Registro de Propiedad Intelectual 143718 (22-11-2004)
Drama
basado en la novela "Los Pampinos", de Luis González Zenteno
I ESCENA: INTRODUCCION
La obra comienza con una combinación rápida de imágenes, discursos y
músicas correspondientes al período 1925 en Chile. Se yuxtaponen caóticamente
-en una panorámica-fotografías de las industrias salitreras, cruces,
cementerios, desierto, sombras de
cuerpos que trabajan y fragmento de la marcha “El Séptimo de Línea”
Bizarro regimiento
llegó la hora del adiós
que marcó la heroica senda
de nuestra gloria y del honor.
Al Séptimo de Línea
escuela y templo del valor
que al partir juramos todos
conservaremos la tradición.
Voces grabadas que emulan a Arturo Alessandri y Luis Emilio
Recabarren.
Texto de Recabarren: "Trabajadores: de vosotros
solamente depende el futuro bienestar de vuestra clase. Uníos si queréis
libertad. Uníos si queréis bienestar. Uníos si queréis vuestro progreso. Uníos
para conquistar vuestra propia emancipación. Uníos porque solamente unidos
seréis capaces de triunfar con vuestros ideales de bienestar social."
Texto de Alessandri:
“Hoy, como ayer, vuelvo a decir que no acepto dictaduras, y yo sería el primero
en castigarme si me ocurriera la idea de abusar de la confianza que el pueblo
me da. La única dictadura que yo acepto es la voluntad soberana del pueblo y de
las instituciones que el pueblo seda en ejercicio de esa soberanía”
Fogonazos, explosiones, disparos de metralletas, gritos, llantos,
caídas e insultos retumban en el espacio. Se proyecta imagen de masacre. De la
oscuridad aparece un joven, trae una maleta en la mano. Camina por la pampa. Se
detiene, recoge una cantimplora, la limpia; luego la abre y deja caer una gota de
agua al suelo. Saca de la chaqueta una carta y lee:
“Timona:
Amor mío, me encuentro en un momento crucial. Parece que ya no es posible esconderme a los ojos de la muerte.
Nunca imaginé que
aquí en el norte iba a encontrar el amor. Aquí donde yo sólo venía a buscar
dinero. Mi cholita, tú incendiaste mi corazón. Te llevo por siempre aquí en mi
pecho y en mi sangre.
Tú sabes que yo era
un ignorante en muchas cosas, pero con tu ayuda comprendí el sufrimiento de los
trabajadores de la pampa y cuál era el camino que debía seguir.
Ahora sólo quiero
responder a la confianza que todos han depositado en mí. Y te juro que lo hago
sin dudas ni dolor. Creo que llegó la hora de la ira de los vientos, la hora de
reventar todos los silencios.
Timona, vive y
protege a mi hijo. Espero que algún día él pueda leer esta carta y comprender
mi decisión.
Te amo por siempre,
tu compañero,
Carlos Garrido
La Coruña, 5 de
junio de 1925”
(El joven se sienta
en un espacio neutro, donde hay varios instrumentos musicales, cartas y libros.
Desde allí proyectará a modo de racconto todo lo que ocurra en escena. Los
demás personajes nunca lo ven. En ocasiones hará la música incidental o leerá
algunos documentos. Desde el piso comienza a escucharse las voces de los
actores que se yerguen con la canción)
“La Martiniana”
Son indígena
mexicano.
Niña cuando yo muera
No llores
sobre mi tumba;
Cántame un
lindo son, ay mamá,
Cántame la
sandunga. (Bis)
No me llores
no.
No me llores
no
Porque si
lloras yo peno,
En cambio si
tú me cantas
Yo siempre
vivo y nunca muero
Lucero de la
mañana
El rey de
todos los sones
Canta, canta
la martiana, ay mamá
Que irrumpen
los corazones
No me llores
más
Porque si
lloras yo peno
En cambio si
tú me cantas
Yo siempre
vivo
Y nunca
muero
Si quieres
que te recuerde,
Si quieres
que no te olvide
Canta sones
del alma, ay mamá,
Música que
no muere (Bis)
No me llores
no,
No me llores
no,
Porque si me
lloras yo peno
En cambio si
tú me cantas
Yo siempre
vivo y nunca muero
II ESCENA: LA CUECA VELEIDOSA
(De fondo, se escucha una guitarra interpretando una tonada. Una mujer
con una jarra de greda sirve chicha a los concurrentes. Carlos está sentado en
una mesa. Otros concurrentes beben)
Mujer: ¿Rica?
Hombre: ¡Rica mijita!
Mujer: Hecha por mí.
Hombre 1: (Acercándose provocativamente) Tiene el sabor de tu cuerpo.
Mujer: ¡Córrete chinchoso!
Hombre 1: ¡Chi! Ahora te así la lesa. No te acordai anoche lo bien que
la pasamos juntos.
Mujer: Anda ahora corriendo a publicarlo en “El Tarapacá”, tonto
cachaciento.
(Risas. Se escabulle. Se acerca a la mesa de Carlos)
Mujer: Joven de seguro que usted no es de aquí.
Carlos: Tiene razón, soy nuevo por estos pagos.
Mujer: Haberlo dicho. Sepa que hay picante de marisco, de conejo,
guatita, de entrañas, de charqui, de camarones, de...
Carlos: (Interrumpiéndola) De guatita mijita...
Mujer: Está bien, vuelvo luego. (Se acerca a otra mesa) ¿Le sirvo otra
chicha muchachos?
Hombre 1: Venga otra chichita...
Hocico de jugo: (Entra y se acerca a la mujer. La toma de la cintura)
¿Cómo está cosita rica?
Mujer: ¡Llegaste, hocico jugo! ¡Cuidado con las manos, lanzado!
Hocico de jugo: Mijita sírvame un tintolio que vengo con todo el
caldero seco.
Mujer: ¿Y no querí otra cosita?
Hocico de Jugo: Por ahora no, ricura.
Mujer: Anda a sentarte. Ya te sirvo
Hocico de Jugo: (Se ríe y se acerca a Carlos) ¿Amigo, puedo sentarme
aquí con usted?
Carlos: Claro que sí.
Hocico de jugo: ¿Es nuevo por estos pagos, gancho?
Carlos: Sí, soy del sure.
Hocico de jugo: ¡Ah! Del sur...Por aquí hay miles de gente que viene
de todas partes. Estamos llenos de afuerinos que han abandonado sus pagos e
incluso a sus familias para probar suerte en este desierto. (La mujer le coloca
en la mesa una botella de vino y un vaso) Tráigale al amigo también un vaso.
¡Ah! Y a mí me sirve un platito de conejo.
Carlos: Gancho, cuénteme ¿Cómo le ha ido a toda esa gente?
Hocico de jugo: (La mujer le pasa un vaso a Carlos) Antes que nada ¡salud!
(Toman ambos) La verdad amigo los trabajos por acá están malazos.
Los patrones no quieren recibir a nadie. Por eso que hay mucha toletole en las
oficinas salitreras. Y los administradores están saltones no quieren recibir
gente hasta que pase esta bulla.
Carlos: A mí me contaron que un buen particular gana plata como
caballo. Yo me conformo con doscientos pesos libres al mes, sería hartazo. En
un par de años, cuatro mil pesos. Sabe usted que en la mitad le vendían a mi
taita la chacra de los Romero. Dieciséis cuadras. Un fundito. Y el resto para
animales y útiles de labranza. Pero ya llevo varios días y aún no encuentro
trabajo en na`. En eso estoy pu ´don...
Hocico de jugo: Y de seguro que ya te gastaste todos los ahorros que teníai
Carlos: Así es, “ando a palo con el águila”.
Hocico de jugo: Mira te quiero proponer algo... Pero antes dime ¿cómo
te llamai?
Carlos: Carlos, ¿Y usted?
Hocico de jugo: Párale un poquito, no me digai usted. Dime tú no más.
Yo soy Ramiro, pero los mal hablados me dicen hocico de jugo.
Carlos: ¿Hocico de jugo?
Hocico de jugo: Así me dicen, por lo cuentero que soy. Pero vamos al
grano. (Le habla confidencialmente) Escucha, yo me dedico al contrabando de
relojes. Tengo unos algunos amigos en un par de barcos mercantes. Cuando llegan
al puerto, antes que atraquen, yo me voy con mi bote al ladito de esos cachalotes
y ahí me dejan caer los bultitos. ¿Qué te parece?
Carlos: ¿Y qué pasa después?
Hocico de jugo: ¿Después?... ¡Puta, fácil! Después los vendo. Son
relojes finos que aquí la gente le gusta lucir. El negocio va más o menos.
Mira, justo ahora necesito un ayudante de confianza. “Me caíste como anillo al
dedo”. Y tú me dai buena espina guasito. ¿Qué me decís? ¿Te animai o no?...
Carlos: Mire gancho lo único que a mí me interesa es ganar plata, para
eso me vine al norte. Y no le tengo asco a ningún trabajo.
Boca de Jugo: ¡Macanudo! Entonces nos estamos entendiendo. ¿Qué te
parece este Waltham? (Ondea en el aire un reloj antiguo) Con un chancacazo de
éstos, dai vuelta cualquiera. Mira guasito, el negocio que te estoy proponiendo
es re´peludo. Te jugai la vida, pero con buenas ganancias. ¡Ah! eso sí, tení
que morir en la rueda.
Carlos: No se preocupe gancho, soy como tumba para guardar los
secretos.
