SANTA MARIA EN
ESCENA
Iván Vera-Pinto
Soto
Sin duda, uno de los saldos positivos de la reciente
conmemoración del centenario de la masacre obrera de 1907 es la generosa
publicación de ensayos, investigaciones históricas, poesía, crónicas y
literatura dramática generada en torno a los
fatídicos acontecimientos que enluta a los trabajadores chilenos y
latinoamericanos. En estas líneas me referiré a la producción dramática
condensada en dos textos que dieron luz como tributo a los héroes de la Escuela Santa María.
Por el año 1970 Jaime Torres, un entrañable maestro, me
invitó a participar en su Agrupación Teatral Iquique, con el estreno de la obra
“Santa María”, escrita por Elizaldo Rojas (1966). Debo confesar que los
benjamines actores teníamos limitados y fragmentados conocimientos sobre el
tema a interpretar. Lo poco que sabíamos provenía de algunos relatos de
nuestros abuelos y de un par de audiciones de la
Cantata de Luís Advis. Con este incidente quiero explicar que hace cuatro
décadas atrás era muy exiguo el material artístico que existía para poner en
valor y difundir este pasaje negro de la historia nacional, ocultado por las
fuerzas de poder.
Es por ello que considero que la edición de la obra
teatral “Coruña, la ira de los vientos”, financiada con el 2% del Fondo de
Cultural del Gobierno Regional, es relevante porque nos permite reconstruir y
proyectar con veracidad social y humana, una de las muchas masacres ocurridas
en el norte grande, producto de las luchas de los trabajadores salitreros por
sus justas y mínimas reivindicaciones. Señalemos que la obra teatral está
basada en la novela de Luís González Zenteno “Los Pampinos”, un verdadero
documento etnográfico, de gran valor literario que orienta didácticamente a la
toma de conciencia social al lector.
Por otro lado, Ediciones Campus de la UNAP, acaba de editar “Saga de
los Pampinos. Antología Crítica del Teatro Salitrero”, compilada por los
doctores Pedro Bravo Elizondo y Judy Berry-Bravo. En este texto se incluye
Santa María del Salitre (1989), de Sergio Arrau, dramaturgo nacional radicado
desde hace mucho tiempo en el Perú. La obra es una crónica épica dramática que
cuenta “la otra historia” la que no se da conocer en los colegios y que
generalmente ignora el pueblo. Tal como la presenta Pedro Bravo Elizondo, “es
una pieza literaria que reúne la rara cualidad de ser un trabajo histórico por
la fidelidad al registro del pasado, y a la vez una obra de ficción porque se
ajusta al universo lingüístico, como corresponde a toda obra de arte.”
La segunda pieza compilada es “La Reina Isabel cantaba rancheras” (1998) de Hernán
Rivera Letelier, en la versión teatral de Pedro Arturo Saltar. Ella tiene la
magia de perfilar personajes pampinos, vivencias y anécdotas ocurridas en
un pueblito llamado Pampa Unión, en pleno período de crisis del salitre
a comienzo del siglo pasado. El argumento se desarrolla en torno al velorio de
la protagonista, una prostituta conocida como la reina Isabel, quien se ganó el cariño de los sencillos
trabajadores del salitre. Concluye esta antología con reedición de la
ampliamente comentada “Coruña, la ira de
los vientos” (2004).
Pedro Bravo afirma “La palabra escrita permanece
férreamente asida a la Historia, para que generaciones futuras
puedan revivir, recordar y recuperar un hito de la identidad de su pueblo
revelada en una obra de teatro”. Y agrega”La contemporaneidad de estas tres
obras afirma nuestra consideración que aún quedan “calicheras teatrales” por
desaterrar, es decir, limpiar y descostrar. Sólo necesitamos el interés de
nuevos dramaturgos”.