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DRAMATURGIA Y NARRATIVA DE LA MEMORIA
BLOG DE IVAN VERA-PINTO SOTO
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23 de Abril, 2011    General

OBRA DE TEATRO "CORUÑA,LA IRA DE LOS VIENTOS"


                             CORUÑA, LA IRA DE LOS VIENTOS

De Iván Vera-Pinto Soto

Registro de Propiedad Intelectual 143718 (22-11-2004)

 

 

                        Drama basado en la novela "Los Pampinos", de Luis González Zenteno

 

 

 

I ESCENA: INTRODUCCION

 

La obra comienza con una combinación rápida de imágenes, discursos y músicas correspondientes al período 1925 en Chile. Se yuxtaponen caóticamente -en una panorámica-fotografías de las industrias salitreras, cruces, cementerios, desierto, sombras de  cuerpos que trabajan  y  fragmento de la marcha “El Séptimo de Línea”

 

Bizarro regimiento
llegó la hora del adiós
que marcó la heroica senda
de nuestra gloria y del honor.
Al Séptimo de Línea
escuela y templo del valor
que al partir juramos todos
conservaremos la tradición.

 

Voces grabadas que emulan a Arturo Alessandri y Luis Emilio Recabarren.

 

Texto de Recabarren: "Trabajadores: de vosotros solamente depende el futuro bienestar de vuestra clase. Uníos si queréis libertad. Uníos si queréis bienestar. Uníos si queréis vuestro progreso. Uníos para conquistar vuestra propia emancipación. Uníos porque solamente unidos seréis capaces de triunfar con vuestros ideales de bienestar social."

 

Texto de Alessandri: “Hoy, como ayer, vuelvo a decir que no acepto dictaduras, y yo sería el primero en castigarme si me ocurriera la idea de abusar de la confianza que el pueblo me da. La única dictadura que yo acepto es la voluntad soberana del pueblo y de las instituciones que el pueblo seda en ejercicio de esa soberanía”

 

Fogonazos, explosiones, disparos de metralletas, gritos, llantos, caídas e insultos retumban en el espacio. Se proyecta imagen de masacre. De la oscuridad aparece un joven, trae una maleta en la mano. Camina por la pampa. Se detiene, recoge una cantimplora, la limpia; luego la abre y deja caer una gota de agua al suelo. Saca de la chaqueta una carta y lee:

 

“Timona:

Amor mío, me encuentro en un momento crucial. Parece que ya no es posible esconderme a los ojos de la muerte.

Nunca imaginé que aquí en el norte iba a encontrar el amor. Aquí donde yo sólo venía a buscar dinero. Mi cholita, tú incendiaste mi corazón. Te llevo por siempre aquí en mi pecho y en mi sangre.

Tú sabes que yo era un ignorante en muchas cosas, pero con tu ayuda comprendí el sufrimiento de los trabajadores de la pampa y cuál era el camino que debía seguir.

Ahora sólo quiero responder a la confianza que todos han depositado en mí. Y te juro que lo hago sin dudas ni dolor. Creo que llegó la hora de la ira de los vientos, la hora de reventar todos los silencios.

Timona, vive y protege a mi hijo. Espero que algún día él pueda leer esta carta y comprender mi decisión.

Te amo por siempre, tu compañero,

Carlos Garrido

La Coruña, 5 de junio de 1925”

 

(El joven se sienta en un espacio neutro, donde hay varios instrumentos musicales, cartas y libros. Desde allí proyectará a modo de racconto todo lo que ocurra en escena. Los demás personajes nunca lo ven. En ocasiones hará la música incidental o leerá algunos documentos. Desde el piso comienza a escucharse las voces de los actores que  se yerguen con la canción)

 

 

“La Martiniana”

Son indígena mexicano.


Niña cuando yo muera

No llores sobre mi tumba;

Cántame un lindo son, ay mamá,

Cántame la sandunga. (Bis)

No me llores no.

No me llores no

Porque si lloras yo peno,

En cambio si tú me cantas

Yo siempre vivo y nunca muero

Lucero de la mañana

El rey de todos los sones

Canta, canta la martiana, ay mamá

Que irrumpen los corazones

No me llores más

Porque si lloras yo peno

En cambio si tú me cantas

Yo siempre vivo

Y nunca muero

Si quieres que te recuerde,

Si quieres que no te olvide

Canta sones del alma, ay mamá,

Música que no muere (Bis)

No me llores no,

No me llores no,

Porque si me lloras yo peno

En cambio si tú me cantas

Yo siempre vivo y nunca muero

 

 

II ESCENA: LA CUECA VELEIDOSA

 

(De fondo, se escucha una guitarra interpretando una tonada. Una mujer con una jarra de greda sirve chicha a los concurrentes. Carlos está sentado en una mesa. Otros concurrentes beben)

 

Mujer: ¿Rica?

 

Hombre: ¡Rica mijita!

 

Mujer: Hecha por mí.

 

Hombre 1: (Acercándose provocativamente) Tiene el sabor de tu cuerpo.

 

Mujer: ¡Córrete chinchoso!

 

Hombre 1: ¡Chi! Ahora te así la lesa. No te acordai anoche lo bien que la pasamos juntos.

 

Mujer: Anda ahora corriendo a publicarlo en “El Tarapacá”, tonto cachaciento.

(Risas. Se escabulle. Se acerca a la mesa de Carlos)

 

Mujer: Joven de seguro que usted no es de aquí.

 

Carlos: Tiene razón, soy nuevo por estos pagos.

 

Mujer: Haberlo dicho. Sepa que hay picante de marisco, de conejo, guatita, de entrañas, de charqui, de camarones, de...

 

Carlos: (Interrumpiéndola) De guatita mijita...

 

Mujer: Está bien, vuelvo luego. (Se acerca a otra mesa) ¿Le sirvo otra chicha muchachos?

 

Hombre 1: Venga otra chichita...

 

Hocico de jugo: (Entra y se acerca a la mujer. La toma de la cintura) ¿Cómo está cosita rica?

 

Mujer: ¡Llegaste, hocico jugo! ¡Cuidado con las manos, lanzado!

 

Hocico de jugo: Mijita sírvame un tintolio que vengo con todo el caldero seco.

 

Mujer: ¿Y no querí otra cosita?

 

Hocico de Jugo: Por ahora no, ricura.

 

Mujer: Anda a sentarte. Ya te sirvo

 

Hocico de Jugo: (Se ríe y se acerca a Carlos) ¿Amigo, puedo sentarme aquí con usted?

 

Carlos: Claro que sí.

 

Hocico de jugo: ¿Es nuevo por estos pagos, gancho?

 

Carlos: Sí, soy del sure.

 

Hocico de jugo: ¡Ah! Del sur...Por aquí hay miles de gente que viene de todas partes. Estamos llenos de afuerinos que han abandonado sus pagos e incluso a sus familias para probar suerte en este desierto. (La mujer le coloca en la mesa una botella de vino y un vaso) Tráigale al amigo también un vaso. ¡Ah! Y a mí me sirve un platito de conejo.

 

Carlos: Gancho, cuénteme ¿Cómo le ha ido a toda esa gente?

 

Hocico de jugo: (La mujer le pasa un vaso a Carlos) Antes que nada ¡salud! (Toman ambos) La verdad amigo los trabajos por acá están malazos. Los patrones no quieren recibir a nadie. Por eso que hay mucha toletole en las oficinas salitreras. Y los administradores están saltones no quieren recibir gente hasta que pase esta bulla.

 

Carlos: A mí me contaron que un buen particular gana plata como caballo. Yo me conformo con doscientos pesos libres al mes, sería hartazo. En un par de años, cuatro mil pesos. Sabe usted que en la mitad le vendían a mi taita la chacra de los Romero. Dieciséis cuadras. Un fundito. Y el resto para animales y útiles de labranza. Pero ya llevo varios días y aún no encuentro trabajo en na`. En eso estoy pu ´don...

 

Hocico de jugo: Y de seguro que ya te gastaste todos los ahorros que teníai

 

Carlos: Así es, “ando a palo con el águila”.

 

Hocico de jugo: Mira te quiero proponer algo... Pero antes dime ¿cómo te llamai?

 

Carlos: Carlos, ¿Y usted?

 

Hocico de jugo: Párale un poquito, no me digai usted. Dime tú no más. Yo soy Ramiro, pero los mal hablados me dicen hocico de jugo.

 

Carlos: ¿Hocico de jugo?

 

Hocico de jugo: Así me dicen, por lo cuentero que soy. Pero vamos al grano. (Le habla confidencialmente) Escucha, yo me dedico al contrabando de relojes. Tengo unos algunos amigos en un par de barcos mercantes. Cuando llegan al puerto, antes que atraquen, yo me voy con mi bote al ladito de esos cachalotes y ahí me dejan caer los bultitos. ¿Qué te parece?

 

Carlos: ¿Y qué pasa después?

 

Hocico de jugo: ¿Después?... ¡Puta, fácil! Después los vendo. Son relojes finos que aquí la gente le gusta lucir. El negocio va más o menos. Mira, justo ahora necesito un ayudante de confianza. “Me caíste como anillo al dedo”. Y tú me dai buena espina guasito. ¿Qué me decís? ¿Te animai o no?...

 

Carlos: Mire gancho lo único que a mí me interesa es ganar plata, para eso me vine al norte. Y no le tengo asco a ningún trabajo.

 

Boca de Jugo: ¡Macanudo! Entonces nos estamos entendiendo. ¿Qué te parece este Waltham? (Ondea en el aire un reloj antiguo) Con un chancacazo de éstos, dai vuelta cualquiera. Mira guasito, el negocio que te estoy proponiendo es re´peludo. Te jugai la vida, pero con buenas ganancias. ¡Ah! eso sí, tení que morir en la rueda.

 

Carlos: No se preocupe gancho, soy como tumba para guardar los secretos.

