardiente y pasional... temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.
CECILIA: (Interrumpe el canto) ¡No le cantes a ese desgraciado!
ESMERALDA: (Enérgica) ¡No me levantes la voz!
CECILIA: (Irónica) Claro, cantas porque cogiste con él y te sientes
satisfecha.
ESMERALDA: Canto porque estoy viva y sueño.
CECILIA: (Iracunda) Cantas porque te revolcaste como una
ninfómana por todos los rincones.
ESMERALDA: Canto porque tengo una pasión encendida en mi
corazón.
ESPOSA: Cantas porque te acuerdas cuando te penetró una y otra vez,
como un perro caliente.
ESMERALDA: Canto porque su aroma aún pervive en mi lecho.
CECILIA: ¡Basta! No quiero que sigas hablando, porque sé que al sólo
nombrarlo se humedece tu vagina. Antes que escuchar tus cochinadas,
prefiero sentir los dolores más atroces del cáncer que corroe mi cuerpo.
(Se miran ambas mujeres amenazadoras. Silencio gélido. Luego
se acercan con pasos decididos para enfrentarse. Se abrazan con
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LA PASIÓN DEL SASTRE
fuerza y comienzan a bailar el tango Pasional. Se escucha la música
de fondo. La danza debe ser fuerte y desafiante. Al terminar el
baile, ambas giran con fuerza sus cuerpos y se separan. Se dan una
mirada de muerte. Apagón)
ESCENA XV: LA PASIÓN
(En el mismo camastro Francisco se encuentra con sus brazos
vendados. En toda la escena delira)
CAPITÁN: Francisco, realmente eres un estúpido. Mira lo que
hiciste con tus brazos y manos. En el futuro no podrás tener la misma
habilidad con las tijeras. Me da lastima tu falta de hombría. No tuviste
cogones para soportar el encierro. Te ocurrió lo mismo que a muchos
de tus compañeros que se hacían los valientes en los discursos y en las
marchas, pero cuando llegó la guerra se cagaron en los pantalones.
(Ríe) Francisco, me agradas, pero no podía hacer ninguna excepción.
Era imposible autorizarte para que fueras al nacimiento de tu hijo.
Entiende, ésta no es una casa de reposo que uno pueda salir cuando
desee o cuando se sienta sano. Por lo demás, estoy seguro que ustedes
nunca van a sanar. Tal vez, lo mejor es hacerlos desaparecer en el mar.
FRANCISCO: (Delira) Esmeralda ¿Dónde estás?
CAPITÁN: ¿Todavía te acuerdas de ella?
FRANCISCO: Aunque esté preso, ella está conmigo.
CAPITÁN: ¿Te gustaría verla?
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: Sí, me gustaría abrazarla.
CAPITÁN: Aquí, la tengo para ti.
FRANCISCO: ¿Cómo? ¿Qué hace ella aquí? Es imposible, esto no es
verdad.
CAPITÁN: (Ríe) Claro que es cierto. (Llama con voz fuerte)
¡Esmeralda, pasa!
ESMERALDA: (Entra a escena. Quiere ir hacia Francisco, pero la
detiene del brazo el capitán) Francisco, ¿qué le han hecho a tus manos?
FRANCISCO: Esmeralda ¿Eres tú? No, no puede ser. Creo que me
estoy volviendo loco.
CAPITÁN: No te la traje para que reinicien su romance. ¡Ni cagando!
Yo no soy ningún alcahuete; por el contrario, la traje para interrogarla.
FRANCISCO: Pero ella no tiene nada que ver. Nunca se ha involucrado
con la política.
CAPITÁN: Eso yo lo determinaré. (Se dirige a la mujer) Esmeralda,
siéntate en esa silla. (Ella lo hace) Y ahora dime ¿desde cuándo
conoces a Francisco? (Esmeralda se queda en silencio) ¿Qué te
pareció un chiste o qué mierda te pasa?
ESMERALDA: Desde hace siete años.
CAPITÁN: ¿Cómo lo conociste?
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LA PASIÓN DEL SASTRE
ESMERALDA: Es amigo de mi padre.
CAPITÁN: ¿Tu padre también es un comunista?
ESMERALDA: No, él es ferroviario.
CAPITÁN: ¿Y eso qué tiene ver? Da lo mismo el oficio. ¿Crees que
soy huevón?
ESMERALDA: Quiero decir que nunca ha tenido relación con
ningún partido político.
CAPITÁN. ¿Y tú?
ESMERALDA: Yo menos.
CAPITÁN: ¿Y por qué te metiste con él?
ESMERALDA: (Segura) Por amor.
CAPITÁN: ¿Por amor? (Irónico) Por amor a su plata y prestigio.
ESMERALDA: No, por amor.
CAPITÁN: Eso no es amor. Eso se llama calentura…
ESMERALDA: (Enérgica) Qué sabe usted de mis sentimientos. No
me conoce.
CAPITÁN: Te conozco muy bien. Se que estuviste casada con un
militar y que eres la mujer más apetecida en este desierto. (Se acerca
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LA PASIÓN DEL SASTRE
y le toma los senos)
ESMERALDA: ¡Asqueroso! (Le escupe en la cara e intenta escapar,
pero el capitán la toma fuerte del brazo)
CAPITÁN: (Desenfunda una pistola) ¡Quédate quieta maraca!
FRANCISCO: (Grita) ¡No la toques, mierda! (Esmeralda se detiene.
El capitán ríe)
ESMERALDA: Te sientes valiente porque tienes un arma. (El
capitán sigue riendo)
ESMERALDA: Un día con esa misma arma asesinarás a tus
hermanos.
CAPITÁN: (Furioso dispara el arma en la cabeza de la mujer,
pero no sale la bala) ¡Silencio descarada! No estás en condiciones
de acusarme de nada y menos pronosticar mi futuro (Le da un golpe
seco en el vientre a Esmeralda. Francisco da un fuerte grito. Ella
se dobla de dolor y luego se levanta con dignidad)
ESMERALDA: (Extraviada) Ha quedado un olor entre los cañaverales:
Una mezcla de sangre y cuerpo, un penetrante pétalo nauseabundo.
(Serena, le mira fijamente a los ojos del capitán) Todos los verdugos
como tú deben ser fusilados por crímenes contra la humanidad.
CAPITÁN: Y todas las amantes como tú deben ser recluidas en
manicomios bajo el titulo “LOCA PELIGROSA” (Le vuelve a
disparar en la cabeza y no sale la bala. Pausa) Entregarás la
información de cualquier manera. Es inútil resistir… ¿Qué sentías
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LA PASIÓN DEL SASTRE
cuando Francisco debía quedarse algunas noches con su esposa?
ESMERALDA: No sé
CAPITÁN: (Amenazante) Sí, lo sabes ¡Dilo! (Le vuelve a disparar
en la cabeza, pero no sale la bala)
ESMERALDA: (Apenada) Al principio no quería pensar en eso, lo
borraba de mi mente. Después sentía muchos celos. Me lo imaginaba
haciendo el amor con ella. Eran terribles esas noches y también los
días de fiesta, porque sabía que no vendría a mi lado.
CAPITÁN: ¿Y te quemaba la ira, no?
ESMERALDA: No, no era ira. Lo amo con toda su historia. Más
bien sentía pena, mucha pena.
CAPITÁN: ¿Y no te dio vergüenza que todos hablaran mal de ti?
ESMERALDA: No, una mujer no puede sentir vergüenza cuando
ama de verdad.
CAPITÁN: ¡Qué bonitas palabras! ¡Una mujer no puede sentir
vergüenza cuando ama de verdad! ¡Cita para el bronce! (Ríe)¡Qué
cagada! ¡Me cargan los imbéciles que hablan y escriben con palabras
clichés! (Pausa). Está bien, sigamos: Tú sabías perfectamente que el
mentado romance no tendría un final feliz.
ESMERALDA: Sí, lo sabía. Nunca me hice muchas ilusiones.
CAPITÁN: Como suele ocurrir en estas historias de amores imposibles,
al final la amante se queda sola con su bastardo.
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LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: No, eso no es verdad. Yo voy a estar siempre con ella.
CAPITÁN: A ti ya no te queda tiempo para nada. Tu existencia es
corta. En poco tiempo no existirás.
FRANCISCO: (Desesperado) Capitán, deje que se vaya Esmeralda
(Grita) ¡Déjela ir! (Cae abatido. Esmeralda se acerca a Francisco
y acaricia su cabeza, como a un niño. El no la ve, ni la siente)
CAPITÁN: (Cambia la actitud bruscamente, ahora es conciliador)
Francisco, ¿qué te pasa? Estás delirando. Tu Esmeralda no está aquí.
Nunca estuvo. Es tu fiebre que te hace ver visiones. Ella está en
Iquique preocupada por sus senos secos que no pueden amamantar a
tu crío.
FRANCISCO: (Más desesperado) Tengo que terminar con esta
pesadilla. Debo volver con ella.
CAPITÁN: ¿Volver? Posiblemente vuelvas a hallarla, tal vez, después
que se calmen las aguas. Aunque todo es tan relativo en este país. Sabes,
Francisco, a pesar de nuestras grandes diferencias, creo que te recordaré
cuando escriba mi primer libro, después de alcanzar la gloria.
(Se vuelve a escuchar el ruido de aviones de guerra. El capitán
queda expectante, luego se arrodilla y se persigna ante un Dios
imaginario. Sale muy rápido de escena. El sonido de los aviones es
más fuerte. Francisco, siempre alucinado, se levanta del camastro y
se saca rápidamente las vendas de sus manos. Esmeralda comienza
a deambular por el espacio, sin rumbo fijo. Se pierden los aviones.
Se enciende la panorámica y se proyecta la imagen de una playa de
noche. De fondo, se escucha una melodía triste, interpretada en piano)
79
LA PASIÓN DEL SASTRE
FRANCISCO: (Alucinado y poético)
Soñar, siempre soñar,
con banderas y besos;
la libertad y el aire
soplando en mi cabello.
Campo y aire sin fin
—oh, luz—, sin otro cerco
que el amor de unos brazos
enlazando mi cuello.
Soñar, siempre soñar,
con los ojos sin sueño,
que soy un hombre vivo…
siendo tan sólo un preso.
(Fragmento poema de Marcos Ana)
ESMERALDA: Fue una noche de mayo de 1949 que Francisco
intentó fugarse de Pisagua.
FRANCISCO: (Hipnotizado) Debo escapar de este puerto estéril, lleno de
dolores ancestrales; donde la historia se consume al ritmo de las mareas.
ESMERALDA: En su mente alucinada rondaba la idea que después
de la violenta tormenta iba a nacer un nuevo tiempo, donde se iba a
encontrar la justicia bajo la arena del desierto.
FRANCISCO: (Deslumbrado) Sé que en unos años más en estos
oscuros acantilados volverá a encallar otro barco, cuyos sobrevivientes
repetirán la historia de los ignorados héroes.
(Se quita parte de su vestimenta. Queda semi desnudo, a pie
descalzo. Juega por todo el espacio como si estuviera a la orilla
de una playa. Se escucha el sonido del mar y una bandada de
80
LA PASIÓN DEL SASTRE
gaviotas que cruzan el espacio)
¡Cómo volver a ser inocente como el sol, la tierra y el agua, para evitar
que naufrague el hombre, para que las serpientes arrojen su añosa
piel y para que de los labios de los pequeños broten cantos de alegría!
(Grita alegre) ¡Cómo volver a ser inocente! (Su excitación es más
fuerte. Comienza a correr; al principio es un trote suave y luego va
aumentando su velocidad)
ESMERALDA: Esa noche no paró de correr por la infinita playa
hasta perderse en la complicidad de las sombras.
FRANCISCO: (Se detiene) ¿Ves hijo? Este es el vacío. Cuando
quieras volar vas a venir aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo
y, extendiendo las alas, volarás… (Corre un momento. Se detiene y
toma un puñado de arena. La deja caer de su mano lentamente
mientras dice su texto) Esmeralda, eres mi amor en el espacio
infinito y en la profundidad de la tierra; en los verdes y rojos del
fuego, en los celestes de la madrugada y en los amarillos del atardecer.
ESMERALDA: (Paciente toma un puñado de arena. La deja caer
de sus manos lentamente mientras dice su texto) Te llevo en todo
momento conmigo; aquí en mi cuerpo, en mis pensamientos y en los
deseos más ardientes que nacen desde el primer momento que me
hiciste tuya.
(Se proyecta simultáneamente en la pantalla la imagen del
Capitán acompañado de guardias a caballo que se desplazan por
la playa. El Capitán grita: ¡Alto o disparo! Un breve silencio y una
descarga de rifles retumban en todo el espacio. Francisco cae de
rodillas y luego se desploma totalmente. Se apaga la panorámica)
81
LA PASIÓN DEL SASTRE
ESMERALDA: (Serena) A pesar de su estado de gravedad, Francisco,
no murió esa noche en las playas de Pisagua. Malherido fue trasladado
al hospital de la localidad donde salvó milagrosamente. El año 1950
fue liberado y cinco años después falleció de un infarto al corazón en
mi lecho.
ESCENA XVI: EPÍLOGO
(La mujer se acerca a Francisco que yace en el suelo; se arrodilla y
le besa en los labios. Apagón) (Vuelve a encenderse la pantalla y se
proyecta al mismo niño inicial. Ahora es más grande. Se encuentra
parado en la orilla de una playa solitaria. Tiene un clavel rojo en
la mano.)
