Nuevamente Iván Vera-Pinto estremece la escena, una
vez más el hombre de tablas, libretos y consuetas inaugura un original texto
que ciertamente ocupará un lugar en la historia regional. Algo tiene el autor
que no es casual, corresponde en sí mismo al teatro helénico, el que contaba la
historia de su cultura a través del teatro (Joseph Fontana: 1998).
Esta vez sitúa la historia dramática en la pampa
salitrera con el detalle de la palabra; su texto conduce a diálogos frecuentes
de ideologías de movimiento obrero, centrado en un hombre llamado Luis Emilio
Recabarren, Diputado de la República, desaforado por la legalidad del poder
aristocrático que nubla y arrasa con la legitimidad popular.
En un relato que es absolutamente coqueto con la
escuela histórica francesa de los Annales, parte su obra desde el presente,
buscando comprender el pasado, tal como señalaba el historiador Marc Bloch (1944). En un argumento que inmiscuye
al teatro como relato de liberación y difusión de conciencias a través de
sociabilidades ideológicas. Así lo podemos apreciar en la protagonista que expresa:
“Recuerden que el teatro es un
medio para que los trabajadores destruyan la ignorancia y se liberen de sus
cadenas… “
El diálogo entre Teresa y Urbano, devela dos
tiempos con continuidades históricas que, a la vez, señala un rasgo de la
identidad nortina que son los pampinos; éstos en su ethos y memoria, perviven
su temporalidad. Tal como señala el Cuidador al describir el espacio del teatro
obrero: “Este territorio
es un lugar de amparo del dolor que no se olvida, la fuente de la memoria, el
canto del agua…”
En este sentido, el texto origina dos vectores
que dan forma a la historia como ciencia. En toda su obra el autor enlaza
tiempo y espacio, pero con aroma a pampa y esperanza.
Las figuras fantasmales de Recabarren y sus
obreros, señalan la derrota diaria del olvido; sin embargo, la pampa no borra
de su memoria a sus héroes y éstos se manifiestan venciendo a la muerte y renacen
a través del recuerdo, entre otros, de un diario que lleva la Ilustración y sus
lemas de igualdad, justicia y libertad para los excluidos. El nombre del medio
comunicacional, “El Despertar de los Trabajadores”, nace de esta manera de la
militancia de los trabajadores del salitre.