LOS PAMPINOS
Iván Vera-Pinto Soto
La narrativa es
tal vez una de las manifestaciones literarias que mejor retrata el mundo del
salitre y también ayuda a erigir una especie de memoria colectiva, la que a su
vez posibilita a las nuevas generaciones a reconstruir imaginariamente esa
tierra inhóspita, dramática y llena de sangrientos episodios. Algo parecido ocurre
en el plano musical con "La Cantata de Santa María de Iquique", interpretada por Quilapayún,
la que mantiene vivo uno de los hechos más cruentos de la historia del
movimiento social chileno.
La escritura de
la pampa salitrera recrea, registra, testimonia y transforma la realidad del
desierto y de las oficinas, con el aspiración de revalorarla y recuperarla más
allá de su muerte real. En ese escenario, encontramos la novela “Los Pampinos”
(1956), del periodista iquiqueño Luís González Zenteno (1909-1960). Esta
apasionante creación literaria relata, con fuerte realismo, el levantamiento
obrero de la oficina La Coruña, ocurrido en
junio de 1925, durante la presidencia de Arturo Alessandri, el cual terminó con
el desalojo y la muerte de numerosos trabajadores.
Recordemos
que cerca de 2.000 huelguistas fueron deportados al sur de Chile, siendo
Ministro de la Guerra de la época el general Carlos Ibáñez del
Campo, quien posteriormente fue Presidente de Chile en dos ocasiones. El autor recompone,
con notable veracidad social y humana, una de las muchas masacres ocurridas en
el Norte Grande, producto de las luchas de los trabajadores salitreros por sus
justas reivindicaciones y aspiraciones sociales. Y representa uno de los
dolorosos hitos de una etapa de violencia y posterior decadencia nacional.
La
acción transcurre entre Iquique y en las oficinas salitreras. Expone interesantes
aspectos de la vida social del puerto, tales como: Las juergas e intimidades
que tenían las clases privilegiadas en el Palacio de Cristal, la construcción
del local de la Federación Obrera de Chile; la acción de Las Ligas
Patrióticas, como primer signo de xenofobia contra peruanos y bolivianos. Del
mismo modo, relata aspectos de la vida de Luís Emilio Recabarren, del diario
obrero "El Despertar de los Trabajadores", la cesantía y la crisis
socio-económica que azotaba al país. Además incorpora las huelgas de
trabajadores, la creación de los sindicatos y las andanzas de los pampinos en
las casas de remolienda.
Sus
protagonistas están simbolizados por Carlos Garrido, joven venido de Aconcagua
y Leonor Túmbez, la Timona, emigrante de algún pueblo andino del Perú.
Ambos, al igual que miles de gentes, son "afuerinos" que abandonaron
sus pagos e incluso a sus familias para probar suerte en el desierto más árido
y alucinante del mundo. La pareja seguirá el inexorable y cruel destino ya
escrito y leído en las manos de la joven. A pesar del oscuro porvenir, Timona
le dirá alentada a su retoño: "Que poco pedimos nosotros ¿cierto hijo?
Pero cuando usted sea grande, el mundo ya habrá cambiado. Escucha, hijo, tú
eres la esperanza, la semilla que se abre paso en los surcos de una nueva
vida.". De esta manera, González, concilia la épica social y el desarrollo
del conflicto de los obreros, con las historias privadas de sus personajes de
ficción, aludiendo un mensaje alentador y comprometido con el cambio social.
Desde el punto de vista
estilístico la obra de González se sitúa en el llamado neorrealismo (1940-1970).
Esta visión asume la crisis de la sociedad moderna y adopta una postura de
crónica histórica e incluso legendaria. Otros ejemplos de esta corriente son
las obras Norte Grande, de Andrés Sabella, los cuentos y novelas cortas de
Mario Bahamonde y Pisagua e Hijo del salitre de Volodia
Teitelboim.
En el contexto del Centenario
de la Matanza de la Escuela Santa María, debería
reeditarse- con el concurso de fondos regionales- novelas como éstas que tienen
un alto valor histórico y literario y que, lamentablemente, han sido poco
difundidas y, menos aún, conocidas por
los lectores chilenos. Hoy, más que nunca, debemos rescatar la escritura sobre
la pampa para poder comprender sus personajes, escenarios y sucesos y, sobre
todo, para escudriñar el pasado y proyectar nuestro porvenir, sin el peligro de
repetir la trágica historia ya vivida.