Hocico de Jugo: ¡Hecho! Empínate otro vinito antes de empezar el
trabajo (Llega la mujer con los platos de guatitas)
Mujer: Aquí está la guatita pa´la visita y el conejito pa´el hocico de
jugo. Cuidado no se vayan a quemar, está caliente la comida.
Carlos: Gracias mijita
Mujer: (A Carlos) ¿Joven, no quiere chicha de muco?
Carlos: ¿De qué?
Mujer: De muco
Carlos: ¿De moco? No, esa cuestión me puede dar churreta...
Mujer: Si no toma algo para el plato de guatita después se va andar a
puro apeando no más.
Hocico de jugo: Pruébala cabrito, viene al callo con la guatita.
Carlos: Güeno. “¡Qué le hace el agua al pescao!”.
Mujer: ¡Nada! (La mujer recoge una jarra que tiene en otra mesa y le
sirve. Carlos se toma la copa al seco)
Mujer: ¿Le gustó?
Carlos: Mucho. Y usted también
Mujer: ¡Zalamero! (Se ríen. Hocico de jugo empieza a comer. Se
divierte con la conversación)
Carlos: (La toma por la cintura) ¿Y cuándo mi vida, cuándo?
Mujer: Calma, calma, guasito. “No por mucho madrugar se amanece más
temprano”.
Carlos: Es que a tu lado la espera es una tortura.
Mujer: Lo que obscurezca, recuérdamelo.
Carlos: ¿Sí? (Le da un palmazo en el trasero)
Mujer: Cuidado...que puede haber jaleo. Esos que están en la cocina
son mis hermanos.
Carlos: ¡Chupalla! ¿Pero podí bailar conmigo una cuequita? No creo que
tus hermanitos se enojen por eso.
Mujer: ¡Que no!
Carlos: ¡Que sí!
Mujer: ¡Bueno ya pu´! Defiéndete si puedes rotito...
Hocico de jugo: Este huaso está que corta las huinchas. ¡Oye, gancho,
se te va enfriar la guatita por calentón!
Carlos: La comida puede esperar, pero esta negrita no.
(Salen a bailar una cueca que
interpreta en guitarra el joven de la maleta. Los parroquianos cantan)
Las Penas Por Quererte
Cueca DR
Voy a pedirle a la Virgen
Que me conceda un favor
Que me conceda un favor
Que permita que me olvide
De las penas de tu amor
Voy a pedirle a la virgen
Ya no quiero llorarte
Pero no puedo
Las penas por quererte
Son sin consuelo
Ya no quiero llorarte
Pero no puedo
Son sin consuelo hay si
Sólo te pido
Señora del Carmelo
Me des olvido
El seguirte llorando
Me está matando
(Al terminar el baile todos aplauden. Se levanta de la mesa un
borracho peruano)
Hombre 2: ¡Esa es una marinera peruana!
Hombre 1: ¿Cómo que marinera peruana? No estai viendo es una cueca
chilena, cholo maricón.
Hombre 2: No te contesto porque somos unos caballeros.
Hombre 1: ¿Así que ahora la cobardía se llama caballerosidad? ¡Puta la
güevá!
Hombre 2: ¿Cobardía? ¡Jamás!. Escúchame: entre Prat y Grau, me quedo
con Grau, porque ese si que fue hombre.
Hombre 1: ¡Que vení hablar de hombre, agüeonao!
Hocico de jugo:(Se mete en la discusión) Lo que debiera hacer el León
de Tarapacá es darles la cortada a estos cholos llorones. ¡Que vayan a su
tierra a fregar la pita!
Hombre 1: ¡Ya me están sacando los choros del canasto! Vienen a
provocarnos a nuestra propia Patria.
Hombre 2: ¿Patria? ¡La tierra que nos robaron, ladrones!
Hombre 1: ¡Cállate indio hocicón! (Le lanza un puñetazo y se arma la
gresca)
Gritos: ¡Desnúcalo, chalaco! ¡El chileno pelea de frente! ¡Pégale!...
Mujer: (Con un cartucho de dinamita. Prende la mecha.) ¡Están
hablando puras güevá! ¡Me paran el güeveo o los mando a todos al infierno!
(Todos corren a esconderse. La mujer apaga la mecha) ¿Y dónde se metieron los
patrioteros? (Carcajadas de todos. Sigue la música. Apagón)
III ESCENA: EL LIDER Y SUS SEGUIDORES
El joven de la maleta: La memoria es muy importante. Los pueblos que
han llegado a algo es porque continúan una tradición, lo que heredamos de
nuestros abuelos, de nuestra tierra. Sin tradición, sin escudriñar el pasado,
no creo que haya porvenir y estamos condenados a repetir la historia.
En
Iquique, la Federación Obrera de Chile, fue testigo de un encendido discurso
que pronunció mi madre, Timona, en enero de 1923. En esa oportunidad llegó mi
padre en busca de trabajo, pero se encontró con los gritos de… ¡¡Viva la
Timona!!
Todos:¡¡Viva!!
Obrero 1: ¡¡Viva Recabarren!!
Todos: ¡¡Viva!!
(Sobre una tarima está Timona, iluminada, dando su discurso. A su
derecha Recabarren. La gente está distribuida por toda la platea. Unas
antorchas iluminan el ambiente. Entre medio de la gente se encuentra Carlos)
Timona:(Emocionada)
Aquí está el hombre que me abrió los ojos. Por él entré al camino del
gremialismo, por él comprendí que no hay sacrificio estéril. Yo estaba
derrotada, yo era una pobre bestia insensible y él me sacó de mi aturdimiento y
me condujo al camino de la verdad. La historia de mi vida, es una tragedia
horrenda. Yo tenía un marido y me lo mataron; yo tenía un hijo y me lo
asesinaron. ¿Quiénes? Los mismos que ayer armaron las manos del pueblo para
lanzarlo contra otra porción del pueblo. (Se desgarra la blusa y muestra sus
pechos que lucen una cicatriz) Miren: esta es la herencia de la Escuela Santa
María. Cicatrices. ¿Hechos por quién? Por ellos, por los bárbaros que se llenan
la boca con el honor y el patriotismo. ¿Dónde están nuestros auténticos
enemigos? ¿Quieren saberlo? En la sombra y no en la calle. En la oscuridad de
sus guaridas, esperando, esperando los resultados de sus maniobras. Mientras
los demás se matan, ellos, a buen recaudo. Comerciantes de la sangre, del odio,
de la barbarie. (Aplausos y gritos de la multitud)
Obrero 2: ¡Viva la Timona, compañeros!
Todos: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Recabarren: Compañeros: Todo esto está claro como el agua. No se
necesita ser sabio para comprenderlo. Hay malestar en las salitreras, cunde la
cesantía, encarece la vida, y como no pueden darnos pan, nos dan circo. Que
peleemos. Que nos entretengamos. Que nos olvidemos de nuestros problemas. Pero
nosotros no somos niños chicos para dejarnos engañar. ¿Verdad compañeros?
Todos: ¡No, no! ¡De ningún modo!
Recabarren: Eso es lo fundamental. Y si vienen para acá los de Liga
Patriótica, esos que han atacado a los compañeros peruanos, a los compañeros
bolivianos y al movimiento obrero organizado, les daremos su merecido. Que no se
atrevan a tocar la sede de la Federación Obrera de Chile, la casa del pueblo.
Timona: Y eso no es todo compañeros, escuchen lo que publicó hoy El
Tarapacá (lee): “Conato Revolucionario en la oficina Prosperidad fue aplastado
ayer por el gobierno. Antofagasta en estado de sitio. Muertos y heridos. Presos
los cabecillas. Desde hace varios meses se tenía conocimiento que elementos
subversivos intentan crear un clima de descontento en el norte, al amparo de la
crisis económica que azota al país. Individuos pagados por sectas
moscovitas...”
Recabarren: ¡Basta! Lo que suponía. ¡Y este es el hombre que subió al
poder en brazos del pueblo! ¡Este es el llamado león de Tarapacá que prometió
implantar la justicia social en Chile! ¡Miserable!.
Obrero 3: ¿Don Reca, qué deberíamos hacer?
Recabarren: (Con cólera) ¡Salir, salir a las calles, levantar tribuna,
gritar a los cuatro vientos la verdad!
Timona: La prosperidad es una trampa. Es el primer machetazo. Las
Ligas Patrióticas son otra trampa. Aquí los únicos sacrificados seremos
nosotros. (Sarcástica) Ahora quieren mandar a los enganchados al sur.
Recabarren: Hay que movilizarse. ¡Barra, Morales y González!, llamen a
los compañeros anarquistas que también pueden cooperar.
Obrero 4: ¿Habrá que cerrar las puertas de la Foch?
Recabarren: No. De ninguna manera. Las puertas de la Foch estarán
abiertas de par en par. Este el refugio del pueblo. Aquí tendremos que
congregarnos todos si es necesario. (Gritos y vitoreo. Recabarren ordena a
otros hombres y salen de escena)
Timona: Manos a la obra. (Señalando a varios hombres) Tú, tú y tú, en
las ventanas.
Timona: (Señalando a Carlos) Tú...
Carlos: ¿Yo?
Timona: Sí, a ti te digo. Quédate con Mario y Rubén cerca de la puerta
Obrero 6:(Grita) ¡Compañeros! ¡¡Viva la Federación Obrera de Chile!!
Todos: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
(De pronto aparecen como sombras en la panorámica unos hombres
enmascarados, vestidos de negro, con gallardete en el brazo y con largos
bastones que usan como armas. Desde una radio antigua se escucha la canción
alemana Lili Marleen)
Coro de Liga Patriótica:
¡Viva Chile, mierda!
¡Mueran los traidores!
¡Abajo los antipatriotas!
