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DRAMATURGIA Y NARRATIVA DE LA MEMORIA
BLOG DE IVAN VERA-PINTO SOTO
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23 de Abril, 2011    General

LA SINIESTRA HISTORIA DEL SEÑOR DE LARA


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la siniestra historia del señor de lara
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iván vera-pinto
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la siniestra historia del señor de lara
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iván vera-pinto
La Siniestra Historia del Señor de Lara
Iván Vera-Pinto Soto
ISBN 978-956-302-058-8
Propiedad Intelectual Nº 179729
Edición, Diagramación y Estilo
Miriam Salinas Pozo
Secretario Ediciones Campvs
Pedro Marambio Vásquez
Impresión
Hernán Jeraldo Jorquera
Compaginación
José Castillo Jara
Imprenta Universidad Arturo Prat
Ediciones Campvs
Universidad Arturo Prat
Av. Arturo Prat 2120
Fonos 57-394 382 / 394 272
Iquique. Región de Tarapacá
Chile
Abril 2009
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la siniestra historia del señor de lara
La Siniestra Historia
del Señor De Lara
Iván Vera-Pinto Soto
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la siniestra historia del señor de lara
ÍNDICE
A Modo de Prólogo......................................................................................9
Presentación............................................................................................. 13
Escena I
El Despertar...................................................................................................... 23
Escena II
la Muerte Acecha............................................................................................. 27
Escena III
Amor y Turbulencia........................................................................................ 31
Escena IV
La Cena.............................................................................................................. 37
Escena V
La Promesa........................................................................................................ 42
Escena VI
Revuelta y Engaño........................................................................................... 45
Escena VII
Tiempo de Sangre............................................................................................ 48
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Escena VIII
El Secreto........................................................................................................... 53
Escena IX
La Fuga............................................................................................................... 57
Escena X
Sueño de Libertad............................................................................................ 61
Escena XI
El Fantasma Acecha........................................................................................ 64
Escena XII
El Levantamiento............................................................................................. 69
Escena XIII
La Partida .......................................................................................................... 71
Escena XIV
Epílogo............................................................................................................... 75
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la siniestra historia del señor de lara
A MODO DE PRÓLOGO
Iván Vera-Pinto, es un hombre de reconocida trayectoria en el
ámbito de la cultura de la región y particularmente en el mundo del teatro,
donde ha sido autor, actor y director de diversas y prestigiadas obras. Se
podría decir que el teatro iquiqueño está ligado a Iván Vera-Pinto y que él
ha hecho de esta expresión de la cultura un factor de acercamiento entre
las personas, proximidad que trasciende las edades, las clases sociales, las
diferencias culturales.
En sus obras se ejercen el imaginario, la sensación, la sensibilidad,
la emoción, la pasión; siempre con la vista puesta en una interpretación
del mundo, de la vida, de la muerte, del amor, del pasado, para conseguir
construcción de una representación lo más coherente posible de la
identidad, de los acontecimientos, del contexto, del tiempo y del espacio.
¿Qué carajo pasa? Es lo que Vera-Pinto en esta obra intenta desentrañar
en la profundidad de las emociones, en esos radicales sentimientos que
mueven a las personas, en aquellos motivos que sustentan la biografía de
personajes que adquieren una dimensión de universalidad. Amor, odio,
deseo, decepción, alegría, tristeza, dolor, engaño, son los ingredientes que
conforman la naturaleza humana y que explican el sentido profundo de
sus vidas. A la vez estos mismos son los elementos que conforman y van
tejiendo los vínculos personales, los acontecimientos sociales, políticos,
culturales. En fin, el engranaje social todo, sólo tienen sentido a través del
sentimiento personal, de la vivencia, convivencia y expresión de las propias
emociones. En la trama de la obra, que es la trama de la vida, el imaginario
personal se va vinculando con el imaginario colectivo y universal
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iván vera-pinto
“La Siniestra Historia del Señor De Lara”, tiene un profundo sentido
evocador, es la memoria testimonial, social, colectiva. Podemos reconocer
en ella hechos y realidades de un periodo histórico de esta nuestra
América Latina. Entremezcladas con las historias personales se va poco a
poco haciendo manifiestos hechos y acontecimientos, con los cuales nos
vamos identificando por constituir procesos de construcción colectiva,
cimentación estéticamente presentada en un transcurso no lineal de los
sucesos: La memoria.
Valladares no es un mundo lejano que evoca inquietudes, sino que es
un espectáculo de ficción en que se asienta la puesta en escena de un mundo
a la vez cercano y desfasado del mundo real, pero que al mismo tiempo
nos expone la indispensable proximidad con las imágenes que cada uno de
nosotros puede evocar nítidamente en los recuerdos de acontecimientos
vividos personalmente o referidos por cercanos significativos.
“La Historia del Siniestro Señor De Lara”, es una obra donde están
presentes las más hondas, radicales y paradójicas emociones humanas.
Las contradicciones vitales, existenciales, explican y dan sentido a las
situaciones, al contexto de esta fábula. En la creación se entrecruzan
historias de amor y de odio, de deseo y decepción, pero también de
sufrimiento y liberación.
El amor no siempre es como lo imaginamos o lo anhelamos; no
siempre es todo lo maravilloso y cautivante que lo soñamos y creemos.
A veces resulta ser todo lo contrario, encontramos en ello desilusión; en
vez de sentirnos ligado al otro, responsable del otro, a veces resultamos
decepcionado y desengañado. Surge entonces, la sombra de la muerte, la
muerte que se expresa de distintas maneras, no es la muerte aquella que
constituye el final de una trágica existencia, “el alejamiento definitivo de
este mundo plagado de odio y venganza”, sino más bien aquella que se
expresa en angustia y desesperación, en acontecimientos que tocan nuestra
puerta y que marcan profundamente nuestra existencia íntima, personal,
vital, a la vez que colectiva, social. La muerte se hace presente nítidamente
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la siniestra historia del señor de lara
en la obra, pero también en la historia, es la muerte de una época nefasta
de injusticias, desesperación y convulsión social, que quisiéramos sea
definitiva.
Precisamente, la muerte es un concepto central de la obra. Lo que ha
ocurrido puede volver a ocurrir, o tal vez nunca ha cambiado y sólo se ha
disfrazado. Pero queremos que sea diferente, que la historia no se repita.
Por eso es necesario rememorar, interpelar, reflexionar… recrear. Por lo
mismo necesitamos teatro, para hacer la vida más digerible, aceptable.
Rehuir una realidad cotidiana demasiado agobiante, es uno de los caminos
por los que el teatro, la ficción maravillosa, alivia y en cierto modo libera a
lectores y espectadores.
El hombre, pasajero del tiempo y de los días, que quiere estar más
allá de sus propias circunstancias, que sueña con mundos ya idos, que vive
la ilusión de una vida hermosa donde el sufrimiento no tiene cabida, queda
atrapado en las contradicciones de su existencia, cree haber superado
emociones ya idas, pero sospecha que están por allí, al acecho, y que si
aparecen pueden significar su ruina, su caída.
Esta historia -como nos lo hace presente el propio autor- es una
historia triste, aunque no una triste historia. Dolientes son los hechos y
las motivaciones; pero, también, es una historia esperanzadora, porque se
mueve de las emociones y los sentimientos, a la reflexión, a la meditación,
que es el terreno donde surgen las grandes y mejores convicciones… porque
“La vida no vale nada si no tienes una razón para vivir”.
Juan Luis Cerda
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PRESENTACIÓN
Recuerdo que cuando niño una de las buenas entretenciones que
compartíamos en el barrio -principalmente en las eternas noches de
vacaciones- era inventar breves fábulas que intentaban sorprender y atrapar
a los cautivos receptores. Posteriormente, creo que esta afición infantil de
“cuenta cuentos”, me impulsó, casi de manera mágica, a explorar las artes
de la representación, en las últimas cuatro décadas. Hoy en día, siento
que escribir historias teatrales es la mejor pasión solitaria que tengo y que
decididamente pienso seguir cultivando hasta mis últimos momentos de
existencia.
Es posible que “La siniestra historia del señor De Lara”, mi reciente
creación, resulte argumentalmente muy triste, pero creo que no podía ser
de otra manera; puesto que sus personajes y anécdotas surgen desde ese
ambiente tétrico y doliente, propio de un período histórico que dejó en
muchos hombres y mujeres sendas cicatrices en sus vidas.
Debo confesar que desde el momento que decidí escribir esta
historia, ella fluyó en mi mente con una celeridad asombrosa; como
si misteriosas voces me murmuraran al oído lo que tenía que redactar.
Es muy posible que esta extraña sensación me sucediera porque existe
en esta pieza muchas situaciones y signos que desentierran contextos
históricos y personajes que en algún momento cruzaron mi existencia
e imaginario personal. En el fondo, el proceso de creación consistió en
reelaborar experiencias transmitidas por diferentes fuentes y fragmentos
ajenos –mezcla de realidad y ficción– con la intensión de recrearlos para
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despertar, idealmente, tanto en el lector como en el espectador una actitud
crítica y reflexiva.
Sin el propósito de analizar exhaustivamente la propuesta estética,
labor que le compete a otros, puedo sí señalar que para estructurar este
drama me basé en tres ejes fundamentales:
Primero, el tema de la muerte, plasmado en un escenario
latinoamericano violento y convulsionado, muy pertinente a los años
60: gobiernos dictatoriales, luchas sociales, ejecuciones, inequidades,
terrorismo de Estado, desapariciones de personas, dominación social y
económica por parte de terratenientes y capitalistas, entre otras constantes.
Sin embargo, la idea no es sólo hablar de esa muerte real y despiadada
que se dio como resultado de la crisis estructural y política de los países
de este continente; sino también, develar la otra muerte -la intestinal e
existencial- de algunos arquetipos sociales que simbolizan el poder, la
corrupción, la sórdida ambición, la avaricia y la crueldad, en cualquier
espacio geográfico.
En seguida -como antítesis del anterior concepto– está el amor.
En la obra este sentimiento, tan humano, se manifiesta poblado de
contradicciones y giros paradójicos. Se trata de un amor imprevisible y
mutable; casi siempre sujeto a contrasentidos y determinado por los
acontecimientos que viven los personajes. En ese marco, situamos como
punto de partida al amor juvenil e idílico de Carmen y Román. Afecto
que en el transcurso de los acontecimientos tomará diferentes rumbos
y matices (amor-odio, amor-pasión, amor-sueño y amor-esperanza);
provocando, en última instancia, inesperadas y trágicas consecuencias en
la vida de los amantes.
Del mismo modo, en el tejido social de estos seres, se presentan otras
opciones de amor que se mueven en aguas más turbias y torrentosas. Me
refiero a ese amor que no se habla públicamente, porque lo cubre el manto
del tabú: el amor incestuoso. Precisamente, De Lara, símbolo de la maldad
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recóndita de la clase dominante de Valladares, carga a cuesta el secreto más
oscuro de su familia: el amor prohibido, la pasión y la culpa. Al mismo
tiempo, la presencia del doliente Aquino, fruto de la adolescente relación
entre hermanastros, se transforma para el despiadado sujeto en su karma
que le recuerda su “pecado” y traición.
Finalmente, el tercer aspecto clave lo constituye el mensaje
moralizador y utópico que contiene la obra, variable representativa del
teatro social contemporáneo. En este caso -valiéndome del discurso de los
“héroes” de la pieza- intento escudriñar en el pasado de nuestros pueblos,
para poder plasmar en el alegato dramático la utopía de un futuro mejor
y más justo, en especial para beneficio de la gente desposeída y explotada
socialmente en esta parte del mundo.
Ahora deseo depositar este texto en la orilla del mar, como si fuera un
barquito de papel, para que las eternas olas lo lleven a navegar libremente,
hasta que algún día llegue a un buen puerto y allí pueda despertar, quizá,
ardientes fulgores en el alma de los soñadores.
El autor
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El artista es testigo de su propia época, y no tiene la culpa
de ser un testigo de cargo.
Si es auténtico, el realismo ha de ser antinaturalista. El
verdadero realismo consiste en sacar fuera todo lo que se
tiene dentro, no esconder nada, no seleccionar.