 

Hocico de Jugo: ¡Hecho! Empínate otro vinito antes de empezar el trabajo (Llega la mujer con los platos de guatitas)

 

Mujer: Aquí está la guatita pa´la visita y el conejito pa´el hocico de jugo. Cuidado no se vayan a quemar, está caliente la comida.

 

Carlos: Gracias mijita

 

Mujer: (A Carlos) ¿Joven, no quiere chicha de muco?

 

Carlos: ¿De qué?

 

Mujer: De muco

 

Carlos: ¿De moco? No, esa cuestión me puede dar churreta...

 

Mujer: Si no toma algo para el plato de guatita después se va andar a puro apeando no más.

 

Hocico de jugo: Pruébala cabrito, viene al callo con la guatita.

 

Carlos: Güeno. “¡Qué le hace el agua al pescao!”.

 

Mujer: ¡Nada! (La mujer recoge una jarra que tiene en otra mesa y le sirve. Carlos se toma la copa al seco)

 

Mujer: ¿Le gustó?

 

Carlos: Mucho. Y usted también

 

Mujer: ¡Zalamero! (Se ríen. Hocico de jugo empieza a comer. Se divierte con la conversación)

 

Carlos: (La toma por la cintura) ¿Y cuándo mi vida, cuándo?

 

Mujer: Calma, calma, guasito. “No por mucho madrugar se amanece más temprano”.

 

Carlos: Es que a tu lado la espera es una tortura.

 

Mujer: Lo que obscurezca, recuérdamelo.

 

Carlos: ¿Sí? (Le da un palmazo en el trasero)

 

Mujer: Cuidado...que puede haber jaleo. Esos que están en la cocina son mis hermanos.

 

Carlos: ¡Chupalla! ¿Pero podí bailar conmigo una cuequita? No creo que tus hermanitos se enojen por eso.

 

Mujer: ¡Que no!

 

Carlos: ¡Que sí!

 

Mujer: ¡Bueno ya pu´! Defiéndete si puedes rotito...

 

Hocico de jugo: Este huaso está que corta las huinchas. ¡Oye, gancho, se te va enfriar la guatita por calentón!

 

Carlos: La comida puede esperar, pero esta negrita no.

(Salen a bailar una cueca que  interpreta en guitarra el joven de la maleta. Los parroquianos cantan)

 

Las Penas Por Quererte

Cueca DR

 

Voy a pedirle a la Virgen

Que me conceda un favor

Que me conceda un favor

Que permita que me olvide

De las penas de tu amor

 

Voy a pedirle a la virgen

Ya no quiero llorarte

Pero no puedo

Las penas por quererte

Son sin consuelo

Ya no quiero llorarte

Pero no puedo

Son sin consuelo hay si

Sólo te pido

Señora del Carmelo

Me des olvido

El seguirte llorando

Me está matando

 

(Al terminar el baile todos aplauden. Se levanta de la mesa un borracho peruano)

 

Hombre 2: ¡Esa es una marinera peruana!

 

Hombre 1: ¿Cómo que marinera peruana? No estai viendo es una cueca chilena, cholo maricón.

 

Hombre 2: No te contesto porque somos unos caballeros.

 

Hombre 1: ¿Así que ahora la cobardía se llama caballerosidad? ¡Puta la güevá!

 

Hombre 2: ¿Cobardía? ¡Jamás!. Escúchame: entre Prat y Grau, me quedo con Grau, porque ese si que fue hombre.

 

Hombre 1: ¡Que vení hablar de hombre, agüeonao!

 

Hocico de jugo:(Se mete en la discusión) Lo que debiera hacer el León de Tarapacá es darles la cortada a estos cholos llorones. ¡Que vayan a su tierra a fregar la pita!

 

Hombre 1: ¡Ya me están sacando los choros del canasto! Vienen a provocarnos a nuestra propia Patria.

 

Hombre 2: ¿Patria? ¡La tierra que nos robaron, ladrones!

 

Hombre 1: ¡Cállate indio hocicón! (Le lanza un puñetazo y se arma la gresca)

 

Gritos: ¡Desnúcalo, chalaco! ¡El chileno pelea de frente! ¡Pégale!...

 

Mujer: (Con un cartucho de dinamita. Prende la mecha.) ¡Están hablando puras güevá! ¡Me paran el güeveo o los mando a todos al infierno! (Todos corren a esconderse. La mujer apaga la mecha) ¿Y dónde se metieron los patrioteros? (Carcajadas de todos. Sigue la música. Apagón)

 

 

III ESCENA: EL LIDER Y SUS SEGUIDORES

 

El joven de la maleta: La memoria es muy importante. Los pueblos que han llegado a algo es porque continúan una tradición, lo que heredamos de nuestros abuelos, de nuestra tierra. Sin tradición, sin escudriñar el pasado, no creo que haya porvenir y estamos condenados a repetir la historia.

En Iquique, la Federación Obrera de Chile, fue testigo de un encendido discurso que pronunció mi madre, Timona, en enero de 1923. En esa oportunidad llegó mi padre en busca de trabajo, pero se encontró con los gritos de… ¡¡Viva la Timona!!

 

Todos:¡¡Viva!!

 

Obrero 1: ¡¡Viva Recabarren!!

 

Todos: ¡¡Viva!!

 

(Sobre una tarima está Timona, iluminada, dando su discurso. A su derecha Recabarren. La gente está distribuida por toda la platea. Unas antorchas iluminan el ambiente. Entre medio de la gente se encuentra Carlos)

 

Timona:(Emocionada) Aquí está el hombre que me abrió los ojos. Por él entré al camino del gremialismo, por él comprendí que no hay sacrificio estéril. Yo estaba derrotada, yo era una pobre bestia insensible y él me sacó de mi aturdimiento y me condujo al camino de la verdad. La historia de mi vida, es una tragedia horrenda. Yo tenía un marido y me lo mataron; yo tenía un hijo y me lo asesinaron. ¿Quiénes? Los mismos que ayer armaron las manos del pueblo para lanzarlo contra otra porción del pueblo. (Se desgarra la blusa y muestra sus pechos que lucen una cicatriz) Miren: esta es la herencia de la Escuela Santa María. Cicatrices. ¿Hechos por quién? Por ellos, por los bárbaros que se llenan la boca con el honor y el patriotismo. ¿Dónde están nuestros auténticos enemigos? ¿Quieren saberlo? En la sombra y no en la calle. En la oscuridad de sus guaridas, esperando, esperando los resultados de sus maniobras. Mientras los demás se matan, ellos, a buen recaudo. Comerciantes de la sangre, del odio, de la barbarie. (Aplausos y gritos de la multitud)

 

Obrero 2: ¡Viva la Timona, compañeros!

 

Todos: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!

 

Recabarren: Compañeros: Todo esto está claro como el agua. No se necesita ser sabio para comprenderlo. Hay malestar en las salitreras, cunde la cesantía, encarece la vida, y como no pueden darnos pan, nos dan circo. Que peleemos. Que nos entretengamos. Que nos olvidemos de nuestros problemas. Pero nosotros no somos niños chicos para dejarnos engañar. ¿Verdad compañeros?

 

Todos: ¡No, no! ¡De ningún modo!

 

Recabarren: Eso es lo fundamental. Y si vienen para acá los de Liga Patriótica, esos que han atacado a los compañeros peruanos, a los compañeros bolivianos y al movimiento obrero organizado, les daremos su merecido. Que no se atrevan a tocar la sede de la Federación Obrera de Chile, la casa del pueblo.

 

Timona: Y eso no es todo compañeros, escuchen lo que publicó hoy El Tarapacá (lee): “Conato Revolucionario en la oficina Prosperidad fue aplastado ayer por el gobierno. Antofagasta en estado de sitio. Muertos y heridos. Presos los cabecillas. Desde hace varios meses se tenía conocimiento que elementos subversivos intentan crear un clima de descontento en el norte, al amparo de la crisis económica que azota al país. Individuos pagados por sectas moscovitas...”

 

Recabarren: ¡Basta! Lo que suponía. ¡Y este es el hombre que subió al poder en brazos del pueblo! ¡Este es el llamado león de Tarapacá que prometió implantar la justicia social en Chile! ¡Miserable!.

 

Obrero 3: ¿Don Reca, qué deberíamos hacer?

 

Recabarren: (Con cólera) ¡Salir, salir a las calles, levantar tribuna, gritar a los cuatro vientos la verdad!

 

Timona: La prosperidad es una trampa. Es el primer machetazo. Las Ligas Patrióticas son otra trampa. Aquí los únicos sacrificados seremos nosotros. (Sarcástica) Ahora quieren mandar a los enganchados al sur.

 

Recabarren: Hay que movilizarse. ¡Barra, Morales y González!, llamen a los compañeros anarquistas que también pueden cooperar.

 

Obrero 4: ¿Habrá que cerrar las puertas de la Foch?

 

Recabarren: No. De ninguna manera. Las puertas de la Foch estarán abiertas de par en par. Este el refugio del pueblo. Aquí tendremos que congregarnos todos si es necesario. (Gritos y vitoreo. Recabarren ordena a otros hombres y salen de escena)

 

Timona: Manos a la obra. (Señalando a varios hombres) Tú, tú y tú, en las ventanas.

 

Timona: (Señalando a Carlos) Tú...

 

Carlos: ¿Yo?

 

Timona: Sí, a ti te digo. Quédate con Mario y Rubén cerca de la puerta

 

Obrero 6:(Grita) ¡Compañeros! ¡¡Viva la Federación Obrera de Chile!!

 

Todos: ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!

 

(De pronto aparecen como sombras en la panorámica unos hombres enmascarados, vestidos de negro, con gallardete en el brazo y con largos bastones que usan como armas. Desde una radio antigua se escucha la canción alemana Lili Marleen)

 

Coro de Liga Patriótica:

 

                                 ¡Viva Chile, mierda!

                                 ¡Mueran los traidores!

                                 ¡Abajo los antipatriotas!

                                 ¡Abajo!

                                 ¡Salgan! ¡Salgan, cobardes!

                                 ¡No se escondan, maricones!

