CULTURA Y POLITICOS
Iván Vera-Pinto Soto
Se acerca rápidamente el tiempo de las elecciones municipales y
todos los partidos políticos comienzan a proponer sus candidatos para ocupar
los codiciados cargos corporativos. Ciertamente, nadie quiere quedarse en el
patio trasero y por eso prometen sorprendentes programas que teóricamente
podrían solucionar las principales dificultades que aquejan a la ciudad y por
añadidura impulsar el desarrollo comunal. Nada de esto nuevo. El argumento del
cuento siempre ha sido el mismo. Pero hasta el día de hoy no he escuchado a ninguno
de estos flamantes postulantes hablar de un Plan Estratégico Cultura para
Iquique.
Es cierto es muy bonito hablar de cultura (¡Ah! la cultura) en
la radio, en la televisión o en la reunión social y no darse cuenta de que los
usuarios de la cultura son aún pocos. La mayoría de la gente no lee, no ve
buenas películas en el cine y reclama si tiene que pagar por ver una obra de
teatro o entrar a un museo, que cuestan menos que tomarse una copa en un lugar
atiborrado un fin de semana por la noche. ¿Y por qué pasa esto? Básicamente
porque no tenemos conciencia de la importancia que tiene cultura para nuestro crecimiento
como personas. Hay muchos mal informados en nuestro medio que reducen la
cultura a la existencia de algunos monumentos históricos, a un concierto de
élite o a espectáculo populachero. Ni lo uno ni lo otro. La cultura es mucho
más que esos eventos aislados. En términos amplios, la cultura es todo lo que
ha producido el hombre en el proceso de su trabajo social. Tal como dice un
amigo “Hay que gastar más en educación, la cultura viene después, casi solita”.
Sí, tiene toda la razón. Hay que apostar por una educación para la cultura,
partiendo de la formulación de un plan estratégico comunal. Cualquier ciudad
moderna, que se precie de contar con un proyecto cultural capaz de actuar
transformadora y eficazmente, imponiendo lo estratégico a lo eventual, necesita
políticas pensadas e intencionadas a largo plazo; directrices que permitan adelantar
acciones y anticipar los resultados en este ámbito. No obstante, en Iquique por
largo tiempo las políticas culturales han quedado rezagadas del terreno
municipal; han llegado tarde al debate político.
Pienso que la existencia de un Plan Estratégico Cultural,
construido democráticamente por todos lo actores sociales, debería constituirse
en el núcleo de la discusión, más aún en una ciudad como Iquique, donde la
producción cultural es parte potencial de su identidad. Para implementar este soporte se necesita simplemente de la voluntad
de políticos que estén interesados en la cultura y que no utilicen a ésta como
publicidad del cargo.
Esta propuesta debería exceder el patrimonio de las bellas artes.
Es decir, convendría trabajar con una idea dinámica de cultura que despliegue
las múltiples capacidades de intervención en la conciencia ciudadana.
Sintéticamente
aquí van algunas sugerencias que tal vez podrían aprovechar los dirigentes que realmente tengan interés por el
tema: Descentralizar la actividad cultural, con la creación de una “Carpa
Cultural Itinerante”, sumado a una red de centros culturales poblacionales.
Potenciar núcleos culturales, con la reinvención del Paseo Intercultural
Baquedano, donde se conjuguen todas las manifestaciones artísticas. Inventar
espacios para la exhibición de nuevas tendencias artísticas, mediante la
fundación de un Centro Cultural Comunal. Fortalecer una política patrimonial, fundamentalmente,
con la realización de productos turísticos y circuitos en el casco antiguo de
la ciudad. Generar pequeñas industrias culturales, a fin de atender las
dimensiones de producción, circulación y consumo en el mercado local y
nacional.
En conclusión, la
cultura es una necesidad tan humana y esencial como la salud, la vivienda o la
alimentación. Un pueblo sin una cultura propia es un pueblo sometido a
políticas de consumo, a valores morales y éticos ajenos a sí mismo y, por
tanto, cautivo de las necesidades y hábitos de extraños.