LA MAR ESTABA SERENA
Iván Vera-Pinto Soto
En nuestro país, la mayoría de los escritores han dedicado
alguna de sus creaciones al portentoso e inescudriñable mar que baña nuestra
extensa costa. Precisamente el insigne poeta Pablo Neruda (1904), escribió
varios poemas dedicados al mar, a
Valparaíso y hasta dejó una receta para preparar el caldillo de congrio. Por lo
demás, con profunda humanidad expresaba en su poesía "mi única patria, la
mar", anhelaba el amor de los marineros, acentuando su placentera capacidad
de tener en cada puerto un amor. Y después, olvidar.
Gabriela Mistral (1889), fue otra poeta que supo combinar con
maestría el amor con el mar, ya que percibía en ambos un ímpetu apasionado. Es
por ello que hizo en su prosa una asociación entre la tierra, a la que distingue
inmersa en conflictos; y el mar, que se bambolea suavemente en su orilla. En
este caso ella le otorga al océano un significado distinto, alejado a cualquier
vinculación con marinerías y temporales.
Francisco Coloane (1910), novelista y cuentista, también dedicó
gran parte de su producción literaria a describir la vida de los trabajadores
del mar, la cual- dicho sea de paso- conoció en carne propia. Así, a partir de
sus propias experiencias vividas en las inhóspitas tierras y canales australes
nació "Cabo de Hornos". En esta obra nos describe la furia oceánica
en el lugar donde se enfrentan las grandes masas liquidas del Atlántico y del Pacífico.
Asimismo, nos narra la ruda y cruel faena de los loberos que entran en las
cavernas donde se crían los lobos para depredarlos sin ninguna compasión. De su
propia autoría es la novela “El Último Grumete de la
Baquedano"(1941). Un joven se embarca como polizón en la corbeta
Baquedano, con el fin de ir a buscar a su hermano que había partido hace
tiempo, hacia la zona austral. Al ser sorprendido, el capitán de la nave decide
transformarlo en un grumete más del buque-escuela, decisión que termina teniendo el éxito deseado.
En el campo de la literatura dramática me gustaría citar a Jorge
Díaz (1930), quien aborda la presencia del mar desde un punto de vista simbólico,
tales son los argumentos de: “El velero en la botella” (1962), “El naufragio
interminable” (2000), “Un corazón lleno de lluvia” (1992),”La
Marejada” (1996) y “Por Arte de Mar” Estas realizaciones pertenecen a diferentes etapas de la
producción de Jorge Díaz, responden a inquietudes distintas y presentan contenidos
también diversos. Empero, tienen en común el que en todas ellas el mar adquiere
una relevancia sustantiva. En estas obras el mar es un espacio que, si bien no
está representado de manera realista en el escenario, es constantemente recordado
por los personajes y participa activamente en la acción de los mismos.
El Ictus, grupo emblemático en la escena nacional, también
realizó dos creaciones referidas al tema: “Lindo país esquina con vista al mar”
(creación colectiva con de la Parra, Fajardo y Osses, 1980)
y “La Mar estaba serena” (escrita por Sergio Vodanovic en colaboración
con el Ictus, 1982). En ambas creaciones colectivas, el mar representa al tensionado y peligroso contexto nacional que
se vivió en pleno régimen dictatorial. Las piezas están salpicadas de imágenes,
situaciones dramáticas, personajes y anécdotas que permiten ampliar la estremecedora
experiencia que sufrió nuestro país en ese período.
Como vemos el mar fue y seguirá siendo una fuente
inagotable de inspiración para muchos escritores. El oleaje, las caletas, los pescadores,
la fauna marina, se convierten en los elementos protagonistas de considerables obras
literarias; y a veces se eslabonan con el amor, las aventuras, las
luchas, los buenos y los malos momentos que vive el hombre.