                                 ¡Váyanse a su tierra!

 

Obrero 7:(Con voz afeminada) ¡Adelante chiquillos, están en su casa!

 

Un hombre de negro: (Furioso) ¡Chucha! Se están burlando de nosotros. ¡A la carga!

 

(Se produce un alboroto y confusión. Enfrentamiento. Se escuchan disparos. Apagón)

 

 

IV ESCENA: EL PLAN AUTORITARIO

 

(En un ambiente totalmente surrealista se encuentran bebiendo las autoridades)

 

Costabal: Señores, los he citado a esta reunión para informarles confidencialmente la delicada situación que ocurre en Antofagasta. Contra la carestía de la vida no se puede luchar, porque es la consecuencia de factores que escapan a la voluntad del gobierno, pero contra la cesantía, sí. Para tal efecto, se están habilitando albergues en la capital, adonde serán trasladados todos los desocupados de la zona norte con sus familias. El Gobierno desea tener a la mano esta gente para ponerla a cubierto de la prédica insensata de los desquiciadores del orden social, y también para irla distribuyendo a las próximas faenas donde sean necesarios sus servicios. La labor de ustedes consistirá en hacer una cuidadosa selección de obreros y empleados, para librarse de aquellos cuyas actividades y filiación política no sean satisfactoria. Hay que dejar en el norte, exclusivamente a los buenos trabajadores, es decir, a aquellos que respetan la ley y a las autoridades. Los otros, a freír monos a otra parte. El presidente sabrá darles el trato adecuado. Bien, cedo la palabra...

 

Empresario: Señor Intendente, nosotros podemos asegurar que nuestra dotación esté completa. Sí. Pero ello no exime las listas azules. Las listas azules son necesarias, no sólo con los de ahora sino con los de ayer, esos que hemos detectado como subversivos y que podrían agregarse por separado como una mera información.

 

Costabal: Sí, no está mal la sugerencia. Sí, mister North, tiene la palabra.

 

North: (Risible solemnidad) El asunto no es tan simple como a primera vista pudiera pensarse. Es muy... es muy (Chascando la lengua)... espinudo, abrir las inscripciones aquí. Llevar la gente, apartarla, ¡hum! Yo creo que la solución está allá y no aquí.

 

Costabal: A ver, a ver  explíquese mister North.

 

North: Esta... esta medida... podría ponerla en práctica el Gobierno, controlando la venida de gente al norte. Digo yo. 

 

Costabal: ¡Ajá!

 

North: Además, creo que la cesantía es conveniente para la industria y el comercio. La cesantía equilibra el precio de la obra de mano. Si sube la demanda en el mercado mundial, se absorbe inmediatamente la cesantía.

 

Empresario: Conforme, conforme, pero hay mucho descontento en el país. Y la cesantía es la causa.

 

North: ¿Por qué? Porque falta de esto (Punzándose la boca abierta con la yema de los dedos y muestra un billete). Dinero o pan. Y el Gobierno debería proporcionar dinero o pan al desocupado, como se hace en mi nación. Al desocupado se le paga una prima para que viva, mientras encuentre trabajo.

 

Costabal: Natural. Natural. Porque disponen de capitales.

 

North: Ustedes también. Y mucho. Mal aprovechado.

 

Costabal:(Exasperado) ¿Y la huelgas? ¿Y la violencia? ¿Y la subversión?

 

North: ¡Oh! Eso es otro problema.

 

Empresario: Es lo mismo.

 

North: Yo digo que es otro problema

 

Costabal:(Conteniéndose) En fin, señores, no es el momento para discutir, sino para actuar con firmeza. Por lo mismo, ya ordené a la Pacific Steam Navigation Company y a la Sud Americana la máxima disponibilidad de pasajes de tercera en sus próximos barcos. Y ahora a brindar por nuestra sincera amistad...

 

V ESCENA: EL ENCUENTRO

 

(Se escucha redoble tambor. Entran corriendo por la platea Carlos y Timona. Se detienen en el escenario y miran asustados hacia al fondo de la sala. Luego proyectan en la panorámica el mar y se tranquilizan paulatinamente en la conversación)

 

Carlos: Menos mal que nos escapamos de esos desgraciados

 

Timona: Si nos agarraban esos matones nos mataban

 

Carlos: ¡Chi! Menos mal que tenemos buen pique

 

Timona: Sí,... ¿Tienes un cigarro?

 

Carlos: Sí.

 

Timona: Dame uno. (Carlos saca un cigarro lo prende y lo coloca en la boca de la mujer. Ella da una larga chupada, cerrando los ojos) Gracias. Qué agradable es fumar. Es como extrajéramos del aire una sutil energía. ¿No crees tú?

 

Carlos:(Sonriente)  Para mí, fumar es una manera de matar el tiempo.

 

Timona: Tienes razón. De no aburrirse. Lo que nos distrae, nos salva. En mi casa, fumaban hasta los niños. 

 

Carlos: ¿Y no se quedaron enanos esos cabros?

 

Timona: Claro que no pues... Con permiso. Me siento cansada. (Se recuesta)

 

Carlos: ¿Me permite? ((Se saca su poncho y hace un almohadón) ¿Le arreglo una almohada? ¿Qué le parece aquí, al lado mío?

 

Timona: (Siguiendo el juego) Un poquito más cerca mío.

 

Carlos: ¿Aquí?

 

Timona: Un poquito más cerca

 

Carlos: (Muy cerca de ella) ¿Aquí?

 

Timona: Sí pues, aquicito no más. Gracias. (Garrido enciende un cigarrillo) Parece que ya te has visto en estos trabajos.

 

Carlos: En realidad no, es la primera vez

 

Timona: (Ríe en sordina) Y yo te creo...

 

Carlos: ¿Le puedo hacerle una pregunta?

 

Timona: Pregunta no más.

 

Carlos: ¿De dónde es usted?

 

Timona: Del norte.

 

Carlos: ¿Y de qué parte del norte?

 

Timona: Del Perú. De Apurimac, en la Chumba.

 

Carlos: ¿La Chumba? Que nombre más raro...Oiga, ¿Y por qué se vino pa´acá?

 

Timona: Porque estaba recién casada y mi esposo quería mejorar la situación.

 

Carlos: Como siempre todo comienza y termina en dinero.

 

Timona: Tienes razón. Todo. El dinero es el amo del mundo, el becerro de oro ante cual todos nos arrodillamos.

 

Carlos: ¿Pero, hay alguna cosa que se dé gratis?

 

Timona: No pues, ninguna. Mira, tu camisa, mi pantalón, este zapato, esa carreta que cruza la calle, el burrito que la arrastra. Tú no podrías subir a un barco si no compraras un pasaje; no podrías viajar en tren si no pagaras un boleto; no podrías servirte un plato de comida si no dispusieras de plata. O sea, que hay un gran verdugo de la sociedad que se llama don dinero.

 

Carlos: ¡Que bien habla! Debo confesarle que desde el momento que la divisé hablar en la Foch, quedé encantado con su labia. Me quedé así, con la jeta abierta (Hace una cara cómica. Timona se ríe) Claro que no sólo por su labia, también quedé prendido por otras cosas más (Ríe maliciosamente). Y por esa pasión  que le pone pa´defender los derechos de toda su gente...

 

Timona: Todo lo que sé lo aprendí de don Reca. El ha sido mi maestro y mi padre... Pero cuéntame de ti. ¿De dónde vienes?

 

Carlos: Antes que nada me presento: Carlos Modesto Garrido, pa´servirla. Yo soy del Aconcagua ¡Ah, mi tierra! El sure es lindo, lleno de árboles, de color y vida. Si todavía me acuerdo cuando mi taita me levantaba por las mañanas a puro varillazos en culo, pa´que le fuera a sacarle la leche a la vaca (Ríe).

 

Timona: ¿Y por qué te viniste para acá?

 

Carlos: Me vine con la ilusión de ganar unos pesitos para poder ayudar a mi taitita. El está inválido.

 

Timona: ¿Qué le pasó?

 

Carlos: Se cayó de un caballo y vomitó los pulmones a pedazos, en medio de la impotencia de todos.

 

Timona: ¡Que tragedia!

 

Carlos: Y aquí estoy, “naca la perisnaca”, “más botado que pucho de cigarro”. Casi muriéndome de hambre.

 

Timona: Te cuento, mi mamita me decía: Tener un pedazo de tierra, niña, es mucha cosa, mucha cosa. Mira, allá viene tu papacito. Más es lo que debe que lo que trabaja este desagradecido. Mira, allá viene el indio Tumbes...  ¡Ya bebió!, decía rezongando mi mamita. Un sorbito no más – decía mi tatita- cuando estaba cerca mendigándole besos con su trompa de ratón. Porque, tú sabes, si uno no acepta, los compadres se enojan. Y si aceptas ¡caramba!, hay que seguir chupando. Pero, ¿qué importa si no hace mal?...

 

Carlos:(Se ríe) ¡Claro que no tiene nada de malo! Yo también me pego mis buenos pencazos y me pongo hasta “picado la araña”.

 

Timona: (Ríe) Ya me imagino

 

Carlos: Timona, le puedo hacerle otra pregunta... No se me vaya a enojar, no más...

 

Timona: Anda, pregunta en confianza

 

Carlos: ¿Usted... quería a su marido?

 

Timona: (Silencio) Sí. Lo quería, desde los dieciséis años que me casé (Pausa. Saca de su bolsillo una moneda) Sin embargo, el amor lo mató esto. Esta moneda asesinó a mi esposo.  Esta moneda asesinó a mi hijo ¡Es verdad, es verdad! Todo empezó por las fichas con que se pagaba en las pulperías. Con lo que se ganaba, carajo, no alcanzaba para nada. ¿Dónde se ha visto? El pan a cobre ¡Que mierda! (Llora con rabia)

 

Carlos: (La consuela) ¡Cálmese, ya pasó, ya pasó...! (La besa en la frente, luego la abraza. Timona levanta la cabeza, lo mira y lo besa en la boca. Carlos responde. Ambos caen abrazados al suelo. Apagón)

 

ESCENA VI: PREMONICIONES

 

(Se escucha el sonido de una zampoña. Se proyecta en la panorámica una imagen de un lugar misterioso. Los personajes hablan desde diferentes niveles, pero están conectados con el discurso)

 

Timona: (Con voz de madre) Y esta guagüita. ¿Qué irá a ser cuando grande?