¡Abajo!
¡Salgan! ¡Salgan, cobardes!
¡No se escondan, maricones!
¡Váyanse a su tierra!
Obrero 7:(Con voz afeminada) ¡Adelante chiquillos, están en su casa!
Un hombre de negro: (Furioso) ¡Chucha! Se están burlando de nosotros.
¡A la carga!
(Se produce un alboroto y confusión. Enfrentamiento. Se escuchan
disparos. Apagón)
IV ESCENA: EL PLAN AUTORITARIO
(En un ambiente totalmente surrealista se encuentran bebiendo las
autoridades)
Costabal: Señores, los he citado a esta
reunión para informarles confidencialmente la delicada situación que ocurre en
Antofagasta. Contra la carestía de la vida no se puede luchar, porque es la
consecuencia de factores que escapan a la voluntad del gobierno, pero contra la
cesantía, sí. Para tal efecto, se están habilitando albergues en la capital,
adonde serán trasladados todos los desocupados de la zona norte con sus
familias. El Gobierno desea tener a la mano esta gente para ponerla a cubierto
de la prédica insensata de los desquiciadores del orden social, y también para
irla distribuyendo a las próximas faenas donde sean necesarios sus servicios.
La labor de ustedes consistirá en hacer una cuidadosa selección de obreros y empleados,
para librarse de aquellos cuyas actividades y filiación política no sean
satisfactoria. Hay que dejar en el norte, exclusivamente a los buenos
trabajadores, es decir, a aquellos que respetan la ley y a las autoridades. Los
otros, a freír monos a otra parte. El presidente sabrá darles el trato
adecuado. Bien, cedo la palabra...
Empresario: Señor
Intendente, nosotros podemos asegurar que nuestra dotación esté completa. Sí.
Pero ello no exime las listas azules. Las listas azules son necesarias, no sólo
con los de ahora sino con los de ayer, esos que hemos detectado como
subversivos y que podrían agregarse por separado como una mera información.
Costabal: Sí, no
está mal la sugerencia. Sí, mister North, tiene la palabra.
North: (Risible solemnidad) El asunto no es tan simple como
a primera vista pudiera pensarse. Es muy... es muy (Chascando la lengua)...
espinudo, abrir las inscripciones aquí. Llevar la gente, apartarla, ¡hum! Yo
creo que la solución está allá y no aquí.
Costabal: A ver, a ver
explíquese mister North.
North: Esta... esta medida... podría ponerla en práctica el
Gobierno, controlando la venida de gente al norte. Digo yo.
Costabal: ¡Ajá!
North: Además, creo que la cesantía es conveniente para la
industria y el comercio. La cesantía equilibra el precio de la obra de mano. Si
sube la demanda en el mercado mundial, se absorbe inmediatamente la cesantía.
Empresario: Conforme, conforme, pero hay mucho descontento
en el país. Y la cesantía es la causa.
North: ¿Por qué? Porque falta de esto (Punzándose la boca
abierta con la yema de los dedos y muestra un billete). Dinero o pan. Y el
Gobierno debería proporcionar dinero o pan al desocupado, como se hace en mi
nación. Al desocupado se le paga una prima para que viva, mientras encuentre trabajo.
Costabal: Natural. Natural. Porque disponen de capitales.
North: Ustedes también. Y mucho. Mal aprovechado.
Costabal:(Exasperado) ¿Y la huelgas? ¿Y la violencia? ¿Y la
subversión?
North: ¡Oh! Eso es otro problema.
Empresario: Es lo mismo.
North: Yo digo que es otro problema
Costabal:(Conteniéndose) En fin, señores, no es el momento para
discutir, sino para actuar con firmeza. Por lo mismo, ya ordené a la Pacific Steam Navigation Company y
a la Sud Americana la máxima disponibilidad de pasajes de tercera en sus
próximos barcos. Y ahora a brindar por nuestra sincera amistad...
V ESCENA: EL ENCUENTRO
(Se escucha redoble tambor. Entran
corriendo por la platea Carlos y Timona. Se detienen en el escenario y miran asustados
hacia al fondo de la sala. Luego proyectan en la panorámica el mar y se
tranquilizan paulatinamente en la conversación)
Carlos: Menos mal que nos
escapamos de esos desgraciados
Timona: Si nos agarraban esos
matones nos mataban
Carlos: ¡Chi! Menos mal que tenemos
buen pique
Timona: Sí,... ¿Tienes un cigarro?
Carlos: Sí.
Timona: Dame uno. (Carlos saca un cigarro lo prende y lo
coloca en la boca de la mujer. Ella da una larga chupada, cerrando los ojos)
Gracias. Qué agradable es fumar. Es como extrajéramos del aire una sutil
energía. ¿No crees tú?
Carlos:(Sonriente) Para mí, fumar es una manera de matar el
tiempo.
Timona: Tienes razón. De no
aburrirse. Lo que nos distrae, nos salva. En mi casa, fumaban hasta los
niños.
Carlos: ¿Y no se quedaron enanos
esos cabros?
Timona: Claro que no pues... Con
permiso. Me siento cansada. (Se recuesta)
Carlos: ¿Me permite? ((Se saca su
poncho y hace un almohadón) ¿Le arreglo una almohada? ¿Qué le parece aquí, al
lado mío?
Timona: (Siguiendo el juego) Un poquito más cerca mío.
Carlos: ¿Aquí?
Timona: Un poquito más cerca
Carlos: (Muy cerca de ella) ¿Aquí?
Timona: Sí pues, aquicito no más.
Gracias. (Garrido enciende un cigarrillo) Parece que ya te has visto en estos
trabajos.
Carlos: En realidad no, es la
primera vez
Timona: (Ríe en sordina) Y yo te
creo...
Carlos: ¿Le puedo hacerle una
pregunta?
Timona: Pregunta no más.
Carlos: ¿De
dónde es usted?
Timona: Del norte.
Carlos: ¿Y de qué parte del norte?
Timona: Del Perú. De Apurimac, en
la Chumba.
Carlos: ¿La Chumba? Que nombre más
raro...Oiga, ¿Y por qué se vino pa´acá?
Timona: Porque estaba recién casada
y mi esposo quería mejorar la situación.
Carlos: Como siempre todo comienza y termina en dinero.
Timona: Tienes razón. Todo. El dinero es el amo del mundo,
el becerro de oro ante cual todos nos arrodillamos.
Carlos: ¿Pero, hay alguna cosa que se dé gratis?
Timona: No pues, ninguna. Mira, tu camisa, mi pantalón, este
zapato, esa carreta que cruza la calle, el burrito que la arrastra. Tú no
podrías subir a un barco si no compraras un pasaje; no podrías viajar en tren
si no pagaras un boleto; no podrías servirte un plato de comida si no
dispusieras de plata. O sea, que hay un gran verdugo de la sociedad que se
llama don dinero.
Carlos: ¡Que bien habla! Debo confesarle que desde el momento que
la divisé hablar en la Foch, quedé encantado con su labia. Me quedé así, con la
jeta abierta (Hace una cara cómica. Timona se ríe) Claro que no sólo por su
labia, también quedé prendido por otras cosas más (Ríe maliciosamente). Y por
esa pasión que le pone pa´defender los
derechos de toda su gente...
Timona: Todo lo que sé lo aprendí de don Reca. El ha sido mi
maestro y mi padre... Pero cuéntame de ti. ¿De dónde vienes?
Carlos: Antes que nada me presento: Carlos Modesto Garrido,
pa´servirla. Yo soy del Aconcagua ¡Ah, mi tierra! El sure es lindo, lleno de árboles,
de color y vida. Si todavía me acuerdo cuando mi taita me levantaba por las
mañanas a puro varillazos en culo, pa´que le fuera a sacarle la leche a la vaca
(Ríe).
Timona: ¿Y por qué te viniste para acá?
Carlos: Me vine con la ilusión de ganar unos pesitos para
poder ayudar a mi taitita. El está inválido.
Timona: ¿Qué le pasó?
Carlos: Se cayó de un caballo y vomitó los pulmones a
pedazos, en medio de la impotencia de todos.
Timona: ¡Que tragedia!
Carlos: Y aquí estoy, “naca la perisnaca”, “más botado que
pucho de cigarro”. Casi muriéndome de hambre.
Timona: Te cuento, mi mamita me
decía: Tener un pedazo de tierra, niña, es mucha cosa, mucha cosa. Mira, allá
viene tu papacito. Más es lo que debe que lo que trabaja este desagradecido.
Mira, allá viene el indio Tumbes... ¡Ya
bebió!, decía rezongando mi mamita. Un sorbito no más – decía mi tatita- cuando
estaba cerca mendigándole besos con su trompa de ratón. Porque, tú sabes, si
uno no acepta, los compadres se enojan. Y si aceptas ¡caramba!, hay que seguir
chupando. Pero, ¿qué importa si no hace mal?...
Carlos:(Se ríe) ¡Claro que no
tiene nada de malo! Yo también me pego mis buenos pencazos y me pongo hasta “picado
la araña”.
Timona: (Ríe) Ya me imagino
Carlos: Timona, le puedo hacerle
otra pregunta... No se me vaya a enojar, no más...
Timona: Anda, pregunta en
confianza
Carlos: ¿Usted... quería a su
marido?