NIÑO: Papá, mi madre dice que la vida se pasa en un santiamén y
que muy pronto seré grande. Y cuando sea grande, dice que debo ser
como tú: un hombre que ame la vida y que luche por ideales (Pausa.
Respira hondo) Aún no entiendo mucho lo que me quiere decir .
Papá, estés donde estés, quiero me regales un barco, aunque sea de
papel. Es mejor un barco que más lágrimas de mamá ¿Un barco?
No, creo que es muy poco. Mejor mándame cien barcos. Te prometo
portarme bien. Lo único que deseo es que esos cien barcos me lleven
a conocer otros lugares, donde pueda jugar, donde pueda hacer lo que
yo quiera, donde toda la gente se sienta alegre y donde el sol les de
calorcito a grandes y chicos. Papá, te cuento un secreto: me quiero ir
contigo en un barquito muy lejos y desaparecer en el horizonte azul.
Estoy seguro que allá nos aguardan otras tardes de alegrías y sonrisas
juntas. Papá, te quiero mucho…
82
LA PASIÓN DEL SASTRE
(El niño lanza el clavel al mar. Transición. Se muestra el inmenso
océano. Luego, se fusiona la imagen con otra de Esmeralda
interpretando en piano el tango Pasional. Finalmente, vuelve a
fundirse con una escena del presidente Gabriel González Videla,
en los balcones de la Ilustre Municipalidad de Iquique, en agosto
de 1948, dando un discurso)
GONZÁLEZ VIDELA: “Pueblo de Iquique: Desde el instante mismo
que asumí la Presidencia de la República he reclamado la cooperación
de todos los chilenos sin distinción de banderas políticas y he pedido
a todos los partidos el apoyo para la obra de bien nacional en que me
encuentro empeñado.
Vive el mundo horas demasiado graves para que los hombres nos
mantengamos alejados unos de otros por pequeñas y bastardas
pasiones o sentimientos. El Presidente de la República ha querido
dar el ejemplo sobreponiéndose a todo sentimiento y consideración
para buscar los cooperadores dondequiera que ellos se encuentren, sin
otra exigencia que su capacidad personal y su patriotismo…”
(Bajo las imágenes aparecen unos caracteres que señalan: “Hoy, 7
de septiembre de 1986, a las 18.35 horas, acaba de morir el capitán
general del ejercito José Ramón Padilla Foguet, producto de un
atentado perpetrado por un comando revolucionario. Del mismo
modo, en el enfrentamiento perdieron la vida cinco de sus escoltas
y uno de los guerrilleros, cuyo nombre era Francisco Téllez
Martínez, un joven sastre, oriundo de la ciudad de Iquique…”)
CAE EL TELÓN
83

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23 de Abril, 2011    General

OBRA DE TEATRO "CORUÑA,LA IRA DE LOS VIENTOS"

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22 de Abril, 2011    General

OBRA TEATRAL "EL DESPERTAR"

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publicado por goliath a las 22:46 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
22 de Abril, 2011    General

OBRAS TEATRALES: "LLEGO CON TRES HERIDAS" Y "DELIRIO"

1
(Lengüeta portada)
Teatrista empedernido y creador obsesivo. Iván Vera-Pinto Soto (1956),
constantemente está explorando nuevas facetas del arte escénico. Actor,
director teatral, dramaturgo, gestor cultural, columnista de diarios,
productor artístico, guionista de teatro infantil, conductor de programas
radiales y televisivos, administrador de centros culturales, educador activo y
académico de la Universidad Arturo Prat de Iquique.
Vinculado a la escena del teatro regional de Tarapacá desde la década de los
70 y dedicado a escribir literatura dramática, de manera sistemática y
fecunda, a partir del año 2007.
Gran parte de su labor teatral la plasma en la creación y dirección del
Teatro Expresión (1979), en la ciudad de Iquique, con más de ochenta
montajes a su haber de obras nacionales, latinoaméricas y contemporáneas.
Su aporte a la escena regional es reconocida el año 2007 con la distinción del
Premio APES, otorgada por el Círculo de Periodistas y Críticos de
Espectáculos de Chile.
2
Lengüeta (contraportada)
Otras obras publicadas por el autor
· “Coruña, la ira de los vientos”, 2007
· “Bolero de Sangre”, 2008
· “El último cuplé del emperador”, 2008
· “La siniestra historia del señor De Lara”, 2009
· “Testimonios del Teatro Expresión:30 años de pasión”, 2009
· “La Pasión del Sastre”, 2009
3
A mis nietos Máximo e Ignacio
4
Por el apoyo a esta creación, mis infinitos agradecimientos a: Miriam
Salinas, Jeannette Baeza, Lautaro Cáceres, Jaime Cevallos, Guillermo
Jorquera y Manuel Alejandro Sánchez. Y, especialmente, a Pepino, ese ser
alado que personifica la espiritualidad, el pensamiento más bello, la
imaginación, la creación, el amor y el vuelo de los sueños compartidos en un
acto de vida.
5
En tiempos Revueltos
(A manera de prólogo)
En tiempos revueltos, mueren, nacen y renacen; héroes, ideales, tendencias,
artes, filosofías y formas de ver la vida que, al parecer tienen una
trayectoria cíclica.
Es lo que podemos vivir en estos personajes que el autor recrea, para
mostrarnos no sólo sus épocas - todas distintas - sino también sus
pensamientos, sus necesidades, sus amores; sus poesías, sus anhelos; sus
locuras, sus fantasías y sus frustraciones.
Sin embargo, a pesar de que todos vivieron en países y tiempos distintos, la
simbología utilizada tiene, prácticamente, una sola plataforma; la miseria,
el hambre, la lucha social y la discriminación.
Los tiempos revueltos hacen que estas obras no estén presentadas
cronológicamente, de tal forma que podemos revivir, primero el Golpe de
Estado en Chile, en el año 1973, y la Guerra Civil Española, para finalizar
con el fatídico nazismo hitleriano.
Por esta razón, el autor nos lleva a conocer, en su primera obra, un onírico
diálogo entre Federico García Lorca (05/06/1898 – 19/08/1936) y Víctor Jara
(28/09//1932 – 16/09/1973) que “llegan con tres heridas”: la del amor, la de
la muerte y la de la vida.
Posteriormente, en un esperpéntico monólogo de dolor y “delirio”, nos
traslada a la miseria del hambre, a la miseria del hombre, a la miseria de la
vida que caracterizó la época del Führer, y que Knut Hamsun, (04/08/1859 –
19/02/1952) - Premio Nobel de Literatura 1920 – resolvió apoyar, costándole,
entre otras cosas, la locura y el olvido de su natal Noruega.
Sin embargo, no son obras de relato fácil, ni de escenas de reproducciones
históricas; más bien soslayan el pasado para dejar en la luz al hombre, a su
verdad, a sus miedos, a sus amores y a su creación artística.
Federico y Víctor viven una explosión de poesía y canto, una lírica sensual -
expresiva y dramática - y un canto popular, de compromiso y combativo. Es
un juego de reconocerse en sus obras, de descubrir sus identidades y
conjugar sus ideales y anhelos políticos.
Es un encuentro con la verdad; es un repaso de sus violentas muertes; es la
oportunidad de recordar a Vicenta y a Amanda. Es reutilizar el Teatro del
Guiñol de Federico para, cual marionetas, retomar la vida para volver,
6
volver, para volver cantando el poema de Miguel Hernández: “Llegó con tres
heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida”…..
Y el delirio final, la otra pieza de esta edición, es eso: un delirio tremendo,
con los símbolos de la miseria, fundamentalmente de el hambre que recorre
toda la obra, como también la recorre la historia del hombre que la inspira,
Knut Hamsun, - que por su adhesión al nazismo - su grandeza y sus libros
se perpetuaron en la historia, para maldición del hombre y para la bendición
de su obra.
Iván Vera Pinto, con su pluma nos conduce por estos caminos mágicos del
teatro, con dos historias de ficción, pero que pronto se descubre que ambas
están enraizadas en la historia de la humanidad, en la historia del hombre,
hacedor y ejecutor de tiempos revueltos.
Guillermo Jorquera Morales
7
Vida, amor y muerte
Existe en las presentes obras un hecho extraordinario; hay en ellas una
clara evolución tanto del estilo como de sensibilidad artística del autor.
Evolución que puede percibirse ya gestada en su anterior obra (La Pasión
del Sastre), en la cual la interioridad y los sentimientos más profundos del
dramaturgo, Iván Vera-Pinto, se plasman en los sufrimientos y reflexiones
de sus personajes, configurando esto la verdadera esencia de la obra, mucho
más que la reivindicación de las luchas sociales y el deseo de expresar la
eterna injusticia en la historia de nuestra nación. Aquel deseo de transmitir,
mediante las artes escénicas, las injusticias de nuestra historia ha pasado
aquí a un segundo plano(sin extinguirse del todo), para dar paso a la
reflexión más profunda de la realidad interior del hombre, de su ser, de su
esencia, y presentando al arte, al amor, a la muerte, como inseparables y
trágicos compañeros de baile. Es por esto, que las obras se develan aún más
maduras que las anteriores del autor. Son obras que han sobrepasado lo
íntimo, y llegan a una reflexibilidad y profundidad desbordantes.
El prisma es ahora desgarrador y crudo, pero incansablemente poético y
bello. La referencia hacia un arte de compromiso vital sigue constante en la
obra del autor, pero ahora ha adquirido un halo más oscuro y corrosivo. La
muerte y la soledad se enseñorean en ambas obras, la sociedad como una
entidad fría y distante, como un artífice de la soledad y la incomprensión
entre los hombres. Como fragua de la intolerancia y el absolutismo. De esta
manera, los personajes de una de las obras (Víctor y Federico) son espectros
deambulando en un vertedero al cual han sido arrojados. Así, prácticamente
desnudos y sólo armados con su arte, y su pasión por el mismo se
encuentran solos en un mundo sombrío y amenazante. Mediante el arte se
entenderán y darán ánimo; mediante la fuerza y la pasión que el arte generó
en sus vidas intentarán encontrar su propia identidad en la muerte, en el
eterno silencio de su inmortalidad. También nosotros, los lectores,
encontraremos una poderosa reivindicación de las formas más simples y
apasionadas de expresión artística, aquellas obras, sentimientos y
realizaciones que no pueden ignorarse, y por las cuales se llega a entregar la
vida. Estos dos poetas de las pasiones humanas encontrarán sus similitudes
al estar sometidos al silencio aislante y el pesar de transitar por la
existencia “heridos de tres formas”.
El vacío, el hambre y el aislamiento se hacen aún más potentes en la
segunda obra, protagonizada por un hombre sin nombre, sin edad, solo y
hambriento. Los temas se repiten en esta obra inspirada en la novela de
Knut Hamsun; “Hambre”. Aquí observaremos la relación de un hombre, (si
no es del hombre mismo), con el vacío y la vacuidad de la existencia. Sólo
personajes imaginarios le acompañan, sólo su pasión por el arte, por su arte,
y su incesante hambre lo azotan, le hacen “vivir”. En esta obra nos
8
encontramos, además, con las contradicciones de las pasiones desbordas, con
delirios fascistas y absolutistas albergados en el corazón de un artista
incomprendido, solitario y hambriento.
Ahora bien, ¿a qué se enfrenta el personaje con un hambre incesante? ¿Qué
es lo que le hace odiar la sociedad, aislarse de los individuos y convertirse él
mismo en el vacío que le consume? ¿Es que acaso está buscando su identidad
mediante la aprobación de los otros, de aquellos que forman parte de la
sociedad que tanto desprecia?
Escénicamente, las obras también representan un notorio cambio y
evolución de estilo. Ahora persiste un minimalismo en el número de
personajes, mientras que el escenario, junto con la iluminación y el
decorado, forman un ambiente opresivo y envolvente que centra la acción en
las reflexiones y pasiones de los diálogos. Claramente, la mirada del autor se
ha vuelto mucho más introspectiva, individualista y sombría. Paradójico, al
considerar que las obras han sido redactadas durante el soleado verano de
una bella ciudad costera como es Iquique. Pero muy consecuente, cuando
consideramos que el arte reacciona ante el ambiente, ya sea para llamar la
atención y rescatar la memoria histórica perdida (como en anteriores obras
del autor) como en este caso, cuando la creatividad y la poesía de las artes
escénicas llevan a poner la mirada en lo más profundo y doloroso de las
pasiones artísticas.
Sin embargo, que no se cometa error alguno; las obras presentadas no
dejarán al lector (o a la audiencia) desesperanzados, sino que le
demostrarán cómo la energía y pasión del arte está presente en todo, en la
vida, en el amor y en la muerte.
Manuel Alejandro Sánchez
9
Palabras alabras del Autor
En la época de los 70 los históricos acontecimientos que sucedieron en Chile
remecieron mi conciencia, dilataron mi corazón y ensancharon mis pupilas.
Fue en ese escenario que comenzó a germinar en mi ser un genuino
sentimiento social y una militante pasión teatral. En esa convulsionada
década, descubrí la poesía de Federico García Lorca y el canto de Víctor
Jara. Dos ángeles maravillosos que se clavaron en mi pensamiento para
siempre e inyectaron en mis venas sus torrentes de lunas y palomas.
