IDENTIDAD Y TEATRO SOCIAL
III Parte
Iván Vera-Pinto Soto
En este recuento del origen del
teatro social en el norte de Chile, no podemos obviar algunas figuras que
brillaron, en los años 30, tales son los casos de Pepe Pauletti, Nena Ruz y
Guillermo Zegarra. Todos ellos tuvieron un denominador en común: fueron
comediantes que proyectaron sus obras en numerosas giras regionales y
nacionales, a través de teatros móviles, lo que hoy conocemos como itinerantes.
Los contenidos de sus realizaciones se encaminaron preferentemente hacia el
humor, con algunos ribetes de carácter
social, pero acentuando el divertimento teatral. Con desbordante entusiasmo
llevaron a escena zarzuelas, operetas, revistas humorísticas, sainetes, dramas
y espectáculos circenses. Estas producciones contaron con el apoyo de la
administración de algunas oficinas salitreras o simplemente fueron producto de
una labor de autogestión. Precisamente, Willy Zegarra – viejo estandarte del
teatro local – recuerda haber recorrido todo el país junto a los elencos de
Rolando Ciasedo, Juan Ibarra, Víctor Acosta e Italo Martínez, entre otros.
El doctor Pedro Bravo Elizondo, en su
libro Raíces del Teatro Popular en Chile, también nos brinda antecedentes de lo
que ocurría en ese período en Antofagasta. Nos señala que uno de los conjuntos
obreros que sobresalieron a comienzo del siglo pasado fue Germinal, el que
efectúo una labor muy sostenida. Incluso el insigne poeta Andrés Sabella, en
1934, estrenó en el mismo colectivo un espectáculo titulado “La Mugre”, interpretado
por un coro de niños y madres cesantes. La fecunda existencia artística de
Germinal, en su sede ubicada en el Teatro Obrero de Antofagasta, se prolongó
hasta la década del 40, sufriendo todos los vaivenes políticos y culturales que
experimentó el país en ese ciclo. Igualmente incidieron, en la década del 30,
“Luz y Progreso”, Agrupación de Rafael Frontaura y “Redención Cultural”. Todas
estas instituciones combinaron temáticas sociales, políticas, juguetes cómicos
y actos variedades, dirigidos a sus asociados, simpatizantes y trabajadores en
general.
A partir de 1934, con la creación del
Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, un grupo de estudiantes funda
el Centro de Arte Dramático de esta Corporación; de esta manera se produce un
relevo del teatro aficionado al teatro universitario. Esta situación se
confirmó con la instauración del mitológico Teatro Experimental de la
Universidad de Chile.
En la década del 60 el espíritu de
rebeldía explotó bajo la idea de una transformación social profunda que
permitiera realizar la utopía de la justicia, la igualdad y el desarrollo. En
esta fase el teatro, en términos de la dramaturgia y producciones, fue tan rico
y variado como a principios del siglo XX. Por lo demás, las agrupaciones
universitarias se extendieron sistemáticamente a las provincias y a la
intelectualidad progresista.
En nuestra ciudad surgen por los
mismos años Jaime Torres y Cecilia Millar, quienes establecieron el teatro de
los barrios, el que posteriormente derivó en la Agrupación Teatral Iquique. La
línea de acción de estos teatristas se enmarcó básicamente en la difusión de
obras nacionales y contemporáneas de corte social.
Completemos este cuadro sinóptico,
mencionando algunas obras de los últimos decenios que se enmarcan en este contexto. Por ejemplo, “Santa María
del Salitre”, de Sergio Arrau, ésta revive, patéticamente, el crepúsculo
iquiqueño y nos renueva el fervor para lograr en unidad la justicia social. “La
Reina Isabel cantaba ranchera”, pieza social de Hernán Rivera, donde confluyen
dos protagonistas de la pampa: la prostituta y el minero. La muerte de la Reina
Isabel es simbólica. Con ella comienza a morirse la pampa y el desierto vuelve
a quedarse desierto. “Del Chumbeque a la Zofri”, crónica urbana de Bernardo
Guerrero, nos retrata a través de la figura del Tani Loayza, las esperanzas, el
humor, la candidez y los gritos de rebeldía de los iquiqueños. “Sebastopol”, de
Ramón Griffero, nos modela la historia de un pueblo abandonado en el medio del
desierto. La fiebre del “oro blanco”, la sobreexplotación de los obreros y el
florecimiento de la cultura pampina son los ejes del drama. “La Carpa Azul”, de
Guillermo Ward, en plena época de crisis económica mundial (1930), sus
protagonistas ensayan y viven en torno al teatro, dibujando una imagen de su
tiempo. ”Poquita Fe”, del Teatro Expresión, es la historia de los personajes de
un bar iquiqueño que sufren la envestida del modernismo. Finalmente, otro
escrito inédito de Andrés Sabella, que da cuenta sobre la epopeya pampina es "Los Viajeros Opuestos".
Sucintamente,
el teatro social en el norte devela temas como la soledad, el dolor, la
injusticia, la traición y el desengaño. Realidades dramáticas que nacen del
estudio de los trabajadores y de la crítica al sistema político-social-económico
imperante, en procura de ayudar a la toma de conciencia que permita estimular
el cambio social esperado.