Timona: (Silencio) Sí. Lo quería,
desde los dieciséis años que me casé (Pausa. Saca de su bolsillo una moneda)
Sin embargo, el amor lo mató esto. Esta moneda asesinó a mi esposo. Esta moneda asesinó a mi hijo ¡Es verdad, es
verdad! Todo empezó por las fichas con que se pagaba en las pulperías. Con lo
que se ganaba, carajo, no alcanzaba para nada. ¿Dónde se ha visto? El pan a
cobre ¡Que mierda! (Llora con rabia)
Carlos: (La consuela) ¡Cálmese, ya
pasó, ya pasó...! (La besa en la frente, luego la abraza. Timona levanta la
cabeza, lo mira y lo besa en la boca. Carlos responde. Ambos caen abrazados al
suelo. Apagón)
ESCENA VI: PREMONICIONES
(Se escucha el sonido de una zampoña. Se proyecta en la
panorámica una imagen de un lugar misterioso. Los personajes hablan desde
diferentes niveles, pero están conectados con el discurso)
Timona: (Con voz de madre) Y esta guagüita.
¿Qué irá a ser cuando grande?
La gitana: Pasa la mano.
Timona:(Con voz de niña) ¡No!
La Gitana: Pasa la mano, te digo.
Timona:(Voz de niña lloriqueando) ¡No,
no!
Gitana: ¡Qué testaruda! ¡Si no te
voy a comer, hija!
Timona: (Voz de madre) Anda, no
tengas miedo. Si no es nada malo. (Estira las manos)
Gitana: ¡Ooohh! ¡Ooohhh!
¡Caraicito! Te traes unas líneas y unos signos, pequeña.
Timona: (Voz de madre con
ansiedad) ¿Imata qawanki? (¿Qué ve?)
Gitana: Acércate. Esta es la línea
del destino. Se halla cortada por una cruz.
Habrá muerte, violencia.
Timona:(Voz de madre) ¿Wañuchiwanku? (¿La matarán?)
Gitana: No, no se sabe. Puede ser
un accidente.
Timona: (Voz de madre riendo) ¿Waykupichu
wañusunchik? (¿Nos ahogaremos en una avenida?)
Gitana: Se casará. Tendrá un hijo.
Dos viajes largos. Le persigue la mala suerte, Enviudará muy joven
Timona: (Voz de madre) ¿Warmachaqa?
(¿Y el niño?)
Gitana: Warmachaqa, el niño
también desaparecerá. Se borra. Larga, largísima soledad. Esta niña tendrá
mucho carácter. ¡Humm! Esta es la línea de la cabeza. Curvada hacia Marte.
Mujer de un jefe, de un general, de un gran guerrero. ¡Glorias y honores!
¡Bravo! ¡Ay, mujeres! (Alza a la niña imaginaria) ¿Adónde podrás marcharte,
fuera de tu sierra? ¿Adónde? Yo te voy a decir, no lo que leo en tus manos,
sino lo que me dicta la intuición. ¿Ves ese volcán? Ahí hay un príncipe
encantado que te vendrá un día a buscar para hacerte su esposa
Timona: ¡Yuyaskani!,
¡Yuyaskani!...
VII ESCENA: LA VELADA
El joven de la maleta: En la Foch
estaban los trabajadores disfrutando de las veladas artísticas: teatro, poesía,
cantores populares, cómicos y números de variedades era el pan de todos los
días
Obrero 1: (Se dirige a un supuesto
músico) ¡Vamos compañero tóquese un valcesito! (El joven de la maleta comienza
a interpretar en guitarra el Vals, la gente canta y algunos bailan)
QUE NADIE SEPA MI SUFRIR
Angel Cabral y Enrique Dizeo
No te asombres si te digo lo que fuiste,
una ingrata con mi pobre corazón,
porque el brillo de tus lindos ojos negros
alumbraron el cariño de otro amor.
Y pensar que te adoraba tiernamente,
que a tu lado como nunca me sentí.
Y por esas cosas raras de la vida
sin el beso de tu boca yo me vi.
Amor de mis amores,
reina mía, qué me hiciste
que no puedo consolarme
sin poderte contemplar.
Ya que pagaste mal
a mi cariño tan sincero,
lo que conseguirás
que no te nombre nunca más.
Amor de mis amores
si dejaste de quererme,
no hay cuidado que la gente
de eso no se enterará.
Que gano con decir
que una mujer cambió mi suerte,
se burlarán de mi,
qué nadie sepa mi sufrir
Carlos:(Besa a Timona. El baile y el canto se detienen. Los
actores quedan en un cuadro plástico. La guitarra sigue de fondo) Como besas.
La verdad que sacas el alma (La queda mirando serio)
Timona: ¿Qué te pasa?
Carlos: No sé, no sé.
Timona: ¿Tienes celos de mí?
Carlos: En realidad sí.
Timona: ¿Te he dado yo algún motivo?
Carlos: No, ninguno.
Timona: ¿Entonces...?
Carlos: Es que me daría mucha pena
que hubieras besado a otro hombre así.
Timona: (Se ríe) ¡Tontito! ¡Tontito! En primer lugar, no he
besado a nadie de este modo ¿Estás contento?
Carlos: Sí.
Timona: Y en segundo lugar, es muy feo que un
revolucionario sienta celos.
Carlos: ¿Es que acaso soy un revolucionario? ¿Crees tú
sinceramente que lo soy?
Timona: Sin lugar a dudas. El cerebro puede traicionar; el
corazón nunca.
¿Verdad? ¿Verdad? (Carlos la besa en la mejilla)
Carlos: ¡Te quiero tanto!
Timona: Yo también te quiero.
Carlos: Gracias, gracias amor mío.
Nunca imaginé que aquí en el norte iba a encontrar el amor. Aquí donde yo sólo
venía a buscar dinero.
Timona: Jamás se sabe lo que nos depara el destino.
Carlos: Te puedo hacer otra pregunta... ¿Crees tú en don
Reca?
Timona: A ratos sí y ratos no.
Como buena india que soy, llevo la superstición en la sangre. Pero de una cosa
estoy cierta; que si la tristeza es el destino de los pobres, la intranquilidad
el destino de los ricos. Y entre intranquilidad y tristeza, ¿qué prefieres tú?
Carlos: No lo preguntes. Tu
tristeza me embrujó.
Timona: Una tristeza que ahora
desaparecerá (Sonríe)
Carlos: Así me gusta, verla
sonreír, que se le vean esos dientes blanquitos que tiene. Oiga, dígame ¿los
compañeros no se molestarán por nuestra unión?
Timona: ¿Por qué? ¿No es humano que uno busque su
felicidad?
Carlos: Es que para ellos la Timona es intocable.
Timona: Sí, pues. En todo caso, don Reca está contento.
Si supieras como me aconseja en tal
sentido.
Carlos: Ojalá. Ojalá. (La besa en la boca. Vuelve la música, cantan y
bailan hasta terminar el vals. Aplausos de todos)
VIII ESCENA: ESTUDIO Y NUEVA VIDA
(Se ilumina otra área donde está Timona dando clases a
Carlos)
Timona: El progreso de la técnica ha hecho posible ya la
producción socializada. Estados Unidos, por ejemplo, ha cumplido la más
importante etapa de evolución económica. Lo mismo pasa con Alemania y Gran
Bretaña. Por eso es que hay que socializar la producción...
Carlos: Sí, pero qué es eso de socializar la producción...
Timona: No me interrumpas.
Carlos: Es que “este poncho me queda grande”.
Timona: Después discutimos.
Carlos: Ya estoy cansado y mañana me tengo que levantar
temprano para ir a trabajar al puerto.
Timona: Ya pues, que me da cólera.
Carlos: Está bien, no se enoje.
Timona: Le digo pues, que no sólo hay que socializar la
producción sino también la distribución. Que el bienestar alcance no sólo a los
ricos, que son la minoría, sino también a los pobres, que somos la mayoría.
Carlos: Sí, pero lo que te quiero decir es que siempre hubo
injusticias. El mundo desde que es mundo es así. Esa cosa es más vieja que el
hilo negro.
Timona. Eso es precisamente lo que tenemos que cambiar.
Tenemos que crear una nueva vida, donde todos seamos iguales.
Carlos: (Se ríe a carcajadas) Eso es imposible. Cómo vamos
a ser todos iguales. Estay puro soñando. Es como si lo malos se convirtieran en
buenos por gracia del espíritu santo.
Timona: No es un problema de buenos y malos. Es una
cuestión de intereses. Nosotros defendemos los intereses de los trabajadores y
los otros su capital.
Carlos: ¡Chi! Lo que
estay hablando es re´peligroso. Te van a meterte presa.
Timona: Ya basta de porfía, es mejor que ahora te pongas a
leer todos esos periódicos, folletos y revistas que te pasó don Reca.
Carlos: Es que tengo un enredo re´grande en la cabeza. No
comprendo ni jota las palabras difíciles que hay ahí.
Timona: No te preocupes yo te voy ayudar. Para eso soy tu
compañera ¿o no? Y por cada materia que aprendas te daré un besito. ¿Qué te
parece?
Carlos: ¡Ah! eso sí me gustó. Voy entonces aprender
rapidito. ¿Por qué no me da un adelantito?... (Se besan. El joven de la maleta
comienza a cantar y en la panorámica se
proyectan paralelamente imágenes de Iquique de 1925)
LIBERTAD
Juan Carlos Rocha
Aún trabajando en el puerto
Aconcagua no olvidó,
La tierra donde nació
En él la lucha ha comenzado,
La carencia de los prados
Se ha extendido a estos lados
Hacia la pampa hay que emigrar,
Ahí el pan encontrará,
Pero no se si la igualdad
Cada mañana se levanta
Con los brazos entorchados
Y el orgullo amoratado
Mi madre dice dulcemente
Codo a codo llegaremos
Al final de este sendero
Hacia la pampa hay que emigrar
Allí las cosas cambiarán,
Los compañeros gritarán
Libertad, Libertad, Libertad
(EntraCarlos con unos bultos. Timona sentada
en una mesa fuma y lee)
Timona: ¿Cómo
está mi negrito de alma? (Lo besa en la boca)
Carlos: Aquí
estamos cabreao. Tuve que “pelar el ajo” en el puerto
Timona:
Paciencia papito ya vendrán tiempos mejores.