Federico y Víctor; ambos fueron genios y juglares; los dos murieron a manos
de un despotismo sin capacidad sino para la muerte; y respecto de estos
pares la historia exige que se haga justicia. Uno y otro, en su particular
espacio del tiempo, se levantaron como afluentes de un mismo río
humanista que los condujo de la vida a la trascendencia universal.
En el presente, cuando ya he vivido más de medio siglo, renace en mí el
ferviente deseo de brindar, a través de la escritura teatral, un abierto
tributo a estos artistas que marcaron la piel y la conciencia de muchos
hombres y mujeres que aún creen en la utopía social, a pesar de vivir en un
mundo mercantil, escapista e impregnado de preocupaciones insustanciales.
Roque Dalton, poeta salvadoreño, decía en uno de sus versos: “A nada temo
sino a la cobardía / nada me hace llorar sino el amor”. Esa expresión define
fielmente las posturas creativas de Federico y Víctor, quienes mediante la
poesía y el canto mantuvieron incólumes sus idearios y llenaron de amor sus
universos para enaltecer la vida y liberar a los desposeídos de la tierra.
“Llegó con Tres Heridas”, es una pieza escénica que pretende poner de
relieve las cualidades humanas, las contradicciones vivenciales, las
doctrinas, las absurdas muertes, y las grandezas de estos dos íconos
artísticos de la cultura contemporánea que conquistaron la paz, cuando sus
cuerpos aún respiraban vida.
Desde lo espectral y siniestro, estos dos emblemáticos asesinados y
desaparecidos fraguan su “regreso” a los brazos de sus madres; con este
propósito utilizan sus voces y energías, transformando en llamas el
sepulcral silencio de la noche.
“Mutilados de noche nos fuimos y con las fauces luminosas del crepúsculo
volveremos”, es el mensaje latente que surge desde un vertedero, y que se
propaga por los cuatro vientos, a pesar que los sectores de poder se niegan a
escuchar, porque es un reclamo que cuestiona su “orden” establecido.
10
La otra obra de este volumen se titula “Delirio” y está basada en la novela
“Hambre”, del premio Nóbel de literatura (1920), Kunt Hamsum. El
argumento original se sustenta en la historia de un escritor que no tiene
nombre, no tiene edad, no sabemos nada de su origen o de su familia. Es un
hombre que vive en el anonimato, luchando contra la hostilidad de una
sociedad, como la que habitamos.
Un mundo actual donde el individuo siente con más fuerza su soledad en
medio de la masa, y donde, si queremos comprender a la persona, habremos
de prestar atención, como el propio Hamsun enunciaba, a los "secretos
movimientos que se realizan inadvertidos en lugares apartados de la mente,
de la anarquía imprevisible de las percepciones, de la sutil vida de la
fantasía que se esconde bajo la lupa, de esos devaneos sin rumbo que
emprenden el pensamiento y el sentimiento, viajes aún no hollados, que se
realizan con la mente y el corazón, extrañas actividades nerviosas,
murmullos de la sangre, plegarias de huesos, toda la vida interior del
inconsciente"
Los breves pasajes seleccionados de la novela se fusionan con los
contradictorios antecedentes de vida de Hamsum, quien - en las
postrimerías de su existencia - abandonó su firmamento poético para
incursionar en el drama mundial. Basta recordar que al concluir la Segunda
Guerra Mundial, este premio Nóbel fue juzgado y condenado por su abierto
apoyo al régimen de Hitler.
El mismo día en el que recibió la sentencia que lo despojaba de todos sus
bienes, y lo recluía a vivir en un psiquiátrico, ese anciano de ochenta y
nueve años, en su último libro, “Por las Sendas donde la Hierba Crece”,
escribió: “San Juan 1948. Hoy el Tribunal Supremo ha emitido el veredicto y
yo pongo punto final a mi obra”. Hasta ahí llegó este escritor noruego que
cambió la literatura de su época y el político juzgado por traición a su patria.
Al dar a luz estas nuevas producciones literarias, se confirma en mí la
hipótesis que el teatro es uno de los más efectivos medios que nos permite
indagar en la historia y atribuir valor a artífices que dejaron imborrables
huellas en su paso por las diferentes épocas y espacios que les
correspondieron vivir. Protagonistas que, en este caso, siguen
inexorablemente vivos en la memoria emotiva de sus pueblos, ya que sus
conmovedoras subjetividades, acciones e invenciones aún remecen la moral
social de muchos hombres y mujeres de la sociedad posmoderna.
Confieso que para el autor será doblemente emocionante cuando sus hijas
tengan la posibilidad que otros las vistan de carne, las caractericen y les
permitan hablar con las palabras que aprendieron de la boca de su
progenitor. Así, en la fugaz escena teatral, las historias literarias
desplegarán sus alas, adquiriendo trascendencia y vida propia.
El autor.
11
“El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y su reino comienza”
Sören Kierkegard
12
LLEGO CON TRES HERIDAS
“Mutilados de noche nos fuimos y con las fauces luminosas del crepúsculo volveremos”
De Iván Vera-Pinto Soto
Personajes
Federico: 38 años
Víctor: 41 años
(Al levantarse el telón, se observa un vertedero surrealista, lleno de
escombros. Sobre una plataforma derruida, hay un estanque colmado de
agua pantanosa. En el tercer plano, formando un desigual cerco, hay unos
sacos de cal. Algunos de ellos están rotos y el material está regado por el
piso. En cualquier lugar, hay un estuche de guitarra descompuesto y una
maleta antigua. El ambiente es frío y azul. Mimetizados con la basura,
yacen dos cuerpos desarticulados. Ambos visten de manera andrajosa, sin
embargo, con cierto aire de dignidad. Sopla un suave viento nocturno. Con
dificultad comienzan a erguirse ambos personajes, hasta colocarse de pie.
Palpan sus extremidades superiores, pechos y rostros. Luego ordenan su
vestuario. Finalmente, dirigen, concentrada, su mirada al vacío)
VICTOR: ¡Exhalo el maternal aroma de tus manos!
FEDERICO: ¡Percibo las siluetas de tus cabellos!
VICTOR: ¡Escucho tus cálidas palabras!
FEDERICO: ¡Siento tu amor tan grande como el infinito!
VICTOR: ¡Despierto a tu perpetuo llamado!
FEDERICO: ¿Cómo vuelo a la soberanía de tus sueños?
VICTOR: ¿Cómo aquieto tus susurros de congojas?
FEDERICO: ¿Cómo me hago sentir en tu nacarada conciencia?
13
VICTOR: ¿Cómo transfiguro tus versos lastimeros?
FEDERICO: ¿Cómo arranco esa espada que traspasa tu alma?
VICTOR: Estás en algún sitio, desconcertada y sin habla.
FEDERICO: Buscándome desesperada.
VICTOR: Bloqueada por signos y dudas.
FEDERICO: Contemplando mis cotidianas pertenencias.
VICTOR: Golpeando cientos de puertas cesadas.
FEDERICO: Ordenando tus sueños y olvidos.
VICTOR: Y preguntas sin cesar… ¿Dónde está la sangre de mi sangre?
FEDERICO: ¿Dónde estamos?
VICTOR: ¿Dónde están nuestros cuerpos?
FEDERICO: Están en algún sitio / nube o tumba / están en algún sitio /
estoy seguro / allá en el sur del alma / es posible que hayan extraviado la
brújula / y hoy vaguen preguntando / preguntando / dónde carajo queda el
buen amor / porque vienen del odio.1
VICTOR: Somos cinco mil/ ¿Cuántos somos en total en las ciudades y
en todo el país?/ Somos aquí diez mil manos que siembran y hacen
andar las fábricas/ ¡Cuánta humanidad con hambre, frío, pánico,
dolor, presión moral, terror y locura!2
(Los dos hombres cruzan sus miradas y luego se estrechan en un abrazo
fraterno. Se separan y conversan directamente)
FEDERICO: No quiero verla llorar; no deseo verla sufrir. Deseo que sonría
en cada amanecer.
VICTOR: Esta noche debemos abrazarlas con la luz que tiene horizontes.
FEDERICO: Aquella que pocos ven, como la estrella fugaz que cruza el
firmamento.
VICTOR: Antes que los rayos del sol iluminen este despreciable vertedero,
debemos brindarle el bálsamo a sus corazones rotos.
1 Mario Benedetti
2 Víctor Jara
14
FEDERICO: Mutilados de noche nos fuimos y con las fauces luminosas del
crepúsculo volveremos (Observa detenidamente al cielo)
VICTOR: ¿Qué miras?
FEDERICO: La luna, mi fiel compañera.
VICTOR: ¿Te atrae mucho, no?
FEDERICO: Me hechiza. La luna para mí es todo: muerte, erotismo,
esterilidad y belleza.
VICTOR: (Melancólico) Para mí la luna es siempre muy linda y el sol muere
cada tarde… Te contaré que cuando la miro, recuerdo el rostro de mi padre
como un hueco en la muralla, sábanas manchadas de barro, piso de tierra.
Mi madre, día y noche, trabajando; llantos y gritos.
FEDERICO: Cuando la observo, una luz espectral ilumina toda mi vida y
enciende mi pasión. Siento que cuando sale la luna se pierden las campanas
y aparecen las sendas enigmáticas… (Se ilumina en su rostro una expresión
infantil) Te propongo algo…
VICTOR: ¿Qué cosa?
FEDERICO: ¡Juguemos!
VICTOR: ¿Jugar?
FEDERICO: ¡Persigamos como niños a la luna! (Federico corre alegre por el
espacio) ¡Vamos, corramos juntos!
VICTOR: ¿Cómo podríamos jugar en este inmenso mar de basuras y
desesperanzas?
FEDERICO: (Insiste) Tenemos que reavivar nuestra alegría quebrantada.
VICTOR: ¿Qué somos ánimas, fantasmas, almas en pena o un NN?
FEDERICO: Somos energías de hombres y mujeres sin voz… ¡Vamos!
¡Juguemos!
VICTOR: (Ríe) Eres como un chiquillo muy divertido.
FEDERICO: ¡Anímate! (Tira de la mano a Víctor)
VICTOR: Está bien, está bien… Seguiré tu juego.
15
FEDERICO: (Entusiasmado) A ver ¿Quién brinca más alto y alcanza la
luna?
(Federico corre dando saltos al cielo; Víctor ríe y se entusiasma lentamente.
En un momento, ambos corren igual que niños - libres y lúdicos - entre
medio del basural. Luego se detienen satisfechos y se quedan en silencio,
contemplando el entorno. Finalmente, vuelven sus miradas al cielo)
VICTOR: (Respira profundo) No hay lunita más clara como la de enero, ni
amor tan querido como el primero.
FEDERICO: La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la
mira, mira. El niño la está mirando.
VICTOR: Es increíble; volví a sentirme niño, incluso, creo que veo diferente
esta cloaca.
FEDERICO: ¿Así? ¿Y cómo lo observan tus cien ojos?
VICTOR: Como un campo verde.
FEDERICO: ¿Y qué más descubres?
VICTOR: Bueno, el campo me recuerda a Lonquén, un pequeño pueblo en el
sur de mi país. Allí conocí la música campesina y a los pobres más pobres de
la tierra.
FEDERICO: ¡Bien! Ahora coloca atención.
VICTOR: ¿Qué?
FEDERICO: Concéntrate y escucha (Ambos se concentran) ¿Qué percibes en
el aire?
VICTOR: (Dudoso) Mmmm…
FEDERICO: Yo siento cinco campanadas de iglesia.
VICTOR: Me parece escuchar la sirena de una fábrica.
FEDERICO: También advierto, a mi lado, a Vicenta, mi madre… ¿Y tú?
VICTOR: (Pausa. Muy concentrado) Advierto el aliento de Manuel, mi
padre.
FEDERICO: ¿En serio?
VICTOR: Sí, aunque el viejo nunca tuvo buen hálito. Tomaba mucho vino.
16
FEDERICO: ¿Te gustaría decirle algo?
VICTOR: No sé.
FEDERICO: ¡Hazlo!
VICTOR: Tal vez le digo algo que he ocultado hace mucho tiempo.
FEDERICO: ¡Dile lo que quieras!... Yo haré lo mismo con mi madre. Si
gustas cierra los ojos para concentrarte mejor.
VICTOR: (Cierra los ojos y le habla a un imaginario padre) Lejano padre,
contéstame: ¿Dónde el viento llevó tu sombra?... ¿Por qué aún estás en mi
corazón más mutilado que mi propio cadáver?... Te veo más oscuro que el
estadio derrotado y que el vino de inquilino (Pausa) Padre, ya no macero
recuerdos ingratos de mi niñez. Hoy me siento reconciliado contigo, aunque
estés más lejos de mi barrial que las estrellas.
FEDERICO: Ahora me toca a mí… (Cierra los ojos y le habla a una
imaginaria madre) Quiero que sepas que, en ningún tiempo, voy a llevar la
maleta a la eternidad. Quiero que me sientas en tu piel y en los invisibles
tesoros que me regalaste. Vivo y revivo en un espacio, donde no se cubre el
tiempo de ceniza y hielo, así como tus inmortales pupitres de escuela… Aún
pervive en mi vestuario de titiritero la viva fragancia de tus libros y cartas...
No te asustes, porque a la cinco de la tarde sólo fingiré morir… Madre,
siento pena, porque te miro y descubro en tus ojos golondrinas que no
regresarán jamás (Abre los ojos y sonríe)
VICTOR: (Sonríe) Les hemos hablado con el corazón abierto a nuestros
padres.
