ARTE POR LA PAZ
Iván Vera-Pinto
Soto
Director de
Extensión UNAP
Una de las obras teatrales que hasta el día de hoy me
sigue subyugando es sin duda “El Monte Calvo”, del dramaturgo colombiano Jairo
Aníbal Niño. Esta suerte de identificación que tengo con esta pieza escénica se
debe básicamente por el sentido de humanidad que encierra su argumento, que es
capaz de inducir al espectador a un hondo análisis sobre la crueldad y estupidez
de la guerra; dejándonos como mensaje la idea que los conflictos bélicos únicamente
provocan heridas hondas en nuestras mentes y corazones; y, que sólo los
perturbados mentales pueden ser líderes de propagar su violencia.
Ante los crueles acontecimientos que están ocurriendo en
estos momentos en el Medio Oriente, como en otras partes del mundo, los
artistas no pueden permanecer indiferentes, además nunca lo han estado. Los
creadores que dedican su vida a cultivar y estimular en los otros la reflexión,
la sensibilidad y la belleza, también les compete la política y la economía.
Por esta razón, los artistas deben hablar al mundo a través de su voz, a través
de su arte. Ahora es urgente que los trabajadores del arte muestren con
decisión y creatividad a todas las naciones que hay otros caminos más constructivos
que permiten a los seres humanos crecer y convivir en armonía.
Hemos visto a través de las informaciones recibidas de
algunas agencias noticiosas como en estos días se están movilizando importantes
agrupaciones de artistas-activistas para presionar inclusive a sus propios
gobiernos responsables del genocidio y etnocidio de muchos pueblos en el mundo.
Aunque ello les haya significado en algunos casos hasta la muerte. Tal como
ocurrió el 15 de marzo último con Rachel Corrie, joven estadounidense, de 23
años, quien fue aplastada por un Buldózer israelita cuando participaba en
acciones para detener a las excavadoras que intentaban abatir las casas de los
kamikases y de sus familiares en los territorios palestinos.
Así también años atrás ocurrió en los Estados Unidos que
después de los atentados a las torres gemelas las organizaciones no gubernamentales, artistas,
escritores y ciudadanos en general se congregaron en los parques con flores,
globos, banderas pintadas con la paloma de la paz, implorando para que no se
utilice el dolor de los americanos como un pretexto para aniquilar a muchas víctimas inocentes.
Esa actitud por la defensa de la paz es digna de imitar
en todas las latitudes de la tierra. Por ello creo que en nuestra región los
artistas deberían romper con la posición
discrecional que a veces tienen y preocuparse por trasmitir a través de sus
obras teatrales, conciertos, exposiciones y canciones, mensajes que revelen una expectativa más
alentadora a nuestro atribulado planeta.
Es verdad que vivimos en un verdadero paraíso, que no
tenemos que protegernos de ningún bombardeo, que dormimos tranquilos, que vamos
a trabajar sin zozobra, que estudiamos
sin el peligro de perecer por un terrorífico misil, que disfrutamos de la
naturaleza y que nuestros hijos crecen sin el germen del odio. Ese tesoro
invaluable debemos revalorarlo y proyectarlo en acciones creativas continúas y
sistemáticas.
Es por ello que, hoy más que nunca, los artistas y los
educadores tienen el compromiso social de generar instancias y eventos que
permitan educar para la Paz y la promoción de la no violencia. Este es un
proceso a largo plazo y no una breve intervención. Estas actividades pueden
generar en un inicio profundas reflexiones, para acercarnos a un proceso perenne
de cooperación y diálogo, tarea que es
de suma urgencia instalar en nuestra sociedad.