 

   La gitana: Pasa la mano.

 

Timona:(Con voz de niña) ¡No!

 

La Gitana: Pasa la mano, te digo.

 

Timona:(Voz de niña lloriqueando) ¡No, no!

 

Gitana: ¡Qué testaruda! ¡Si no te voy a comer, hija!

 

Timona: (Voz de madre) Anda, no tengas miedo. Si no es nada malo. (Estira las manos)

 

Gitana: ¡Ooohh! ¡Ooohhh! ¡Caraicito! Te traes unas líneas y unos signos, pequeña. 

 

Timona: (Voz de madre con ansiedad)  ¿Imata qawanki? (¿Qué ve?)

 

Gitana: Acércate. Esta es la línea del destino. Se halla cortada por una cruz.    Habrá muerte, violencia.

 

Timona:(Voz de madre)  ¿Wañuchiwanku? (¿La matarán?)

 

Gitana: No, no se sabe. Puede ser un accidente.

 

Timona: (Voz de madre riendo) ¿Waykupichu wañusunchik? (¿Nos ahogaremos en una avenida?)

 

Gitana: Se casará. Tendrá un hijo. Dos viajes largos. Le persigue la mala suerte, Enviudará muy joven

 

Timona: (Voz de madre) ¿Warmachaqa? (¿Y el niño?)

 

Gitana: Warmachaqa, el niño también desaparecerá. Se borra. Larga, largísima soledad. Esta niña tendrá mucho carácter. ¡Humm! Esta es la línea de la cabeza. Curvada hacia Marte. Mujer de un jefe, de un general, de un gran guerrero. ¡Glorias y honores! ¡Bravo! ¡Ay, mujeres! (Alza a la niña imaginaria) ¿Adónde podrás marcharte, fuera de tu sierra? ¿Adónde? Yo te voy a decir, no lo que leo en tus manos, sino lo que me dicta la intuición. ¿Ves ese volcán? Ahí hay un príncipe encantado que te vendrá un día a buscar para hacerte su esposa

 

Timona: ¡Yuyaskani!, ¡Yuyaskani!...

 

 

VII ESCENA: LA VELADA

 

El joven de la maleta: En la Foch estaban los trabajadores disfrutando de las veladas artísticas: teatro, poesía, cantores populares, cómicos y números de variedades era el pan de todos los días

 

Obrero 1: (Se dirige a un supuesto músico) ¡Vamos compañero tóquese un valcesito! (El joven de la maleta comienza a interpretar en guitarra el Vals, la gente canta y algunos bailan)

 
QUE NADIE SEPA MI SUFRIR
 
Angel Cabral y Enrique Dizeo
 
No te asombres si te digo lo que fuiste,
una ingrata con mi pobre corazón,
porque el brillo de tus lindos ojos negros
alumbraron el cariño de otro amor.

Y pensar que te adoraba tiernamente,
que a tu lado como nunca me sentí.
Y por esas cosas raras de la vida
sin el beso de tu boca yo me vi.

Amor de mis amores,
reina mía, qué me hiciste
que no puedo consolarme
sin poderte contemplar.
Ya que pagaste mal
a mi cariño tan sincero,
lo que conseguirás
que no te nombre nunca más.

Amor de mis amores
si dejaste de quererme,
no hay cuidado que la gente
de eso no se enterará.
Que gano con decir
que una mujer cambió mi suerte,
se burlarán de mi,
qué nadie sepa mi sufrir
 

Carlos:(Besa a Timona. El baile y el canto se detienen. Los actores quedan en un cuadro plástico. La guitarra sigue de fondo) Como besas. La verdad que sacas el alma (La queda mirando serio)

Timona: ¿Qué te pasa?

Carlos: No sé, no sé.

Timona: ¿Tienes celos de mí?

Carlos: En realidad sí.

Timona: ¿Te he dado yo algún motivo?

Carlos: No, ninguno.

 

Timona: ¿Entonces...?

 

Carlos: Es que me daría mucha pena que hubieras besado a otro hombre así.

 

Timona: (Se ríe) ¡Tontito! ¡Tontito! En primer lugar, no he besado a nadie de este modo ¿Estás contento?

 

Carlos: Sí.

 

Timona: Y en segundo lugar, es muy feo que un revolucionario sienta celos.

 

Carlos: ¿Es que acaso soy un revolucionario? ¿Crees tú sinceramente que lo soy?

 

Timona: Sin lugar a dudas. El cerebro puede traicionar; el corazón nunca.

¿Verdad? ¿Verdad? (Carlos la besa en la mejilla)

 

Carlos: ¡Te quiero tanto!

 

Timona: Yo también te quiero.

 

Carlos: Gracias, gracias amor mío. Nunca imaginé que aquí en el norte iba a encontrar el amor. Aquí donde yo sólo venía a buscar dinero.

 

Timona: Jamás se sabe lo que nos depara el destino.

 

Carlos: Te puedo hacer otra pregunta... ¿Crees tú en don Reca?

 

Timona: A ratos sí y ratos no. Como buena india que soy, llevo la superstición en la sangre. Pero de una cosa estoy cierta; que si la tristeza es el destino de los pobres, la intranquilidad el destino de los ricos. Y entre intranquilidad y tristeza, ¿qué prefieres tú?

 

Carlos: No lo preguntes. Tu tristeza me embrujó.

 

Timona: Una tristeza que ahora desaparecerá (Sonríe)

 

Carlos: Así me gusta, verla sonreír, que se le vean esos dientes blanquitos que tiene. Oiga, dígame ¿los compañeros no se molestarán por nuestra unión?

 

Timona: ¿Por qué? ¿No es humano que uno busque su felicidad?

 

Carlos: Es que para ellos la Timona es intocable.

 

Timona: Sí, pues. En todo caso, don Reca está contento. Si  supieras como me aconseja en tal sentido.

 

Carlos: Ojalá. Ojalá. (La  besa en la boca. Vuelve la música, cantan y bailan hasta terminar el vals. Aplausos de todos)

 

 

VIII ESCENA: ESTUDIO Y NUEVA VIDA

 

 

(Se ilumina otra área donde está Timona dando clases a Carlos)

 

Timona: El progreso de la técnica ha hecho posible ya la producción socializada. Estados Unidos, por ejemplo, ha cumplido la más importante etapa de evolución económica. Lo mismo pasa con Alemania y Gran Bretaña. Por eso es que hay que socializar la producción...

 

Carlos: Sí, pero qué es eso de socializar la producción...

 

Timona: No me interrumpas.

 

Carlos: Es que “este poncho me queda grande”.

 

Timona: Después discutimos.

 

Carlos: Ya estoy cansado y mañana me tengo que levantar temprano para ir a trabajar al puerto.

 

Timona: Ya pues, que me da cólera.

 

Carlos: Está bien, no se enoje.

 

Timona: Le digo pues, que no sólo hay que socializar la producción sino también la distribución. Que el bienestar alcance no sólo a los ricos, que son la minoría, sino también a los pobres, que somos la mayoría.

 

Carlos: Sí, pero lo que te quiero decir es que siempre hubo injusticias. El mundo desde que es mundo es así. Esa cosa es más vieja que el hilo negro.

 

Timona. Eso es precisamente lo que tenemos que cambiar. Tenemos que crear una nueva vida, donde todos seamos iguales.

 

Carlos: (Se ríe a carcajadas) Eso es imposible. Cómo vamos a ser todos iguales. Estay puro soñando. Es como si lo malos se convirtieran en buenos por gracia del espíritu santo.

 

Timona: No es un problema de buenos y malos. Es una cuestión de intereses. Nosotros defendemos los intereses de los trabajadores y los otros su capital.

 

Carlos: ¡Chi!  Lo que estay hablando es re´peligroso. Te van a meterte presa.

 

Timona: Ya basta de porfía, es mejor que ahora te pongas a leer todos esos periódicos, folletos y revistas que te pasó don Reca.

 

Carlos: Es que tengo un enredo re´grande en la cabeza. No comprendo ni jota las palabras difíciles que hay ahí.

 

Timona: No te preocupes yo te voy ayudar. Para eso soy tu compañera ¿o no? Y por cada materia que aprendas te daré un besito. ¿Qué te parece?

 

Carlos: ¡Ah! eso sí me gustó. Voy entonces aprender rapidito. ¿Por qué no me da un adelantito?... (Se besan. El joven de la maleta comienza a cantar y en la panorámica  se proyectan paralelamente imágenes de Iquique de 1925)

 

LIBERTAD

Juan Carlos Rocha

 

Aún trabajando en el puerto

Aconcagua no olvidó,

La tierra donde nació

En él la lucha ha comenzado,

La carencia de los prados

Se ha extendido a estos lados

 

Hacia la pampa hay que emigrar,

Ahí el pan encontrará,

Pero no se si la igualdad

 

Cada mañana se levanta

Con los brazos entorchados

Y el orgullo amoratado

Mi madre dice dulcemente

Codo a codo llegaremos

Al final de este sendero

 

Hacia la pampa hay que emigrar

Allí las cosas cambiarán,

Los compañeros gritarán

Libertad, Libertad, Libertad

 

(Entra Carlos con unos bultos. Timona sentada en una mesa fuma y lee)

 

Timona: ¿Cómo está mi negrito de alma? (Lo besa en la boca)

 

Carlos: Aquí estamos cabreao. Tuve que “pelar el ajo” en el puerto

 

Timona: Paciencia papito ya vendrán tiempos mejores.

 

Carlos: Timona, “estoy que echo la yegua”. No podemos seguir en esta situación.