Carlos: Timona, “estoy que echo la yegua”. No podemos
seguir en esta situación.
Timona: Por supuesto que no. Y yo estoy contigo en todas
las decisiones (Mirando sus brazos) Mira, estos verdugones.
Carlos: Nada se consigue sin sacrificios.
Timona: ¡Pobrecito!... ¿Qué trajiste?
Carlos: (Le pasa las bolsas) Trigo revuelto con porotos. Con
eso tiene listo el guiso. En ese otro viene el arroz que le gusta a usted, el carolino.
Los buitres en el puerto nos sobajearon de lo lindo, pero no vieron ni medio.
Timona: (Oprimiendo amorosamente las provisiones) ¡Vales un
Perú!
Carlos: No, una peruana (Le da una palmada en el trasero)
Timona: Cuidado pues, no me de lapos.
Carlos: Cholita, tengo unas ganas tremendas de mandarme a
cambiar. El sur me llama. Yo soy campesino “de tomo y lomo”. Además, en todo te
he cumplido.
Timona: Sí pues, papacito. Pero yo se que también te gusta
esta tierra y aquí mal que mal hay posibilidades de trabajo, en la pampa. (Ella
saca debajo de una mesa una garrafa de vino) Mira, le tengo una sorpresa, vinito
de Lontué.
Carlos: ¡Agüita! Le gusta fregar la pita a usted.
Timona:(Le sirve en un vaso) Tome para que calle (Carlos
bebe de un sorbo)
Carlos: ¡Chi, güena oh! (Bebe) ¡Esto es vino mierda!
(Timona trae una olla y él huele) ¿Guatitas?
Timona: ¡Guatitas!
Carlos: ¡Mi negra! (Carlos toma otro vaso y llena las dos
copas de vino)
Carlos: ¡Salud!
Timona: ¡Chóquela!... (Bebe) ¡No!, que amargo. ¡Cómo pueden
tomar esta cosa!
Carlos: Pero si es vino no más. No se ponga arrugadita como
pasa... (Golpeando la mesa) ¡Ya! No se discute más. Nos vamos a la pampa. Lo
que se piensa mucho, no se hace re´nunca.
Timona: De acuerdo. Pero usted se va primero. Y una vez que
tenga todo arreglado, me manda a buscar.
Carlos: Pero no, cómo me voy a ir yo solo.
Timona: Es mejor así. ¡Ya! ¡Vamos, arriba el ánimo!
Carlos:(Desanimado) Como usted mande mi cholita
Timona: ¡Vamos, con más ánimo! (Le da un beso)
Carlos: “La necesidad tiene cara de hereje”. (Ella lo
vuelve a besar y lo anima. Ahora Carlos más animado le hace un saludo militar
con la mano) ¡Como usted mande mi cholita!
Timona: Así es...Eso sí que, mucho cuidado. Mira que si
saben que tú eres el marido de Timona, no te darán pega en ninguna parte
Carlos: ¿Tan peligrosa soy?
Timona: ¡Imagínate!
Carlos: (La estrecha
por la cintura) Nada tení que temer. Y apenas pueda te mando a llamar para que esté
a mi lado (La besa)
Timona: (Toma las manos de Carlos) Otra cosa, en la pampa
tengo un amigo que le dicen el Negro. Es muy buena persona. Trata de ponerte al
habla con él. No sé si estará en la Diez
de Septiembre o en Bellavista. Tú lo averiguas.
Carlos: Sí, mijita.
Timona: Ahora espera, tengo que darte algo importante (Sale
de escena)
Carlos: Ojalá que sea algo pa´comer, porque me han contado
que el viaje pa´la pampa es largazo
(Timona vuelve con un gran caracol. Se lo da Carlos) Toma, llévalo de recuerdo.
Este caracol me lo regaló don Reca y ha sido el fiel compañero de mi
existencia. Ahora quiero que sea tuyo. Colócalo en tu oído. ¿Dime qué escuchas?
Carlos:(Escucha) ¡El mar!
Timona: (Rectificando) No, la multitud... El rumor de la
multitud, que debe estar siempre contigo. ¿Sí? (Carlos afirma con la cabeza)
Carlos: ¡Gracias! Que nada me aparte de ti. (La besa. En la
panorámica comienza a proyectarse imágenes de la salida del tren que lleva a
Carlos a la pampa. Se ve una multitud de gente en la estación. Sonido de tren)
ESCENA IX: LA PAMPA Y EL AMIGO
El joven de la maleta: En Agosto de 1924, mi padre, Carlos
Garrido, se adentró en los secretos de la pampa. Fue uno más del montón, uno de
tantos que buscaba en el norte el trampolín para labrarse una vida mejor. (Se
da la luz están Ureña y Carlos desayunando. Hay otros pensionistas. Beben en
jarras. Hace frío. En la panorámica se ve una imagen de la oficina salitrera)
Ureña: (Pícaro) Con que aparejado con la Timona el putita. (Se
ríe) ¿Cómo ocurrió eso? Cuente. Cuente.
Nosotros creíamos que la Timona era intocable.
Carlos: Yo también.
Ureña: (Ríe) Sin embargo, se tiró el salto el hijuna.
¡Audacia, hermano, audacia! El que no se moja no pasa el río.
Carlos: Así dicen.
Ureña: Así es. (Grita) ¡M´hijita! ¡Quibo la cebollita!
¿Estamos vivos o estamos muertos?
Fedelia:(En off) ¡Ya va, carajo!
Ureña: Sabe gancho, recibí la carta el lunes, y le juro, le
rejuro que me produjo una tremenda impresión.
Muchacha: (Entra con una fuente que coloca en la mesa de
Ureña) Tomen, sírvanse ensalada.
Ureña: Gracias, prenda. Que bonita va... (Le toma la mano) Usted
sabe que entre nosotros, corre mucha agüita.
Muchacha: ¡Seguritamente! (Sale coqueta)
Carlos: Ese huevito quiere sal.
Ureña: ¡Cosa más rica! Por esa minita se me hacen agua los
helados. (Risas)
Fidelia: (Grita en off) ¡Los churrascos!
Ureña: (Se burla) ¡Los jilgueros!
Fidelia: (Entra con los platos) Con una sartén te voy a dar
en la cabeza por hocicón.
Ureña: No se enoje iñora. Usted sabe que la quiero.
Fidelia: ¡Me estay pelando!
Ureña: Te estoy alabando, Fidelia.
Fidelia: ¡Zalamero! (Risas de los demás pensionistas. Sale de
escena)
Ureña: (Ríe. A Carlos) ¿Y qué te parece el puchero?
Carlos: Hartazo, igualito que en mi casa.
Ureña: En la pampa se come, pues, iñor, porque si no se
come no hay fuerza para pegarle a los cerros. Y a propósito hablando de
trabajo, Estica, el pasatiempo, quedó de meterte en una cuadrilla de
particulares. Ojalá que sea en la mía, para que trabajemos juntos ¿Trajiste
cama?
Carlos: No, no tengo cama.
Ureña: ¿Y dónde vai a dormir, jetita?
Carlos: Con el poncho me las arreglaré mientras tanto
Ureña: ¿Con está güevá?
Carlos: Oiga, si me lo regaló mi mamita
Ureña: Anda y dile a tu mamita que aquí en la pampa es
indispensable “el patas de oso”.
Carlos: (Desconcertado) ¿El qué...?
Ureña: “El patas de oso”. ¿Qué, no lo conocí?
Carlos: No pu´.
Ureña: Soy harto agilao cabrito... Mira compinche, son
cuatro tarros parafineros, con una calamina arriba. ¡El catre, pu´!
Carlos: ¡Ah! Hable así pu´. Oiga y ¿usted tiene pieza solo?
Ureña: ¡Chi! Nadie tiene pieza solo aquí. Vivimos de a tres.
Contigo seremos cuatro.
Carlos: ¿Cuatro?
Ureña: ¡Chi! ¿Tení miedo?
Carlos: Claro pu´...
Ureña: Entonces, tení que dormir pegadito a la pared, no
más.
Carlos: ¿Y son de confianza?
Ureña: ¿De confianza? No. Yo no me fiaría de ellos.
Carlos: ¿Y por qué?
Ureña: Porque son muy hediondos a patas (Ríe) Ya se que el
chiste es malo, pero ríete igual pu´cabro.
Carlos: Déjese de payasadas. Quiero saber si son de los
nuestros.
Ureña: Algo les tinca, pero poco (Un tren pitea a la
distancia) Disculpa cumpita, tengo que irme. Ahí viene el costrero. Pasa el rato como podai. A la tarde
conversamos. (Ureña sale de escena y también los otros pensionistas. Música de
transición. Proyección de imágenes de las oficinas salitreras. Se ilumina otro
plano está Carlos escribiendo una carta sobre un cajón)
Carlos: Mi cholita, te escribo confesándote que no puedo
conciliar el sueño. Me despierto todas las noches persiguiendo el olor de tu
cuerpo, pero sólo logro pellizcar recuerdos.
Los días aquí en Bellavista son todo un sufrimiento. Veo muchas
injusticias y me causa un rechinar de dientes el pensar que nadie hace na´pa´ frenar
los abusos. El campamento es un peladero, no tiene na´, ni una comodidad.