Giulio Carlo Argan
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Dedicado a los ángeles de Julio Miralles
Mis sinceros agradecimientos a:
Miriam Salinas
Lautaro Cáceres
Alicia Rojas
Juan Carlos Rocha
Jeannette Baeza
Giovanna Díaz
Juan Luis Cerda
Actores Teatro Expresión
A la familia y amigos que me alientan
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LA SINIESTRA HISTORIA DEL SEÑOR DE LARA
PERSONAJES
De Lara
Carmen
Aquino
Román
Isaura
Menéndez
Mujer
Líder
Otros
(Esta historia pudo haber sucedido en un país sudamericano a finales de la década
de los sesenta).
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Escena I
El Despertar
(Al iluminarse el escenario, se descubre el ambiente de un dormitorio antiguo,
sombrío y austero. Sobre una cama metálica de perillas de bronce, duerme
Vittorio de Lara. Es un hombre de aproximadamente 60 años. Su aspecto es
duro, frío y cínico. Cubre su ojo izquierdo con un parche negro; este elemento
sólo lo usa en el tiempo presente. A lo lejos se escuchan disparos de escopeta y el
hombre se despierta asustado por una pesadilla) .
De Lara: ¿Qué carajo pasa? ¡Tropa de muertos de hambre; quieren
asesinarme para robarme! Mi dinero no lo tocarán nunca
(Saca detrás de la almohada una pistola). Tengo un solo
ojo pero no soy idiota y si se atreven a tocarme un peso les
volaré la cabeza con esta pistola. Desgraciados vienen a mí a
suplicarme para que los ayude y ahora me quieren degollar
como un cordero. Ya verán como les agujereo la barriga
de balazos (Sentada a los pies de la cama, se encuentra
una mujer de 35 años, pero muy acabada físicamente. En
sus manos lleva un pequeño conejo de peluche. De Lara
se sorprende con su presencia). ¿Y tú qué haces aquí tan
temprano? Aún no me levanto y ya estás a mis pies para
pedirme tu droga (Ríe maliciosamente y le acaricia sus
senos). Querida Carmen, ahora me perteneces; eres mi
esclava. No te queda otro camino. Ya no eres la bailarina
de ballet atractiva que a todos volvías locos. Ahora eres
una deplorable piltrafa humana que no te puedes ni
siquiera las piernas. Vives aquí encerrada, con tu mente en
otro mundo. Créeme, me das pena, mucha pena (Ríe. Se
sienta al borde de la cama y se despereza). Ahora no quiero
tener sexo contigo; hace mucho tiempo que no me atrae
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iván vera-pinto
tu escuálido cuerpo. Es mejor que me traigas un café y
unas tostadas
(La mujer se levanta con dificultad y sale de escena en silencio a cumplir
la orden. Normalmente, sus movimientos son torpes y lentos. De Lara se
levanta, se despereza, se saca la parte superior del pijama, y luego se dirige
a encender una radio antigua que está sobre un mueble. Se escucha un vals
peruano; luego va hacia otro mueble donde tiene un fino lavatorio enlozado,
vierte agua de un jarrón y se lava la cara y los sobacos. De pronto, la música
se interrumpe y se escucha la voz de un locutor).
Locutor: ¡Extra, extra! Hace pocas horas, en la Región de Maldonado,
ocurrió un vil atentado contra el primer mandatario de la
nación, quien se encontraba en una importante reunión
con su alto mando militar. Informes preliminares no
confirmados señalan que estaría involucrado en este acto
criminal más de algún miembro de la comitiva presidencial,
ya que se hallaron en dichas dependencias restos de una
maleta que portaba una bomba de tiempo. Fortuitamente,
nuestro querido presidente sobrevivió a este infame ataque
de sus enemigos y ha sido trasladado inmediatamente
a un hospital militar para curar sus heridas en la cara y
en la mano. El atentado cobró cuatro víctimas y más de
diez heridos de consideración. Los últimos informes
que llegan a nuestra central de información señalan que
funcionarios de inteligencia acaban de detectar un centro
de operaciones de un movimiento sedicioso, creado,
supuestamente, por el ex Comandante de la Base Aérea
de Palo Blanco, Julio Martinelli, cuyo objetivo final era
aprovechar la confusión para que, en la capital, otro grupo
de oficiales dieran un golpe de Estado al gobierno militar.
En breve ampliaremos las informaciones (Sigue el vals).
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la siniestra historia del señor de lara
De Lara: ¡Malditos traidores! Espero que lo agarren a ese Martinelli
y a sus secuaces, para hacerles pagar caro esta canallada.
Ojalá que atrapen a todos quienes están en contra del
régimen y los sentencien a muerte, sin proceso ni defensa
alguna. A esos perros, hay que aniquilarlos como lo hizo
Hitler, utilizando sogas de metal para que la muerte sea
lenta y dolorosa. Y ojalá que las ejecuciones sean vistas por
toda la población, para que sirva de escarmiento a otros
que pretendan hacer lo mismo (Se seca la cara y el cuerpo
con una toalla. Carmen vuelve con una bandeja en la cual
trae el café y las tostadas; la coloca en una pequeña mesa). ¿Le
pusiste una sola cucharada de azúcar? (La mujer asiente
con la cabeza). Bueno, ahora el ritual de siempre: primero
tomas tú un sorbo de café (Le da de beber) y después tu
papi. Ahora un mordisco de pan para ti (Le da de comer) y
luego para mí. No es que desconfíe, pero en estos tiempos
hay que tomar sus providencias; en cualquier momento tu
mejor amigo –como ese tal Martinelli- te da la puñalada
por la espalda (Toma su desayuno y la mujer se sienta a sus
pies. La queda mirando). Calma, no te angusties; es aún
muy temprano. Espera, deja tomar mi café y después te
atiendo (La mujer se abraza a sus pies). Está bien, no me
ruegues. Últimamente te has portado de buena forma y
yo siempre recompenso a mis amigos (Se dirige hacia
una caja de fuerte empotrada en la pared, cubierta por un
gran cuadro. Ingresa la clave y abre la puerta de la caja. En
seguida, extrae una jeringa y una droga. Prepara el inyectable
que luego coloca en el brazo de la mujer). Querida, ahí está
tu desayuno; ahora descansa.
(La mujer se recuesta en la cama. La escena es interrumpida por gritos
y piedras que vienen desde la calle. De Lara se levanta, apaga la radio y
va hacia una ventana para ver que ocurre. Se ilumina otra área donde se
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encuentra Aquino. Es un joven de unos 25 años, insano, inválido de la pierna
derecha y pobremente vestido. Por su limitación física, no puede permanecer
mucho tiempo erguido y se sienta habitualmente en el piso. En el transcurso
de la historia, tiene momentos de lucidez y otros de violencia).
Aquino: (Grita a personajes imaginarios) ¡Tíooo! ¡Tíooo Vittorio!
Esos “pendejos” que están ahí me están molestando ¡Me
están pegando, así! (Se golpea fuertemente en el pecho y en
la cara. Llora) . Me quieren quitar el pan que usted me dio;
me quieren pegar en la cabeza, así (Se golpea en la cabeza).
Los voy a agarrar y les voy a pegar con esta piedra, para
que les duela ¡Aaaay! (Golpea el piso con una piedra que
tiene en la mano. Se levanta y comienza a lanzar piedras al
foro, mientras vocifera palabras ininteligibles).
De Lara: (Enojado) ¡Termina de una vez Aquino con tu escándalo!
¡Si no tendré que encerrarte toda la semana en tu cuarto!
Aquino: No, tío, no me encierre. Le prometo que me voy a portar
bien. Tío, quiero que los mate con su pistola a esos
malditos que me están pegando, así (Se golpea el rostro).
No me dejan tranquilo, se ríen de mí y me tiran piedras…
De Lara: ¡Ya está bien! ¡Cálmate Aquino! Les voy a pedir a mis
hombres que se encarguen de esos desgraciados y les
revienten las bolas. Y ahora vuelve a casa (Paran los gritos
del enfermo. Se oscurece el ambiente del loco. De Lara
vuelve la mirada hacia la mujer). Y tú no te quedes ahí
como tarada estirada en la cama; tráeme el terno negro.
Hoy tengo una reunión muy importante con unos amigos
influyentes (La mujer intenta levantarse pero no puede;
cae desplomada en la cama) ¡Estúpida drogadicta! No sé
para qué mierda te tengo(Se dirige hacia un ropero y saca
un terno negro y una camisa blanca. Comienza a vestirse.
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la siniestra historia del señor de lara
A lo lejos, se escucha el sonido de una banda de pueblo que
interpreta una música popular. Vuelve a proyectar a la mujer
y la amenaza). Cuando salga, no quiero que tomes nada.
Si te pillo robando en mí despensa, te cerceno el cuello
y después tu cabeza se la doy de postre a los buitres (Ríe.
Apagón).
Escena II
La Muerte Acecha
(Vuelve la luz al área de Aquino; éste realiza un paso caricaturesco, mientras
pasa un cortejo fúnebre. De pronto, se detiene y se cubre el rostro con sus manos.
Transición. Su habitual expresión deforme se transfigura a un semblante
lúcido y tranquilo. Su discurso en esta escena será muy racional y claro. La
comitiva quedará congelada. Todos los diálogos se desarrollarán de manera
paralela y estarán marcados con cambios de luces).
Aquino: Otra víctima más que se va de este mundo plagado de
odio y venganza. Otro degollado que se irá a descansar
para siempre con la muerte. Su cuerpo tieso se acurrucará
fuertemente a ella, como un animal sumiso y enfermo,
igual que los perros que me asedian, muerden y lamen mi
culo. En su fosa ya no verá la luz del sol ni las estrellas; sólo
le acompañarán las tinieblas y los gusanos en un eterno
festín de pellejos y harapos.
De Lara: (Enciende un habano) Amigos míos, escuchen: no me
interesa el número de víctimas. Si fueron 500.000 o
1.000.000 personas, me da lo mismo. Si muchas de esas
muertes no fueron consecuencias de los combates, sino
de las ejecuciones sumarias y “paseos”, eso es lo de menos.
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iván vera-pinto
Está claro que ese es un problema de ustedes y de los
historiadores. Lo que a mí me interesa es continuar con
mi negocio, porque en toda época y en todo régimen, la
gente necesita plata para hacer funcionar el país. Yo sé
que ustedes están empeñados en reconstruir la nación y
aquí estamos nosotros para colaborarles, y por ello tener
una justa recompensa. Como ustedes saben, su servidor
no es más que un simple representante en esta región
de un consorcio mayor que puede auxiliarlos a parar la
insurrección, cubrir las deudas de su gobierno y darles
recursos para pagar a sus soldados y empleados. Mis socios
solicitan, a cambio, un tratamiento preferencial para las
inversiones de sus empresas. Bueno, no me voy a extender
en ese tema porque sé que ustedes platicarán directamente
con mis socios en la capital. En lo que a mí concierne,
lo único que les pido- por ahora- son algunos terrenos
que por estos pagos sobran. Con esos nuevos territorios,
podré ampliar mi fábrica de tabaco y, además, hacer otras
inversiones para ayudar al progreso de Valladares. Por
ejemplo, he pensado instalar el primer hipermercado en
la zona (Ríe satisfactoriamente).
Aquino: En esa época, las desapariciones de gente y los asesinatos
eran el pan de todos los días. La multitud estaba loca: se
mataban unos contra otros. Había manifestaciones en
las calles en pro y a favor del gobierno. Yo -cuando podía
escapar de la casa del tío Vittorio- vagaba por las avenidas,
aunque mi presencia no le importaba a nadie, ni siquiera a
la muerte que rondaba por todas partes.
De Lara: Señores: ¿Qué es el amor? ¿Qué significa la piedad? ¡Qué
palabras más raras y atroces ha inventado el hombre! ¿Para
qué sirve toda esa poesía? ¿De qué valen las religiones y
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la siniestra historia del señor de lara
los sueños? Creo que en estos tiempos de crisis, a nadie le
interesa esos temas, menos a un hombre como yo que vive
de los negocios. Como diría algún poeta extraviado: yo
vivo en la otra vereda de la vida.