 

Timona: Por supuesto que no. Y yo estoy contigo en todas las decisiones (Mirando sus brazos) Mira, estos verdugones.

 

Carlos: Nada se consigue sin sacrificios.

 

Timona: ¡Pobrecito!... ¿Qué trajiste?

 

Carlos: (Le pasa las bolsas) Trigo revuelto con porotos. Con eso tiene listo el guiso. En ese otro viene el arroz que le gusta a usted, el carolino. Los buitres en el puerto nos sobajearon de lo lindo, pero no vieron ni medio.

 

Timona: (Oprimiendo amorosamente las provisiones) ¡Vales un Perú!

 

Carlos: No, una peruana (Le da una palmada en el trasero)

 

Timona: Cuidado pues, no me de lapos.

 

Carlos: Cholita, tengo unas ganas tremendas de mandarme a cambiar. El sur me llama. Yo soy campesino “de tomo y lomo”. Además, en todo te he cumplido.

 

Timona: Sí pues, papacito. Pero yo se que también te gusta esta tierra y aquí mal que mal hay posibilidades de trabajo, en la pampa. (Ella saca debajo de una mesa una garrafa de vino) Mira, le tengo una sorpresa, vinito de Lontué.

 

Carlos: ¡Agüita! Le gusta fregar la pita a usted.

 

Timona:(Le sirve en un vaso) Tome para que calle (Carlos bebe de un sorbo)

 

Carlos: ¡Chi, güena oh! (Bebe) ¡Esto es vino mierda! (Timona trae una olla y él huele) ¿Guatitas?

 

Timona: ¡Guatitas!

 

Carlos: ¡Mi negra! (Carlos toma otro vaso y llena las dos copas de vino)

 

Carlos: ¡Salud!

 

Timona: ¡Chóquela!... (Bebe) ¡No!, que amargo. ¡Cómo pueden tomar esta cosa!

 

Carlos: Pero si es vino no más. No se ponga arrugadita como pasa... (Golpeando la mesa) ¡Ya! No se discute más. Nos vamos a la pampa. Lo que se piensa mucho, no se hace re´nunca.

 

Timona: De acuerdo. Pero usted se va primero. Y una vez que tenga todo arreglado, me manda a buscar.

 

Carlos: Pero no, cómo me voy a ir yo solo.

 

Timona: Es mejor así. ¡Ya! ¡Vamos, arriba el ánimo!

 

Carlos:(Desanimado) Como usted mande mi cholita

 

Timona: ¡Vamos, con más ánimo! (Le da un beso)

 

Carlos: “La necesidad tiene cara de hereje”. (Ella lo vuelve a besar y lo anima. Ahora Carlos más animado le hace un saludo militar con la mano) ¡Como usted mande mi cholita!

 

Timona: Así es...Eso sí que, mucho cuidado. Mira que si saben que tú eres el marido de Timona, no te darán pega en ninguna parte

 

Carlos: ¿Tan peligrosa soy?

 

Timona: ¡Imagínate!

 

Carlos: (La estrecha por la cintura) Nada tení que temer. Y apenas pueda te mando a llamar para que esté a mi lado (La besa)

 

Timona: (Toma las manos de Carlos) Otra cosa, en la pampa tengo un amigo que le dicen el Negro. Es muy buena persona. Trata de ponerte al habla con él.  No sé si estará en la Diez de Septiembre o en Bellavista. Tú lo averiguas.

 

Carlos: Sí, mijita.

Timona: Ahora espera, tengo que darte algo importante (Sale de escena)

Carlos: Ojalá que sea algo pa´comer, porque me han contado que el viaje pa´la pampa es  largazo (Timona vuelve con un gran caracol. Se lo da Carlos) Toma, llévalo de recuerdo. Este caracol me lo regaló don Reca y ha sido el fiel compañero de mi existencia. Ahora quiero que sea tuyo. Colócalo en tu oído. ¿Dime qué escuchas?

Carlos:(Escucha) ¡El mar!

Timona: (Rectificando) No, la multitud... El rumor de la multitud, que debe estar siempre contigo. ¿Sí? (Carlos afirma con la cabeza)

Carlos: ¡Gracias! Que nada me aparte de ti. (La besa. En la panorámica comienza a proyectarse imágenes de la salida del tren que lleva a Carlos a la pampa. Se ve una multitud de gente en la estación. Sonido de tren)

 

 

ESCENA IX: LA PAMPA Y EL AMIGO

 

El joven de la maleta: En Agosto de 1924, mi padre, Carlos Garrido, se adentró en los secretos de la pampa. Fue uno más del montón, uno de tantos que buscaba en el norte el trampolín para labrarse una vida mejor. (Se da la luz están Ureña y Carlos desayunando. Hay otros pensionistas. Beben en jarras. Hace frío. En la panorámica se ve una imagen de la oficina salitrera)

 

Ureña: (Pícaro) Con que aparejado con la Timona el putita. (Se ríe) ¿Cómo ocurrió eso? Cuente. Cuente.  Nosotros creíamos que la Timona era intocable.

 

Carlos: Yo también.

 

Ureña: (Ríe) Sin embargo, se tiró el salto el hijuna. ¡Audacia, hermano, audacia! El que no se moja no pasa el río.

 

Carlos: Así dicen.

 

Ureña: Así es. (Grita) ¡M´hijita! ¡Quibo la cebollita! ¿Estamos vivos o estamos muertos?

 

Fedelia:(En off) ¡Ya va, carajo!

 

Ureña: Sabe gancho, recibí la carta el lunes, y le juro, le rejuro que me produjo una tremenda impresión.

 

Muchacha: (Entra con una fuente que coloca en la mesa de Ureña) Tomen, sírvanse ensalada.

 

Ureña: Gracias, prenda. Que bonita va... (Le toma la mano) Usted sabe que entre nosotros, corre mucha agüita.

 

Muchacha: ¡Seguritamente! (Sale coqueta)

 

Carlos: Ese huevito quiere sal.

 

Ureña: ¡Cosa más rica! Por esa minita se me hacen agua los helados. (Risas)

 

Fidelia: (Grita en off) ¡Los churrascos!

 

Ureña: (Se burla) ¡Los jilgueros!

 

Fidelia: (Entra con los platos) Con una sartén te voy a dar en la cabeza por hocicón.

 

Ureña: No se enoje iñora. Usted sabe que la quiero.

 

Fidelia: ¡Me estay pelando!

 

Ureña: Te estoy alabando, Fidelia.

 

Fidelia: ¡Zalamero! (Risas de los demás pensionistas. Sale de escena)

 

Ureña: (Ríe. A Carlos) ¿Y qué te parece el puchero?

 

Carlos: Hartazo, igualito que en mi casa.

 

Ureña: En la pampa se come, pues, iñor, porque si no se come no hay fuerza para pegarle a los cerros. Y a propósito hablando de trabajo, Estica, el pasatiempo, quedó de meterte en una cuadrilla de particulares. Ojalá que sea en la mía, para que trabajemos juntos ¿Trajiste cama?

 

Carlos: No, no tengo cama.

 

Ureña: ¿Y dónde vai a dormir, jetita?

 

Carlos: Con el poncho me las arreglaré mientras tanto

 

Ureña: ¿Con está güevá?

 

Carlos: Oiga, si me lo regaló mi mamita

 

Ureña: Anda y dile a tu mamita que aquí en la pampa es indispensable “el patas de oso”.

 

Carlos: (Desconcertado) ¿El qué...?

 

Ureña: “El patas de oso”. ¿Qué, no lo conocí?

 

Carlos: No pu´.

 

Ureña: Soy harto agilao cabrito... Mira compinche, son cuatro tarros parafineros, con una calamina arriba. ¡El catre, pu´!

 

Carlos: ¡Ah! Hable así pu´. Oiga y ¿usted tiene pieza solo?

 

Ureña: ¡Chi! Nadie tiene pieza solo aquí. Vivimos de a tres. Contigo seremos cuatro.

 

Carlos: ¿Cuatro?

 

Ureña: ¡Chi! ¿Tení miedo?

 

Carlos: Claro pu´...

 

Ureña: Entonces, tení que dormir pegadito a la pared, no más.

 

Carlos: ¿Y son de confianza?

 

Ureña: ¿De confianza? No. Yo no me fiaría de ellos.

 

Carlos: ¿Y por qué?

 

Ureña: Porque son muy hediondos a patas (Ríe) Ya se que el chiste es malo, pero ríete igual pu´cabro.

 

Carlos: Déjese de payasadas. Quiero saber si son de los nuestros.

 

Ureña: Algo les tinca, pero poco (Un tren pitea a la distancia) Disculpa cumpita, tengo que irme. Ahí viene el costrero.  Pasa el rato como podai. A la tarde conversamos. (Ureña sale de escena y también los otros pensionistas. Música de transición. Proyección de imágenes de las oficinas salitreras. Se ilumina otro plano está Carlos escribiendo una carta sobre un cajón)

 

Carlos: Mi cholita, te escribo confesándote que no puedo conciliar el sueño. Me despierto todas las noches persiguiendo el olor de tu cuerpo, pero sólo logro pellizcar recuerdos.

Los días aquí en Bellavista son todo un sufrimiento. Veo muchas injusticias y me causa un rechinar de dientes el pensar que nadie hace na´pa´ frenar los abusos. El campamento es un peladero, no tiene na´, ni una comodidad. Trabajamos de sol a sol pa´recibir de pago fichas que tenemos que cambiar en la pulpería de la empresa. Nos sacamos la cresta pa´arrancar de las entrañas de la tierra el salitre sin recibir ninguna recompensa. En cambio, en Iquique, los potentados duermen en los palacios, viven la vida del oso y del gran lujo. Esto no puede continuar. Hay que hacer lo que dice don Reca, acabar con el régimen capitalista. Esa es la madre del cordero. Hay que darle huaraca a los poderosos...

Timona, te quiero mucho y te necesito a mi lado...

 

Ureña:(Entra y lo queda mirando) ¿Echas de menos a tu prenda?