FEDERICO: Posiblemente nuestras señales hayan tocado sus oídos…
(Respira profundo) ¿Te cuento algo?
VICTOR: Dime.
FEDERICO: Extraño mucho mi lejana tierra, aquella que caló hondo entre
mis huesos y se derramó como el agua cristalina en mi arte.
VICTOR: (Respira profundo) Y yo añoro mucho a mi mujer. Aún golpea en
mi pecho impalpable su ansiosa voz. Recuerdo que, en medio de la
incertidumbre y el miedo, le dije que volvería por ella y las niñas. Eso nunca
llegó a ocurrir; quedaron solas y huérfanas.
FEDERICO: En este breve tiempo, vuelve a mi memoria el penoso coche que
me llevó por las retorcidas veredas hasta la oscura zanja.
17
VICTOR: Cuándo te llevaron ¿tuviste miedo?
FEDERICO: Sí, mucho. Siempre tuve miedo a la muerte por el espanto que
me infunde la idea que puedo sentir que me voy a despedir de mí mismo.
VICTOR: Mis manos, en cambio, nunca tuvieron miedo, incluso cuando el
príncipe a culatazos la redujo a una sola llaga.
FEDERICO: Ambos vivimos una estación incierta, torturante y trágica.
VICTOR: ¿Por qué se ensañaron tanto con nosotros?
FEDERICO: Ciertamente porque nos odiaban o porque nos temían mucho.
VICTOR: Nosotros éramos existencias de paz. Nuestra armadura era el
arte. Fuimos soñadores que hablábamos por los más débiles.
FEDERICO: Fuimos soñadores de un tiempo mejor… Existimos porque
alojaba en nuestro pecho el amor.
VICTOR: Probablemente para ellos éramos más peligrosos que los propios
camaradas.
FEDERICO: Ignorantes seres de barro, incapaces de reconocer el viento de
la historia, porque en realidad no nos mataron, nos hicieron universal.
(Se escucha un sonido subterráneo de unos fuertes motores acercándose al
vertedero)
VICTOR: (Tranquilo) Vienen con sus cargamentos.
FEDERICO: (Tenso) ¡Escondámonos!
VICTOR: No es necesario. Ya no nos pueden taladrar las entrañas.
(Federico, de todas manera, se refugia entre medio de la basura. Víctor
permanece quieto en su lugar. Se oscurece más el ambiente y se siente que
cae una descarga de bultos. Se escuchan gritos de hombres y algunos
disparos. Cruza el espacio la luz de un reflector. Después se aleja el ruido de
los motores. Vuelve la iluminación anterior. Ahora hay en escena más
escombros. Federico sale de su escondite. Los dos suben a la tarima del
estanque. Desde allí otean el horizonte)
FEDERICO: En la oscuridad, la muerte no pierde su asquerosa
puntualidad.
VICTOR: El vertedero es cada vez más grande que la misma ciudad.
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FEDERICO: (Mira a Víctor) Es admirable, pero tú no tienes miedo.
VICTOR: Prefiero morir de amor que morir sin libertad.
FEDERICO: No quiero volver a sentir mi cuerpo lacerado por las balas y el
odio.
VICTOR: Entiende, tu cuerpo ya no sentirá más el gatillo seco en la
alborada.
FEDERICO: Admiro tu valentía. Eres un pujante volcán, como tus
principios
(Víctor le da un golpecito amistoso en el hombro a Federico y le sonríe)
VICTOR: (Huele un olor nauseabundo) ¡Qué asco! De este estanque emana
un fétido olor a huesos ardiendo.
FEDERICO: Es imposible resistir este hedor a putrefacción, a pobreza,
soledad y desesperación.
VICTOR: Salgamos de acá (Ambos saltan al piso)
FEDERICO: Descansemos un momento sobre esos sacos.
(Se dirigen hacia esa zona. Cuando se van a sentar, descubren algo
siniestro)
FEDERICO: ¡Es espantoso! Aquí hay unos ojos blancos, de fiero mirar.
VICTOR: Y aquí yace una mandíbula que no tiene dientes ni alvéolos…
FEDERICO: En otras palabras, no tiene identidad.
VICTOR: Acá hay un retazo de camisa y un zapato desecho.
FEDERICO: Únicamente desechos.
VICTOR: Es lo único que queda de un hombre después que el tiempo y las
alimañas han hecho festín con su carne eclipsada.
FEDERICO: Fragmentos de carnes que luego se olvidarán en un montón de
perros apagados.
VICTOR: Encontré también unos dedos de una mano, varias monedas y
basura.
FEDERICO: El despojo humano reina en este universo amargo y salado.
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VICTOR: El terreno está poblado de cruces acalladas y huellas borradas.
FEDERICO: De voces apagadas por el sonido ensordecedor de las
chicharras.
VICTOR: Siento que el rocío de las estrellas es más grande que las lágrimas
en vela.
FEDERICO: En este universo de mayúsculas condenas, merodean nuestras
almas trashumantes.
VICTOR: Somos espectros hamletianos que deambulamos por los archivos
militares.
FEDERICO: ¿Dónde hemos venido a parar?
VICTOR: ¿Dónde estará el poeta?... Solían verlo escribir en una finca que
tenía su padre.
FEDERICO: ¿Dónde estará el cantor?... Solían escuchar su canto entre los
estudiantes y pobladores.
VICTOR: Dicen que lo vieron, por última vez, en una extraña noche de
agosto.
FEDERICO: Dicen que lo vieron, por última vez, en una extraña noche de
septiembre.
VICTOR: Dicen que yace al pie de un olivo.
FEDERICO: Dicen que lo vieron helado en un mesón de la morgue, al final
de una fila de jóvenes.
VICTOR: Dicen que su clandestina tumba había sido trocada para que
muriera perpetuamente.
FEDERICO: Dicen que en su réquiem, sólo unos ojos claros y algunas rosas
pudieron darle el último adiós.
VICTOR: ¿Quién cegó la lírica del poeta?
FEDERICO: ¿Quién despojó de su voz al cantor?
VICTOR: ¿Dónde hemos venido a parar?
FEDERICO: Nuestras vidas se extinguieron como unas débiles llamas
sacrificadas a la locura y a la intransigencia.
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(De pronto un resplandor ilumina el estanque. Enseguida, unos rayos
explosivos parten el cielo. Los dos personajes quedan en silencio y
expectantes)
FEDERICO: (Proyecta su vista hacia la parte inferior de la tarima del
estanque, se acerca a ella y recoge una luciérnaga muerta) ¡Oh Dios! ¡Qué
crimen más despreciable!
VICTOR: (Se acerca) Es una luciérnaga destrozada en mil pedazos en esta
fosa llena de cal.
FEDERICO: Pobre lucero del crepúsculo; ya no podrá teñir más de plata la
noche.
VICTOR: Es hermosa, pero se apaga con la facilidad de una cerilla. ¿Por
qué? ¿Por qué tiene que morir tan rápido?
FEDERICO: ¿Por qué la muerte de todo lo que es bello es rápida y violenta?
VICTOR: ¿Por qué una luz que fue en otro momento libertad y sincera
ingenuidad, se extingue en una sola noche?
FEDERICO: ¿Cuántas luciérnagas han sido brutalmente aniquiladas?
¿Cuántas más correrán destinos parecidos?
VICTOR: ¿Por qué resignarnos a que las luciérnagas sigan desapareciendo
por abandono, por odio, por intolerancia, por rechazo o por miedo?
FEDERICO: En el mundo no hay nada más que vida y muerte.
VICTOR: Es el juego eterno que resuelve toda la existencia.
FEDERICO: La vida nacía en la tierra, en las aguas subterráneas que
cruzaban mi casa.
VICTOR: La vida brotaba en mi campo y en la pobreza de las barriadas.
FEDERICO: Y la muerte ¿cuántas veces la esperé, cuántas veces me esperó?
En cada cosa había una insinuación de muerte. La quietud, el silencio, la
serenidad, fueron aprendizajes. La muerte estaba en todas partes. (Besa a la
luciérnaga)
VICTOR: Canto que mal que sales cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo. Espanto como el que muero desnudo…
FEDERICO: Luciérnaga de hierba, plenario de lo eterno. ¡Vamos, vuela libre
como los remolinos del desierto!
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(Federico lanza al aire la luciérnaga. Ella revive y comienza a revolotear por
todo el espacio. La escena se oscurece y brillan decenas de luciérnagas que
iluminan el escenario. Transición. Vuelve la luz anterior)
VICTOR: Tras este vertedero está el campo verde, la libertad: a las
luciérnagas la pueden ver y recordar, pero no alcanzar.
FEDERICO: A pesar de su fragilidad, ellas pueden provocar una explosión
de resplandor brillante que agujerea la oscuridad de la tierra.
(Los protagonistas se quedan un tiempo en silencio mirando más allá del
vertedero. Luego caminan sin rumbo entre la basura. Federico recoge unas
piedras y la observa acuciosamente)
FEDERICO: (Admirado) ¡Mira qué maravilla!
VICTOR: ¿Qué cosa?
FEDERICO: (Mostrando las piedras) Son estrellitas rotas esparcidas por el
cielo.
VICTOR: Te contaré que yo canté toda mi vida desde los andamios para
alcanzar las estrellas.
FEDERICO: Sabes tú que los relojes llevan la misma cadencia, y las noches
tienen las mismas estrellas.
VICTOR: Desde el cielo una estrella nos dice nunca es tarde, la paloma
volará.
FEDERICO: Tal vez esta noche nuestra estrella vuelva a brillar en el
firmamento.
VICTOR: (Se sienta entre medio de la basura y recoge un pantalón de
hombre. Le llama la atención; lo revisa y encuentra en sus bolsillos un
papel) A ver, aquí hay algo.
FEDERICO: ¿Qué es?
VICTOR: Parece una carta. Está quemada. Sólo se puede leer el último
párrafo… La verdad que no puedo distinguir lo que dice.
FEDERICO: (Se acerca) Dámela. Creo que tengo mejor vista (Víctor se la
entrega. Lee con dificultad) Amor, tus caricias las siento recorrer mi cuerpo,
dejando grietas como el mar con sus riachuelos submarinos… Te veo desde
la altura, como un pájaro que puede sentir el viento, sin cerrar sus ojos…
Como un ave que planea, observa, baja y te hace el amor. No tengo nada
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más. Sólo mis manos que revolotean en tu desnudez y mi corazón abierto al
sol. No dejaré de amarte nunca; me aferro a ti como la hiedra que crece
verde y segura; sus raíces en el aire no dejan caer jamás su tronco infinito…
VICTOR: Es un mensaje de un enamorado apasionado.
FEDERICO: Sí, seguramente de un hombre que amó intensamente a su
pareja.
VICTOR: (Se relame) El amor… ¿Te enamoraste alguna vez?
FEDERICO: Muchas veces.
VICTOR: ¿Y cómo te sentiste?
FEDERICO: Muy extraño.
VICTOR: ¿Por qué?
FEDERICO: El amor me dejó un sabor agridulce.
VICTOR: ¿Acaso no fuiste correspondido?
FEDERICO: Amé con pasión, pero no recibí la misma entrega.
VICTOR: ¿Sufriste frustraciones?
FEDERICO: Sí, muchas. Mi corazón oprimido sintió, junto a la alborada, el
dolor de sus amores y el sueño de las distancias.
VICTOR: El amor es un camino que de repente aparece, y de tanto
caminarlo se te pierde.
FEDERICO: Tienes razón el amor a veces se pierde. Yo lo extravié en el
recodo de algún camino… ¿Amor por qué te perdí por siempre en aquella
tarde clara? Hoy mi pecho está reseco como una estrella apagada (Se
quiebra su voz y esconde el rostro en sus manos)
VICTOR: (Se acerca y abraza fraternalmente a Federico) ¡Qué corazón!
¡Cuánto ha tenido que amar, cuánto que sufrir!
FEDERICO: (Llora en silencio) ¡Ay Dios!
VICTOR: (Comprensivo) Me he dado cuenta que somos parecidos.
FEDERICO: ¿Así? ¿Cómo?
VICTOR: Somos alegres, pero tenemos una nostalgia constante.
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FEDERICO: Ello ocurre porque nos arrancaron el alma siendo muy jóvenes.
VICTOR: Sí, en la plenitud de nuestros sueños.
FEDERICO: ¿Y tú, te enamoraste alguna vez?
VICTOR: Sí.
FEDERICO: ¿Cómo te sentiste?
VICTOR: Maravillosamente feliz.
FEDERICO: ¿Alguien en especial?
VICTOR: De unos ojos que fueron como el viento y el mar. Ellos son mis
únicos tesoros que no me pudieron quitar.
FEDERICO: Te admiro por mantener ese amor imperecedero, aunque en
este vertedero la noche sea lo único eterno para nosotros.
VICTOR: Siento en tu voz un dejo de tristeza e incredulidad.
FEDERICO: Y también angustia. Soy un maníaco-depresivo.
VICTOR: Probablemente nunca te sentiste libre para expresar tu verdadero
sentir.
FEDERICO: Tú no viviste la época de mantos de oro y púrpura. La
mascarada de la hipocresía y la doble moral.
VICTOR: Esa es una excusa. Acaso fuiste un timorato.
FEDERICO: Ahora lo puedo confesar: fui un cobarde.
VICTOR: Para mí tampoco fue posible llevar a cuesta mi militancia y mis
contradicciones de vida.
FEDERICO: Yo me escudé en mis personajes.