Aquino: (Ingresa al área De Lara) ¡Calla! Esas palabras son mías;
me las has robado. Yo soy el que vivo en la otra primavera:
la de los versos tristes y amargos. Pero a pesar de aquello,
siento que soy el único que puede desafiar al poder de la
muerte. ¡Bendita locura! Tío Vittorio, toma, aquí está el
mísero dinero que un día me diste. Ya no lo quiero; está
manchado con sangre (Coloca el dinero en un bolsillo de la
chaqueta de Vittorio. Luego regresa a su área y se une con
su postura habitual de enfermo a la comitiva fúnebre que
continúa su marcha).
De Lara: (Saca los billetes de su bolsillo y los lanza a los personajes
imaginarios) Señores, aquí tienen esta pequeña remesa,
pero no se olviden de nuestro pacto de honor. Más tarde
que temprano deberán pagarme todo, incluso con sus
propias almas (Ríe. A los lejos, se escucha una ráfaga de
ametralladora y gritos. Se ilumina otro ambiente y se ve a
dos hombres corriendo desesperados).
Hombre 1: ¡Mierda! Casi me acribillan las balas.
Hombre 2: ¡Corre más fuerte! No tenemos escapatoria.
Hombre 1: Si nos pillan, somos hombres muertos.
Hombre 2: ¡Puta! Y al final no encontramos nada.
Hombre 1: Busqué en el water, incluso entre los mojones y no hallé
nada.
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iván vera-pinto
Hombre 2: Me imagino que rebuscaste bien.
Hombre 1: Sí, por todos lados: en la caja fuerte, rompí todos los
muebles y nada ¿Dónde carajo habrá fondeado la plata?
Hombre 2: A lo mejor no guarda nada en su casa.
Hombre 1: Viejo zorro. Espero que se pudra con su dinero (Se escucha
otra ráfaga de balas. Ambos se lanzan al suelo y susurran).
Hombre 2: ¡Somos unos idiotas! Justo el día que derrocaron al
Presidente de la República se nos ocurre ir a robarle a De
Lara, precisamente al amigo de los golpistas.
Hombre 1: Muy mal ojo ¡Silencio! Están cerca de nosotros; parece
que nos llegó la hora.
Hombre 2: Vamos a morir como perros en la calle.
Hombre 1: No, no pienses en eso. Supón que uno de nosotros corre
una cuadra y sube a un taxi, en el que escapa. El otro se
mete a un hospital y se confunde entre la gente. Los
comandos cierran todas las salidas del edificio y lo revisan
piso por piso durante casi cinco horas, pero no hallan al
ladrón. ¿Qué te parece?
Hombre 2: Prefiero imaginarme la fuga del primero. Amigo, vengan
esos cinco dedos (Le estrecha la mano al otro) Ahora a
la cuenta de tres, corramos hasta perdernos, salga lo que
salga.
Hombre 1: Está bien, vamos: ¡Uno, dos y tres! (Se levanta y corren
desesperadamente. Una ráfaga los alcanza. Silencio. Apagón.
Se ilumina a De Lara).
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la siniestra historia del señor de lara
De Lara: (Habla por teléfono) Buen trabajo. Esos imbéciles querían
robarme ¿A mí? (Ríe). No sabían con quienes se metían
¡Cretinos! … Bien, ahora bótenlos como perros al río.
¡Qué gracioso! también se llevaron a Aquino como
sospechoso. ¡Saquen a ese huevón de ahí! Sí, tráiganmelo
para la casa (Apagón).
Escena III
Amor y Turbulencias
(Se escucha, de Tchaikovsky, el concierto en piano Nº 1, inb flat minor op
23 - Parte 1: allegro non troppo e molto maestoso. Carmen realiza una
breve coreografía de ballet, con mucha energía y precisión. De Lara la mira
embobado).
Carmen: ¿Te acuerdas de mis presentaciones de ballet en la
universidad?
De Lara: Eran otros tiempos.
Carmen: Aunque nunca fui muy bonita, mis veinte años atraía a la
mayoría de los hombres.
De Lara: A mí me provocabas un secreto orgasmo cuando te veía
bailar.
Carmen: Tú eras igual que hoy: egoísta, ambicioso, mezquino,
codicioso, ególatra…
De Lara: (Ríe) Ruin, envidioso, individualista, sórdido y avaro.
Carmen: Una mierda de hombre, pero excelente manipulador.
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iván vera-pinto
De Lara: (Adopta una actitud persuasiva) ¿Quieres servirte un trago
para celebrar el estreno de tu obra?
Carmen: Gracias, eres todo un caballero.
De Lara: Espera también te traje este bouquet de flores.
Carmen: ¡Me encantan!
De Lara: ¡Ah! y algo que no podía faltar: bombones suizos con
licor.
Carmen: ¡Qué delicia! No sé que decir.
De Lara: Ahora cierra tus ojos. Te tengo una sorpresa (De su
vestimenta, extrae una caja pequeña que porta un anillo y se
la da a Carmen). Toma, es muy fino. Un pequeño regalo
de tu fiel admirador.
Carmen: (Abre la cajita) ¡Es hermoso! No puedo aceptarlo; debe
ser muy caro.
De Lara: Es tuyo. Permíteme colocarlo en tu dedo (Le coloca el
anillo).
Carmen: Don Vittorio, me impresiona con sus atenciones y
galanterías.
De Lara: Un momento, nada de don Vittorio; sólo Vitto para ti
(Ambos ríen). Carmen, podría colocar el mundo entero a
tus pies si me dejarás rozar tu tierna piel.
Carmen: Por supuesto don Vitto; perdón, Vitto, puedes hacerlo.
Aquí está mi mano (El hombre le acaricia la mano y luego
el brazo). Por favor, no sigas, están mirando mis profesores
y compañeros del elenco.
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la siniestra historia del señor de lara
De Lara: ¿Por qué no nos vamos a un lugar más íntimo? Me gustaría
que conocieras mi residencia; está en la colina, frente al
río; tiene una vista maravillosa y podríamos compartir la
exclusividad de la casa: Baba Ganusch.
Carmen: ¿Qué es eso?
De Lara: Es un plato árabe hecho de puré de berenjenas, además de
una ensalada clásica llamada Tabule que contiene tomate,
pepino, menta, cebollín y burgol. ¿Qué te parece?
Carmen: ¡Fantástico!
De Lara: Vamos entonces.
Carmen: Está bien, vamos.
De Lara: La comida fue lo menos importante; era tu virginidad la
que me atraía. Me imaginaba mis manos perdidas en tus
pechos duros y apretados. Mi obsesión era penetrarte
una y otra vez. Eras única; es más, en un momento pensé
contigo realizar un proyecto más serio. Pero no, éramos
muy distintos. A mí, me cargaban esos ensayos eternos de
ballet y tu grupo plagado de afeminados.
Carmen: Odiabas a los artistas y tenías celos por mi novio.
De Lara: No quiero que me nombres a ese maricón. El muy perro
casi me mata.
Carmen: Me recuerdo que estábamos cenando en el restaurante
Dos Gardenias cuando apareció Román. Fue un espantoso
suceso que marcó la vida de los tres.
De Lara: El muy desgraciado me atacó como un desquiciado.
34
iván vera-pinto
Carmen: Fui una niña estúpida que se dejó seducir por tu dinero y
tu poder.
De Lara: Eras capaz de hacer todo lo que te pidiera en la cama, con
tal que mantuviera a tus padres, te pagara tus estudios y
hasta tu novio pobretón.
Carmen: Román, era un idealista: amaba su arte y luchaba por una
sociedad más justa.
De Lara: Era un vago, comunista y amanerado.
Carmen: ¡Desgraciado! Nunca te voy a perdonar su muerte (Le da
un bofetón en la cara).
De Lara: (Le devuelve la bofetada) Y yo nunca voy a borrar de mi
mente que me haya dejado tuerto. El infeliz como no
sabía defenderse tomó traidoramente una insignificante
cucharita y me la clavó aquí dentro de mi ojo.
Carmen: ¡Bien merecido lo tenías! Fuiste un hijo de puta. Lo hiciste
expulsar de la universidad; delataste a sus compañeros y
luego lo desterraste del país.
De Lara: Haberlos despachado de este mundo era lo mejor que
hubiera hecho contigo y tu noviecito.
Carmen: ¿Acaso no lo hiciste? Tus amigos de seguridad masacraron
a Román. Le rompieron las manos y luego su cuerpo
descuartizado lo botaron a un vertedero. A mí me hiciste
inyectar la maldita droga hasta convertirme en una adicta;
es decir, en una muerta en vida (Fuera de sí, se lanza contra
el hombre para golpearlo. De Lara le da un certero puñetazo
en el vientre y la mujer cae desfalleciente de dolor. De Lara se
levanta, se arregla su ropa, se aproxima a un espejo grande y
35
la siniestra historia del señor de lara
se queda estático, observándose con una mirada cínica. De la
oscuridad aparece Aquino; se encamina hacia Carmen y la
abraza. Le acaricia la cara y la acurruca como a un bebé).
Aquino: Tía Carmen, despierte. No se duerma. Yo la voy ayudar.
Vamos a salir de aquí antes que vuelva el tío Vittorio. La
voy a llevar a un lugar seguro; allí nadie la va encontrar.
Por favor, vamos (La mujer vuelve en sí y habla alucinada,
creyendo ver en Aquino a su enamorado).
Carmen: Román, mi amor. ¿Dónde estabas? Déjame tocar tus
manos y tu cuerpo. Dime que no estás muerto. Dime
que nada te hicieron. Dime que todo lo que pasó fue una
absurda pesadilla. Dime que me perdonas. Deja besar tus
labios. Román, te amo porque tienes una mirada sincera
y tierna. Te amo porque eres un artista creativo, lleno de
esperanzas, que luchas dejando atrás los fantasmas y el
dolor. Amo tus manos que me guían, enseñan, apoyan,
comparten, sienten y trasmiten. Llévame a tu mundo, a
esa dimensión que nos arrebataron. Quiero perderme
contigo en sueños, plumas, nubes, hojas, tormentas, flores
y gotas; pasos y silencios, grillos y luciérnagas, noches y
días; mariposas y colores, música y secretos, pasión y
deseos, muerte y vida; desierto y tempestades, azules y
transparencias, encierros y horizontes, profundidades y
alas.
Aquino: (Habla como si fuera Román) Carmen, yo también te amo,
a pesar de todos los sufrimientos que me provocaste. No
te juzgo ni te desprecio, porque sé que tú también eres una
víctima. Lo único que quiero que sepas es que siempre te
amé, porque me hiciste sentir en plenitud mi corazón,
36
iván vera-pinto
sentirlo lleno de deseos, sentir cada latido y sentir la sangre
corriendo por mis venas.
Carmen: Román, vuelvo a sentirme enamorada. Siento que
estás aquí a mi lado y que ya no tendrás que escapar ni
desaparecer, sin dejar rastros. Puedo mirarte, palpar tu
piel y sentir tu cuerpo que se estremece, descubriendo el
deseo, ese sentimiento que surge desde el fondo de tu ser
expeliendo aromas y calor.
De Lara: ¡Buaaa! ¡Qué cursilería más grande es el amor! Idiotas,
debería quitarles hasta el espíritu que poseen. De nada
me ha servido haber eliminado al muchacho y convertido
en escoria a su novia. Todo ha sido inútil. Aún siguen
enamorados, pregonando -como almas en pena- palabras
de amor por las calles (Coge el teléfono y llama). ¡Hola!…
Gastón. Escucha, necesito que encuentren a Carmen de
inmediato… Aquino, el loco, se la llevó a su guarida. Sí,
sí, mi protegido también me traicionó. Atrápenla y me
la traen de vuelta. Del loco me encargaré yo mismo. Sí,
gracias, adiós.
(Aparece en otra área el espectro de Román).