 

Carlos: Clarinete, gancho.

 

Ureña: Aquí también hay mujeres para matar las penas. Hay de todo como en la botica. Negras, trigueñas, rucias, morenas. Claro que para que le hablo de rucias al queltehue, cuando ya conozco sus preferencias. (Se ríe)

 

Carlos: ¿No hay niebla aquí?

 

Ureña: ¡Preguntita! No, no hay.

 

Carlos: ¿Y por qué?

 

Ureña: Porque yo le tengo prohibida la entrada (Ríe). Ya se que soy fome, pero ríete un poco. Cabrito, estai más triste que el salario...

 

Carlos: (Pausa) ¡Qué noche más eterna!

 

Ureña: Noches de Pan de Azúcar. Y cuando sale la luna, ¡Ave María! Te dan ganas de llorar, de llorar a gritos.

 

(Se va la luz. Se ilumina otra área. Timona escribe una carta.)

 

Timona: Papito, te quiero contar que don Reca se nos va a Valparaíso. Los marítimos quieren que él intervenga en la solución de sus problemas. Además, le han propuesto la dirección de un periódico. Esta mala la cosa, hay ruido de sables. Los milicos no están contentos con el presidente Alessandri. Muchos creen que en cualquier momento le darán un golpe de estado. No se qué pasará... Por cierto te quiero y te necesito mucho a mi lado... (La voz se va extinguiendo. En el otro plano se ilumina a Ureña y Carlos, durmiendo en unas camas. Se levanta Ureña y enciende una vela que está sobre un tarro de durazno. Se despereza)

 

Ureña: ¡Guasito! ¡Guasito! ¡Huaso cabeza de adoquín! ¡Despierta! (Se levanta y toma un zapato y comienza a golpear en una calamina)

 

Carlos: (Se despierta asustado) ¡Timona! ¿Qué pasa?

 

Ureña: Qué Timona, ni niño muerto. Aquí estamos en la pampa, iñor. Despierta. Ya son las cinco de la mañana. ”Sonó la campana, llegó el profesor, entraremos a clase a oír la lección”

 

Carlos: (Se levanta) ¿Y ahora qué?

 

Ureña: A esperar el tren.

 

Carlos: ¿Sin desayunar?

 

Ureña: No te apurí, en el camino pasamos por la pulpería y le echamos algo al buche. (Salen corriendo. Apagón)

 

 

 

 

ESCENA X: JUEGO Y MUERTE

 

El joven de la maleta: Corría el mes de Octubre de 1924, en la oficina Bellavista,  mi padre vivía desconsolado por estar lejos de mi madre. En tanto la gente mataba las penas jugando y emborrachándose. Eran las únicas entretenciones que los trabajadores tenían.

 

(Se da luz. Un grupo de personas juegan a la lotería)

 

Muchacha: (Grita) ¡Se va la lota...Se va la lota!... ¡Par de estriberas!

 

Carlos: ¿Qué es eso?

 

Obrero: (Tartamudeando) ¡Puta, que es güeón!

 

Ureña: El cuarenta y cuatro, gancho.

 

Muchacha: ¡Triste don Juan Montoya!

 

Ureña: (A Carlos) Ese es el tres

 

Muchacha: ¡Par de anteojos!

 

Carlos: ¡Ah! Ese es el ¿Ochenta y ocho?

 

Ureña: Estai aprendiendo rápido cabrito

 

Muchacha: ¡Se sentó!

 

La negra: Sesenta

 

Muchacha: ¡La edad de las niñas!

 

Obrero: (Tartamudea) El quince.

 

Muchacha: Negra, aquí está el que gusta. ¡Los golosos!

 

La negra: ¡Qué rico!

 

Ureña: (A Carlos) Ese es el sesenta y nueve

 

Muchacha: ¡El jorobadito!

 

La negra: El nueve

 

Muchacha: ¡Y el culito se le mueve!

 

Ureña: ¡Espérese! ¡Espérese! ¡No vaya tan ligero! ¿No ve m´hijita que mi compañero se queda  atrás?

 

Muchacha: Que no sea maniado el guasito.

 

Obrero: (Tartamudea) Puta que es agilao.

 

Ureña: Ya pu´no lo agarren de pato casero.

 

Muchacha: ¡Par de trenes!

 

Obrero: (Tartamudea contento) ¡Terna!

 

Muchacha: Tiene una suerte el moca... Ya me cansé. Ahora voy a cantar más rapidito, porque tengo que darle la teta a la guagua.

 

Carlos: ¡Chita! La suertecita de la guagua.

 

Ureña: Se va a empachar la pobre con tanta teta.

 

Muchacha: Chistosito, el concha su madre... Vamos mejor con los últimos números (Grita rápido) ¡El uno!

 

Ureña: (A Carlos) Ese es el uno cabrito

 

Muchacha: El tres

 

Ureña:(A Carlos) Ese es el tres

 

Muchacha: ¡Alí Babá!

 

Ureña: Ese es el cuarenta.

 

Muchacha: ¡Los doce apóstoles!

 

Ureña: El doce.

 

Muchacha: ¡Par de patitos!

 

La negra: Mi edad, veintidós.

 

Muchacha: ¡El viudo! ¡Caga torcido! ¡Collera de gringos!

 

Obrero: (Tartamudea jubiloso) ¡Loota! ¡Loota! ¡Por la gran puta! ¡Por la gran puta!

 

Muchacha: ¡Chucha, la suerte de este güeón! Ven pa´ca moquita, deja darte tu premio (El obrero sale persiguiendo a la muchacha. Risas. Se escuchan en off: gritos, caballos y persecución. Todos salen de escena a mirar. En otro plano entran dos guardias persiguiendo a un hombre. Comienzan azotarlo con correa en el piso)

 

Guardia 1: ¡Ladrón! ¡Indio maricón!

 

Indio: ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Perdón!

 

Guardia 2: ¡Ahora vai aprender quién manda aquí! ¡Indio de mierda!

 

Carlos: (Entran corriendo Carlos y Ureña) ¡Suéltenlo cobardes! (A uno de los guardias le arrebata la correa. Ureña le pega al otro un puñetazo. Se siente unos disparos. Cae al suelo Ureña)

 

Ureña: ¡Me jodieron, mierda! ¡Me jodieron! Escapa... (Siguen los disparos. Carlos escapa. Apagón)

 

 

 

XI ESCENA: PERDIDO EN EL DESIERTO

 

El joven de la maleta: Ese fin año de 1924, mi madre la pasó negra. Se la pasó llorando días enteros. Fueron más de dos meses que no tuvo noticias de mi padre. El estaba escapando, perdido por algún recoveco de la pampa.

 

(En tres planos diferentes la gitana, Carlos y Timona hablan de manera  alucinante. Se escucha de fondo campanillas. Se proyecta la imagen de un paraje solitario)

 

Carlos:(Sollozando) ¡Timona! ¡Mi Timona! ¿Por qué...por qué? Cuando tú me lo dijiste:”Veas lo que veas, muérdete, muérdete”Yo...yo ¿Qué tenía que meterme?

 

Timona: ¿Qué es de Carlos? Un mes que no sé una palabra de él. ¿Está muerto? ¡Quiero saber la verdad!

 

La Gitana: Se perdió en el desierto. Allá está delirando. Extraviado en la soledad. Muriendo como un animal perdido en un infierno de agujeros.

 

Carlos: ¡Ureña! ¡Pobre negro! ¡Dios mío! ¡En la que nos vinimos a meter!

 

Timona: Pero, ¿qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Lo mataron? No me mienta.

 

Carlos: Si camino contra el sol, tengo que encontrar el sol, tengo que encontrar  una carretera o una línea férrea.

 

Timona: ¡Carlos! ¡Por Dios escúchame! ¡Aquí estoy!

 

La Gitana: ¡Larga, largísima soledad!

 

Carlos: ¡Chola! ¡Cholita! ¡Señor! ¡Señor! ¿Quién me sacará de aquí?

 

Timona: Carlos, llevo en mis entrañas parte de ti. Nacerá, será hombre o mujer y alumbrará mis días.

 

Carlos: ¡Un hijo! ¡Un hijo! ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué?...

 

Timona: Tú hijo que siempre soñaste viene lleno de luz. Tienes que verlo. Carlos, ¿dónde estás?

 

Carlos: ¡Esas voces me atormentan! ¡Me estoy volviendo loco! ¡Esto no es verdad!

 

La Gitana: ¡Aléjate ponzoñosa muerte! ¡Aún es temprano!

 

Carlos: ¡Timona, cholita!

 

Timona: (Grita) ¡Carlos, ven por favor!

 

 

XII ESCENA: LA CORUÑA

 

Joven de la maleta: Luego que mi padre y mi madre se encontraron en el desierto, se fueron juntos a la Coruña a rehacer sus vidas… Claro que la bienvenida no fue la que ellos esperaban. Las injusticias y las necesidades aumentaban día a día, al igual que el descontento de los trabajadores.

 

Mujer 1: (Suplica) ¡Don Lucho por favor, véndanos leche!

 

Lucho: No hay leche, coño, puñeta. No hay leche.

 

Timona: (Lleva en sus brazos un bebé) ¿Cómo que no hay leche?  Sabemos que tiene llenas las bodegas de mercadería. Qué poco pedimos  nosotros. Y aún esto se nos niega.

 

Lucho: No hay leche. ¿No entienden? O no hablo castellano ¡Que joder!

 

Mujer 2: Pero nosotras necesitamos leche. Usted sabe que tenemos niños chicos y ellos necesitan ese alimento.

 

Lucho: ¡Vaya! ¿Y qué me importa a mí eso? ¿Me voy a volver leche yo? ¡Quieren que yo me vuelva leche! Lo que pasa es que no hay leche. Se acabó. ¿Comprenden, tozudas?

 

Timona: ¡Mentira! Nosotros sabemos que hay muchos cajones en la bodega

 

Lucho: Largo de aquí me sacan de quicio (Las empuja con violencia) ¡Fueraa! ¡Fueraa!