VICTOR: Y yo en la imagen revolucionaria.
FEDERICO: Fui un constructor, un poeta de metáforas del dolor.
VICTOR: Y yo un cantor de los desamparados.
FEDERICO: Tuve que encubrirme en uno de esos solteros por convicción
muy sensible, artista, locuaz y divertido.
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VICTOR: Te ocultaste en el velo del disimulo, y nunca llegaste a rebelarte.
Al final te sometiste y aceptaste.
FEDERICO: Fui una marioneta más de mi obra. En ese tiempo pensaba que
si deseaba al hombre, podía intentar convertirme en su objeto de deseo. Es
por eso que me caracterizaba de mis personajes femeninos para ocupar sus
figuras, y esperar a que él viniera a consumir mi boca. Me decía: Tendré
que esmerarme en el artificio, ocultar mi barba, depilarme piernas, pecho y
brazos, ponerme peluca, quizá maquillarme... y tratar de esconder la
evidencia de aquello que me hace hombre. Creía que para estar con el
hombre, tenía que disfrazarme de mujer.
VICTOR: Estás hablando con verdad. Atrévete, cuenta todo lo que tienes
escondido en tu corazón.
FEDERICO: No me atrevo.
VICTOR: Ten confianza. Yo te escucharé; no te juzgaré.
FEDERICO: ¿Quieres que te revele mis pesares?
VICTOR: Te escucharé.
FEDERICO: Bueno. ¿Me puedes esperar un poco?
(Federico toma una bolsa de basura transparente y bota su contenido.
Posteriormente, se la coloca en su cuerpo)
VICTOR: ¿Qué haces?
FEDERICO: Para desnudarme necesito transformarme como un actor.
VICTOR: Está bien; hazlo como te parezca mejor.
(Un cenital azul ilumina directamente al protagonista. En el fondo del
escenario, un haz de luz dibuja la silueta de una luna llena. Federico,
mientras va diciendo sus textos, hace suaves movimientos plásticos con su
cuerpo e intenta salir de la bolsa que insinúa un capullo)
FEDERICO: Mi luna confidente; a ti abro, mi corazón sombrío, caliente, y
palpitante. A ti desnudo mi soledad sin descanso. A ti, te confieso. A ti, te
hablo al oído, buscando en secreto aromas de mi existencia, preñada de
amor con delirio y penoso tormento. Légamo de hipocresía, niebla de
prejuicios que me aterran y encierran en este silencio lleno de engaño;
oscuridad…cárcel de mi realidad...¡¡Piedad!!... En mis oídos anidan las
campanas de mi infancia, voces filosas, dagas que hieren y gritan:
¡¡Federica!!... Con hilos tejen mi voz y retuercen sus máscaras con su ropaje
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de devota arcilla de pureza… ¡Ay luna!... Conjuro de soledad, tormenta de
amores imposibles…Los que dicen quererme se esfuerzan por ocultar este
retazo de carne viva en una negra mortaja, cubierta de velas y lágrimas…
¿Por qué me han de lapidar si soy astilla del mismo madero del Cristo
sacrificado?... ¡Qué amargos son mis pasos! La pasión del alma me acongoja
y mis entrañas se rasgan medrosamente en las alegorías de las palabras…
Luna no quiero seguir penando, por favor, llévame por el cielo como un niño
de la mano. Llévame lejos porque ya siento los caballos de los gitanos y ellos
harán con mi corazón collares y anillos blancos. (Rompe la bolsa y se libera
con toda su desnudez dolida. Silencio)
VICTOR: Cuánto dolor igualado hay entre tantos que nos decimos hombres
y que, sin embargo, nos traiciona el deseo de vivir otra vida.
FEDERICO: Si tú supieras, estoy muy herido por lo vivido.
VICTOR: ¡Anda! Sigue expulsando esos fantasmas que te esclavizaron toda
tu vida. En este páramo no tenemos que seguir inmolando nuestra sangre.
FEDERICO: (Da un grito fuerte y profundo) ¡Aaaaah! (Luego se dirige hacia
un saco de cal y con sus manos empieza escarbar y arrojar al piso
infinidades de objetos destrozados. Su ropa y su rostro se ensucia con cal)
Tienes razón. Ahora somos libres e inocentes.
VICTOR: (Va hacia otro saco de cal; hunde sus manos y lanza al aire un
puñado del material) Ahora podemos expresar lo que pensamos y sentimos,
sin que nadie nos flagele.
FEDERICO: Y sin tener que fustigar nuestras espaldas.
VICTOR: ¡Anímate! ¡Hagamos oír nuestras voces altas y claras! A ellas no
las pueden acallar ni atacar
FEDERICO: Creo que ahora podemos develar la naturaleza de nuestros
signos.
VICTOR: En este minuto podemos decir sin atadura, por ejemplo, insomnio.
FEDERICO: (Con volumen de voz suave) Voz masculina que me atrapa.
VICTOR: Romance.
FEDERICO: (Con volumen voz media) Golondrina de alas cortada.
VICTOR: Murmullo.
FEDERICO: (Con volumen de voz fuerte) Bocas ajenas. Espanta.
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VICTOR: Amante.
FEDERICO: (Con volumen de voz muy fuerte) Profundidades húmedas.
VICTOR: Amar
FEDERICO: (Pausa. Luego con volumen de voz normal) Tesoro oculto, cruz
y dolor mojado.
(Ambos se observan)
VICTOR: Tienes una mirada carismática.
FEDERICO: Y tú una ancha sonrisa.
(Los dos hombres se observan con simpatía)
VICTOR: El amor y la muerte han sido para nosotros como una tragedia
griega.
FEDERICO: ¡Ay muerte mala! ¡Deja para el amor la verde rama!
VICTOR: Es urgente el silencio y el recogimiento porque en ellos está
también el germen de la poesía.
FEDERICO: Hablas como un místico que pisa la tierra.
VICTOR: (Sonríe) Cuando estudiaba en el seminario me decían el místico.
La verdad que me alejé del tema religioso; no era mi vocación. Siempre me
ha impactado la miseria, la enfermedad y el niño desnutrido. Me parece que
eso es mucho más profundo que el pensamiento sobre Dios.
FEDERICO: Fuiste un artista comprometido con tu historia y tu pueblo.
VICTOR: Constantemente pensé que los artistas no podemos mirar al
pueblo desde una torre de cristal y entregarle nuestras virtudes. Tenemos
que sentirnos de igual a igual, y para hacerlo, hay que conocer su lenguaje,
su vida, convivir con ellos; ser capaces de entrar a su casa.
FEDERICO: Es muy fácil convertirse en poeta, pero más difícil es mantener
el compromiso con su pueblo.
VICTOR: Todo hombre o mujer siempre debe ser consecuente con su ideales,
hasta el último aliento ¡nunca claudicar!
(Se siente nuevamente el ruido subterráneo de motores. Federico está tenso;
en cambio, Víctor se mantiene expectante)
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FEDERICO: (Con miedo) ¡Las máquinas nos acechan!
VICTOR: (Tranquilo) ¡Tranquilo! A las energías radiantes no las pueden
dañar.
FEDERICO: ¡Son los motores del exterminio!
VICTOR: (Decidido) ¡Somos más fuertes que ellos! Podemos volver y
atormentar sus conciencias de por vida.
(Víctor lleva sus manos hacia su cabeza y se concentra; Federico lo imita. El
ruido de los motores se aleja. Breve pausa. Surgen sutiles sombras
espectrales que deambulan en el espacio y se escuchan voces ininteligibles)
FEDERICO: ¿Escuchas?... Llegan más voces.
VICTOR: ¡Nos hablan!
FEDERICO: ¡Nos saludan!
VICTOR: Se sienten en las piedras y muros.
FEDERICO: Vienen de muy lejos.
VICTOR: Musitan trocitos de vida truncada.
FEDERICO: Es una procesión de voces que busca su eterno descanso.
VICTOR: Nos fuimos solos y volveremos miles.
(Se pierden in crescendo las voces)
FEDERICO: Ya no se escuchan.
VICTOR: El viento las lleva lejos, a una plaza de pañuelos blancos…
(Pequeñas luces revolotean por el ambiente. Pausa. Se dirige a Federico)
¿Cómo te sientes?
FEDERICO: Ahora un poco más tranquilo. Al principio sentí recelo por el
ruido ensordecedor de esas máquinas. Disculpa, soy muy temeroso y
asexuado como un ángel medieval.
VICTOR. No tienes que pedir disculpa por ello. Nunca.
FEDERICO: Eres una persona muy comprensiva. Me estremeces (Pausa)
¿Te puedo pedir algo?
VICTOR: Lo que quieras.
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FEDERICO: Por favor, canta, canta algo dulce de tu tierra.
VICTOR: Con gusto lo haré, compañero. Iré por mi guitarra. Espero que no
esté tan desafina como nosotros (Víctor va hacia su estuche y saca su
guitarra)
FEDERICO: ¡Fantástico! Por primera vez te oiré cantar.
(Víctor canta el tema “Paloma quiero contarte”, proyectando a Federico)
Paloma quiero contarte
que estoy solo, que te quiero
que la vida se me acaba
porque te tengo tan lejos.
Palomita verte quiero.
Lloro con cada recuerdo
a pesar que me contengo,
lloro con rabia pa’fuera
pero muy hondo pa’dentro.
Palomita verte quiero.
Como tronco de nogal,
como la pieira del cerro,
el hombre puede ser hombre
cuando camina derecho.
Palomita verte quiero.
Cómo quitarme del alma
lo que me dejaron negro.
Siempre estar vuelto hacia fuera
para cuidarse por dentro.
Palomita verte quiero.
FEDERICO: ¡Es hermosa! Me imagino que esa canción la hiciste para una
mujer que amaste mucho.
VICTOR: Así fue. Se la compuse hace mucho tiempo a mi gringa amada.
FEDERICO: ¡Cómo te debe extrañar!
VICTOR: Tanto como yo a ella. En estas oscuridades inalterables aún
replico: Te quiero mucho más con el corazón que con la cabeza, y si estás tan
dentro de mí es porque así como eres, eres toda para mí.
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FEDERICO: Es una historia de amor, del verdadero amor, de aquel que
surge desde el fondo de la vida y que lo embellece todo.
VICTOR: Sí, una historia simple como la guitarra campesina, como una
figurita pintada en Talagante; como un camino, un álamo, una flor.
FEDERICO: Eres tan sensible como yo.
VICTOR: Mi canto y sensibilidad vienen de Amanda, mi madre: campesina y
cantora popular. Aunque te contaré que en mi tierra ser sensible es parecido
a amaneramiento.
FEDERICO: Es una pobre manera de estigmatizar al soñador que se
empeña en una búsqueda interna para darle savia a su imaginación.
VICTOR: (Sonriente observa la maleta) Me intriga lo que llevas en la
maleta.
FEDERICO: ¡Ah! ¿Te gustaría ver qué guardo en ella?
VICTOR: Pero por supuesto.
FEDERICO: (Va hacia la maleta y la abre. Saca dos marionetas) ¡Mira!
Estas son mis hijas.
VICTOR: ¡Marionetas! ¡Qué simpáticas! Sabes, desde niño me gustaron esos
muñecos.
FEDERICO: ¿De veras?
VICTOR: Sí, harto.
FEDERICO: ¿Te gustaría ver una función de marionetas?
VICTOR: Me encantaría.
FEDERICO: Bueno, ponte cómodo, voy a iniciar la función.
(Víctor hace el sonido típico de una trompeta al iniciar un espectáculo.
Federico, en tono de farsa, desarrolla la representación)
MARIONETA 1: ¿Por qué lloras mozuelo?
MARIONETA 2: (Lloroso) Te vas a Paris y me dejas muy solo.
MARIONETA 1: No llores, sino la gente te dirá mariquita.
MARIONETA 2: No me importa. Ambos sabemos que somos almas gemelas.
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MARIONETA 1: (Saca un pañuelo de su vestuario) Majo toma este pañuelo
y seca esas lágrimas extensas como el Guadalquivir.
MARIONETA 2: ¿Por qué te vas bigotito mío?... Renuncias a mí por un perro
de celuloide que me llama asqueroso.
MARIONETA 1: Lo siento, pero la miel es más dulce que la sangre.
MARIONETA 2: (Lloroso) Esta despedida no me hace puñetera gracia.
MARIONETA 1: No me jodas con tus lloriqueos que me toco de nervios.
MARIONETA 2: Quizás no tenga una segunda oportunidad para amarte.
MARIONETA 1: Las historias tienen un principio y como todo, un final.
MARIONETA 2: Lo bueno de las historias es creer en ellas y nunca pensar
en el final.
MARIONETA 1: De esta historia no debes creer nada ni siquiera en mis
cartas.
MARIONETA 2: Me quedaré con lo bello que nos unió: la amistad, el amor y
la esgrima.
MARIONETA 1: ¡Odio la esgrima! ¡Esto se acabó, se acabó y se
requeteacabó! ¡Brrrrrrrr!
MARIONETA 2: ¡Este amor no se puede acabar! (Llora) ¡Guaaaaaaaaaa!
MARIONETA 1: Cuando estemos lejos, deseo, ¡mon cheri, una larga carta
tuya!
MARIONETA 2: ¡Noooo! ¡No te vayas! Me siento como un náufrago en la
pendiente escabrosa del amor.
MARIONETA 1: Si te sirve de consuelo, te doy mi palabra que te recordaré
en todas mis pinturas. Es más, en una de ellas tu cabeza estará unida a la
mía.