Roman: Mi amor, regresaré a tu lado el día que vuelva a brillar la
luz en estas tierras. Estaré contigo en un nuevo amanecer
cuando tú puedas bailar libre y apasionada para mí. Por
ahora, mi nombre te acompañará en el aire y mi espíritu
estará contigo aunque la tormenta intente borrar todo lo
que existe en la faz de la tierra. Carmen, te amo, te amo.
Aquino: (Habla a unas sombras) ¿Qué hacen en mi escondite?
¡Váyanse de aquí! Dejen a la tía; está enferma. Yo la voy
a cuidar. Si no la dejan tranquila, los voy acusar al tío
37
la siniestra historia del señor de lara
Vittorio. ¡Ya van a ver lo que les va a pasar! ¡No, no se
acerquen más! (En la penumbra se ve a dos hombres que
toman de los brazos a Carmen y la arrastran hacia el foro.
La mujer se resiste con poca fuerza) ¡Maricones! ¡Dejen a
la tía Carmen! ¿A dónde se la llevan? Ahora van a ver;
con estas piedras los voy a cagar. (Saca unas piedras del
bolsillo de su chaqueta y las lanza hacia el foro. Se siente una
ráfaga de ametralladora. Aquino, se lanza al suelo y habla
en murmullos. Las sombras vuelven corriendo y se llevan al
muchacho, el que vocifera garabatos. Sonido a un motor de
jeep que arranca. Apagón).
Escena IV
La Cena
(De Lara está sentado en la cabecera de una mesa y a su lado está en silencio
Carmen. Completan el cuadro tres hombres vestidos formalmente. Hay
botellas de licores y fuentes con alimentos).
Hombre 1: (Con una copa en la mano) Don Vittorio de Lara, sus
amigos aquí presente desean testimoniar el profundo
afecto y agradecimiento que tenemos hacia su persona.
Es por ello que hemos preparado esta humilde cena de
camaradería para reconocer los favores recibidos por
usted. Don Vittorio, usted ha sido para nosotros un ángel
de la guarda, porque nos ha facilitado recursos financieros
para poder continuar adelante con nuestros pequeños
negocios en esta bella región de Valladares. ¡Salud!
Todos: ¡Salud!
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iván vera-pinto
De Lara: Gracias caballeros por sus emotivas palabras y por esta
apetitosa cena. Siendo muy sincero con ustedes: no tienen
nada que agradecer, puesto que los dineros facilitados han
tenido que cancelarlos con los correspondientes intereses.
Como ustedes bien saben, todo es negocio en la vida,
incluso hasta esta misma cena. Estoy pensando que a lo
mejor quieren ablandar mi corazón para que les baje los
intereses o buscan que les de más prórrogas para pagar sus
deudas ¿Me equivoco?
Hombre 2: De ninguna manera, Don Vittorio. De corazón, estamos
agradecidos, porque usted sin mayores reparos nos facilita
habitualmente el dinero que necesitamos.
De Lara: Señores, no se olviden: Todos ustedes están endeudados
conmigo hasta los huesos y si no tienen para pagar en
efectivo, en ese caso, también sus tierras, negocios e hijas
para mí son apreciadas (Se dirige al hombre 3). A propósito
Manuel, tú hija está muy encantadora y provocativa. Tal
vez, podríamos arreglar nuestra deuda con un pequeño
servicio personal ¿no te parece?
Hombre 3: Señor Vittorio, me resulta descabellado su pedido…
De Lara: No, hombre, no te ofendas; es una broma (Ríe cínicamente).
La verdad que tengo muchos planes: En primer lugar,
tengo que desalojar algunos colonos y peones que habitan
mis tierras para ampliar la zona de producción de tabaco.
Y, por supuesto, voy a introducir técnicas agrícolas mucho
más modernas y construiré una carretera pavimentada
que vaya directamente desde mi hacienda hasta la estación
de tren. Lo único que me preocupa son esos líderes que
andan agitando a los indios para que se tomen las tierras,
se sindicalicen y reclamen un montón de beneficios.
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la siniestra historia del señor de lara
Hombre 1: Don Vittorio, no tiene que preocuparse por eso. Mientras
tenga el apoyo de las autoridades, usted seguirá siendo el
amo y señor de Valladares.
Hombre 2: Señores, por favor, no sigamos hablando de negocios;
la cena se enfría. Don Vittorio, por favor, sírvase este
exquisito faisán con uvas al oporto (Le acerca una fuente
metálica con los alimentos. De Lara se sirve un trozo en su
plato. Entra Aquino a escena y queda mirando la mesa) .
De Lara: (Va a comer y se percata de Aquino) ¡Ah! me estás pidiendo
que te de comida. Ven, Aquino, ven, prueba este faisán, te
va a gustar (Le va a dar su plato. Aquino se aproxima, pero
el hombre 3 lo detiene del brazo).
Hombre 3: ¡No, no es conveniente!
De Lara: ¿Y por qué no?
Hombre 1: Lo que pasa es que Aquino está enfermo del estómago,
eso es…
De Lara: ¿Enfermo del estómago? ¡Qué extraño! él tiene una
barriga de cerdo.
Hombre 2: Cuando llegamos, uno de sus guardias personales nos
informó que está enfermo.
De Lara: Bueno, si está enfermo, es mejor que se vaya para afuera.
Hombre 3: Don Vittorio, yo me encargo de sacarlo (Toma del brazo a
Aquino quien no entiende nada. Todos comienzan a comer;
no obstante, los tres hombres nunca sacan ninguna presa
de faisán; únicamente prueban los alimentos de las otras
fuentes).
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iván vera-pinto
De Lara: Bueno, vamos a la carga con esta rica comida (Va a empezar
a comer, pero se detiene bruscamente). Se me olvidaba, antes
debo hacer mi ritual: Toma Carmencita, primero comes
tú (Le lleva a la boca de la mujer un trozo de ave; ella lo
escupe). Mi amor ¿por qué esos modales? No se da cuenta
que tenemos visitas. Disculpen señores, mi mujer desde un
tiempo a esta parte no apetece nada, pero yo sí con placer
degustaré este delicioso faisán (Come una presa y luego
saca otra más) ¡Mmmm! ¡Qué bueno está este pajarraco!
¡De chuparse los dedos! Pero, ustedes, señores, no les veo
que coman faisán.
Hombre 1: No se preocupe por nosotros; está comida es en su honor..
Así que coma todo el faisán que desee; en la cocina tenemos
más.
De Lara: Está muy bueno este pajarito, pero le encuentro un sabor
extraño. Sabe a salsa media amarga. Díganme,¿qué le
pusieron?
Hombre 5: Bueno, los ingredientes que tiene son: Faisán, aceite,
cebollas, zanahorias, laurel, tomate, harina, vino tinto,
oporto, brandy, uvas blancas, sal y pimienta.
De Lara: ¡Mmm! No sé, pero hay algo amargo (Toma otra copa de
licor. Mira a Carmen).
Hombre 2: Si no le gustó, entonces puede probar este venado al vino
tinto.
Hombre 3: Sírvase la presa que guste. Todo es suyo.
Hombre 1: ¡Salud señores, por nuestro distinguido anfitrión! (Todos
beben).
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la siniestra historia del señor de lara
De Lara: Querida, tú como siempre no comes nada y tu semblante
está cada día peor. ¿No te apetece este faisán? (Ella niega
con la cabeza). Toma una copa de este buen vino (Le sirve
licor, pero ella lo rechaza con la mano). ¡Ah, ya sé! ¿Quieres
bailar? (La mujer no responde). Sé que te encanta bailar,
como en los viejos tiempos. ¿Te acuerdas de tus lecciones
de ballet? Espera un momento; voy a colocar una música
adecuada para la ocasión (Se levanta de la mesa y va hacia
un antiguo reproductor de discos y coloca uno de acetato.
Se escucha el tango “Por una cabeza”. Toma a la mujer
y comienzan a bailar. Ella, al principio, se mueve como
muerta, pero luego interpreta el baile correctamente, pero
sin pasión. En medio del baile De Lara se detiene).
De Lara: ¡Qué extraño! Siento un frío que me cala los huesos; es
como un viento helado. Algo así como un velo húmedo
que me sube por mi espalda, como el manto de la muerte
(Todos quedan mirando a De Lara fijamente y en silencio.
El hombre comienza a ahogarse, trata de caminar y cae
pesadamente al suelo. La mujer queda atónita mirando la
escena, sin reaccionar) ¡Mierda! Me ahogo. Criminales, me
dieron veneno ¡Auxilio, socorro! ¡Me matan! (Se arrastra
hacia la puerta de salida).
Hombre 3: Hay que detenerlo sino va a llamar a sus hombres.
De Lara: ¡Asesinos!
Hombre 1: No creo que pueda avanzar mucho; le puse una buena
porción de toxina botulínica. El sistema nervioso le va a
comenzar a fallar y morirá con fuertes dolores.
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iván vera-pinto
Hombre 2: Está bien, pero tapémosle la boca con una servilleta para
que no escuchen los gritos sus hombres (Entra nuevamente
Aquino y se sorprende con la escena).
Aquino: ¿Qué le hicieron al tío Vittorio? (Grita) ¡Lo quieren
matar!
Hombre 3: ¡Agarremos al loco! (Se abalanzan los tres hombres sobre
Aquino. Se produce una lucha, forcejeo. Vittorio aprovecha
la oportunidad para escapar tambaleándose).
De Lara: (Grita) ¡Me quieren matar! (Se escuchan voces de otros
hombres que se acercan al lugar de los hechos. Carreras y tiros
de escopetas). Ahora verán traidores de lo que soy capaz.
Morirán todos como perros. Querían matarme, pero no
saben que hierba mala nunca muere (Apagón).
Escena V
La Promesa
(En un salón amplio se encuentra muy concentrada Carmen practicando unos
pasos de baile, al compás de una música de ballet que surge de un reproductor
de discos de acetatos. Detrás de ella, aparece Román. Es un hombre de unos
25 años. Trae en su mano un pequeño regalo. Abraza a la joven por la espalda
y le besa en la mejilla. Ella detiene su baile y se deja acariciar con placer).
Carmen: ¡Mi amor! Me sorprendiste. Estaba muy concentrada en
mi rutina.
Román: Disculpa, pero tenía tantas ganas de verte y abrazarte.
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la siniestra historia del señor de lara
Carmen: Eres muy amoroso. Tú sabes perfectamente que cuando
me das un beso, yo te pido otro, otro y otro. No puedo
resistirme a tus caricias y hasta ahí llegan mis ensayos.
Román: Mira, te traje este pequeño regalo (Le da el regalo).
Carmen: ¡Qué tierno! ¿Qué es?
Román: Sorpresa. Ábrelo y lo verás,
Carmen: Sí, de inmediato. Soy muy curiosa (Lo abre y descubre un
pequeño conejo de peluche y una lámina de corteza de árbol)
¡Qué divertido! ¡Es un conejito! ¡Ah! Ya sé ¡Eres tú! Sí, mi
conejito más lindo del mundo (Le besa en la boca).
Román: Y tú mi conejita más bella del universo.
Carmen: Veamos, ¿qué dice esta lámina? (Lee) “Te amo” (Le vuelve
a besar). Eres muy encantador. Román, estoy enamorada
de ti.
Román: Yo también. Lo único que deseo es vivir para siempre
contigo.
Carmen: ¡Cuánto deseo que terminemos pronto nuestros estudios!
Y que luego hagamos realidad todos nuestros sueños.
Román: Quiero que conserves este conejito y cuando te encuentres
solita o con penas, lo mires y recuerdes que siempre estaré
a tu lado, acompañándote y dándote valor.
Carmen: Sí, siempre estará conmigo. Será también como mi
cábala para todos los exámenes de baile que deba dar en
la universidad (Huele la lámina) ¡Mmm! Tiene olor a
eucaliptos, el árbol típico de esta sierra.
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iván vera-pinto
Román: Los aromas de los árboles nos recuerdan a los amores y a
la belleza. Las cortezas, aunque sean muy frágiles, siempre
encierran historias de vida.
Carmen: Dicen que los olores permanecen en la memoria y nunca
se pueden olvidar.