Trabajamos de sol a sol pa´recibir de pago fichas que tenemos que cambiar en la
pulpería de la empresa. Nos sacamos la cresta pa´arrancar de las entrañas de la
tierra el salitre sin recibir ninguna recompensa. En cambio, en Iquique, los potentados
duermen en los palacios, viven la vida del oso y del gran lujo. Esto no puede
continuar. Hay que hacer lo que dice don Reca, acabar con el régimen
capitalista. Esa es la madre del cordero. Hay que darle huaraca a los poderosos...
Timona,
te quiero mucho y te necesito a mi lado...
Ureña:(Entra y lo queda mirando) ¿Echas de menos a tu
prenda?
Carlos: Clarinete, gancho.
Ureña: Aquí también hay mujeres para matar las penas. Hay
de todo como en la botica. Negras, trigueñas, rucias, morenas. Claro que para
que le hablo de rucias al queltehue, cuando ya conozco sus preferencias. (Se
ríe)
Carlos: ¿No hay niebla aquí?
Ureña: ¡Preguntita! No, no hay.
Carlos: ¿Y por qué?
Ureña: Porque yo le tengo prohibida la entrada (Ríe). Ya se
que soy fome, pero ríete un poco. Cabrito, estai más triste que el salario...
Carlos: (Pausa) ¡Qué noche más eterna!
Ureña: Noches de Pan de Azúcar. Y cuando sale la luna, ¡Ave
María! Te dan ganas de llorar, de llorar a gritos.
(Se va la luz. Se ilumina otra área. Timona escribe una
carta.)
Timona: Papito, te quiero contar que don Reca se nos va a
Valparaíso. Los marítimos quieren que él intervenga en la solución de sus
problemas. Además, le han propuesto la dirección de un periódico. Esta mala la
cosa, hay ruido de sables. Los milicos no están contentos con el presidente
Alessandri. Muchos creen que en cualquier momento le darán un golpe de estado. No
se qué pasará... Por cierto te quiero y te necesito mucho a mi lado... (La voz
se va extinguiendo. En el otro plano se ilumina a Ureña y Carlos, durmiendo en
unas camas. Se levanta Ureña y enciende una vela que está sobre un tarro de
durazno. Se despereza)
Ureña: ¡Guasito! ¡Guasito! ¡Huaso cabeza de adoquín!
¡Despierta! (Se levanta y toma un zapato y comienza a golpear en una calamina)
Ureña: Qué Timona, ni niño muerto. Aquí estamos en la
pampa, iñor. Despierta. Ya son las cinco de la mañana. ”Sonó la campana, llegó
el profesor, entraremos a clase a oír la lección”
Carlos: (Se levanta) ¿Y ahora qué?
Ureña: A esperar el tren.
Carlos: ¿Sin desayunar?
Ureña: No te apurí, en el camino pasamos por la pulpería y
le echamos algo al buche. (Salen corriendo. Apagón)
ESCENA X: JUEGO Y MUERTE
El joven de la maleta: Corría el mes de Octubre de 1924, en
la oficina Bellavista, mi padre vivía desconsolado
por estar lejos de mi madre. En tanto la gente mataba las penas jugando y
emborrachándose. Eran las únicas entretenciones que los trabajadores tenían.
(Se da luz. Un grupo de personas juegan a la lotería)
Muchacha: (Grita) ¡Se va la lota...Se va la lota!... ¡Par
de estriberas!
Carlos: ¿Qué es eso?
Obrero: (Tartamudeando) ¡Puta, que es güeón!
Ureña: El cuarenta y cuatro, gancho.
Muchacha: ¡Triste don Juan Montoya!
Ureña: (A Carlos) Ese es el tres
Muchacha: ¡Par de anteojos!
Carlos: ¡Ah! Ese es el ¿Ochenta y ocho?
Ureña: Estai aprendiendo rápido cabrito
Muchacha: ¡Se sentó!
La negra: Sesenta
Muchacha: ¡La edad de las niñas!
Obrero: (Tartamudea) El quince.
Muchacha: Negra, aquí está el que gusta. ¡Los golosos!
La negra: ¡Qué rico!
Ureña: (A Carlos) Ese es el sesenta y nueve
Muchacha: ¡El jorobadito!
La negra: El nueve
Muchacha: ¡Y el culito se le mueve!
Ureña: ¡Espérese! ¡Espérese! ¡No vaya tan ligero! ¿No ve
m´hijita que mi compañero se queda
atrás?
Muchacha: Que no sea maniado el guasito.
Obrero: (Tartamudea) Puta que es agilao.
Ureña: Ya pu´no lo agarren de pato casero.
Muchacha: ¡Par de trenes!
Obrero: (Tartamudea contento) ¡Terna!
Muchacha: Tiene una suerte el moca... Ya me cansé. Ahora
voy a cantar más rapidito, porque tengo que darle la teta a la guagua.
Carlos: ¡Chita! La suertecita de la guagua.
Ureña: Se va a empachar la pobre con tanta teta.
Muchacha: Chistosito, el concha su madre... Vamos mejor con
los últimos números (Grita rápido) ¡El uno!
Ureña: (A Carlos) Ese es el uno cabrito
Muchacha: El tres
Ureña:(A Carlos) Ese es el tres
Muchacha: ¡Alí Babá!
Ureña: Ese es el cuarenta.
Muchacha: ¡Los doce apóstoles!
Ureña: El doce.
Muchacha: ¡Par de patitos!
La negra: Mi edad, veintidós.
Muchacha: ¡El viudo! ¡Caga torcido! ¡Collera de gringos!
Obrero: (Tartamudea jubiloso) ¡Loota! ¡Loota! ¡Por la gran
puta! ¡Por la gran puta!
Muchacha: ¡Chucha, la suerte de este güeón! Ven pa´ca moquita,
deja darte tu premio (El obrero sale persiguiendo a la muchacha. Risas. Se
escuchan en off: gritos, caballos y persecución. Todos salen de escena a mirar.
En otro plano entran dos guardias persiguiendo a un hombre. Comienzan azotarlo
con correa en el piso)
Guardia 1: ¡Ladrón! ¡Indio maricón!
Indio: ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Perdón!
Guardia 2: ¡Ahora vai aprender quién manda aquí! ¡Indio de
mierda!
Carlos: (Entran corriendo Carlos y Ureña) ¡Suéltenlo
cobardes! (A uno de los guardias le arrebata la correa. Ureña le pega al otro
un puñetazo. Se siente unos disparos. Cae al suelo Ureña)
Ureña: ¡Me jodieron, mierda! ¡Me jodieron!
Escapa... (Siguen los disparos. Carlos escapa. Apagón)
XI ESCENA: PERDIDO EN EL DESIERTO
El joven de la maleta: Ese fin año de
1924, mi madre la pasó negra. Se la pasó llorando días enteros. Fueron más de
dos meses que no tuvo noticias de mi padre. El estaba escapando, perdido por
algún recoveco de la pampa.
(En tres planos diferentes la gitana,
Carlos y Timona hablan de manera
alucinante. Se escucha de fondo campanillas. Se proyecta la imagen de un
paraje solitario)
Carlos:(Sollozando) ¡Timona! ¡Mi Timona! ¿Por
qué...por qué? Cuando tú me lo dijiste:”Veas lo que veas, muérdete, muérdete”Yo...yo
¿Qué tenía que meterme?
Timona:¿Qué es de Carlos? Un mes que no sé una palabra de él.
¿Está muerto? ¡Quiero saber la verdad!
La Gitana: Se perdió en el desierto. Allá
está delirando. Extraviado en la soledad. Muriendo como un animal perdido en un
infierno de agujeros.
Carlos: ¡Ureña! ¡Pobre negro! ¡Dios mío!
¡En la que nos vinimos a meter!
Timona: Pero, ¿qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Lo
mataron? No me mienta.
Carlos: Si camino contra el sol, tengo que
encontrar el sol, tengo que encontrar
una carretera o una línea férrea.
Carlos: ¡Chola! ¡Cholita! ¡Señor! ¡Señor!
¿Quién me sacará de aquí?
Timona: Carlos, llevo en mis entrañas
parte de ti. Nacerá, será hombre o mujer y alumbrará mis días.
Carlos: ¡Un hijo! ¡Un hijo! ¿Por
qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué?...
Timona: Tú hijo que siempre
soñaste viene lleno de luz. Tienes que verlo. Carlos, ¿dónde estás?
Carlos: ¡Esas voces me atormentan!
¡Me estoy volviendo loco! ¡Esto no es verdad!
La Gitana: ¡Aléjate ponzoñosa muerte! ¡Aún
es temprano!
Carlos: ¡Timona, cholita!
Timona: (Grita) ¡Carlos, ven por favor!
XII ESCENA: LA CORUÑA
Joven de la
maleta: Luego que mi padre y mi
madre se encontraron en el desierto, se fueron juntos a la Coruña a rehacer sus
vidas… Claro que la bienvenida no fue la que ellos esperaban. Las injusticias y
las necesidades aumentaban día a día, al igual que el descontento de los
trabajadores.
Mujer 1: (Suplica) ¡Don Lucho por favor,
véndanos leche!
Lucho: No hay leche, coño, puñeta. No hay
leche.
Timona: (Lleva en sus brazos un bebé)
¿Cómo que no hay leche? Sabemos que tiene
llenas las bodegas de mercadería. Qué poco pedimos nosotros. Y aún esto se nos niega.
Lucho: No hay leche. ¿No entienden? O no
hablo castellano ¡Que joder!