MARIONETA 2: Será como un beso eterno.
MARIONETA 1: Un beso trágico, como los amores imposibles.
MARIONETA 2: Cantaré a tu corazón astronómico y tierno, de baraja
francesa y sin ninguna herida.
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MARIONETA 1: Yo, en cambio, te cortaré en mil pedazos las manos y un ojo
con bisturí.
MARIONETA 2: Pensaré en ti, y todo lo que soy se partirá en pedazos.
MARIONETA 1: Yo me alegraré de tu muerte y te negaré mil veces.
Maldeciré tus sueños y frustraciones.
MARIONETA 2: Yo recordaré el sueño de un hijo que nunca pude tener.
MARIONETA 1: ¡Qué risa! (Burlón) ¡Jo, jo, jooo! Las mismas palabras me
repite Gala en las sábanas de otros hombres.
MARIONETA 2: Bigotito mí; te quiero mucho; algún día volveremos a
vernos. ¡Qué bien lo pasaremos!...
MARIONETA 1: Eso nunca ocurrirá; antes te meterán dos tiros por el rabo.
MARIONETA 2: (Muy enojado) ¡Bigote retorcido, eres un narcisista, fascista
y voyerista!…Ojala que Gala te ponga los cuernos con todos tus amigos y
nunca pueda parir un crío tuyo. (Le pega con el pañuelo en la cabeza y lo
persigue. Gritos. Salen ambos corriendo)
VICTOR: (Ríe a carcajadas y aplaude) ¡Qué divertido! Eres un gran
comediante. Te lo dice sinceramente un hombre de teatro.
FEDERICO: ¿Te gustó?
VICTOR: ¡Muchísimo! Aunque en el fondo la historia es muy triste.
FEDERICO: El argumento tiene mucho de realidad.
VICTOR: (Complaciente) Comprendo.
FEDERICO: Esto era parte de mi oficio de artista.
VICTOR: ¿Qué más hacías?
FEDERICO: También escribía poesía, teatro; dibujaba y componía
canciones.
VICTOR: Eras un artista multifacético.
FEDERICO: Era un poeta y artista inquieto; sólo eso.
VICTOR: Eres humilde, un maestro… (Mira al cielo) Queda poco tiempo
para las primeras luces.
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FEDERICO: Tengo el convencimiento que, al llegar el alba, las madres
escucharán nuestras voces y resistirán frente a la fosa vacía.
VICTOR: Y en la huella del infinito nos encontrarán y volverán a fundarse
nuestras manos en el viento.
(Se siente un viento fuerte que levanta una gran polvareda en todo el
espacio. Unos sacos de cal caen al suelo y dejan al descubierto un cráneo
humano y pertenencias de hombres y mujeres. Ráfagas de luz ilumina el
fondo del escenario. Los hombres se mantienen seguros en sus áreas. Se
extingue el viento y los protagonistas perciben el contenido de los sacos. Se
dirigen a ellos)
VICTOR: (Levanta el cráneo) Es un cráneo de una persona (Le observa)
Tiene dos orificios en la parte de atrás.
FEDERICO: Pueden ser agujeros de balas.
VICTOR: Sí. A ese pobre golpes y balas le vedaron la luz.
FEDERICO: ¡Qué dolor!... Al menos sabemos cómo sucumbió por la tropelía
del delirio; en cambio, hay otros que nunca encontrarán sus cuerpos de
sedas en los fangos de la tiranía.
VICTOR: También hay casquillos de diferentes calibres; huesos, restos de
ropa, zapatos; libros, mordazas; desechos de animales y muchas cartas. Todo
está salpicado con sangre.
FEDERICO: Esto es un infierno de incensarios perturbados y de una
demencial gloria.
(Vuelve a sentirse el ruido subterráneo de motores. Los personajes quedan
en alertas)
VICTOR: No paran de traer más y más cargamentos.
FEDERICO: ¿Qué hacemos?
VICTOR: Declama con ardor tus poemas.
FEDERICO: Entona con pasión tus canciones.
VICTOR: ¡Resistamos!
AMBOS: (Ambos se concentran) ¡No nos moverán!
(El ruido se aleja)
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FEDERICO: Se retiran. Ya no vendrán para acá.
VICTOR: El vertedero ya está muy lleno, es posible que lleven el
cargamento al río, allí es muy fácil deshacerse de las cenizas.
FEDERICO: El río también está copado de cruces.
(Repentinamente un fuerte resplandor ilumina la escena)
VICTOR: (Proyecta al cielo) ¡Mira! ¡Cae una estrella fugaz!
FEDERICO: Es considerablemente más grande que lo normal.
VICTOR: Es más intensa que una estrella. Es una bola de fuego
incandescente que convierte la noche en día.
(El ambiente se torna de color ámbar intenso)
FEDERICO: (Admirado) ¡Las llamas crepitantes iluminan la tierra y el
cielo!
VICTOR: ¡El fuego enciende el vertedero!
FEDERICO: Una lengua de fuego fastuosa abraza los rincones más
siniestros de esta necrópolis.
VICTOR: (Con sus brazos aprisiona algo imaginario del aire y lo lleva a su
pecho) ¡Al fin abrazamos la luz! ¡Mucha luz!
FEDERICO: Ten cuidado, mucha luz es como la oscuridad; no deja ver.
VICTOR: Esta luz nos sana y nos hace más humano.
FEDERICO: Es la luz que nos quitaron.
VICTOR: La luz de tu poesía y mi canto.
(Víctor abre sus manos y los personajes quedan iluminados con una cruda
luz. Pausa. Cae repentinamente una lluvia intensa)
FEDERICO: (Muy feliz) ¡Llueve a cántaros!
VICTOR: Cuando el espíritu se congrega con el agua de la vida, es posible
vencer el caos y comenzar una nueva creación.
FEDERICO: ¡El agua vierte amor!
VICTOR: ¡El agua fecunda la tierra!
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FEDERICO: ¡El agua nos limpia y nos hace original!
VICTOR: ¡El agua cura nuestras heridas!
FEDERICO: La del amor…
VICTOR: La de la vida…
FEDERICO: Y la de la muerte…
VICTOR: El agua cicatriza nuestras tres heridas.
FEDERICO: El agua aísla de mi cuerpo el paredón de olivos.
VICTOR: La luz desarraiga de mi vista la risa siniestra del ejecutor.
FEDERICO: El agua ahoga los cien gitanos y las sombras negras que
acompañaron mi martirio.
VICTOR: La luz extirpa de la carne los cuarenta y dos disparos necios que
cegaron mi vida.
FEDERICO: El agua hace brotar el amor y la belleza en las tinieblas.
FEDERICO: (Observa el espacio) ¡Ya amanece!
VICTOR: ¡Qué la noche haga suya nuestras llagas y que la aurora, colmada
de luz, nos traiga la esperanza!
FEDERICO: Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio y le dejan
divinas heridas de diamante.
VICTOR: ¡Vamos! ¡Corramos por el campo verde de Lonquén y Fuente
Vaqueros!
(Los hombres se miran; se iluminan sus rostros y corren libres por todo el
espacio. La lluvia es más intensa. Luego trepan la tarima del estanque)
FEDERICO: (Mira hacia el interior del estanque y lanza una pequeña
piedra hacia el agua) La fuente ahora es cristalina; pide labios y suspira el
viento.
VICTOR: Y ya no huele a cadáveres sin sepulturas.
FEDERICO: (Con voz fuerte) Amanda y Vicenta, emblemas del espíritu,
arrímense a esta agua diáfana para purificar sus corazones y para evocarnos
en paz.
35
VICTOR: (Profundo) Madre, si me lloras hazlo siempre de pie, porque la
muerte no puede con las madres en pie. No pueden las serpientes envenenar
su fe.
VICTOR: Federico, la luz y el agua nos devolverán nuestros nombres y
apellidos.
FEDERICO: Volver, volver, volver es el despertar tenaz en el final del
recorrido.
AMBOS: Mutilados de noche nos fuimos y con las fauces luminosas del
crepúsculo volveremos.
FEDERICO: (Convencido) Víctor ¡Canta, canta con más fuerza!
VICTOR: (Canta) Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la
vida…
(Ambos, en actitud de ritual, se despojan de sus vestimentas y se introducen
al estanque. Comienzan a efectuar dóciles movimientos liberadores en el
agua. Se escucha cantar a Serrat el poema de Miguel Hernández “Llegó con
tres heridas”. La luz es azul y en resistencia)
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
TELON
Iquique, verano, 2010
DELIRIO
36
De Iván Vera-Pinto Soto
“Me siento muy vinculado a usted [...] mi vida y la suya se parecen mucho en cierto
sentido”, del Führer a Hamsun
Personajes
Hombre: No tiene edad, no tiene nombre
(El escenario está dividido en tres espacios definidos por la iluminación. Uno
de ellos es un cuarto lúgubre donde hay una vieja cama, un bastón, un
jarrón de loza, una silla y sobre ésta un lavatorio. En la otra zona hay una
banca de plaza. En la tercera área, ubicada en el foro, habrá un cilindro
metálico y unos libros. En la pieza hay un hombre semidesnudo, de aspecto
enfermizo y desgreñado que duerme en un catre. Se escucha lejano el sonido
de un despertador que repica las ocho horas y por una ventana abierta entra
el bullicio de gente. El ambiente es claro. El protagonista se despierta,
bosteza, estira sus brazos, levanta su torso y mira malhumorado a su
alrededor)
HOMBRE
Este cuarto de mierda me provoca un terror profundo; lo siento tan tétrico y
vacío. Además, ya no me queda nada, ni siquiera una sombra de apariencia
digna. Únicamente me rodean las telarañas y unas decenas de zancudos
noctámbulos que extraen de a gota mi sangre ¡Carajo! No sé cuánto tiempo
llevo durmiendo. En medio de los desmayos y desvaríos, he perdido la noción
de las horas.
(Se levanta lentamente; se sienta en el borde de la cama. Luego se agacha y
recoge del piso un papel y un lápiz. En el mismo suelo intenta escribir; sin
embargo, no puede, porque siente un dolor en el abdomen)
¡Mierda! ¡Tengo hambre! ¡Mucha hambre!
(Se desliza por el piso y saca debajo de la cama una bolsa de género. Mete su
mano en busca de algo. No encuentra nada. Lanza la bolsa con furia hacia
un rincón)
37
¡Qué cagada! No tengo ni un mísero pan para comer
(Se estira en el suelo con su cuerpo mirando el cielo)
Me siento tan agotado de escuchar promesas, eternos “no” e ilusiones que
nacen y se desvanecen con la rapidez de un rayo.
(Se levanta con dificultad y toma del borde de la cama un pantalón, una
camisa y un saco de vestir. Se viste con desgano)
Lo peor de todo es este desgastado vestuario, no me permite presentarme en
ningún sitio de manera decente.
(De la cama toma la almohada y le habla como si fuese un personaje)
Señor director, disculpe por molestarlo, traigo estos artículos sobre algunos
temas increíbles que se me ha ocurrido escribir en cementerios, plazas y en
muchos lugares donde he vagabundeado. Estoy seguro que le va a gustar.
Escuche; le leo uno para que vea de qué se trata… ¿No tiene tiempo para
escucharme? ¿Qué vuelva en unos días más? ¿Qué usted me va a
llamar?...Entiendo…Sí, disculpe… (Habla para sí) Las mismas palabras de
siempre: “lo llamaremos” “estudiaremos su propuesta”… En las editoriales
me dan de portazos en las narices o me dicen palabras de buena crianza. En
vano escribo con pasión.
(En los próximos textos lanza la almohada contra la pared. Luego coge el
bastón y con furia golpea la almohada en el piso. Prontamente con sus
manos la hace trizas y la lanza a los aires. Caen muchas plumas por el
espacio. Con el bastón intenta golpear las plumas)
¡Cretinos! ¡Mierdas! ¿Qué se han creído? ¿Acaso debo besarle el culo para
que me publiquen y me paguen unas míseras monedas? Los voy a reventar a
todos cuando sea un escritor famoso. Me tendrán que limpiar los zapatos con
su lengua y lamerme el pene. ¡Mueran ratones de cola pelada! ¡Hijos de
puta! ¡Miserables! ¡Mal paridos! Ya verán cuando tenga fama y poder...
(Agotado arroja la vara a los pies de la cama. Transición. Ríe desquiciado)
¿Famoso?... ¿Y para qué mierda quiero ser famoso?... ¡No, eso no! Si llegara
a ser famoso, perdería la libertad de la que gozo hoy como mísero
desconocido. Me vería obligado a cambiar mi vida por la dolorosa existencia
de un desviado, sucio de popularidad…Prefiero vivir apartado del mundo,
lejos de príncipes y cortesanos. He conocido a varios que, aparte de ser
ególatras, pretenden que se les reconozcan cierto halo de sabiduría
inexistente ¡Váyanse a la mierda los famosos y falsos! Yo no vivo de la
vanidad ni la ambición social.
38
(Va hacia un jarrón de loza; vierte de él agua en el lavatorio y mete su
cabeza. Pausa. Luego se seca su cara con el cubrecama. Después, humedece
con un poco de agua las brillantes rodilleras del pantalón para
ennegrecerlas y darles aspecto renovado. En seguida, se coloca un saco de
vestir. Toma del piso algunas hojas y un lapicero; los guarda en el bolsillo de
su vestón. Antes de salir mira el bastón; hace un intento de tomarlo, pero se
arrepiente de recogerlo)
Es mejor dejar de pensar y salir de este cuartucho asfixiante.