Román: Este aroma a eucaliptos será el nuestro. El deberá
recordarnos los momentos en los cuales fuimos muy
felices.
Carmen: ¡A mí me encanta ser envuelta por tu aroma! Esa fragancia
natural compuesta por tu piel. Me excita. Me despierta.
Me envuelve. Me desata.
Román: A mí tu perfume sutil y cautivante me obsesiona.
Carmen: El tuyo me despierta el alma y me embriaga de pasión.
Román: Carmen, te juro que te amo y te amaré pase lo que pase en
nuestras vidas.
Carmen: Román, te juro que si algún día no te puedo ver más, me
convertiré en una ola de mar para bañar tu playa, para ser
la brisa marina que se mece contigo, que te acompaña y
que pueda escribir tu nombre en la infinita arena (Se besan
y luego comienzan a bailar la música de ballet que ensayaba
la mujer. Apagón).
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la siniestra historia del señor de lara
Escena VI
Revuelta y Engaño
(Se ilumina un salón donde hay algunas parejas bailando al compás del
tema Lágrimas Negras, de Miguel Matamoros. Vittorio está sentado en una
mesa con dos mujeres; beben y fuman. Otros parroquianos conversan. En
un extremo bailan románticamente Carmen y Román. De pronto, entra
corriendo a escena una mujer muy agitada y llorosa).
Mujer: ¡Dios mío! Ha ocurrido una terrible desgracia. Los
militares, en el mercado municipal, abrieron fuego contra
los estudiantes y campesinos que exigían la derogación
de la ley que termina con la gratuidad de la enseñanza
superior. Y en el mitin, los desgraciados mataron a mamá
Asunta Mollado, porque que le enrostró a un militar su
proceder y se lanzó contra él, diciéndole: “una sola es la
vida y una sola es la muerte”, por la que recibió una ráfaga
de balas que, al instante, cegaron su vida, siendo la primera
victima de esta manifestación (Llora. La gente se agolpa
asustada a su alrededor. Entra corriendo un hombre).
Hombre 1: ¡Dios Santo! La ciudad se ha convertido en un polvorín de
guerra y las balas corren por doquier. Ahora, los militares
acaban de cercar la universidad y están metiendo balas a
los estudiantes que se resisten a rendirse.
(Se escucha por un alto parlante una proclama desde un camión militar que
cruza la calle).
Voz: Ante los graves disturbios que están ocurriendo en
estos momentos en la ciudad, a consecuencia de grupos
sediciosos que han subvertido el orden público, el
46
iván vera-pinto
supremo gobierno de la nación ha declarado el estado de
emergencia en la región de Valladares.
(Se sienten de fondo sonidos de camiones militares, griterío de personas y
disparos. La gente del salón comienza a salir despavorida).
Román: Mi amor, debo ir a ver a mis compañeros.
Carmen: ¡No, no vayas! Te van a matar.
Román: No puedo quedarme aquí con los brazos cruzados,
mientras que a ellos los están masacrando. Me siento muy
responsable de no haber estado en el mitin. Yo sabía que
se iba a marchar por las calles pidiendo la derogación de la
ley y preferí estar contigo. ¿Por qué, por qué lo hice?
Carmen: ¿Y qué vas hacer tú sólo? Nada. Si no te matan, te llevarán
preso y se arruinará la vida de ambos.
Román: No puedo ser tan egoísta y pensar exclusivamente en mi
futuro.
Carmen: Querrás decir en nuestro futuro.
Román: Amor, no es el momento de discutir estas cosas
personales; debo ir a la universidad para estar junto a mis
compañeros.
Carmen: Eso significa que me dejas sola (Lloriquea).
Román: Cálmate, voy a volver pronto.
Carmen: Pensé que yo era más importante para ti
Román: Eres muy valiosa para mí, pero en estas circunstancias
tengo que resolver algo más urgente.
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la siniestra historia del señor de lara
Carmen: Román, tú no vas a cambiar la ley ni el mundo.
Román: Tengo que hacer lo que me corresponde; luchar contra esa
ley injusta que nos perjudica a todos los estudiantes. Se
han unido los campesinos, los profesores y mucha gente
de la ciudad. No estamos solos; hemos organizado un
Frente de Defensa del Pueblo.
Carmen: Eres un idealista y testarudo. No entiendes nada. Va ser
imposible entrar a la universidad ¿Acaso no oíste? Está
cercada. Por favor, te lo suplico, no te vayas a meter en la
boca del lobo (Román besa en los labios a Carmen y sale
corriendo. Ella se sienta en una mesa desolada. Se acerca De
Lara y le sirve una copa).
De Lara: Señorita, por favor, sírvase esta copa para pasar las penas.
Carmen: No, gracias.
De Lara: Comprendo su dolor y me gustaría acompañarla en este
trance. Todos han escapado a esconderse y no es bueno
que una chica como usted deambule sola por la calle.
Uno nunca sabe, una bala pérdida puede cegar su bella
existencia.
Carmen: Por favor… déjeme sola.
De Lara: Como usted quiera. No pretendo molestarla; mi intención
es prestarle mi protección para salir de este lugar peligroso.
Si gusta, la puedo trasladar en mi auto a donde quiera
Carmen: No sé qué hacer. Vivo en una pensión que queda al otro
lado de la ciudad y debo cruzar obligatoriamente por
donde está la protesta.
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iván vera-pinto
De Lara: En ese caso, permítame ofrecerle un lugar más seguro.
Carmen: ¿Dónde?
De Lara: Bueno, tengo en lo alto de la colina sur una pequeña casa
de campo. Habitualmente por allí nadie transita y tengo
hombres de seguridad que protegen el terreno.
Carmen: No me parece buena idea que a una joven la vean
acompañada con un hombre maduro por esos parajes.
De Lara: No se preocupe por la gente; en este pueblo siempre hablan
por hablar. Le prometo ser todo un caballero con usted;
tiene mi palabra. Además, usted podría ser mi hija, ¿no?
Por lo menos quédese un par de horas lejos del peligro y
luego cuando todo se calme me comprometo a enviarla a
su residencia.
Carmen: Está bien, con una condición que me permita llamar por
teléfono a mi novio a la universidad.
De Lara: Por supuesto, en mi residencia lo puede hacer
tranquilamente y ahora beba esa copa para darse valor
y salgamos luego de aquí (Carmen bebe un sorbo y salen
ambos. Apagón).
Escena VII
Tiempos de Sangre
Román: Antes que cayera el sol, las fuerzas armadas tenían
controlada toda la ciudad. Se llevaron a cientos de
detenidos; a algunos nunca más los volvimos a ver en
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la siniestra historia del señor de lara
Valladares. El informe oficial reconoció 30 muertos y más
de una centena de heridos.
Carmen: A partir de ese día nunca más pude escapar de la presencia
de Vittorio De Lara. Al principio, me enamoraba con
regalos y atenciones costosas; después me acosaba en la
universidad, en la calle y por donde anduviera.
De Lara: Asumí, gustosamente, cubrir los estudios de Carmen e
incluso ayudaba a su familia empobrecida que vivía en una
zona rural.
Carmen: Yo le decía a mis padres que tenía una beca en la universidad
y que trabajaba como asistente de un dentista, quien
hipotéticamente me pagaba un buen sueldo.
Román: A mí me llevaron detenido y estuve aislado veinte días en
un calabozo, donde tenía que dormir en posición fetal,
arrodillado y acurrucado, postura que, por lo demás, no
me era difícil de realizar gracias a mis ejercicios de ballet.
Carmen: Tarde o temprano caí en las garras de Vittorio, quien me
convirtió en su concubina, después que hizo liberar a
Román, haciendo uso de sus influencias con las autoridades
de la ciudad.
De Lara: El precio que tuvo que pagar por la liberación de su
novio, creo, fue justo. Una vida vale más, mucho más, que
cualquier “sacrificio” erótico (Ríe de manera cínica).
Carmen: Al comienzo, sentía vergüenza por los comentarios que
hacían en la universidad sobre mi relación con De Lara,
pero después me dio lo mismo; acepté todo por la vida de
Román y por mi seguridad.
50
iván vera-pinto
Román: Los agentes de seguridad me llevaron a la capital, me
pusieron en un avión y me expulsaron del país. A Carmen,
por un largo tiempo, no la volví a ver.
Carmen: Pasaron cinco años y nunca tuve noticia de Román. Lo
único que sabía era que estaba vivo y fuera del país. Al final,
tampoco terminé mis estudios; ya no tenía interés por el
arte y el entorno se puso muy difícil para mí. Ninguno de
mis antiguos compañeros se acercaba por temor que algo
les ocurriera. Todos hablaban en secreto: “Ahí va la puta
de Vittorio, el mafioso”.
De Lara: En febrero del año 1970, época de lluvia en Valladares,
invité a Carmen a pasar unas vacaciones en la capital,
aprovechando que tenía unas reuniones con mis socios
extranjeros.
Carmen: Recuerdo que hacía mucho calor y fuimos a servirnos
helados en el restaurante Dos Gardenias. Le pedí al mozo
que nos acomodara en una mesa del boulevard. Miraba,
distraídamente, las palomas que picoteaban algo en
el piso, cuando de pronto vi a Román a dos metros de
nuestra mesa; no lo podía creer.
Román: El gobierno había declarado la amnistía general, porque
quería aparecer frente al pueblo con una máscara
democrática y, de esta manera, asegurar la victoria en el
plebiscito nacional para convertir al dictador en presidente
vitalicio.
De Lara: Las aguas estaban relativamente calmadas en el país. La
oposición hacía manifestaciones pero no deseaba tensionar
la situación por el peligro que se suspendiera la consulta
51
la siniestra historia del señor de lara
popular; además, se habían asegurado de traer veedores de
organismos internacionales.
Román: Nunca me imaginé que el destino me volvería a llevar
hacia Carmen. Tenía sentimientos encontrados con ella.
Mis amigos se habían encargado de informarme acerca
de toda su vida. No podía creer que perdiera sus ideales
y se convirtiera en amante de uno de los personajes más
siniestros de Valladares.
Carmen: Al verlo, no sabía qué hacer. Si escapar o abrazarlo con
todo mi amor. Intenté levantarme, pero la mano fuerte de
Vittorio me detuvo.
De Lara: Yo también divisé al desgraciado, pero no me imaginaba
cuál iba ser el desenlace de ese fatal reencuentro. Además
-para mala fortuna mía- no andaba armado. Así que esperé
en alerta.
Román: ¡Maldito el momento que me acerqué a ellos! Algo
me ocurrió en mi interior que me impulsó a desafiar
a ese mafioso. No podía soportar su sonrisa cínica y
despreciativa. Me ardía la sangre al ver cómo tomaba
el cuerpo de Carmen, como expresándome que le
pertenecía.
Carmen: Sin mediar ninguna palabra, Román, se lanzó
violentamente contra Vittorio.
De Lara: Caímos al suelo, nos golpeamos y rodamos entre medio de
las mesas.
Román: Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. De pronto, sentí
que me azotaba la cabeza contra el pavimento.
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iván vera-pinto
De Lara: Lo tenía desfalleciente. Era mío y lo iba a rematar con un
golpe final, pero la muy perra me golpeó por la espalda
con una silla.
Carmen: Tenía que ayudar a Román. No podía permitir que
Vittorio le quitara la vida. Quería que me creyera que
estaba de su lado, que todo lo que había sucedido fue para
salvar su vida.
Román: No sé cómo tomé una cucharita que estaba en suelo y de
un certero golpe la clavé en su ojo izquierdo (Se lanza
contra Vittorio y hace el movimiento de clavar el cubierto en
su ojo).
De Lara: ¡Aaaaaay! ¡Hijo de puta! ¡Mi ojo! ¡Aaaaaaaaay! (Cae al
piso gritando de dolor).
Carmen: En ese momento no me interesó lo que me pudiera ocurrir
(Le habla en forma directa al joven) Román, te ruego,
escapemos lejos, muy lejos de este infierno. ¡Vamos!
¡Llévame contigo! (Ambos escapan a otra área).
Román Nos fuimos a la casa de un amigo. El miedo y el dolor no
fueron ningún obstáculo para que esa noche hiciéramos
apasionadamente el amor.
