OLVIDO Y MEMORIA
Iván Vera-Pinto Soto
Durante el mes
diciembre diferentes organizaciones sociales, culturales y políticas de la
ciudad, se encuentran desarrollando privados tributos a los mártires obreros
que ofrendaron sus vidas el 21 de diciembre de 1907 por conquistar una sociedad
más justa, igualitaria y digna.
Probablemente,
este emotivo homenaje, habría logrado mayor significación e impacto social si
todos los entes vivos de la Comuna hubieran
decidido estrechar lazos fraternos y energía por redimir a los caídos en la
lucha heroica; tal como lo hicieron en su momento histórico los pampinos
peruanos, bolivianos, argentinos y chilenos que bajaron desde las salitreras
para exigir a las autoridades sus justas y mínimas reivindicaciones.
Es evidente que
los tiempos son otros. Ya no existe la valorada solidaridad social. Hoy cada
cual defiende sus intereses y sus objetivos. Y mientras más diferentes seamos
del otro pareciera que es mejor. Por otro lado, resulta increíble advertir la participación de
algunos sectores sociales que por siglos han detentado el poder económico y
político y que en estos tiempos aparecen como defensores e incluso
organizadores de actos de apoyo a los trabajadores de la Santa María.
Es lamentable descubrir
como los mismos grupos aludidos trivializan los terribles acontecimientos a
través de eventos faranduleros que tratan de esconder el verdadero significado
de los hechos. No podemos olvidar que los trabajadores de la Santa María fueron asesinados por
las Fuerzas Armadas en nombre del Estado chileno que defendía los intereses de
los empresarios salitreros.
En esa
perspectiva, concuerdo con las postura del periodista iquiqueño Luis Espinoza
Garrido que dice: “Quienes hoy rasgan vestiduras por lo sucedido a los obreros
hace cien años deberían tener la misma postura frente a lo que sufren los
trabajadores y sus familias en el presente, ante tantas injusticias y
represión”.
Asimismo, me
parece muy ciertas las palabras del Concejero Regional de Cultura de Tarapacá,
Julio Cámara, quien en una reciente ceremonia señaló: “Tal como ayer, en este
momento continúan los conflictos de los trabajadores con el capital. Basta con
ver nuestra realidad local para darnos cuenta que aún reina la injusticia y el
abuso por parte de las trasnacionales”.
Como dice el
viejo adagio “el tiempo es el mejor juez de todas las cosas”. Al final,
deteriora las fugases grandezas y le hace justicia a hombres y mujeres que
fueron olvidados, perseguidos o
callados.
Es por ello que
me parece importante que los eventos artísticos y culturales que se plasmen en
estos días no se conviertan en meras actividades cívicas y protocolares. No es
una fiesta la que vivimos en Iquique. Este no es un programa turístico y
comercial para ofertar cuanto cacharro hallamos sustraído de la pampa. Por el
contrario, estamos rescatando desde el silencio sepulcral de la muerte la
memoria de los trabajadores. Este es un tema sangre, siniestro y doloroso. Es
un ejemplo para no olvidar.
No dejar de lado
que en 1907 el gran protagonista fue el pueblo trabajador de Iquique y la
pampa, por consiguiente, es éste quien debe ser el personaje central de las
jornadas recordatorias y no así los artífices de los eventos, llámense
instituciones o personalidades ilustradas. Evitemos en estos actos seguir
“palomeando” (culturalmente) al mundo popular, que aún vive en la desesperanza
social.