(Se desplaza sigilosamente hacia el área de la banca)
Bajaré en silencio. No debe verme la dueña de casa; le debo un mes de
arriendo y no tengo ni una puta moneda en mis bolsillos.
(Se ilumina la plaza. Se escucha el tráfico de la ciudad. Pausa. El hombre se
inquieta y se pasea de un lado a otro)
Este maldito tráfico me pone muy nervioso; me acelera y me dan ganas de
escapar de este mundo… ¡Si tuviera algo que comer sería todo muy distinto!
(Observa a la gente que pasa) Tanta gente hay en esta ciudad, pero nadie
tiene tiempo de mirar, parar, conversar y ayudar. Creen que viven solos en
este planeta. Todos corren, atropellan, golpean, compiten, luchan y giran sus
ojos a la nada… ¿Qué pasará por sus mentes? ¿Cuáles serán sus
preocupaciones? ¿En qué soñarán? ¿Soñarán?... ¡A nadie le importa un
carajo lo que le pasa al otro!... No me gusta la gran ciudad; me gustaría
volver a mis viejas raíces rurales (Proyecta su vista hacia una mujer
imaginaria) Esa mujer que está en la puerta del almacén posiblemente esté
preocupada en qué comprar para su almuerzo… No puede ser; tiene un solo
diente en la parte superior ¡Qué asco! Su cara me produce repugnancia.
Tiene un gran colmillo amarillo que parece un pequeño dedo que sale de la
mandíbula, y su boca está todavía llena de alguna comida asquerosa que
comió hace poco ¡Qué se cree la infeliz! Me observa con menosprecio, como si
yo fuera una cucaracha repugnante. La verdad que su aspecto y su mirada
me anula el apetito, incluso hasta me provoca vomito (Grita) ¡Vieja
nauseabunda!
(Hace un gesto grosero a la mujer. Se sienta en la banca. Saca unos papeles
e intenta escribir algo, no puede. Vuelve a mirar a su alrededor)
¡Ajá! Allá viene Rodolfo, mi amigo (Se levanta de la banca y saluda de
manera muy afectiva a un personaje imaginario) ¡Hola, Rodolfo! (No recibe
respuesta) ¡Qué extraño no me saluda y sigue apurado su camino como si yo
no existiera!… ¿Por qué irá tan a prisa? Ni siquiera pensé pedirle plata; al
contrario, quería contarle que en pocos días le devolvería la frazada que me
prestó. Seré un muerto de hambre, pero digno ¿Por qué la gente es tan cruel
cuando uno está pasando por un mal momento?... ¡A la mierda los amigos!
¡Todos los amigos son enemigos! ¡A la mierda esa gente de mierda!
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(Hace un gesto grosero. Respira profundo. Pausa. Se levanta se traslada al
borde del escenario)
Desde aquí puedo ver el fangoso y mal oliente río que cruza la avenida; al
parecer, ya a nadie le molesta el ensordecedor ruido que provoca sus
turbulentas aguas, plagadas de animales muertos, basura y excremento
humano. Desde luego, todos se han acostumbrado a vivir en esta creciente
inmundicia y en la vasta fealdad. Todos ellos: hombres, mujeres y niños son
los inventores de esta gigantesca cloaca. Es increíble cómo la gente y el
espacio se desgarran en sangrantes pedazos. Soy un morboso voyerista que
siente placer al observar a vagabundos que fornican; muchachos que hacen
estallar sus venas con la alquimia más barata y a enamorados que se
prometen un amor eterno que no existe y nunca existirá…Podría escribir
acerca de todo lo que mis ojos desorbitados atrapan. Pero ¿para qué? ¿A
quién le importa lo que escribo? A nadie. Lo único que me preocupa es que
estoy solo y hambriento. Hoy en día, extrañamente, mi aliado es el
conspirador y perpetuo ayuno que nubla mi juicio…
(Siente un fuerte dolor abdominal que lo dobla en dos. Comienza a girar
mareado por todo el espacio. Se detiene y hunde sus dedos en su vientre)
¡Hambre! Mi fiel compañero. Retuerces con furia mis intestinos, mis dedos,
mis zapatos, y te transformas en mi expiración pausada, olvidada y deseada
infinitamente desde que me engendraron. Aunque no quiera mi conciencia,
eres tú quien gobierna mis lóbregos y sombríos sueños. Hambre, eres el
testamento escrito en tinta densamente negra, helada, alucinada y retorcida
en mil nudos de marinos ciegos. Hambre, eres infección engendrada en un
festín de sangre, de esperma y paranoia de un burdel infausto. Hambre,
militante dolor; cruz y hostia envenenada que ni siquiera la religión católica
apostólica podrá excomulgar ni resucitar. Hambre, fiebre apremiante y
espoleada; vives en los inconmovibles temblores que remecen los lugares
más secretos de mi carne y esqueleto. Ante tu presencia, los goterones de
amor que me dan los pocos rostros amistosos son minúsculas moléculas que
no alcanzan aplacar el llanto hecho polvo en las cuencas vacías de mis
afiebradas alboradas
(Le vienen arcadas profundas que le vuelven a doblar el cuerpo de dolor.
Pausa. Se recompone y proyecta alucinado el cielo. Una luz cruda cae sobre
su figura)
¡Oh Dios! Me miro y me reconozco como un insecto agonizante, embargado
por el aniquilamiento en medio de este universo próximo a dormirse. Lo sé…
Lo sé…Es el dedo de Dios que ha dejado fibras y finas raicillas arrancadas
a los hilos de mis entrañas…Es Dios que me toca y luego me deja tranquilo,
en paz, pero con la herida abierta en mis frágiles intestinos. Por momentos
siento dolor en mis brazos, en mis piernas, en todo mi cuerpo. Es mejor que
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camine para que no se me adormezcan los músculos, sin mirar a la gente ni
pensar en nada.
(Se pasea rápidamente alrededor de la banca. Luego se detiene
bruscamente)
¡Basta! Es mejor escribir… Sí, escribir todo lo que siento en este momento de
angustia. Debo escribir para comer y debo comer para escribir.
(Se mira su mano derecha con un deseo incontrolable. Se mete el dedo
índice en la boca y empieza a chuparlo)
¿Y si lo mordiera?
(Cierra sus ojos y lo muerde. Contiene el dolor. Se extasía con la sensación
dolorosa. Pausa. Saca unas hojas y un lápiz de su chaqueta. Se envuelve la
mano derecha con un pañuelo que extrae del bolsillo de sus pantalones. Se
arrodilla y apoya en la banca el papel)
Escribo con la mano envuelta en trapo, porque no soporto mi propio aliento
sobre ella… (Intenta escribir) ¡Mierda! ¡No puedo escribir! ¡Tengo la mente
castrada por la necesidad de comer! El hambre hunde mi mente en el
silencio inconmovible; la cabeza está vacía; el pensamiento se ausenta de mí
y el peso abrumador gravita sobre mis espaldas.
(Siente mosquitos que se posan en su rostro y los espanta con sus manos)
¡Diablo! ¡Fuera de aquí mosquitos! ¡Váyanse al infierno! Quieren devorar mi
cabeza con sus tentáculos (Lanza manotazos al aire para intimidar a los
mosquitos que ahora se posan en sus hojas) ¡Monstruos, dejen mi escritos!
No posen sus patas asquerosas, llenas de excretas sobre mis escritos; dejen
tranquilos a mis puntos y comas.
(Se escuchan unos clarines al viento. Guarda velozmente en su chaqueta los
papeles y se queda en alerta con la vista extraviada. Al instante empieza a
temblar su cuerpo)
Percibo un temblor convulsivo y extraño que recorre mis nervios, como si
estuviese bajo el dominio de una fuerte corriente huracanada. Tal vez, es la
impávida muerte que ya viene. (Se esconde detrás del banco) ¡Nooooo!
¡Déjame diosa enlutada; aún no me puedes llevar! ¡Tengo que dejar huellas
en este mundo! Escúchame, virgen enlutada; aún no me puedes llevar, antes
tengo que cumplir el mandato divino: limpiar de la faz de la tierra la miseria
y el hambre… (Grita) ¡Nooo! ¡Qué dolor! El hambre se clava en mi piel y me
devora parsimoniosamente las carnes y los huesos (Se toma la cabeza) El
pelo se me cae a grandes mechones y los dolores de cabeza son más intensos.
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(Se cubre la cabeza con sus manos. Pausa. Sale secretamente de su
escondite. Escucha atento)
Ya no se oyen los fatídicos clarines que resonaban sin cesar hace pocos
momentos en mis oídos ¡Qué alivio! Al parecer, fugazmente se alejó la
muerte con su largo manto de llanto y soledad (Llora en silencio. Pausa. Se
rehace) ¿Estoy llorando? ¡Qué horror, no quiero ser sentimental! (Pausa. Su
mirada se ilumina) Mi alma no siente miedo; ahora renace, purificada en
fuego. (Proyecta la vista hacia sus zapatos) Ustedes son mis camaradas de
verdad que me acompañan desde hace mucho tiempo, sin tener ningún
interés oculto (Camina y mira detenidamente sus zapatos) Antes no se me
había ocurrido mirarlos; admirar su fisonomía especial, su piel decolorada y
usada, su negra costura y su expresión propia. Algo de mi propio mí está
reflejado en ustedes, quizá, un aliento de mi “yo”; una parte palpitante de mí
mismo.
(Se saca los zapatos y con la manga de su saco de vestir los lustra
prolijamente)
Me siento minúsculo en este constante movimiento de cuerpos e intereses
que no alcanzo a comprender ni menos a sentir placer. Es preferible que
regrese a mi sombrío cuarto a dormir eternamente; quizás en ese estado
perciba a la humanidad diferente: más noble y solidaria ¿Por qué la
humanidad será tan vanidosa y cruel? Creo que con todo lo que estamos
haciendo lo único que va a desaparecer de este universo es la humanidad
misma. No, no creo que se destruya a sí misma, porque la muerte sería una
recompensa. La humanidad tiene que vivir, para sufrir el destino que está
creando… (Proyecta su mirada al vacío) ¡Dios todopoderoso! Si me dieras
valor para suprimir de todos las naciones el hambre y la miseria, te juro que
lo haría con mucha voluntad y prolijidad. Prometo que no me inmolaría, por
el contrario, haría pagar en carne viva a la humanidad todos sus pecados.
(Vuelve a sentir dolores en todo su cuerpo. Pausa. Se ve muy cansado)
Me siento muy cansado. Debo dormir; descansar con el sueño. Permanecer
en silencio y sin movimiento (Actitud confidencial) Quiero doblarle la mano
al hambre; romper cientos de muros; tal vez así pueda engañar el dolor
inquebrantable que siente cada parcela de mi cuerpo.
(Sufre un breve desvanecimiento; se apoya en la banca. Pausa. Se rehace y
camina hacia el área de su cuarto. Ingresa y se queda mirando un momento
su cama. De pronto, se lanza hacia ella como un nadador. Cae pesadamente
y se queda en silencio. La luz cambia de color, ahora es azulina. El hombre
se aferra a las sabanas y habla con una voz enigmática, como si fuera otra
persona)
Duerme…tómate todos los siglos que quieras, en este instante afuera todo
sigue cayendo a pedazos retorcidos. Lejos o cerca, todo y todos están
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inquietos que los cañones no dormiten, y que la bolsa de valores suba y suba.
Duerme… mientras algunos vegetan en la indolencia y se bañan en
champagne sangrante hasta llegar al orgasmo más doloroso. Duerme…
seguro te encontrarás con el unicornio que te llevará a sobrevolar lejos para
mostrarte lejanos horizontes e increíbles luces que destellarán en tu
imaginación. Duerme…goza y búrlate con la masa de palabras; ellas tienen
no sólo la fuerza directa, sino también la secreta. Duerme…disfruta del
canto de ese ángel de ala rota que retumba entre los féretros acantilados del
desierto inmarcesible. Duerme… es muy posible que ese coche que viaja en
el tiempo te lleve de pasajero a un lugar, más allá de las fronteras, donde no
pidas permiso, ni limosnas y seas dueño de lo que en este mundo no existe…
(Se levanta bruscamente de la cama y se sienta en el borde. Se restriega sus
ojos y esboza una leve sonrisa. Se coloca de pie y se aproxima a las paredes.
Palpa cada una de ellas y después coloca una oreja en la muralla para
escuchar algo. Todo es silencio)
¡Es el pájaro de la noche que habita al otro lado del mundo! ¿Existirá o es
una alucinación? (Se pasea con la cabeza gacha por el espacio. Se detiene.
Proyecta al cielo) Sólo arriba, en lo alto palpita su canto eterno. Sí, ahí está
el aliento del mundo que nunca cesa. Lo siento, está en mi mente y en mi
cuerpo. Es el canto de los mundos tutelares, el ritmo de los astros milenarios
que se derrumba en mí como un canto de estrellas dilapidadas (Su cuerpo
empieza a temblar) Mi cuerpo tiembla como un perro desconcertado, sin
dueño y sin patas. Las piernas se congelan entre el sopor y el miedo
inexplicable del mañana que no existe.
(Golpea su cabeza con fuerza contra la pared)
La locura se apodera rabiosa de mi cerebro, estoy muy consciente de que
estoy sometido a influencias sobre las que no tengo ningún control.