Mujer 2: Pero nosotras necesitamos leche. Usted
sabe que tenemos niños chicos y ellos necesitan ese alimento.
Lucho: ¡Vaya! ¿Y qué me importa a mí eso?
¿Me voy a volver leche yo? ¡Quieren que yo me vuelva leche! Lo que pasa es que
no hay leche. Se acabó. ¿Comprenden, tozudas?
Timona: ¡Mentira! Nosotros sabemos que hay
muchos cajones en la bodega
Lucho: Largo de aquí me sacan de quicio
(Las empuja con violencia) ¡Fueraa! ¡Fueraa!
Mujer 3: ¡Suelta desgraciado!
Mujer 4: ¡Coño muerto de hambre! (Lucho, se
va empujando a las mujeres)
Timona: ¡Coño hijo e´puta! (Gritan
insultos todas. Se ilumina otro plano a un grupo de hombres protestando)
Carlos: ¡Compañeros, calma! Tenemos que
esperar que llegue el jefe de oficina. El contador no está autorizado para...
Hombre 1: ¡Desgraciados! Nosotros no
vivimos del aire.
Hombre 2: ¡Pulmoneros! ¡Chupasangre!
Carlos: Tranquilos compañeros. Nada
ganamos con ofuscarnos. En último término, podemos decretar el paro.
Todos: Sí. ¡Vamos al paro! ¡Al paro! ¡Todo
o Nada!
XIII ESCENA: AIRES DE TORMENTA
El
joven de la maleta: Luego del suicido de Luis Emilio Recabarren, el 19 de
diciembre de 1924, nubes y confusiones entorpecieron las mentes de todos. Ese
año terminó malamente. Era tanto el desaliento que un dirigente obrero llamó a
una reunión en la FOCH, a principios de 1925.
Borja: Don Reca no está muerto, porque los
hombres ilustres no mueren jamás. Esos viven eternamente en el pensamiento de
los hombres y mujeres.
Véliz: Claro pues, queda su ejemplo y su
obra, que no puede morir. Hagámonos dignos de ella.
Carlos: No podemos echarnos a morir. Eso
sería olvidar sus enseñanzas. Por eso estamos aquí y no vamos a desteñir, menos
ahora. Y como lo primero es lo primero, elijamos al delegado de la Foch en la Coruña.
Romero: Usted, pues, compañero. Usted (Los
demás lo apoyan)
Carlos: No, no se apuren. Despacito y buena
letra. Hay compañeros con mejores condiciones que yo. Borja, don Baudi y el
maestro Bravo, son tres hombres calados.
Todos: No, no, usted no más.
Flora: (Sonriendo) Garrido, no nos tire el
muerto a nosotros.
Borja: Yo renuncio. Yo no sirvo para
mandar.
Carlos: La cosa es demasiado seria para
que la resolvamos así. Pido votación
Todos: ¡De acuerdo! ¡De acuerdo!
Romero: ¡Chi! Qué nos demoramos.
Flora: Levanten la mano los que apoyan al
compañero Carlos Garrido (Todos la levantan)
Borja: ¿No ve? ¿No ve? Si no había caso con usted. Era carrera
corrida.
Véliz: (Ríe) Nos tenía comprado a toditos.
Carlos: Silencio, silencio compañeros.
Gracias por esta demostración de confianza. Pero no se olviden que nada puedo
hacer yo, si ustedes no me respaldan.
Carlos: El primer punto de la tabla es
nuestro pliego de reclamos. Ofrezco la palabra. Hasta ahora hemos perdido, “pero
la tortilla se les puede dar vuelta”.
Borja: Si ellos pueden, nosotros también podemos
presionar.
Carlos: (Gatilla en el aire los dedos)
Pero nosotros no tenemos esto.
Borja: (Sacando del bolsillo del pantalón
una dinamita) Pero tenemos de esto
Carlos: (Amonesta) Guarde eso. Nuestras
armas son otras.
Véliz: ¿Cuáles?
Carlos: La huelga general
Todos: Sí ¡La huelga general! (Los
personajes corean: ¡Huelga, huelga! Se desplazan por toda la escena. Salen. Se
ilumina al sector neutro)
El joven de la maleta: El 17 de enero
de 1925, Elías Lafertte, envía una carta al intendente denunciando la actitud
provocadora de los Industriales. En ella advierte: Los industriales para soportar el duro impacto del
salitre artificial, han echado mano del arbitrario recurso de cercenar los
salarios del obrero, so pretexto del ahorro obligatorio. Esta provocadora
actitud es sumamente peligrosa, debido al alza experimentada por los artículos
de primera necesidad. Por otra parte, deben saber los empresarios y las
autoridades, que el pueblo no acepta ni aceptará estos atropellos. La
Federación Obrera de Chile, consciente de sus responsabilidades, vigila. Y si
los encargados de resguardar los intereses de Chile se han olvidado de sus
obligaciones, la clase trabajadora organizada sabrá cumplir con su deber.
Este
memorial cayó como una bomba de tiempo en las Compañías. La ola de represión
arrasó con los dirigentes sembrando el pánico y el dolor en esta tierra
desolada. (Cambio de luz. Es de noche en la pampa.
Hace mucho frío)
Carlos: ¡Cresta! con esta camanchaca no se ve nada. Debías
haberte quedado en casa. Que porfiada soy.
Timona: No podía. Bien sabes que no podía dejarte solo.
Carlos: Mira la helada que hace. (De pronto dos focos
relumbran a lo lejos)
Timona: Ojalá que sea el Administrador.
Carlos: Ojalá (Se ocultan. Se sienten las cabalgaduras.
Reflectores cruzan la escena)
Borja: (Susurra) Carabineros. (Se aleja el sonido de los
caballos. Siguen la caminata y se encuentran con una pareja)
Carlos: ¿Quién va?
Mujer: ¡Jesús!
Timona: No se asuste. Somos nosotros.
Mujer: ¿Ustedes?
Carlos: Sí. Nosotros: Timona, Borja y Carlos.
José: ¡Quiubo! ¿Vienen también para que los apaleen?
Timona: ¿Por qué? ¿Qué pasó?
Mujer: ¡Chist! No hablen tan fuerte
José: Esta mañana casi molieron a garrotazos a la gente de
San Pablo. Fue una salsa en regla.
Borja: ¿Pero por qué?
Mujer: Porque se opusieron a que detuvieran a varios
dirigentes, y entonces las emprendieron con todos.
José: Hay como treinta heridos graves botados en plena
pampa.
Timona: ¡Horror! ¿Y por qué no los socorren?
José: Nosotros quisiéramos, pero al primero que pase para
allá le menearán balas
Carlos: ¿Y la Foch?
José: Ya no hay tal Foch. Ahora está ahí el cuartel de
policía.
Timona: ¡Cuidado vuelven por aquí! (Otra vez las luces
iluminan la oscuridad buscando a alguien. Pasan)
Borja: Ahora más que nunca tenemos que ir al paro.
Carlos: Eso me preocupa. Si fueran todas las oficinas las
que estuvieran metidas en el conflicto, la cosa cambiaría, pero un paro aquí en
este solo sector, no lo veo claro.
José: No te pongas pesimista. Aunque el paro no sea
general, yo sé que las otras oficinas nos apoyarán de inmediato.
Carlos: ¡Viejito! Usted sabe que nada sacamos con meternos
a encachados cuando sabemos que por hacernos los guapos, nos acribillarán sin
piedad.
Borja: ¿Y nosotros, por eso, nos vamos a cruzar de brazos?
La dinamita también saca roncha.
Mujer: ¡Y dale con la misma cuestión! (Comienza a
escucharse vehículos que trasladan armamento pesado. Todos se ocultan. Un
seguidor alumbra por todas partes. Se siente una ametralladora a lo lejos.
Apagón)
XIV ESCENA: LA TORMENTA SE DESATA
(Se da la luz en el tercer plano y aparecen todos los
obreros gritando)
Mujer 1: Queremos pan y leche para nuestros hijos.
Hombre 3: ¿Cómo te fue con la mercadería que ibas
conseguir?
Carlos: ¡Estamos jodidos! Anoche no pudimos comprar la
mercadería en la otra oficina. Nos corrieron a balazos.
Todos: ¡Hijos de puta!
Carlos: Es la verdad. Nos balearon.
Mujer 2: ¿Y ahora qué vamos hacer?
Carlos: Ahora a la pulpería. Será nuestra, pase lo que
pase.
Todos: ¡Bravo! ¡Viva Carlos Garrido! (Comienzan a gritar: ¡Pan.
pan. pan!)
El joven de la maleta: El gentío hambriento no vaciló un
instante. Hombres y mujeres corrieron hacia los amplios galpones, entraron en
el salón de amasijo y echaron abajo la puerta que separaba la panadería de la
carnicería. (Los hombres avanzan gritando. Sale el español, dispara contra la
multitud. Se produce una vacilación. Carlos le dispara al hombre y lo mata)
Una mujer: ¡Miren, se escapan los demás empleados! ¡A
ellos! La turba grita y sale corriendo detrás de los empleados. Disparos.
Transición. Se ilumina en otro espacio a Carlos y Timona)
Carlos: ¿Y el niño?
Timona: Lo tengo en casa.
Carlos: Tráelo para acá.
Timona: ¿Crees tú que será mejor?
Carlos: Sí, tráelo. Aquí nos acomodaremos. Si el coño no
tuvo la valentía de quedarse en la pulpería, alguien lo tiene que reemplazar.
Trae al niño.
Timona: Está bien (Sale)
Carlos:(Soliloquio) ¿Querían pelea? Tendrán pelea ¿Querían
sangre? Tendrán sangre. Yo no me he metido en esto por puro gusto. (Grita hacia
afuera) ¡Don Cayetano!