Carmen: No dormimos ni un solo minuto; sólo queríamos
abrazarnos, besarnos y entregarnos al otro, como si fuera
el último minuto de nuestras vidas.
Román: Por un momento fuimos felices y olvidamos todo lo
pasado. (Se besan, se acarician y hacen el amor. La atmósfera
es tiera, romántica y poética).
53
la siniestra historia del señor de lara
De Lara: No fue fácil ubicarlos; se habían escondido como topos
bajo la tierra; sin embargo, mis perros sabuesos hallaron
a los tortolitos en su nido. La orden era: matar al perro y
hacer sufrir en vida a la puta (Apagón).
Escena VIII
El Secreto
Aquino: Tío Vittorio, ¿me deja ver a la tía Carmen?
De Lara: ¿Para qué quieres verla?
Aquino: Para cuidarla
De Lara: ¿Tú cuidarla? No me hagas reír.
Aquino: Yo no le voy hacer daño a la tía.
De Lara: ¡Qué daño le podrás hacer cuando eres un idiota! Fuera de
acá; no estoy de humor.
Aquino: ¿Tío, quiere que le cante una canción? (Balbucea una
canción).
De Lara: ¡Fuera te he dicho! (Lo toma de la camisa y lo empuja;
el muchacho cae al suelo y se pone a llorar como un niño)
¡Cállate, cállate! (Aquino se calma de a poco). Anda y saca
de esa alacena una botella de whisky y sírveme (El joven le
hace caso y trae la botella y una copa). Si quieres anda y saca
una copa para ti (Aquino trae otra copa y se sirve un trago.
Ambos beben un sorbo. Luego De Lara queda mirando
fijamente al muchacho). Ahora que te miro bien, creo
que tenemos algún parecido. Sí. En algo nos parecemos
54
iván vera-pinto
físicamente, a pesar que eres un adefesio de hombre.
(Ríe).
Aquino: ¿Usted cree que nos parecemos?
De Lara: Claro, si somos como dos gotas de agua. (Ríe).
Aquino: ¿Qué quiere decir “como dos gotas de agua”?
De Lara: Mira mi copa y ahora mira la tuya. ¿Se parecen o no una
a la otra?
Aquino: Sí tío. Se parecen.
De Lara: Ves, eso es lo que te quiero decir (Se sirve otra copa. Le va
servir otra a Aquino pero este la rechaza).
Aquino: No quiero más; el trago me produce un fuerte dolor de
cabeza y después me da rabia, mucha rabia…
De Lara: Ya está bien, no te voy a obligar a tomar ¿Sabes por qué tú
vives conmigo?
Aquino: Porque usted es mi tío
De Lara: Yo no soy tío tuyo, imbécil. ¡Cómo voy a ser tu tío! Sería
el hazme reír de todo el pueblo.
Aquino: ¿Y por qué, entonces, vivo en su casa y me alimenta?
De Lara: Porque soy cristiano; por lo tanto, soy un hombre bueno.
(Ríe).
Aquino: ¿Y si es bueno por qué no me deja ver a la tía Carmen?
De Lara: Mira, loquito, parece que te estás sanando; piensas mejor
que una persona cuerda.
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la siniestra historia del señor de lara
Aquino ¿Quiere que le prenda una vela a los santitos que tiene en
su cómoda?
De Lara: Sí, claro (Aquino va hacia la cómoda, toma unas velas y
las prende. Le llama la atención un relicario que está en el
mueble. Lo abre y ve la foto de una mujer).
Aquino ¿Quién es esta mujer?
De Lara: Sin poner atención) ¿Cuál?
Aquino Esta que tiene su foto en el relicario.
De Lara: (Se levanta ofuscado y le quita el relicario) ¡Loco de mierda,
deja eso!
Aquino ¿Quién es?
De Lara: Una mujer.
Aquino ¿Cómo se llama?
De Lara: Isaura.
Aquino ¿Isaura
De Lara: Sí, Isaura.
Aquino Es muy bonita Isaura.
De Lara: Era. Murió.
Aquino ¿Murió tan joven?
De Lara: Sí. Murió
Aquino ¿Y cómo?
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iván vera-pinto
De Lara: Es una historia muy triste (Toma otra copa de licor al seco).
Aquino ¿Me la puede contar?
De Lara: ¿Para qué? Tú no la entenderías.
Aquino: A mi me gusta que me cuenten historias. Dígame, ¿cómo
murió esa niña? (Silencio. De Lara vuelve a tomar otra
copa) ¿Cómo murió?
De Lara: Se mató
Aquino: ¿Se mató? ¿Por qué?
De Lara: Porque dio a luz un niño desequilibrado.
Aquino ¿Qué es desequilibrado?
De Lara: Un tipo como tú: loco.
Aquino: ¡Ah! ¿Y por eso se mató?
De Lara: Bueno, no fue por eso precisamente.
Aquino: Entonces ¿por qué?
De Lara: Porque… (Pausa) su hijo era de su hermano.
Aquino: ¿De su hermano?
De Lara: Sí, de su hermano.
Aquino: ¿Y eso qué tiene de malo?
De Lara: Aquino, tú no sabes nada de nada. Mira, tener relaciones
entre hermanos es pecado y te vas al infierno. Además,
a toda tu familia le cae la desgracia por muchos años
¿Entiendes?
57
la siniestra historia del señor de lara
Aquino: ¿Qué es pecado? ¿Qué es infierno? Qué raro suena todo
eso. No entiendo.
De Lara: Es mejor que no entiendas nada. Al final, tú eres el único
que está libre de pecado en este mundo.
Aquino: ¿Y qué pasó con el hermano de la niña Isaura?
De Lara: No sé… (Pausa). Al parecer, el joven escapó muy lejos y
no volvió hasta que sus padres murieron. Más tarde se
convirtió en un hombre rico, poderoso y muy influyente
en el pueblo.
Aquino: ¿Y por qué usted tiene la foto de Isaura?
De Lara: Tú sí que eres un metiche. Esa es otra historia que no te
la voy a contar. Ahora vete, quiero estar solo. ¡Ya, fuera!
(Suena el teléfono. De Lara se levanta con dificultad
y contesta. Aquino sale de escena) ¡Hola! ¿Cómo va,
Menéndez?... Sí, estoy bien, un poco borracho, pero bien…
¿Qué dices? ¿Qué vaya urgente al edificio del Cabildo? ¿A
esta hora? ¿Y para qué?... Entiendo, está bien. Llegaré por
allá en media hora. Sí, no tardo (Apagón).
Escena IX
La Fuga
(La escena transcurre en una oficina lúgubre. Durante el diálogo Menéndez,
guarda documentos en una maleta y otros los quema en un pequeño cilindro
metálico. De Lara está sentado en una silla, fumando nervioso un habano).
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iván vera-pinto
Menéndez: Vittorio, la situación se puso muy fea para nosotros.
Después de la derrota en el plebiscito, la debacle se vino
en cadena. Nos informan del gobierno que la elección
presidencial prácticamente la tenemos perdida.
De Lara: ¿Están seguro de ello? ¿No se estarán adelantando con el
pronóstico?
Menéndez: Para nada. Me acaba de llamar el Ministro del Interior,
avisándome que del 85 % de las mesas escrutadas en el
país, la oposición tiene una ventaja del 67 %. Estamos
reventados. El ministro me ordenó desmantelar de
inmediato todos nuestros centros de operaciones y los
recintos de detención en Valladares. Imagínate el trabajo
que tenemos: hacer desaparecer archivos, elementos
comprometedores y borrar cualquier indicio de tortura
contra los opositores.
De Lara: ¡Mierda! Eso significa que tenemos que esfumarnos del
mapa.
Menéndez: Está más claro que el agua. Yo salgo mañana a primera
hora del país. Te recomiendo que, por tu seguridad, hagas
lo mismo.
De Lara: ¿Y qué hago con mis bienes y propiedades? ¿Quieres que se
las regale a los indios? Figúrate cuántos años me ha costado
amasar mi fortuna y mis tierras. No puedo tirarlo todo por
la borda porque se viene un gobierno democrático.
Menéndez: Entiéndeme, apenas las nuevas autoridades asuman
van a comenzar –como ha pasado en otros países- las
investigaciones a las violaciones de los derechos humanos,
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la siniestra historia del señor de lara
y luego vendrán todas las acusaciones a cada uno de
nosotros. Nos van a volar las cabezas.
De Lara: Pero yo no he estado vinculado a las maniobras de
ustedes.
Menéndez: Directamente no. Pero sí nos has financiado nuestra guerra
interna, o ¿se te olvida que gracias a ti pudimos armar a
nuestros hombres para realizar las operaciones rastrillos,
y montar nuestros centros de interrogatorios? Y qué me
dices de esa multimillonaria suma que depositaste para
que el gobierno hiciera su campaña electoral.
De Lara: Yo simplemente era un intermediario de los capitales que
les facilitaban mis socios extranjeros. No tuve ninguna
responsabilidad en los fines para los cuales se ocupaban
esos dineros.
Menéndez: Vittorio, es cosa tuya si quieres quedarte en el país para
saber si te declaran inocente. Lo que puedes estar seguro
es que nadie se la va jugar por ti, incluso hasta los políticos
que nos apoyaban te van a dar vuelta la espalda. Esos son
los primeros maricones que flotan como corchos en las
aguas.
De Lara: Lo sé. De los políticos nunca me he fiado, pero ya
encontraré la fórmula para salir victorioso de este entuerto.
Tú sabes quien tiene el poder económico siempre tiene el
poder político.
Menéndez: No se cuánto tiempo te durará el poder, porque la oposición
apenas asuma va llevar a cabo una reforma agraria. Además,
los indios se subirán al carro de la victoria, y en pocas horas
te quitarán todas tus propiedades.
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iván vera-pinto
De Lara: Esa es una lectura de la situación, pero también existe la
otra posibilidad que mis amigos extranjeros apoyen al
nuevo gobierno en el consabido plan de desarrollo del
país, brindándole créditos con atractivas condiciones de
pago. Menéndez, tú eres un hombre de armas y déjame
decirte que no tienes la visión política ni la astucia de un
hombre de negocio como yo.
Menéndez: Ahora no voy a discutir el tema contigo. Lo único que
me interesa es largarme cuanto antes del país. No quiero
pasar el resto de mis días en una cárcel. Puedes hacer
lo que estimes conveniente con tu vida, pero yo no voy
a quedarme a mirar cómo los indios se toman el poder.
(Suena el teléfono del despacho. El oficial contesta) ¿Diga?...
Sí, Gutiérrez, páseme a buscar en seguida. No, no usemos
ningún auto militar. Es mejor que nos traslademos en el
coche privado… Sí, pronto (Cuelga). Querido amigo,
ahora hay que sumergirse por un buen tiempo. Quizás, más
adelante, tengamos la oportunidad para volver a tomar las
riendas del país. Tú sabes que en este país de mierda, los
gobiernos nunca alcanzan a terminar sus períodos. Bueno,
venga ese abrazo de compadre (Se abrazan fuertemente).
De Lara: Voy a extrañar el respaldo que me diste, así como las
famosas fiestas que hacíamos en el cuartel ¿Te acuerdas
cuando traíamos a todas las putas del pueblo y armábamos
unas tremendas orgías?
Menéndez: Claro que me acuerdo. El cuartel parecía un burdel. ¡Ah!
Pero lo mejor de todo era que las fiestas, a nosotros los
uniformados, nos salían gratis, ya que el señor De Lara era
el que costeaba los servicios (Se ríe. Se escucha un auto que
se estaciona. Salen los hombres de escena. Apagón).
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la siniestra historia del señor de lara
Escena X
Sueño de Libertad
(Carmen está recostada, durmiendo en la cama y, al lado, se encuentra
Aquino, observándola detenidamente. Ella se despierta y se asusta al ver al
hombre)-
Carmen: ¿Qué haces mirándome con esos aterradores ojos? Me das
miedo.
Aquino: Tía, no se asuste. No le voy hacer daño.
Carmen: ¿Y qué quieres?