(Cae desvanecido. Después de un instante, vuelve en sí y se levanta con
torpeza)
Debo salir de aquí; si he de morir que lo sepa todo el mundo; tal vez, alguien
allá fuera me arrastre a la fosa común de los desaparecidos.
(Sale a tientas del cuarto y va hacia el área de la banca. Se recuesta en ella
y mira al cielo)
Y esas luces que se ven a los lejos ¿qué serán? Me saludan y me sacan
caprichosamente la lengua ¿Se burlan o quieren jugar conmigo? ¿Qué
quieren? Posiblemente sea la procesión del Cristo pueblo que llora
desconsolamente por todos los necesitados de esta tierra.
(Se levanta del asiento, se saca la chaqueta y su camisa. En su torso
desnudo clava sus uñas. Cae en un paroxismo absoluto)
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¡Ven hambre! ¡Ven muerte anhelada; devora con avidez mi carne y mi
sangre! ¡Llévate todo de mí! ¡Quítame la última sonrisa! ¡Róbame la piel
traslucida que mis manos poseyeron en un palacio fantasmal! ¡Llévate el
amor sufriente de noches y domingos envenenados de dudas grisáceas!
¡Clava tu puñal en mis testículos urgentes! ¡Despedázame y sepúltame en el
despeñadero donde yacen los héroes anónimos! ¡Arrástrame y lánzame de
una vez a los barrancos violentos del infierno! ¡Quítame la vida! ¡Llévate
todo de mí! ¡No me dejes nada, ni siquiera una migaja de amor! ¡Quiero
morir desgarrado por los caballos en una plaza antigua, llena de oro
conquistado! ¡No quiero bandas! ¡No quiero discursos vacíos ni llantos
fingidos! ¡No quiero medallas ilustres ni golondrinas de paso!
(Transición. Se sienta en la banca. Se dibuja en su rostro una expresión de
ternura)
¡Quiero morir con esos señeros ojos almendrados que se entregaron por
amor, sin medir preceptos ni razón! ¡Quiero los generosos senos de mi madre
y el amor absoluto que nació en el encierro de paredes blanquecinas y humo
liberador!
(La luz se vuelve rojiza. Se siente en el ambiente un viento huracanado y el
hombre es lanzado como un muñeco por los aires. Cae y vuelve a caer, sin
control. Vuelan por todos lados papeles. El hombre yace en el suelo. Se
arrastra y alcanza una hoja. Lee para si mismo. Recobra energía y se
levanta. Vuelve a leer. Ríe a carcajadas. Finalmente lee en voz alta)
Muy señor nuestro: Debo comunicarle que nuestro Consejo Editorial, luego
de estudiar su obra “Vida, Muerte o Putrefacción”, ha determinado que su
creación tiene altos méritos literarios para ser publicada por nuestra
empresa…
(El hombre ahora ríe más fuerte, con júbilo)
¡Por fin un real merecimiento a mi creatividad!
(Da brincos juguetones por todos lados; rápidamente se saca los zapatos y
les besa. Después los lanza al aire y grita de alegría)
¡A la mierda las agujas de reloj que marcan mi respiración! ¡Ahora el tiempo
es eterno! ¡Ya no habrá tiempos de hambre, de angustias, de lágrimas, de
raspones en las rodillas y el alma! ¡Ahora podré hacer que lo mágico y lo real
sea uno mismo, así como eclipse! ¡Ahora podré soñar con los ojos abiertos!
¡Oh Dios, profundamente negado en mil días viscerales! ¡Ahora te siento en
mi pecho! Sé que ahora que he llegado a esta anhelada instancia me puedes
confiar el valor para desterrar la miseria y el hambre en todos los
continentes. ¡Dios misericordioso! …¿Quieres confiar en mí? ¿Crees en mi
fuerza insurrecta? ¿Crees en un hombre que no pertenece a tu familia? (Se
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queda quieto a la espera de una respuesta) ¿Sí? ¡Lo sabía, lo sabía! Lo
entiendo, no te quedan manos amigas; tus seguidores son tus viles
enemigos. Hoy en día, los mantos púrpuras se han convertido en ángeles
oscuros que usan tu voz para mancillar la pureza en las escuelas, en los
templos y en las calles...Entonces, recurres a mí, como tu último bastión.
(Se arrodilla y masculla una plegaria ininteligible hacia el suelo. Luego
vuelve a levantarse extraviado)
Cuando la esperanza se pierde en la bruma del bosque; cuando los ojos
extravían su brillo natural; cuando al final de una historia todos esperan
escuchar un triste y consabido epílogo y el viento marino se lleva lejos la
impar flor del jardín; en ese instante, sólo en ese escuálido segundo, ocurre
algo sorprendente: llega la primavera palpitante y la aurora sonríe
transparente…
(Da un grito despiadado que nace de sus entrañas)
Debo gritar a los cuatro vientos - con fuerza y arrebato - contra los horrores,
las injusticias, la inequidad y la violencia. Esta sociedad es falsa y perversa;
por ello tengo que gritar contra todo lo que me atormenta, incluso contra ti:
Dios.
(Se introduce los dedos de su mano en la boca y vomita. Se limpia sus labios
con la manga de su vestón. Pausa. Los textos siguientes los dice
balbuceante)
Cuando el hambre corroe mis huesos y carnes enjutas, entonces mi cerebro
se desprende dulcemente de mi cabeza y se lanza al vacío. En ese estado
fascinante y horroroso percibo visiones que me impulsan a cambiar este
mundo por otro más humano y digno… (Habla como un predicador) En
ocasiones, he escuchado una voz que me dice: eres el hijo de Dios; el
responsable de cambiar el mundo ¿Es verdad todo ello? ¿Soy realmente el
Mesías? ¿Soy la única esperanza de esta civilización?… (Cambia
bruscamente de actitud. Se coloca iracundo) ¡Qué asqueroso discurso!
¿Cambiar el mundo? ¡Qué ambigüedad más idiota! ¡Qué tal vanidad!
(Saca un lápiz de su vestón y lo clava decididamente en una de sus manos.
Deja escapar de sus labios un grito contenido . Luego bebe el hilo de sangre
que corre por su articulación. Pausa. Adopta la postura de un hombre
hipnotizado por una visión. En el fondo del escenario, se proyecta una gran
sombra de un hombre, vestido con un abrigo largo y sombrero de paño)
Dios mío: Si el género humano hubiera sido transformado profundamente,
no habría necesidad de gobernantes y mucho menos de dictadores y tiranos.
Pero la sabiduría y la virtud de los sabios antiguos no lograron cambiar a los
hombres y, al cabo de casi dos milenios, tampoco pudo hacerlo el
cristianismo. Si los filósofos, educadores, apóstoles y sacerdotes hubieran
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hecho de los brutos seres humanos - otros tantos seres amables - o por lo
menos razonables, no habría necesidad de monarcas, presidentes,
gobernadores, magistrados, y muchos menos de regímenes totalitarios. Pero
los hombres han continuado siendo egoístas y feroces. Para domar a fieras,
se precisa la magia verbal del encantador y, por sobre todo, el látigo del
domador. Las tribus humanas no se rigen con razonamientos ni afectos. Se
precisa excitar la fantasía e inspirar temor. El animal-hombre únicamente
se doblega si se le amenaza con privarle la libertad y la vida.
(Cree escuchar unos aplausos lejanos. Sonríe satisfecho; alza su cuerpo
orgulloso y hace un saludo nazi con su mano. La sombra, en el fondo, se
pierde. Se escucha una música de ceremonia. Se inclina y hace la mímica
que recibe una medalla en su cuello. Con la cabeza gacha dirá el próximo
texto)
Señor: Creo que hoy nace el déspota natural; el líder; el que no se elige pero
que se erige a sí mismo en caudillo sobre las hordas de la tierra. Creo y
confío en una cosa: el regreso del gran terrorista, en el César (Alza su
medalla) ¡Guerrero de la humanidad; te ofrendo mi alta distinción con fe y
devoción!
(Coloca la medalla en el piso y hace una genuflexión. Se superpone a la
música del ceremonial un coro de llantos y lamentos infantiles. Se levanta
con su rostro iluminado por un retorcido goce personal)
Soy un genio que avergonzaré a muchos, pero que, sin embargo, cambiaré el
rumbo de la literatura de mi tiempo. Yo no escogí ser escritor; lo soy por una
necesidad interior, por un imperativo que me lleva a trabajar eternamente.
Es decir, tengo, por naturaleza, la vocación de poeta. Tengo la pasión
morbosa hacia la belleza que nadie alcanza a comprender, y eso me deprime
y me hace eternamente infeliz.
En este día de gloria recibo el premio más valioso que puede pretender un
escritor; en cambio, mañana seré juzgado y condenado como traidor a la
patria. Seguramente iré a la tumba con un cortejo de hostilidad. Nadie
entenderá por qué fui hechizado por un profeta del evangelio que trajo la
justicia al mundo... (Su voz se debilita) Me recordarán entre la ira y la
reflexión, durante muchísimos años…
(Se ahoga su voz y cae desfalleciente al suelo. Pausa. Vuelve en sí, jadea y
su cuerpo se retuerce por un dolor misterioso y metafísico. Su voz se escucha
agarrotada)
Estoy muerto públicamente. Sí, lo acepto: soy un asesino y debo morir
humillado por todos. No me arrepiento de nada. Ahora es preferible cruzar
solo el viento tibio, la montaña eterna y el paso de los hielos infinitos. Ya he
hablado toda la noche con Dios del asunto.
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(Se produce un repentino cambio de luz. El ambiente ahora es rojo fuerte. El
hombre cambia su actitud, ahora se le ve como un ejecutor que camina
resueltamente a una zona neutra donde hay un gran cilindro. Saca de su
bolsillo una caja de fósforo y enciende el tambor de lata. Luego del suelo
recoge unos libros; con voz acusadora comienza a romperlos y lanzarlos al
fuego)
¡Asesino!... ¡Nazi!... ¡Verdugo!... ¡Monstruo!... ¡Traidor!... ¡Venganza!...
¡Justicia!... ¡Sanguinario!... ¡Bestia!... ¡Demonio!... ¡Criminal!... ¡Genocida!
…¡Quiten sus bienes!... ¡Quiten sus honores!... ¡Muere como perro!...
(Se escucha un fragmento distorsionado de Aída, de Giuseppe Verdi,
entremezclado con voces de multitud regocijada. Dos palomas cruzan el
espacio: una blanca y otra negra. El hombre cae al piso en otro
desvanecimiento. Se extingue la música y el sonido de gente. Pausa breve.
Se levanta y se encamina hacia la zona de la cama. Se da la luz en esa área.
Llega al borde del catre. Se saca el pantalón y queda solamente en ropa
interior. Saca de abajo del colchón un pijama de hospital, tipo túnica y se lo
coloca. Luego se recuesta. Su físico se observa más viejo y acabado. Grita con
desesperación. Su voz se escucha en el espacio como un eco)
¡No estoy senil, al menos no lo estaba cuando entré a este manicomio!
(Apagón rápido. Se proyectan en el foro, de manera breve y rápida,
imágenes de campos de concentraciones nazis y de Hitler; las fotos revientan
toda la magnitud del escenario. Vuelve la luz. Se ve al hombre proyectando
su mirada al techo. Su postura es la de una persona acabada físicamente.
Con dificultad toma un papel y un lápiz que están sobre la cama. Escribe
una línea y se detiene. Mira perdido en la lejanía)
Estoy ciego y sordo; a pesar de ello, aún escribo pequeñas historias para mí.
No tienen ningún fin; sólo es una antigua costumbre. Goteo palabras suaves.
Soy un grifo que está goteando, uno, dos, tres, cuatro… Al igual que en mi
nacimiento, estoy desposeído de todo, subsisto en la miseria hereditaria.
¡Qué asquerosos! Los mismos que antes me admiraban me han destruido,
incluso mis escritos son meras cenizas que se desplazan a la deriva en el
mar. ¡Qué mediocre existencia la mía! (Ríe burlonamente) Lo único que no
me han podido arrebatar es mi hambre perpetuo, y mi soledad con todos sus
tonos claroscuros. Esta es mi vida, mi muerte y putrefacción (Vuelve a sentir
un dolor profundo en su cuerpo) ¡Maldito hambre déjame morir en paz!
(Se desvanece levemente. Abre sus ojos expresivamente y se queda en
silencio expectante)
¿Qué es eso que revolotea a mis espaldas? (Se queda absorto) ¿Una
mariposa? ¿Aquí, en este mundo? Claro, es una mariposa que viene a
maldecir mi póstumo texto. Mis archivos los esconderé aquí… ¡Sí! Debajo
del piso de mi finca (Esconde las hojas bajo la almohada) Qué se ha creído
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la muy puta; venir a robarme hasta mi propio ayuno ¡Mierda! ¿Por qué no
puedo dejar de existir tranquilo con todas mis cicatrices, heridas, huellas y
recuerdos del hambre?
(Se levanta torpemente de la cama; coge el bastón que está en un costado y
se dirige al centro de la pieza. Comienza a dar bastonazos a diestra y
siniestra, hasta que mata a la mariposa. Silencio. Sonríe misteriosamente)
¡Al fin un poco de paz!
(Saca de un bolsillo de su pijama un pedazo de pan que comienza al
principio a morder con suavidad, y luego con avidez placentera. La luz en
resistencia)
TELON
Iquique, Otoño, 2010
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publicado por goliath a las 22:25 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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