AMOR Y DESAMOR
Iván
Vera-Pinto Soto
El Teatro Expresión, dependiente de la Universidad
Arturo Prat, en el marco de su XXX aniversario artístico, proyectará, entre
otras actividades relevantes, dos obras escénicas latinoamericanas que tienen
como temática central el amor y el desamor. La primera obra se titula
“Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo de Marx”, escrita por
el premio nacional de teatro Jorge Díaz; y, la segunda, “Musas”, del
prestigioso autor venezolano Néstor Caballero.
“Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo
de Marx”, es una producción que en el año 1999 recibió el premio a la mejor
obra inédita otorgado por el Consejo Nacional del libro y la lectura. La pieza
describe una historia muy universal, parejas que ya no son, que se buscan, que
no se encuentran, utopías de amor y de las otras que se fueron esfumando en el
tiempo, sin que nadie se diera cuenta. A partir del vals dramático del
compositor peruano Mario Cavagnaro que terminaba diciendo “Devuélveme el rosario de mi madre y quédate
con todo lo demás; lo tuyo te lo envío cualquier tarde, no quiero que me veas
nunca más”; Jorge Díaz, nos muestra una historia muy humana que le ha sucedido
a muchas parejas chilenas, las que sufrieron en carne propia los cambios
sociales sucedidos desde los años 70 hasta nuestros días.
“Musas”, es
una obra que hace posible el encuentro de dos grandes mujeres artistas del
siglo XX: la pintora mexicana Fridha Kahlo y la poetisa estadounidense
Silvia Plath, fallecidas en los años 1954 y 1963. Tal como señala su autor,
Néstor Caballero, “Reviven en un espacio que es todo arena, para que yo pueda
ahí abordar las grandes preguntas que se hace la humanidad sobre la muerte, el
fin de la existencia y cómo entender ese estado tan temido. Se mueven en ese
territorio del misterio teatral y desde ahí observan sus obras, sus amores, sus
vidas. No es una obra fácil, pues el enigma sigue vivo en su morir. Están vivas
y predicando con sus ejemplos existenciales”.
La vida de Frida se caracterizó por el dolor y la pasión.
Mientras se recupera en cama de un terrible accidente automotriz que sufre a
edad temprana descubre la pintura. Ya nunca se detendrá. Así se gana un
sobresaliente lugar en el arte mexicano. Un amor profundo y la creencia en la
revolución conectan a Frida con Diego Rivera, muralista mundialmente famoso,
quienes se casan. Signada por una tormentosa e intensa relación afectiva y un
dolor físico que no la abandona nunca muere a los 47 años. Sylvia, publica su
primer poema a los ocho años. Bajo una vida aparentemente bella y perfecta que
reflejaba en sus versos, ocultaba la oscuridad ya que luchaba con un
sentimiento de autodestrucción que la perseguía. Se casa con el poeta inglés
Ted Hughes, matrimonio de ensueño que se desmorona pese a tener dos hijos de
esta relación. Abandonada por su marido, enferma, cansada y débil, se suicida a los 30 años de edad.
Junto a los antecedentes
que nos entregan algunas crónicas de estas creaciones, tenemos que subrayar
que ambas tienen temas en común: Amor y
desamor. Cabe a esta altura hacer una
breve reflexión. El arte y los artistas, casi siempre, se han vinculado con
estos dos conceptos claves. Por ejemplo,
Van Ghogh, que vivió toda su vida atormentado por la locura y la soledad, siempre
anidó las ansias de amar, pero sin encontrar con quien compartir su amor. Algo
parecido ocurrió con Bécquer, en la literatura, cuyos fracasos amorosos fueron
constantes y, sin embargo, generó una rica poesía romántica.
Es indudable que el amor para muchos artistas ha sido la mejor
fuente de inspiración, pero también el desamor
es un buen impulsor de muchas obras. Si revisamos las historias que
describen los boleros y los tangos, nos daremos cuenta que las tristezas y las
frustraciones amorosas han permitido crear grandes clásicos, incluso, en la música actual. En
resumen, podemos sostener que las mejores obras artísticas generadas en
diferentes tiempos son productos del amor y el desamor, vividos por hombres y mujeres de carne y hueso.