Aquino: Ayudarle, tía.
Carmen: ¿Tú? ¿Y cómo? Si estás más perdido que yo en este
mundo.
Aquino: No siempre estoy así. Hay momentos que entiendo todo
lo que pasa.
Carmen: Sí, pero luego te viene la locura y destruyes todo.
Aquino: Pero yo me doy cuenta de todo. Se que odia a mi tío.
Carmen: Eso es verdad; lo odio con toda mi alma, pero no puedo
escapar de sus garras; me tiene en su prisión, no sólo porque
me tiene encerrada bajo llave, sino también porque estoy
enganchada con su droga.
Aquino: Tía Carmen, déjeme ayudarla.
Carmen: No, es muy peligroso. Si se entera que intentamos escapar
nos mata.
Aquino: Hoy no va a venir temprano; fue a la fiesta en el cuartel y
ahí se queda hasta el otro día.
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iván vera-pinto
Carmen: Aquino, entiende, apenas puedo caminar y ya me está
viniendo la angustia.
Aquino: Tenga fuerza y resista. Yo sé donde guarda una copia de la
llave de la puerta. Tía, quédese tranquila, voy a la cocina.
La llave está dentro de un santo de yeso. Espere, la voy a
traer.
Carmen: Por favor, no lo hagas. Recuerda que afuera tiene a sus
guardias.
(Aquino, sale de escena. La mujer se levanta de la cama y trata de caminar,
pero no tiene fuerza en las piernas y está mareada. Cae al suelo. Se vuelve a
levantar y se apoya en un mueble. Vuelve Aquino; trae en su mano la llave).
Aquino: (Feliz) ¡Tía, aquí está la llave! Ahora podemos escapar.
¡Vamos!
Carmen: Aquino, no puedo caminar. Me siento débil.
Aquino: Yo le ayudo (La mujer se apoya en los hombros de Aquino.
Dan un par de pasos y caen los dos al suelo) ¡Mierda! Mi
pierna no me sirve. Espere. Mis brazos son fuertes y la
puedo arrastrar (Toma de las manos a la mujer y comienza
a arrastrarla hacia fuera).
Carmen: ¡Espera, espera! Esto no va a resultar. ¿Cómo vamos a
cruzar la entrada sin que los guardias nos vean?
Aquino: Tía, tenemos que llegar a la puerta, nada más. A dos metros
está amarrado el antiguo carretón de tabaco. Yo la subo y
luego nos vamos.
Carmen: Tú sí que estás loco de remate. ¿Acaso sabes manejar un
carromato?
63
la siniestra historia del señor de lara
Aquino: Sí, puedo. El tío me enseñó cuando niño.
Carmen: (De pronto le viene una convulsión y un espasmo comienza
a recorrer todo su cuerpo) Por favor, busca la droga.
Aquino: No, tía, eso no.
Carmen: (Desesperada) ¡Mierda! Te digo que la busques. Me voy a
volver loca.
Aquino: No, la voy a sacar de aquí.
Carmen: ¡Retardado, hijo de puta! Necesito que me des una dosis,
sino te mato.
Aquino: ¡Nooo! ¡No le voy a dar nada!
Carmen: (Da puñetazos a Aquino en su cuerpo. Este lo único que
hace es esquivar los golpes) ¡Desgraciado me vas a matar!
(Grita) ¡Ayúdenme, Ayúdenme; este loco me va a matar!
¡Socorro, guardias, ayúdenme! (Aquino se pone nervioso,
golpea en el mentón a la mujer y ella cae inconsciente. Se
altera el muchacho y comienza también a golpearse en su
cabeza) ¡Aaaay! ¡La tía Carmen me quiere pegar, así!
(Se golpea con violencia su cuerpo y su cara) ¡Aaaay! ¡Me
duele, me duele! (Se pone a llorar. Luego se calma y queda
mirando a la mujer) Es linda la tía; es muy linda (Se acerca
suavemente y le da un beso en la mejilla a la mujer). Tía, yo
la voy a sacar de acá. Nunca más el tío la va maltratar. Yo la
voy a cuidar. Nunca más va a llorar, nunca más (Comienza
a arrastrarla de los brazos). Si llegamos al carretón,
estamos salvados. ¡Vamos, tía, vamos, tenemos que huir!
(Apagón).
64
iván vera-pinto
Escena XI
El Fantasma Acecha
(De Lara, de rodillas, reza cerca de una cruz clavada al piso. Llueve
torrencialmente. A lo lejos, se sienten unos truenos. Aquino se encuentra
amarrado con el torso desnudo a un poste. Dos hombres con sendos látigos le
dan golpes en la espalda de manera alternada. El muchacho grita de dolor.
Los rezos y los gritos van en aumento, hasta llegar al paroxismo. Aquino
termina desfalleciendo de dolor. Los hombres se retiran. De Lara se levanta y
lo abraza al joven, llorando) .
De Lara: ¡Pobre bastardo! ¡Tu maldición siempre me perseguirá!
Es mejor darte muerte para que no me acechen más los
fantasmas y demonios en mi condenada existencia. Tú
eres mi gran pecado. Nunca Dios perdonará mi crimen.
Nunca perdonaré mi cobardía. Aquino, aunque no tienes
la culpa de nada, eres mi karma.
(De la oscuridad surge la figura de una mujer vestida con una mortaja blanca.
Viene descalza y su rostro es muy pálido e inexpresivo. Trae una pistola en la
mano).
Isaura: Vittorio, hice lo que acordamos. Puse la pistola en mi
boca y me disparé un tiro. Fue todo muy rápido. Casi no
sentí dolor; sólo percibí un gran resplandor que cegaron
mis ojos (De Lara se asusta al ver a la mujer).
De Lara: ¿Qué haces aquí?
Isaura: Vengo por ti.
De Lara: ¡Nooo! Tú estás muerta. No existes.
65
la siniestra historia del señor de lara
Isaura: Toma, te traje la pistola. Debes apretar el gatillo y así todos
tus sufrimientos terminarán. Ya nadie nos culpará de nada
y seremos felices como soñamos cuando jóvenes. Podrás
acariciar mi cuerpo y hacerme tuya todas las veces que
quieras.
De Lara: Esto no es cierto. Eres una pesadilla, una ilusión.
Isaura: No. Te equivocas. Ven, toca mis manos. Aquí están para
que juegues con ellas y las beses como lo hacías antes en la
oscuridad.
De Lara: (Se cubre la cara con sus manos) La sangre salía de su cabeza
como un chorro de agua. No sabía qué hacer. Entré en
pánico y corrí despavorido del lugar.
Isaura: Fuiste un cobarde. El pacto era morir los dos. ¿Para qué
seguir viviendo? La vida no vale nada sino tienes una
razón para vivir. Y yo no la tenía después que me quitaron
a mi hijo enfermo.
De Lara: ¡Oh Dios! ¿Por qué lo hice? Este pecado me pesará hasta
la eternidad.
Isaura: (Le pasa la pistola. Vittorio la toma y la guarda en el
bolsillo de su chaqueta) Toma, no sufras más. Te insisto que
aprietes el gatillo para concluir con esta siniestra historia.
Vittorio, durante todo este tiempo te he esperado. Ven te
necesito. Aquí siento mucho frío sin ti. Quiero sentir tu
cuerpo, ardiendo de pasión sobre el mío. Quiero llevarte
a mi huerto para alimentarte con el néctar de mis pechos.
Aún recuerdo que me trastornabas cuando me hacías el
amor en cualquier rincón de nuestra casa. Conocías todo
mi cuerpo y me gustaba mucho cuando lo apretabas,
66
iván vera-pinto
nervioso, contra el tuyo. Tus manos recorrían todos los
surcos de mi piel y se hacían un nudo con las mías durante
el éxtasis.
De Lara: ¡No, basta, déjame en paz!
Isaura: ¡Jamás te dejaré! Tú me hiciste tu mujer. Me prometiste
amarme para siempre y enfrentarte a todas las condenas
divinas y terrenales.
De Lara: Sí, te prometí estar unidos irremediablemente por la
muerte. Pero no fue así. Me arrepentí; era muy joven.
Cometí muchos errores. Reconozco que fui un cobarde y
escapé de ti y de todos.
Isaura: Te acuerdas que todo partió ese día que cumplía quince
años. Yo estaba bañándome cuando, de improviso, entraste
y me viste desnuda en la tina. Al principio, me ruboricé y
te grité no sé que cosa. Pese a ello te quedaste sin moverte
del lugar: inmóvil y fascinado por mi cuerpo.
De Lara: (Habla con sinceridad) Es verdad, a mis treces años, fue
la primera mujer desnuda que veía en mi vida. En ese
momento, me dejé llevar por los instintos; me acerqué a la
tina, me arrodillé y con curiosidad te rocé con mis dedos
tus rosados pezones, impregnados de pompas de jabón.
Tú te quedaste muda, sin reaccionar; luego, mis manos
tomaron confianza y se deslizaron suavemente por tu
cuello y cuerpo húmedo. De pronto, percibí que tu boca
resplandecía con un bello fuego. En aquel momento, mis
manos se hundieron en el agua espumosa y te acariciaron
con toda libertad tu precoz sexo, exaltado por el ardor.
De pronto, la voz de mi madre buscándome por la casa
interrumpió nuestro breve e imborrable encuentro.
67
la siniestra historia del señor de lara
Isaura: Después nos buscábamos todos los días para acariciarnos
mutuamente. Una tarde, cuando nuestros padres salieron
al pueblo, nos perdimos en el huerto y allí, sin demora y
sin premura, me sacaste la blusa para besarme la espalda
hasta hacerme estremecer con la sal de tu saliva.
De Lara: Nunca pensamos si lo que hacíamos era bueno o malo;
simplemente nos deseamos.
Isaura: Tampoco yo me imaginé te iba a desear y luego amar tanto.
Tú eras muy diferente. Aún te recuerdo un muchacho muy
tímido e introvertido.
De Lara: Sí, es verdad; era muy tímido. Bueno, debes recordar mi
posición. Era el segundón de la familia. Tú eras la hija
legítima y yo era el bastardo que había nacido de la relación
de nuestro padre con una campesina.
Isaura: Mi mamá fue una santa. Después que tu progenitora
murió de tuberculosis, aceptó que te quedaras en la casa y
que fueras parte de la familia.
De Lara: Ustedes dos me hacían sentir muy protegido. Ella me
abrazaba como si fuera su hijo de verdad, y tú me llenabas
de besos en la cara, a lo que yo respondía con retraídas
caricias.
Isaura: Al tiempo -casi como jugando- las caricias y los besos
pasaron a momentos más íntimos. Aún me viene a la
memoria la noche de verano cuando fuiste sigilosamente
hasta mi cuarto, y te metiste tembloroso a mi cama.
De Lara: (Se aproxima a la mujer) Sí, recuerdo que fue casi de
madrugada, cuando entré a tu habitación y divisé en las
68
iván vera-pinto
sombras tu cuerpo desnudo, ardiendo sobre las sábanas.
(La abraza y besa apasionadamente).
Isaura: Claro, te esperaba; sabía que vendrías y quería que
me hicieras de una vez por toda tuya (Se recuestan
amorosamente en el piso. Se miran y acarician).
De Lara: Te confieso que los días domingos para mí eran un
verdadero calvario, porque tenía que ir a misa y el cura
exigía que le confesara todos mis pecados. ¡Oh Dios!
Todo era una mentira. Yo sabía que estaba pecando y eso
me golpeaba en la cabeza. Pero al atardecer, mi estado de
ánimo cambiaba; sabía que te volvería a encontrar en el
huerto y en aquel lugar nos perderíamos hasta oscurecer
(Besa el rostro de la mujer).
Isaura: Fuimos unos adolescentes alocados e irracionales.
Vivíamos un mundo muy especial, una relación que
estaba por sobre lo que nuestros padres nos inculcaban y la
iglesia nos machacaba. Vittorio, yo te amé, pero creo que
tú nunca llegaste a sentir los mismo, por eso me dejaste ir
sola.
