CRÍTICO Y OPINOLOGO
En los últimos tiempos hemos observado que en las parrillas programáticas de los canales televisivos han aparecido diversos espacios conducidos por unos personajes denominados "opinólogos". Ellos, muy sueltos de cuerpo, se permiten hablar de todas las manifestaciones artísticas comerciales, poniendo su mirada básicamente en las formalidades e intimidades de los artistas que más venden en la pantalla televisiva. Por supuesto, ese trabajo aparentemente crítico no hace ninguna contribución al desarrollo de la capacidad de apreciación estética del público y menos de los creadores. Por el contrario, su único interés es "hacer pedazos" a los artistas, para así ganar cierta notoriedad en el ámbito de la farándula.
El "opinólogo" sustenta sus opiniones en percepciones personales y subjetivas; en cambio, el crítico basa su comentario en estudios y en lo bueno o malo de una creación o espectáculo, con el propósito de mejorarlo y permitir el perfeccionamiento del artista. En pocas palabras, la crítica constructiva siempre será muy importante para potenciar las capacidades perceptivas y reflexivas del público; como asimismo para permitir desarrollar la técnica y creatividad de los artífices. Su legitimidad se sostiene porque ella es parte del fenómeno cultural de un país y éste se expresa a través de sus gestores y críticos.
El crítico está condicionado por su contexto, es decir por el tiempo y espacio que le ha tocado vivir. Esto involucra su concepción que tiene de la vida y el mundo, su ideología y su sistema valórico. La legitimidad del crítico está dada por su relación intermediaria entre el espectáculo y el público. Este vínculo lo transforma en el objetivo de su pasión y análisis.
Todo crítico, que se precie de tal, debe sustentar su discurso en una estructura lógica de cuatro partes: Primeramente, ser capaz de introducir al público al fenómeno artístico, entregándole una información general del espectáculo. Es decir, se le da a conocer al público el contexto, las características la actividad, las condiciones de la realización artística, especificaciones de los artistas y las valoraciones de la propuesta. En seguida, debe hacer una descripción del contenido y la forma que se utilizó para construir la obra. Luego, realizar un análisis, haciendo uso de todos los argumentos, conocimientos y experiencias que tenga el crítico en una determinada manifestación artística. Finalmente, reflexionar sobre el impacto que provoca la propuesta artística en el público.
De lo anterior podemos inferir que el discurso crítico es un metalenguaje, porque es un discurso que se construye sobre la base de otros discursos, por ejemplo, el del artista y de los supuestos ideológicos, políticos y culturales que el critico sustenta.
Por lo mismo, podemos afirmar que el modelo ideal del crítico involucra una suma de factores claves, tales como: Tener conocimiento sobre arte, sensibilidad para aprehender lo esencial del fenómeno artístico, buen manejo del idioma para expresar sus ideas, saber internalizar la emoción y el imaginario del público en su discurso, expresar su personalidad y estilo para redactar su análisis, respeto por los creadores, vivenciar las etapas de la producción artística, conducir sus estados de ánimos y eludir la imagen del juez.
En consecuencia, podemos afirmar que el papel del crítico, sin que éste sea necesariamente un académico o periodista, será importante en la medida que con sus comentarios, logren desentrañar los códigos utilizados en una creación artística; como también realice apreciaciones sistemáticas que se basen en serios conceptos teóricos.