LA LITERATURA EN EL CINE
Iván Vera-Pinto Soto
La industria del séptimo
arte ante la escasez de libretos originales ha recurrido históricamente
a las adaptaciones de obras literarias. Por citar algunas de las películas de
los últimos tiempos que reflejan este centenario
romance tenemos: Crónica de una Muerte Anunciada, de Gabriel García Márquez;
Pantaleón y las Visitadoras, de Mario Vargas Llosa; Coronación, de José Donoso;
Bodas de Sangre de Federico García Lorca, La Lengua de las Mariposas, de Manuel
Rivas, El Pianista, de Wadislaw Szpilman, entre otras.
Siempre surge la inconfundible pregunta que nos acostumbran
hacer cuando vamos al cine a ver la adaptación
de una obra literaria. ¿Qué te ha gustado más, el libro o la película? Cada versión de una obra conocida renueva la eterna
polémica: es habitual rechazar el film lamentando que la profundidad del texto
literario haya sido relegada por la liviandad de las imágenes. Más allá del
debate, tenemos que reconocer que entre el cine y la literatura hay una
convergencia básica: el arte de narrar. No obstante, las alternativas
narrativas que ofrece el movimiento de la imagen son muy diferentes a las
palabras escritas; por ende, en cuanto a técnicas, las influencias son cada vez
menores. El cine actual se separa claramente de las técnicas narrativas
literarias para recurrir a los movimientos de cámara y la cámara lenta o rápida
como dispositivos descriptivos. Así también hace suyos algunos recursos
literarios, como el flash back.
Al respecto, José Luis Cuerda, director español de la excelente
película La Lengua de las Mariposas, en una entrevista reciente señaló: “El
cineasta se ve sometido a una reducción forzosa porque la materia prima, la
literatura, tiene que cambiar de sustancia. Hay que convertir la palabra en
otra cosa. Yo no creo en el tópico de que una imagen vale por mil palabras,
sino al contrario. Por eso es una transformación a la que hay que enfrentarse
con humildad, pero sin complejos y con torería; algo que se nos supone a los
cineastas".
Adaptar un libro involucra respetar la esencia de la obra que
intenta llevarse a la pantalla. El adaptador, sea este director o literato, si
quiere que su trabajo no pierda el eje principal que le dio origen, debe tener
un profundo conocimiento del texto. Sin duda, entre el lenguaje literario y el
cinematográfico existen diferencias.
No todo lo que está escrito puede ser convertido en imágenes. Cuanto más
respete el texto original, será mejor aceptada por la crítica y el público, en
especial esos textos clásicos y populares que han sido muy leídos y que son por
todos conocidos
Para
algunos esta alianza entre el cine y la literatura puede ser un arma de doble
filo, por un lado la historia ya está probada que funciona, y ése es un colchón
de seguridad que tranquiliza al productor; pero por otro lado es complicado
alcanzar un resultado artístico similar al literario. Como dato anecdótico
digamos que el 85% de las cintas galardonadas con el Oscar a la mejor película
son adaptaciones de obras literarias y algo similar ocurre con los premios Goya,
en España. A la empresa cinematográfica le es más fácil comprar los derechos de una
novela famosa, que producir un argumento original. Al mismo tiempo, por esta
vía se certifica en gran medida la campaña publicitaria de la cinta.
En todo caso las influencias mutuas entre los dos soportes son
siempre positivas. De hecho, hay muchas películas de calidad que resultan
superiores a los libros. Como modelos tenemos los filmes de Alfred Hithcock y
de Luis Buñuel, los que surgieron de creaciones que no poseían una gran altura
literaria, como Psicosis o Bella de Día. A propósito ¿no cree
usted que la mejor figura que podría haber
tenido Hamlet de Shakespeare es la de
sir Laurence Olivier?