De Lara: (Se levanta repentinamente y vuelve adoptar su habitual
actitud dura y cínica). Isaura, tú debes comprender que
desde esa época han pasado muchas aguas debajo del
puente. Y ahora ya no quiero recordar más lo que sucedió.
Nunca más ¿Me entiendes? Por eso te pido que te largues
de aquí a tu oscuro nicho.
Isaura: Vittorio, te miro y no te reconozco. Lamentablemente,
te convertiste en una miserable ave carroñera que devora
los despojos humanos e incluso hasta la carne de tu carne.
69
la siniestra historia del señor de lara
¡Mírame! Date cuenta lo que hiciste conmigo y con mi
pobre hijo.
De Lara: ¡Cállate! No quiero oír más tu voz, sacudiendo mi mente.
No quiero escuchar tu grito final: desgarrador y profundo.
¡Isaura, no quiero verte más! (Dispara contra el fantasma
de la mujer que desaparece en la oscuridad. Los rayos suenan
estridentes en el espacio. Apagón).
Escena XII
El Levantamiento
(Se escucha una multitud que viene gritando consignas; portan antorchas y
carteles. De pronto, se produce una breve pausa y surge la presencia de un líder) .
Líder: Hermanos: El día de hoy, los campesinos de Valladares,
hemos tomado la firme decisión de terminar con las
injusticias y la explotación de los latifundistas que nos
han dominado durante largos años. Ahora cuando ha
caído el gobierno dictatorial por la vía de las elecciones
presidenciales, es el momento oportuno para exigir que
se nos devuelvan nuestras tierras usurpadas, y que se nos
respete los derechos como trabajadores del campo.
Carmen: (Lúcida al hablar) Esa noche, todo el campo de Valladares
se incendió. Desde los cerros, bajaron los pobladores más
pobres y se sumaron los estudiantes y centenares de vecinos
para expulsar de su territorio, a quienes por muchísimos
años los habían explotado.
Líder: Nosotros no estamos luchando por los capitales, por un
cargo político o por aparecer en los libros de historia.
70
iván vera-pinto
Estamos luchando por las tierras de nuestros antepasados,
por la herencia de nuestros abuelos y padres. Ellos, desde
tiempos inmemoriales, sacaron el fruto de esta tierra para
beneficio de sus familias y de nuestra región.
De Lara: (Con pistola en mano) Los indios, hijos de puta, venían
dispuestos a todo para robarme mi propiedad y hacerme
desaparecer de este mundo. Pero yo soy un guerrero y allí
los esperé para saldar las cuentas pendientes con Dios o el
diablo.
Líder: No hemos ni habremos de escatimar sangre y muerte para
reconquistar lo nuestro. No le tememos a nada ni a nadie,
porque lo único que podemos perder en esta lucha son
nuestras cadenas. Siempre hemos sido los olvidados de los
gobiernos y de los partidos políticos tradicionales. Somos
los eternos mudos de la historia, los sin voz y sin rostro:
los abandonados, los muertos sin cifras, pero a la vez los
sembradores de ternura y esperanzas.
Carmen: No sólo había rabia contra De Lara y muchas autoridades
de la zona, sino también la gente tenía ansias de cambios
más profundos que dieran una vida más digna a los
campesinos y a todos los ciudadanos.
Líder: Hermanos: Aquí estamos los campesinos y la gente
de este pueblo para cambiar la historia, para terminar
definitivamente con los latifundistas, en especial con
uno de los más explotadores y criminales de Valladares;
me refiero a Vittorio De Lara. Sé que tenemos mucha
rabia acumulada contra este “chupasangre” que nos ha
empobrecido; sin embargo, lo fundamental es aunar
nuestras fuerzas para cambiar las estructuras sociales y
económicas de nuestro país. El grave problema social de
71
la siniestra historia del señor de lara
la miseria en el campo se ha acrecentado en los últimos
años. Sumado a la crisis económica que sufre el país desde
comienzo de los años 60, ha convertido al sector rural
en una bomba de tiempo que está a punto de explotar.
Nosotros somos la fuerza capaz de llevar a cabo la misión
de libertad, democracia y justicia.
Aquino: (Expresivo al hablar) Y fue así que, en un santiamén, la
refriega comenzó cuando uno de los guardias disparó
contra la masa campesina.
Líder: Hermanos: ¡Tierra o muerte!
Todos: ¡Venceremos!
(Se desata el vendaval de balas, gritos y confusión. De pronto, De Lara
queda frente a frente al líder; ambos disparan a la vez. De Lara, cae herido.
Apagón).
Escena XIII
La Partida
(Aquino y Carmen aparecen raudos en una estación de tren. A la mujer se le
ve más consciente que en las escenas anteriores. Porta una pequeña maleta).
Aquino: Tía Carmen, la hacienda está en llamas; ahora es su única
ocasión para escapar de las garras del tío Vittorio. Por favor,
por su bien, váyase lejos y no vuelva más a Valladares.
Carmen: Aquino, gracias por auxiliarme a salir de este infierno. Aún
no me siento bien; estoy débil y, en cualquier momento, me
viene la angustia por la droga. Sin embargo, estoy decidida
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iván vera-pinto
a cambiar mi vida y a tratar de olvidar el oscuro pasado.
Sé que no será fácil porque estoy llena de cicatrices en mi
cuerpo y en mi alma, pero lo intentaré.
Aquino: Váyase lejos, a la costa, donde su prima Dolores; ella
le ayudará. Quiero verla nuevamente, como antes,
mirándome con su linda sonrisa.
Carmen: Eres un buen hombre, nunca te olvidaré (Le da un beso en
la mejilla).
Aquino: (Muy alegre) ¡Tía, me besó, me besó! Me siento el hombre
más feliz del mundo (Se siente un tren que se acerca).
Carmen: Quizás algún día nos volvamos a ver. Por favor, cuida que
nadie sepa mi paradero. Si alguien te pregunta por mí, di
que no sabes nada.
Aquino: Sí, tía; no se preocupe. Mi boca será como una tumba
(Señala con un gesto). Mire, ahí viene el tren.
Carmen: (Saca de su vestuario un relicario) Antes de salir de la
hacienda le saqué a Vittorio este relicario. Toma, guárdalo,
es tuyo.
Aquino: (Sorprendido) ¿Mío? No, eso no es mío.
Carmen: Es largo de explicar, pero aquí hay una fotografía de una
mujer que te quería mucho.
Aquino: Ese es el relicario lo conozco, es del tío Vittorio. La mujer
que está en la foto se llama Isaura.
Carmen: Bueno, cómo te explico, ella fue la mujer que te trajo al
mundo: tu madre.
73
la siniestra historia del señor de lara
Aquino: (Más sorprendido) ¿Cómo? No entiendo nada ¿Mi madre?
… (El tren llega a la estación).
Carmen: Quizá en otro momento te lo comente mejor. Ahora,
conserva este relicario; ella te lo dejó para que algún día
supieras quién eres realmente
(Aquino, abraza a la mujer, emocionado. Por detrás de la pareja, aparece
De Lara; viene herido de un brazo y de una pierna. Apunta a la pareja con
su pistola) .
De Lara: Por fin, los encuentro. Creyeron que iba ser muy fácil
escapar de mi dominio. (Se dirige a Carmen) Y tú
grandísima puta, sólo muerta podrás desaparecer de mi
vida.
Carmen: (Muy asustada retrocede y Aquino se agazapa en el piso) Por
favor, Vittorio, te imploro: déjame ir ¿Qué más quieres de
mí? Ya estoy destruida como mujer.
De Lara: Tú no vas a ninguna parte; antes te mato.
Carmen: No, no lo hagas, ten piedad de mí (La mujer comienza a
retroceder para subir por la escalerila al vagón del tren. De
Lara la amenaza con su pistola).
Aquino: Tío Vittorio, déjela ir. No le haga daño.
De Lara: No te entrometas en este cuento. Ya voy arreglar cuentas
contigo ¡Loco de mierda! ¡Debí liquidarte cuando
naciste!
Aquino: (Comienza a trastornarse y a golpearse con su mano en la
cara y en el cuerpo. Con furia se interpone en el camino De
Lara) ¡Tía, váyase, váyase!
74
iván vera-pinto
De Lara: ¡No te metas, carajo! (Empuja a Aquino, quien cae
pesadamente al suelo. Luego apunta con su pistola a la
mujer) ¡Perra, traidora! Ahora sí que te vas a ir para
siempre… (Va a dispararle a la mujer, pero Aquino se alza
con furia desde el piso y se abalanza contra Vittorio).
Aquino: ¡Nooo!
(Caen ambos hombres a la línea férrea. Carmen aprovecha de subir rápido
al vagón y la máquina emprende la marcha. Se escuchan gritos de dolor que
se entremezclan con los sonidos de la locomotora. Silencio. De la sombra,
se divisa un cuerpo inerte y otro que se arrastra herido entre medio de los
rieles).
De Lara: (Sufriente, se apoya en el cuerpo de Aquino) ¡Maldita sea!
¿Por qué tuviste que morir? ¿Por qué? ¡Oh Dios mío! He
asesinado al único inocente de esta tierra. He asesinado
a mi propia carne ¡No merezco vivir más en este mundo!
¡Dios Santo! ¡Quítame la vida! ¿Pero, acaso valga morir?
Tal vez, ni la muerte pueda redimir mi abominable vida.
¡Por piedad! Qué alguien recoja mis despojos y los arroje al
fondo del mar para que se desintegren y no quede rastro de
mí. No tengan miedo, ya que mis males ningún mortal, sino
yo, puede arrastrarlos (Llora. Apagón).
75
la siniestra historia del señor de lara
Escena Xiv
Epílogo
(Carmen se encuentra sola en la playa. Se perciben sonidos de olas y aves
marinas. Tiene en su mano el conejo de peluche y la lámina de la corteza
del árbol. Mira al juguete y lo acaricia con ternura, luego lo deja sobre
una roca. Toma la madera, la huele y queda un momento en silencio.
Luego va hacia la orilla del mar y deja que la corteza se deslice por el
agua. Finalmente, en la arena dibuja un corazón y escribe “Román te
amo”).
Carmen: (Alegre y romántica). Román, mi amor, ahora que estoy
de pie frente a la inmensidad de este mar, amparada por
la suave brisa que acaricia mi piel, quiero decirte que te
percibo en mi cuerpo y en el aire. Que estás presente en las
gotas de agua que salpican de la arena a mi rostro y en el
vuelo libertario de las aves que cruzan todas las fronteras.
Quiero decirte que te veo y palpo en todas las cosas bellas
y sencillas del firmamento. Y que en esta soledad no me
siento desamparada, ya que tu espíritu y este mar generoso
están conmigo, para entregarme el fulgor que se mantendrá
vivo, aunque se pose el manto oscuro de la noche.
Román, te amo, en todos los rincones y avenidas más
oscuras de los recuerdos. Te amo y estás en mi sangre. Te
amo y te llevo conmigo. Me llevo tu mirada, me llevo tus
palabras y el eco de tu risa, en los sueños y esperanzas. ¡Mi
vida! Nada ni nadie pudo impedir que nos siguiéramos
amando, a pesar de los tiempos de furia y dolor.
76
iván vera-pinto
En este nuevo tiempo, cuando el sol brilla para todos,
quisiera lanzar a los vientos el descanso de la libertad
prisionera de tu amor, y sentir el temblor que dejas en el
agua de tanto ir y venir, adentrándote en mi corazón.
(Se vuelve a escuchar la música de Tchaikovsky. Carmen baila libre por todo
el espacio. Se detiene, va hacia la roca y toma al conejito. Pausa. Mira al mar
y se interna en él hasta perderse entre las olas infinitas. La luz se extingue
suavemente)
Cae el telón
77
la siniestra historia del señor de lara
78
iván vera-pinto
79
la siniestra historia del señor de lara
80
iván vera-pinto
La Siniestra Historia del señor De Lara
de Iván Vera-Pinto
se imprimió en el taller gráfico
de la Universidad Arturo Prat,
en iquique, Región de tarapacá ,
en mayo de 2009.
Palabras claves ,
publicado por goliath a las 23:21 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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