Cayetano:(Entra) Aquí estoy Carlitos.
Carlos: Todo lo que hay acá debe quedar anotado. ¿Estamos
claro?
Cayetano: Como el agua.
Carlos: ¿No ve que mañana nos pueden venir con el cuento de
que hemos saqueado los almacenes? La compañía nos debe plata y nos estamos
pagando, y si nos pasamos, reconocemos la deuda.
Cayetano: De acuerdo compañero.
Carlos: (Llama a los demás) ¡Compañeros, vengan un rato! (Entran
los demás obreros) Hay un punto que quiero abrir el debate es la muerte del
coño. Yo no niego que lo maté...
Borja: ¡Lo matamos!
Carlos: Lo maté. Estoy bien seguro de ello y no me
arrepiento. Lo merecía. ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
Todos: ¡Nada! ¡Nada!
Mujer 1: Usted lo único que hizo fue defenderse.
Mujer 2: ¿Cuántas veces no nos sacó a empujones de la
pulpería el coño maricón?
Mujer 3: ¡Abusaba de la debilidad de los pobres!
Cayetano: El coño estaba alzado y había que darle su
merecido.
Carlos: Así es... (Entra la Timona con el niño en los
brazos. Mira a Carlos orgullosa. Luego deja al bebé a una caja) Otro asunto, hace
rato que me pregunto en que va a terminar esta trifulca. Francamente no lo sé.
Pero por lo que pueda ocurrir, tenemos que alistarnos. Es necesario armar un
grupo de obreros “que estén al aguaite”. ¿Quién se ofrece voluntario para esta
misión? (Silencio sepulcral) ¿Nadie quiere guardia de defensa? Díganlo, díganlo
no más. Yo estoy para hacer lo que ustedes resuelvan.
Rubén: ¿Me permite compañero? Creo que la gente está dudosa
de su convite, porque tiene miedo que se crea que nosotros estamos dispuestos a
armar camorra.
Carlos: A
armar camorra no, pero a defendernos sí... Todos estamos en ésta para defender
nuestros derechos. Como los empresarios no cumplen con los tratados, hemos
decido ir a la huelga. El patronato se niega a desaparecer las infames
‘fichas-salario’ y los ‘vales’, y no quiere escuchar hablar de una reducción a
ocho horas de trabajo. Estos problemas nos atañen a todos. Por eso, ciento
treinta oficinas ya se han plegado al paro, lo que significa lisa y llanamente
la paralización de las exportaciones de salitre...
Timona: ¿O pretenden acaso que se repita lo que pasó hace
dos meses atrás en Marusia, cuando arrasaron con numerosos dirigentes y los
llevaron sabe Dios dónde?
Todos: ¡Eso no, no!
Timona: ¿Entonces?
Mujer 1: Tienen toda la razón Garrido y la Timona.
Mujer 2: Que los hombres se pongan los pantalones y que se
dejen de mariconeos.
Mujer 3: ¡Tenemos que defendernos! ¡Vamos!
Mujer 1: ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que nos pisoteen?
Mujer 4: ¡No vamos a defender hasta el último momento!
Todos:(Gritan) ¡Todo o nada! (Salen de escena)
El joven de la maleta: Desde mediados del mes de
mayo, de 1925, llegaron fuerzas de línea a Tarapacá y Antofagasta. Estas
maquinaciones provocaron una huelga de 24 horas en las Oficinas La Coruña,
Argentina, Barrenechea, San Enrique y otras. Entonces las fuerzas represivas
iniciaron la refriega y en las oficinas sublevadas fueron masacradas miles de
personas.
(Se escucha el soplar del viento en la
pampa que aumenta a medida que trascurre la escena)
Carlos: (Se ilumina) ¡Cholita, te suplico, ándate al tiro
con el niño!
Timona: (Decidida) ¡Yo no salgo de aquí! o te olvidaste que
en mi pecho llevo clavada la ira y el dolor de muchos hermanos. Así como en la
Escuela Santa María lucharé hasta el último momento.
Carlos: Cholita, te quiero, te quiero porque estas viva. Y aunque
me muera te seguiré queriendo, pero esto no es un juego. Esta es una lucha a
muerte.
Timona: Yo también por tu alma te quiero.
Carlos: Timona, entiende después de ésta, quizás, nadie
quede para contar la historia.
Timona: Lo sé, lo sé. No es la primera vez que asisto a una
masacre
Carlos: No seas porfiada. Yo me puedo escapar solo; pero
con ustedes, cómo. ¿Cómo cruzo las barreras militares con una mujer y un niño?
Timona. Es inútil. No insistas. Me quedo hasta últimas
consecuencias.
Carlos: ¿Te quedai?
Timona: (Muy segura) ¡Sí, me quedo! (Carlos, la golpea con
un rápido y corto gancho a la barbilla. Ella se desploma como un maniquí al
suelo)
Carlos: ¡Perdóname cholita! No tenía más remedio. (La besa.
Transición. Grita) ¡Don Cayetano! ¡María!
Cayetano:(Entra) ¿Qué pasa compañero? (Mira a Timona) ¿Qué
le pasó a la Timona?
María: (Entra) ¡Santo Dios qué le pasó a la compañera!
Carlos: No tengo tiempo para explicarles. Por favor,
llévense a la negrita y al niño. Escapen rápido fuera de la oficina.
Cayetano: Pero usted compañero...
Carlos: No hay nada más que hablar. Si me tienen algo de
estima, háganme este favor... ¡Vamos,
váyanse al tiro que ya va empezar la trifulca!
Cayetano: Carlitos, tome quédese con mi cantimplora. (Le da
una cantimplora)Va necesitar pegarse sus buenos tragos para levantar el ánimo.
Carlos: Gracias. Y ahora váyanse de aquí (Cayetano toma en
sus brazos a Timona y la carga. María toma al niño que está en la caja. Carlos
la besa en los labios a Timona. Sale Cayetano llevando a Timona) ¡Espere,
María! Tome, quiero que le entregue esta
carta a Timona. Ojalá algún día pueda leérsela a mi hijo. (Sale María) ¡Pobre! Te ibas a casar con un general y se
cumplió tu destino. Vamos a luchar hasta la muerte. Seremos ejemplo de coraje en
la historia de este país.
(Cambio de luces. Comienza a sentirse un sonido parecido a
una manada de toros salvajes. El ruido de los animales se transforma en
tambores de guerra. Disparos y cañonazos. Aparecen los obreros armados en una
barricada. La matanza puede ser una coreografía violenta y surrealista)
Hombre 1: ¡Nos bombardean!
Mujer 1: ¡Mamacita linda! ¿Qué ira a ser de nosotros?
Hombre 2: ¡Nos jodieron! ¡Nos jodieron!
Hombre 3: ¡Cabrones! ¡Hijos de perra!
Mujer 2: ¿Qué irá a ser de nosotros, Jesús mío?
Mujer 3: ¡Sálvese! ¡Sálvese Garrido! ¡Sálvese!
Carlos:(Grita) ¡Hijo, hijo mío! ¡Que no te pille la
máquina! ¡Que no te venza la adversidad! ¡Timona! ¡Timona! ¡Cholita!. ¡Grande
fue nuestro amor! ¡¡Timona, cuida a nuestro hijo!!
(Se escucha de fondo el piano interpretando el tema La
Martiniana. Los caídos se levantan y
cruzan el escenario repitiendo en un eco de voces: ¡Cuídalo! En la panorámica
se proyecta la imagen de muchas cruces)
XV ESCENA: EPILOGO
(Aparece Timona, vestida de negro, lleva a un niño en espalda, sujeto a una manta.
Parece como trastornada. Se detiene. Mira al horizonte. Desata la manta y alza
al niño)
Timona: ¡Calladito! ¡Calladito! ¡Mi huairurito! Es lo único
que me han dejado, pero es bastante. Lo único que espero que seas un digno hijo
de tu padre. ¿Cierto querido?
Voz 1: ¿Qué no es la Timona?
Voz 2: ¡Claro que es la Timona!
Voz 3: ¡Compañera! ¡Compañera!
Voz 4: ¡Somos de la Noria!
Voz 5: ¡Somos de Bellavista!
Voz 6: ¡Somos de Santa Lucía!
Voz 7: ¡Somos de la Foch!
Voz 8: ¡Somos de la Coruña!
Voz 1: ¡Somos de Iquique!
Voz 2: ¡Todos compañeros tuyos!
Timona: ((Al escuchar las voces comienza a iluminarse su
semblante y cambia la actitud. Ahora es más segura y consciente) ¡Qué suerte!
No saben la alegría que me provocan.
Voz 1: A nosotros también
¿Y para dónde marcha?
Timona: ¡Para Pintados!
Voz 2: No se apure entonces compañera. Vamos con usted.
Voz 3: Somos una muralla de corazones...
Voz 4: Dispuesta a oponerse a todos los designios.
Timona: Hijo, hemos sido hasta ahora los más desamparados
del mundo. Desamparados, mientras no conocíamos nuestra capacidad de lucha y la
fuerza de nuestra acción solidaria. Y de repente descubrimos que no sólo somos
una parte del mundo, sino la parte más importante, a pesar de nuestro abandono.
Que poco pedimos nosotros ¿cierto hijo? Pero cuando usted sea grande, el mundo
ya habrá cambiado. Escucha, hijo, tú eres la esperanza, la semilla que se abre
paso en los surcos de una nueva vida. Sí, de una nueva vida... (La luz se hace
brillante. Se escucha el canto final)