 

Mujer 3: ¡Suelta desgraciado!

 

Mujer 4: ¡Coño muerto de hambre! (Lucho, se va empujando a las mujeres)

 

Timona: ¡Coño hijo e´puta! (Gritan insultos todas. Se ilumina otro plano a un grupo de hombres protestando)

 

Carlos: ¡Compañeros, calma! Tenemos que esperar que llegue el jefe de oficina. El contador no está autorizado para...

 

Hombre 1: ¡Desgraciados! Nosotros no vivimos del aire.

 

Hombre 2: ¡Pulmoneros! ¡Chupasangre!

 

Carlos: Tranquilos compañeros. Nada ganamos con ofuscarnos. En último término, podemos decretar el paro.

 

Todos: Sí. ¡Vamos al paro! ¡Al paro! ¡Todo o Nada!

 

 

XIII ESCENA: AIRES DE TORMENTA

 

 

El joven de la maleta: Luego del suicido de Luis Emilio Recabarren, el 19 de diciembre de 1924, nubes y confusiones entorpecieron las mentes de todos. Ese año terminó malamente. Era tanto el desaliento que un dirigente obrero llamó a una reunión en la FOCH, a principios de 1925.

 

Borja: Don Reca no está muerto, porque los hombres ilustres no mueren jamás. Esos viven eternamente en el pensamiento de los hombres y mujeres.

 

Véliz: Claro pues, queda su ejemplo y su obra, que no puede morir. Hagámonos dignos de ella.

 

Carlos: No podemos echarnos a morir. Eso sería olvidar sus enseñanzas. Por eso estamos aquí y no vamos a desteñir, menos ahora. Y como lo primero es lo primero, elijamos al delegado de la Foch en la Coruña.

 

Romero: Usted, pues, compañero. Usted (Los demás lo apoyan)

 

Carlos: No, no se apuren. Despacito y buena letra. Hay compañeros con mejores condiciones que yo. Borja, don Baudi y el maestro Bravo, son tres hombres calados.

 

Todos: No, no, usted no más.

 

Flora: (Sonriendo) Garrido, no nos tire el muerto a nosotros.

 

Borja: Yo renuncio. Yo no sirvo para mandar.

 

Carlos: La cosa es demasiado seria para que la resolvamos así. Pido votación

 

Todos: ¡De acuerdo! ¡De acuerdo!

 

Romero: ¡Chi! Qué nos demoramos.

 

Flora: Levanten la mano los que apoyan al compañero Carlos Garrido (Todos la levantan)

 

Borja: ¿No ve? ¿No ve?  Si no había caso con usted. Era carrera corrida.

 

Véliz: (Ríe) Nos tenía comprado a toditos.

 

Carlos: Silencio, silencio compañeros. Gracias por esta demostración de confianza. Pero no se olviden que nada puedo hacer yo, si ustedes no me respaldan.

 

Todos: ¡Estamos dispuesto apoyarlo! ¡No tenga cuidado!

 

Carlos: El primer punto de la tabla es nuestro pliego de reclamos. Ofrezco la palabra. Hasta ahora hemos perdido, “pero la tortilla se les puede dar vuelta”.

 

Borja: Si ellos pueden, nosotros también podemos presionar.

 

Carlos: (Gatilla en el aire los dedos) Pero nosotros no tenemos esto.

 

Borja: (Sacando del bolsillo del pantalón una dinamita) Pero tenemos de esto

 

Carlos: (Amonesta) Guarde eso. Nuestras armas son otras.

 

Véliz: ¿Cuáles?

 

Carlos: La huelga general

 

Todos: Sí ¡La huelga general! (Los personajes corean: ¡Huelga, huelga! Se desplazan por toda la escena. Salen. Se ilumina al sector neutro)

 

El joven de la maleta: El 17 de enero de 1925, Elías Lafertte, envía una carta al intendente denunciando la actitud provocadora de los Industriales. En ella advierte: Los industriales para soportar el duro impacto del salitre artificial, han echado mano del arbitrario recurso de cercenar los salarios del obrero, so pretexto del ahorro obligatorio. Esta provocadora actitud es sumamente peligrosa, debido al alza experimentada por los artículos de primera necesidad. Por otra parte, deben saber los empresarios y las autoridades, que el pueblo no acepta ni aceptará estos atropellos. La Federación Obrera de Chile, consciente de sus responsabilidades, vigila. Y si los encargados de resguardar los intereses de Chile se han olvidado de sus obligaciones, la clase trabajadora organizada sabrá cumplir con su deber.

Este memorial cayó como una bomba de tiempo en las Compañías. La ola de represión arrasó con los dirigentes sembrando el pánico y el dolor en esta tierra desolada. (Cambio de luz. Es de noche en la pampa. Hace mucho frío)

Carlos: ¡Cresta! con esta camanchaca no se ve nada. Debías haberte quedado en casa. Que porfiada soy.

Timona: No podía. Bien sabes que no podía dejarte solo.

Carlos: Mira la helada que hace. (De pronto dos focos relumbran a lo lejos)

Timona: Ojalá que sea el Administrador.

Carlos: Ojalá (Se ocultan. Se sienten las cabalgaduras. Reflectores cruzan la escena)

Borja: (Susurra) Carabineros. (Se aleja el sonido de los caballos. Siguen la caminata y se encuentran con una pareja)

Carlos: ¿Quién va?

Mujer: ¡Jesús!

Timona: No se asuste. Somos nosotros.

Mujer: ¿Ustedes?

Carlos: Sí. Nosotros: Timona, Borja y Carlos.

José: ¡Quiubo! ¿Vienen también para que los apaleen?

Timona: ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Mujer: ¡Chist! No hablen tan fuerte

José: Esta mañana casi molieron a garrotazos a la gente de San Pablo. Fue una salsa en regla.

Borja: ¿Pero por qué?

Mujer: Porque se opusieron a que detuvieran a varios dirigentes, y entonces las emprendieron con todos.

José: Hay como treinta heridos graves botados en plena pampa.

Timona: ¡Horror! ¿Y por qué no los socorren?

José: Nosotros quisiéramos, pero al primero que pase para allá le menearán balas

Carlos: ¿Y la Foch?

José: Ya no hay tal Foch. Ahora está ahí el cuartel de policía.

Timona: ¡Cuidado vuelven por aquí! (Otra vez las luces iluminan la oscuridad buscando a alguien. Pasan)

Borja: Ahora más que nunca tenemos que ir al paro.

Carlos: Eso me preocupa. Si fueran todas las oficinas las que estuvieran metidas en el conflicto, la cosa cambiaría, pero un paro aquí en este solo sector, no lo veo claro.

José: No te pongas pesimista. Aunque el paro no sea general, yo sé que las otras oficinas nos apoyarán de inmediato.

Carlos: ¡Viejito! Usted sabe que nada sacamos con meternos a encachados cuando sabemos que por hacernos los guapos, nos acribillarán sin piedad.

Borja: ¿Y nosotros, por eso, nos vamos a cruzar de brazos? La dinamita también saca roncha.

Mujer: ¡Y dale con la misma cuestión! (Comienza a escucharse vehículos que trasladan armamento pesado. Todos se ocultan. Un seguidor alumbra por todas partes. Se siente una ametralladora a lo lejos. Apagón)

 

XIV ESCENA: LA TORMENTA SE DESATA

(Se da la luz en el tercer plano y aparecen todos los obreros gritando)

Todos: ¡Pan, pan! ¡Pan, pan! ¡Queremos pan! ¡Que salga Garrido! ¡Garridooó! ¡Garridooó! ¡Garridooó!

Carlos: (Entra a escena) ¿Qué pasa compañeros?

Hombre 1: Lo que pasa no tenemos que comer

Mujer 1: Queremos pan y leche para nuestros hijos.

Hombre 3: ¿Cómo te fue con la mercadería que ibas conseguir?

Carlos: ¡Estamos jodidos! Anoche no pudimos comprar la mercadería en la otra oficina. Nos corrieron a balazos.

Todos: ¡Hijos de puta!

Carlos: Es la verdad. Nos balearon.

Mujer 2: ¿Y ahora qué vamos hacer?

Carlos: Ahora a la pulpería. Será nuestra, pase lo que pase.

Todos: ¡Bravo! ¡Viva Carlos Garrido! (Comienzan a gritar: ¡Pan. pan. pan!)

El joven de la maleta: El gentío hambriento no vaciló un instante. Hombres y mujeres corrieron hacia los amplios galpones, entraron en el salón de amasijo y echaron abajo la puerta que separaba la panadería de la carnicería. (Los hombres avanzan gritando. Sale el español, dispara contra la multitud. Se produce una vacilación. Carlos le dispara al hombre y lo mata)

Una mujer: ¡Miren, se escapan los demás empleados! ¡A ellos! La turba grita y sale corriendo detrás de los empleados. Disparos. Transición. Se ilumina en otro espacio a Carlos y Timona)

Carlos: ¿Y el niño?

Timona: Lo tengo en casa.

Carlos: Tráelo para acá.

Timona: ¿Crees tú que será mejor?

Carlos: Sí, tráelo. Aquí nos acomodaremos. Si el coño no tuvo la valentía de quedarse en la pulpería, alguien lo tiene que reemplazar. Trae al niño.

Timona: Está bien (Sale)

Carlos:(Soliloquio) ¿Querían pelea? Tendrán pelea ¿Querían sangre? Tendrán sangre. Yo no me he metido en esto por puro gusto. (Grita hacia afuera) ¡Don Cayetano!

Cayetano:(Entra) Aquí estoy Carlitos.

Carlos: Todo lo que hay acá debe quedar anotado. ¿Estamos claro?

Cayetano: Como el agua.

Carlos: ¿No ve que mañana nos pueden venir con el cuento de que hemos saqueado los almacenes? La compañía nos debe plata y nos estamos pagando, y si nos pasamos, reconocemos la deuda.

Cayetano: De acuerdo compañero.

Carlos: (Llama a los demás) ¡Compañeros, vengan un rato! (Entran los demás obreros) Hay un punto que quiero abrir el debate es la muerte del coño. Yo no niego que lo maté...

Borja: ¡Lo matamos!

Carlos: Lo maté. Estoy bien seguro de ello y no me arrepiento. Lo merecía. ¿Qué otra cosa podíamos hacer?

Todos: ¡Nada! ¡Nada!

Mujer 1: Usted lo único que hizo fue defenderse.

Mujer 2: ¿Cuántas veces no nos sacó a empujones de la pulpería el coño maricón?

Mujer 3: ¡Abusaba de la debilidad de los pobres!

Cayetano: El coño estaba alzado y había que darle su merecido.

Carlos: Así es... (Entra la Timona con el niño en los brazos. Mira a Carlos orgullosa. Luego deja al bebé a una caja) Otro asunto, hace rato que me pregunto en que va a terminar esta trifulca. Francamente no lo sé. Pero por lo que pueda ocurrir, tenemos que alistarnos. Es necesario armar un grupo de obreros “que estén al aguaite”. ¿Quién se ofrece voluntario para esta misión? (Silencio sepulcral) ¿Nadie quiere guardia de defensa? Díganlo, díganlo no más. Yo estoy para hacer lo que ustedes resuelvan.

Rubén: ¿Me permite compañero? Creo que la gente está dudosa de su convite, porque tiene miedo que se crea que nosotros estamos dispuestos a armar camorra.

Carlos: A armar camorra no, pero a defendernos sí... Todos estamos en ésta para defender nuestros derechos. Como los empresarios no cumplen con los tratados, hemos decido ir a la huelga. El patronato se niega a desaparecer las infames ‘fichas-salario’ y los ‘vales’, y no quiere escuchar hablar de una reducción a ocho horas de trabajo. Estos problemas nos atañen a todos. Por eso, ciento treinta oficinas ya se han plegado al paro, lo que significa lisa y llanamente la paralización de las exportaciones de salitre...

Timona: ¿O pretenden acaso que se repita lo que pasó hace dos meses atrás en Marusia, cuando arrasaron con numerosos dirigentes y los llevaron sabe Dios dónde?

Todos: ¡Eso no, no!

Timona: ¿Entonces?

Mujer 1: Tienen toda la razón Garrido y la Timona.

Mujer 2: Que los hombres se pongan los pantalones y que se dejen de mariconeos.

Mujer 3: ¡Tenemos que defendernos! ¡Vamos!

Mujer 1: ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que nos pisoteen?

Mujer 4: ¡No vamos a defender hasta el último momento!

Todos:(Gritan) ¡Todo o nada! (Salen de escena)

El joven de la maleta: Desde mediados del mes de mayo, de 1925, llegaron fuerzas de línea a Tarapacá y Antofagasta. Estas maquinaciones provocaron una huelga de 24 horas en las Oficinas La Coruña, Argentina, Barrenechea, San Enrique y otras. Entonces las fuerzas represivas iniciaron la refriega y en las oficinas sublevadas fueron masacradas miles de personas.

(Se escucha el soplar del viento en la pampa que aumenta a medida que trascurre la escena)

Carlos: (Se ilumina) ¡Cholita, te suplico, ándate al tiro con el niño!

Timona: (Decidida) ¡Yo no salgo de aquí! o te olvidaste que en mi pecho llevo clavada la ira y el dolor de muchos hermanos. Así como en la Escuela Santa María lucharé hasta el último momento.

Carlos: Cholita, te quiero, te quiero porque estas viva. Y aunque me muera te seguiré queriendo, pero esto no es un juego. Esta es una lucha a muerte.

Timona: Yo también por tu alma te quiero.

Carlos: Timona, entiende después de ésta, quizás, nadie quede para contar la historia.

Timona: Lo sé, lo sé. No es la primera vez que asisto a una masacre

Carlos: No seas porfiada. Yo me puedo escapar solo; pero con ustedes, cómo. ¿Cómo cruzo las barreras militares con una mujer y un niño?

Timona. Es inútil. No insistas. Me quedo hasta últimas consecuencias.

Carlos: ¿Te quedai?

Timona: (Muy segura) ¡Sí, me quedo! (Carlos, la golpea con un rápido y corto gancho a la barbilla. Ella se desploma como un maniquí al suelo)

Carlos: ¡Perdóname cholita! No tenía más remedio. (La besa. Transición. Grita) ¡Don Cayetano! ¡María!

Cayetano:(Entra) ¿Qué pasa compañero? (Mira a Timona) ¿Qué le pasó a la Timona?

María: (Entra) ¡Santo Dios qué le pasó a la compañera!

Carlos: No tengo tiempo para explicarles. Por favor, llévense a la negrita y al niño. Escapen rápido fuera de la oficina.

Cayetano: Pero usted compañero...

Carlos: No hay nada más que hablar. Si me tienen algo de estima, háganme este  favor... ¡Vamos, váyanse al tiro que ya va empezar la trifulca!

Cayetano: Carlitos, tome quédese con mi cantimplora. (Le da una cantimplora)Va necesitar pegarse sus buenos tragos para levantar el ánimo.

Carlos: Gracias. Y ahora váyanse de aquí (Cayetano toma en sus brazos a Timona y la carga. María toma al niño que está en la caja. Carlos la besa en los labios a Timona. Sale Cayetano llevando a Timona) ¡Espere, María! Tome,  quiero que le entregue esta carta a Timona. Ojalá algún día pueda leérsela a mi hijo. (Sale María)  ¡Pobre! Te ibas a casar con un general y se cumplió tu destino. Vamos a luchar hasta la muerte. Seremos ejemplo de coraje en la historia de este país.

(Cambio de luces. Comienza a sentirse un sonido parecido a una manada de toros salvajes. El ruido de los animales se transforma en tambores de guerra. Disparos y cañonazos. Aparecen los obreros armados en una barricada. La matanza puede ser una coreografía violenta y surrealista)

Hombre 1: ¡Nos bombardean!

Mujer 1: ¡Mamacita linda! ¿Qué ira a ser de nosotros?

Hombre 2: ¡Nos jodieron! ¡Nos jodieron!

Hombre 3: ¡Cabrones! ¡Hijos de perra!

Mujer 2: ¿Qué irá a ser de nosotros, Jesús mío?

Mujer 3: ¡Sálvese! ¡Sálvese Garrido! ¡Sálvese!

Carlos:(Grita) ¡Hijo, hijo mío! ¡Que no te pille la máquina! ¡Que no te venza la adversidad! ¡Timona! ¡Timona! ¡Cholita!. ¡Grande fue nuestro amor! ¡¡Timona, cuida a nuestro hijo!!

(Se escucha de fondo el piano interpretando el tema La Martiniana. Los caídos  se levantan y cruzan el escenario repitiendo en un eco de voces: ¡Cuídalo! En la panorámica se proyecta la imagen de muchas cruces)

 

XV ESCENA: EPILOGO

(Aparece Timona, vestida de negro, lleva  a un niño en espalda, sujeto a una manta. Parece como trastornada. Se detiene. Mira al horizonte. Desata la manta y alza al niño)

Timona: ¡Calladito! ¡Calladito! ¡Mi huairurito! Es lo único que me han dejado, pero es bastante. Lo único que espero que seas un digno hijo de tu padre. ¿Cierto querido?

Voz 1: ¿Qué no es la Timona?

Voz 2: ¡Claro que es la Timona!

Voz 3: ¡Compañera! ¡Compañera!

Voz 4: ¡Somos de la Noria!

Voz 5: ¡Somos de Bellavista!

Voz 6: ¡Somos de Santa Lucía!

Voz 7: ¡Somos de la Foch!

Voz 8: ¡Somos de la Coruña!

Voz 1: ¡Somos de Iquique!

Voz 2: ¡Todos compañeros tuyos!

Timona: ((Al escuchar las voces comienza a iluminarse su semblante y cambia la actitud. Ahora es más segura y consciente) ¡Qué suerte! No saben la alegría que me provocan.

Voz 1: A nosotros también  ¿Y para dónde marcha?

Timona: ¡Para Pintados!

Voz 2: No se apure entonces compañera. Vamos con usted.

Voz 3: Somos una muralla de corazones...

Voz 4: Dispuesta a oponerse a todos los designios.

Timona: Hijo, hemos sido hasta ahora los más desamparados del mundo. Desamparados, mientras no conocíamos nuestra capacidad de lucha y la fuerza de nuestra acción solidaria. Y de repente descubrimos que no sólo somos una parte del mundo, sino la parte más importante, a pesar de nuestro abandono. Que poco pedimos nosotros ¿cierto hijo? Pero cuando usted sea grande, el mundo ya habrá cambiado. Escucha, hijo, tú eres la esperanza, la semilla que se abre paso en los surcos de una nueva vida. Sí, de una nueva vida... (La luz se hace brillante. Se escucha el canto final)

Vamos por Ancho Camino
Celso Garrido Leca y Víctor Jara
 
Ven, ven conmigo ven
Ven, ven conmigo ven
Vamos por ancho camino
Nacerá un nuevo destino, ven.
 
Ven, ven conmigo ven
Ven, ven conmigo ven
Al corazón de la tierra
Germinaremos con ella, ven.
 
El odio quedo atrás
No vuelvas nunca,
Sigue hacia el mar
Tu canto es río, sol y viento
Pájaro que anuncia la paz.
 
Amigo tu hijo va,
Hermano tu madre va,
Van por el ancho camino
Van galopando en el trigo, van
 
Ven, ven conmigo ven
Ven, ven conmigo ven
Llego la hora del viento
Reventando los silencios, ven.
 
El odio quedó atrás
No vuelvas nunca,
Sigue hacia el mar
Tu canto es río, sol y viento
Pájaro que anuncia la paz.
 
Ven, ven conmigo ven

Ven, ven conmigo ven

 

TELON

 

 

Iquique, verano, 2004

 

 

 

 

 

 

 

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